lunes, 11 de septiembre de 2017

¿HAY ALGO SUPERIOR AL BIEN DEL HOMBRE?

Lc 6,6-11
Toda ley que postergue el bien del hombre es una ley que debe ser postergada, valga la redundancia, al hombre y su bien. Porque, es el hombre la criatura por excelencia del Creador y su amor primero. Por Él se ha hecho Hombre el Hijo de Dios, y, encarnándose en Naturaleza humana, ha morado entre los hombres, para, estando cerca de ellos, revelarle que Dios los ama y lo ha enviado a salvarles.

Por eso, ese sábado que Jesús, repetidas veces, entró en la sinagoga y se puso a enseñar, advirtió a un hombre que tenía la mano derecha seca y dándose cuenta que estaban al acecho a ver si curaba en sábado, le dijo al hombre:  «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

No debemos ver esto como algo lejano e indiferente con nuestra realidad, pues, ¿no nos ocurre ahora igual? ¿Cuántas veces miramos nosotros a la Iglesia de esa forma y con esa actitud? ¿Cuántas veces reprochamos a la Iglesia sus reformas o avances dirigidos al bien del hombre y para su salvación? ¿Y cuántas veces nos apartamos de la obediencia a la Iglesia porque no pensamos igual o no aceptamos lo que la Iglesia nos aconseja y manda?

Debemos tener claro que el hombre está por encima de la ley, y que la ley está hecha para el bien del hombre. Nunca se puede cumplir la ley cuando hay necesidad de atender a hombre, bien supremo creado por Dios, y por el que entrega a su único Hijo para salvarlo de la esclavitud del pecado. No hay nada superior al hombre, criatura de Dios, y todo lo creado está puesto a su servicio. 

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