sábado, 6 de enero de 2018

¿HAS VISTO TU ESTRELLA?

Mt 2,1-12
Todos debemos tener una estrella, pues todos somos hijos de Dios. El problema es descubrirla. Aquellos magos de oriente la descubrieron y se pusieron inmediatamente en camino. Sin lugar a duda, no es nada fácil descubrirla. Exige perseverancia, tiempo, paciencia y estar expectante y vigilante. Y a todo eso añadir una exuberante y atenta escucha. Sólo así podremos encontrarla.

Porque, la estrella está y existe. Ella nos marca el camino, como ocurrió con los magos, pero, al igual que ellos, tenemos que descubrirla, esperarla, intuirla y ponernos en camino. Un camino que exige esfuerzo, renuncias y hasta riesgos. Hay muchos Herodes que nos pueden probar e intentar desviar o utilizar para colmar sus propios intereses.

Visto el panorama, descubrimos la gran importancia y necesidad de la oración. Porque, orar es hablar con Dios, y cuando tenemos problemas y buscamos, necesitamos hablar con Aquel que nos puede ayudar, quiere ayudarnos, ha venido precisamente para ayudarnos y es el único que puede dar respuestas a nuestros interrogantes, a nuestras búsquedas y soluciones a nuestros problemas. En este sentido, podemos atrevernos a decir que esta buena intención de experimentarnos preocupados e inquietos por relacionarnos con el Señor es oración.

Porque, ¿qué es eso sino una toma de conciencia de su presencia? Nos relacionamos con nuestro Padre cuando confiamos y creemos que Él nos puede solucionar nuestras preocupaciones y dar respuestas a nuestras inquietudes y deseos de gozo y felicidad. Pensar así y vivir en esa disponibilidad es buscar tu propia estrella, esa Estrella que está escondida en el Espíritu de Dios, que te guía y te señala el camino. No obstante, nos ha repetido varias veces que Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Y a lo largo del camino se nos ha manifestado encarnado en varias sencillas y humildes estrellas que nos han señalado el camino a seguir. La familia, la Iglesia, las comunidades y grupos, los compañeros en la fe, Internet, con la posibilidad de compartir la fe, y otras muchas estrellas han servido para descubrirnos el camino por donde llegar al pesebre donde Tú, Señor, nos esperas cada día.

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