martes, 30 de enero de 2018

LA AUTORIDAD QUE DESPRENDE JESÚS EN TODOS SUS ACTOS

Mc 5,21-43
¿Puedes imaginar como se quedarían aquellos que se reían de Jesús cuando les dijo que la niña no estaba muerta sino dormida? Sería hermoso podérselo imaginar, pues sus caras serían un poema. Desde ese hecho podemos hacernos una composición de como hablaba Jesús y la autoridad que desprendían sus Palabras Su seguridad y su firmeza dejaban a la gente atónita y asombrada.

Hoy Jesús, nos narra el Evangelio de Marcos, y de como va a la otra orilla y la multitud de gente le sigue. Tiene que ser emocionante como Jesús responde a la petición de aquel hombre - jefe de sinagoga - y le pide la curación de su hija que está a punto de morir. ¡Qué gran autoridad de Jesús al responderle con su decisión firme de ir a su casa a curarla! No se puede encontrar una autoridad más grande. Seguro de su Poder y del beneplácito del Padre, Jesús, el Señor, camina para afirmar que Él vence a la muerte.

Y, hermosa la actitud de Jesús, al comprobar que aquella mujer, enferma de flujo de sangre, se esfuerza en tocarle su manto. Piensa y lo hace que, de tocarle el manto, puede quedar curada. Está cansada de tanto médicos que le han tratado. Se ha gastado todo su dinero, y, sin más recurso que el de confiar en Jesús, se lanza a la proeza de tocarle su manto. No se siente digna ni importante para que Jesús le dedique un tiempo, y tampoco para hablar con aquellos apóstoles tan influyente. Ella, una pobre mujer que ya no tiene nada está convencida que tocando el manto de Jesús puede quedar curada.

Ambos, Jairo -jefe de la sinagoga - y aquella mujer -que padece flujo de sangre- tienen algo muy importante y necesario para que Jesús les conceda su Gracia y les cure. Ambos creen en Él, y se mueven, se molestan, se esfuerzan en buscarle, en encontrarse con Él. Jairo va directamente a pedírselo, y aquella mujer, más temerosa de no ser escuchada, trata de tocarle el manto.

Y Jesús, el Señor, les atiende y les concede, por su fe, a uno la resurrección de su hija, y a otra la curación de su enfermedad. También, el Señor espera tu petición, y si tienes fe te la concederá. Pero, no esperes que sea como tú quieres, porque no sabemos pedir. Será, siempre, lo mejor para tu salvación que es lo que más importe. Esa Resurrección al final de los tiempos para pasar la Eternidad, en gozo y plenitud, junto a Él.

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