martes, 19 de septiembre de 2017

ME PREGUNTO, ¿CÓMO HUBIESE REACCIONADO YO?

Lc 7,11-17

Me hago esa comparación de lugar, de haber estado ahí, ¿cómo hubiese reaccionado? Y, suponiendo que fuese en el bando de la viuda, ¿cuál hubiese sido mi reacción? Sería bueno preguntárnoslo, porque el acontecimiento acaecido nos interpela hoy mismo. Porque nosotros podemos formar una comitiva que va hacia la muerte, sin percatarnos que hay otra que se dirige hacia la vida.

¿En cuál de ellas estamos? ¿Queremos pertenecer y caminar  junto a la comitiva que va hacia la muerte?, ¿o por el contrario, queremos peternecer y caminar junto a la que va a la vida? La viuda se disponía a enterrar a su hijo. El único que tenía, y eso suponía, no sólo la muerte del hijo, sino su propia muerte, pues viuda y sin hijos era verse condenada a una vida de miseria y abandono.  

Sin embargo, se cruza con Jesús y todos los que le acompaban, y Jesús se compadece y le devuelve el hijo a la vida. Todo se renueva y nace de nuevo. La vida vence a la muerte. El Evangelio, a continuación dice: El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Y lo que se decía de Él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina.

Esa es mi pregunta, ¿también se hubiese apoderado de mí el temor? ¿Ese milagro de Jesús hubiese sido suficiente para cambiar mi vida? Me asombra en no saber qué decir, y me imagino que muchos de los que presenciaron ese milagro no reaccionaron lo suficiente para cambiar sus vidas. Quizás fueron tragados por el ambiente, las circunstancias, las comodidades y el temor a enfrentarse a los poderes de aquel tiempo. Pero, hoy nos ocurre igual. 

Jesús está entre nosotros. Lo sabemos por el testimonio que nos guarda y transmite la Iglesia, y Jesús nos espera en el Sagrario. Se nos da bajo las especies de pan y vino. Nos alimenta espiritualmente, y, ¿le respondemos? Creo que aunque hubiésemos presenciado algunos de sus milagros responderíamos igual. Necesitamos fe, y la fe se busca y se pide, y el Señor, nos la dará si la buscamos de verdad. Porque, Él ha venido para eso, para salvarnos.

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