martes, 9 de enero de 2018

Y EL MUNDO NO REACCIONA

Mc 1,21-28
No es que el mundo no crea, sino que, aún creyendo, quedan pasmados, sometidos y en la misma dinámica que el mundo les pone. Permanecen encadenados y esclavizados a los placeres y propuestas que el mundo les pone. Están dormidos, ciegos e instalados en el absurdo.

Reconocen la autoridad de Jesús. Les asombra su forma de exponer la Buena Noticia y el mensaje de su Padre, y, sobre todo, su poder y su fuerza. Su seguridad es única y todo lo que hace les corta la respiración, pero, sorprendentemente no reaccionan. Jesús enseña y hace. No dice y no hace, sino que dice y hace. Palabras y obras. Su mensaje se ve apoyado por sus obras. Lo que dice lo cumple. Y de ahí nace su autoridad, su admiración y su novedad.

Establece el Reino de Dios, porque Él es el Reino de Dios: sana toda enfermedad y dolencia; libera de las fuerzas del maligno; perdona los pecados; acoge a los excluidos y descartados en su compañía y en la comunión de la mesa... Hace que el mundo sea mejor y que la paz, el orden, la justicia y el amor se instalen en él. En definitiva descubre que el Reino de Dios está entre nosotros, porque el Reino de Dios es vivir en esa actitud de hacerlo mejor.

Y tú y yo en la medida que trabajemos en esa línea estamos haciendo presente el Reino de Dios. Porque, Jesús está entre nosotros, el Reino de Dios está entre nosotros. No se trata de quien habla y no hace. Ni del famoso sabio que habla mucho, pero su vida no dice lo mismo. Tampoco se trata de aquel que cumple moralmente y ahí queda todo. Se trata de una nueva autoridad que tiene poder y dominio sobre todas las fuerzas del mal.

Es la autoridad del que está tocado por el Espíritu, viene enviado por el Padre y tiene toda su predilección y actúa con la fuerza de Dios.

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