lunes, 13 de noviembre de 2017

LA RESPONSABILIDAD DE EDUCAR

Lc 17,1-6
Simplemente, estás obligado a hacer el bien para no escandalizar. Porque, escandalizas cuando actúas mal y das mal ejemplo. Sobre todo a los niños, que se fijan mucho y bien en lo que ven hacer a los mayores. Desde esa perspectiva, los padres y madres de familia tienen una gran responsabilidad. De ellos depende la buena educación de sus hijos, que no consiste en grandes cosas ni esmerados conocimientos intelectuales u otros métodos. Todo más sencillo, tal es dar ejemplo de sencillez y humildad con sus propias vidas.

Ejemplos de actitudes apoyadas en la verdad, en el dialogo, en la justicia, en la compresión y la escucha y en el servicio. Ejemplos de valores que nos ayuden a ser más persona cada día; ejemplos de los valores espirituales que nos dignifican y nos dan esperanza de una vida trascendente que nos llena de alegría, de paz y de vida eterna, vocación que duerme en nuestros corazones.

Y, puede ocurrirnos, que, al leer este Evangelio, pensemos que esto no va con nosotros. Que los escandalizadores son otros, pero nunca nosotros. Quizás conviene que nos miremos bien y reflexionemos sobre nuestros propios actos, porque podemos estar incurriendo, quizás, sin darnos cuenta, en el pecado de escándalo cuando damos mal ejemplo o confundimos a otros con nuestro proceder. Es posible que no seamos tan culpables porque no lo hacemos consciente, pero debemos revisarnos para, tomando conciencia, mejorar nuestro testimonio.

Nuestra vida está en el escaparate de la vida, valga la redundancia, y en ella hay niños. Cuidado con escandalizarlos. Las Palabras de Jesús a este respecto son duras: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.»

Los niños son intocables para el Señor, y sabemos lo mucho que se hace contra ellos y como se les utiliza para el placer y la explotación laboral. Incluso, para la guerra. ¡Cuántos tendrán que pagar por eso! Pero nosotros también debemos denunciar todos estos atropellos y, desde nuestras posibilidades, denunciar estos abusos y pecados de escándalos. 

Debemos tener fe en el Señor y, confiado en Él, hacer todo lo que podamos, desde la oración, a la implicación en defender el derecho de los niños a la vida y a tener una infancia donde puedan ser niños y fijarse en buenos ejemplos. Ellos son el futuro del mundo.

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