martes, 16 de enero de 2018

¿LEYES, PRECEPTOS Y NORMAS SUPERIORES AL HOMBRE?

Mc 2,23-2
Con mucha frecuencia perdemos el sentido común y suplantamos a la persona humana por los cumplimientos, las normas y preceptos. ¿Cómo se puede llegar a darle más importancia al ayuno que a los pobres? ¿Cómo se puede pensar, y de hecho sucede, que en muchos países piensen que en algunos lugares del planeta se paga por no comer y adelgazar? Incluso se hacen hasta chistes de esto, pero la realidad es que, mientras en algunos lugares del planeta unos tienen abundancia hasta plantearse hacer dietas, en otros lugares se pasa hambre.

¿Es la ley justa cuando se utiliza el sábado como fundamento y obligación de descanso antes que a la persona? ¿Se puede entender que, por ser hambre, alguien pase hambre porque no se puede adquirir alimentos? Estas y otras preguntas nos puede servir para reflexionar sobre el Evangelio de hoy. Porque es lo que nos plantea el Evangelio de hoy. Dice: Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban... -Mc 2, 23--28-

Las leyes deben estar siempre mirando y en función del hombre. De modo que, una ley que perjudique los buenos intereses del hombre, siempre en función del bien común, la verdad y la justicia, deja de ser una buena ley y se convierte en una ley injusta y que debe ser abolida. Todo debe estar mirando para el bien del hombre, porque todo lo hizo Dios para que el hombre se sirviera y bien lo administrara.

No se puede considerar el ayuno más importante que la vida de los pobres. En muchos casos las leyes, las costumbres y las tradiciones ahogan la vida religiosa y la deforman. Confunden y desvían de la verdad convirtiendo la esencia - el amor - en normas y prácticas desencarnadas de la verdad y la justicia. Seguir a Jesús exige flexibilidad y firmeza; fraternidad y exigencia; misericordia y justicia.

Nunca podemos convertirnos en víctimas del aparato religioso sometidos a la ley, a las costumbres y tradiciones, porque nos encontraremos con el absurdo de no poder repartir pan porque es sábado. Luego, ¿qué hacemos? ¿Convertimos el amor en ley, o la ley debe estar sometida a la misericordia y al amor? Gracias a eso somos perdonados y salvados. Gracias, Señor por tu Amor y Misericordia.

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