sábado, 28 de octubre de 2017

EL HILO QUE NOS MANTIENE, LA ORACIÓN

Lc 6,12-19
La amistad está basada y apoyada en la frecuente relación. Experimentamos que en la medida que nos vemos, hablamos, compartimos, es decir, nos relacionamos, nos vamos conociendo y la confianza empieza a nacer entre las personas. Confianza que hay que cuidar desde el respeto y la verdad y que va estableciendo una relación que da origen a la amistad.

En clave cristiana eso se llama oración. La oración es el hilo conductor que nos une con Xto. Jesús y que establece un diálogo que nos sostiene unidos al Señor y nos permite relacionarnos con Él. De esa relación nace la amistad y la confianza, y su frecuencia nos unirá profundamente. Está claro que sin relación, es decir, sin diálogo u oración, la confianza no llega a nacer ni a desarrollarse. Necesita, como la semilla, hundirse en la tierra de tu corazón, y morir para dar frutos. Ese morir a la rutina con el riego del agua de la perseverancia y la fe confiada en el Señor.

Los frutos de esa relación, sostenida en la oración, son la amistad y la confianza. También el mutuo conocimiento, que hace que nuestra fidelidad sea cada vez más firme y gozosa. Y de esta confianza y conocimiento nace la elección. El Señor te llama a cada instante de tu vida. Mejor, diría, el Señor nos llama a cada instante de nuestras vidas, pero, solamente esa llamada puede ser atendida por ti, o por mí cuando aceptamos el estar disponibles y abandonados a y en sus Manos.

Simplemente, porque Él no te va a violentar, ni a exigir, ni a presionar. Serás tú y yo solos quienes daremos el paso de relacionarnos con Él. Entonces podemos considerar que la llamada ha sido escuchada y aceptada. Somos libres y el Señor, puede y lo hace, nos ilumina, pero no nos fuerza. Así respondieron esos apóstoles mencionados hoy en el Evangelio. Aceptaron, sin entenderlo mucho, su llamada y se abandonaron en sus Manos.

Todo empezó tras una relación de algunos años y un compartir que generó un conocimiento. Un conocimiento que dio lugar a una amistad que, aún hoy sigue vigente y actualizada. Estás tú, y también yo dispuesto a aceptar esa llamada. Pues, ahora mismo, abramos nuestros corazones y pongámonos en sus Manos. Jesús, pacientemente, espera nuestra respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.