lunes, 9 de octubre de 2017

AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN...

Lc 10,25-37
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Son Palabras de Jesús que responden a lo que ha dicho aquel maestro de la Ley. Y también responden a tus propias preguntas. Obtener y conseguir la Vida Eterna supone amar al Señor tu Dios, pero no de cualquier manera, ni tampoco a tu capricho y gusto. Se trata de amarlo con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Es decir, sin condiciones y plenamente. Y concluye Jesús afirmando que haciendo eso vivirás.

Está claro, al menos así lo entiendo yo, que Jesús se refiere, cuando dice vivirás, a la Vida Eterna. Y eso también significa que estamos llamados a esa vida, porque tú y también yo queremos la Vida Eterna. Una Vida Eterna en plena felicidad y gozo. Sin imperfecciones tanto físicas como espirituales. Una vida perfecta e inimaginable desde nuestra ahora condición humana.

Amar a Dios no parece muy difícil, pues adecuar tu vida a una series de prácticas y preceptos es cuestión de disciplina y algo de voluntad. Y el habito hace al monje. También lo hacen los deportistas para conseguir un premio mucho más limitado y caduco. Un premio que no te salva y que todo queda en un poco de gloria humana que con el tiempo se evapora.

El problema empieza cuando aquel maestro quiere justificarse y, aparentando ignorancia, quiere comprometer a Jesús y que descubra quien es ese prójimo. Y Jesús de forma magistral nos regala esa parábola del samaritano que disipa toda duda y deja boquiabiertos a todos los que trataban de evadir, esconder y justificar el amor al prójimo. Tú tienes ahora la oportunidad de, a la luz de esta Palabra de Jesús, discernir quien es tu prójimo y amarlo como te enseña Jesús para alcanzar esa Vida Eterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.