viernes, 20 de abril de 2018

DIFÍCIL DE ENTENDER

Resultado de imagen de Jn 6, 52-59
No nos cabe en la cabeza que tengamos que comer la carne y beber la sangre de nuestro Señor Jesús. Ni se puede entender ni tampoco explicar. Está por encima de nosotros, y de alguna forma deja al descubierto nuestra pequeñez. Nuestro Dios es un Dios Inmenso que está por encima del hombre y de todo lo creado.Y es así como tiene que ser, porque un Dios al que seamos capaces de comprender y abarcar en nuestra cabeza no sería un Dios con garantía ni un Dios verdadero.

Dios está por encima de todo y su Inmensidad, Omnipotencia y Gloria está fuera del alcance de toda inteligencia humana. Pero, también nos ha dado una razón humana, capaz de razonar, valga la redundancia, y de ordenar las ideas y encontrar explicación a muchas metáforas y parábolas con las que Jesús, el Hijo de Dios, revela el Amor de su Padre y su Plan de Salvación.

Sería absurdo e incapaz de ser razonado el creernos que tenemos que comer el Cuerpo y beber la Sangre de nuestro Señor Jesús. Iría contra nuestra propia razón y sentido común. Cuando entendemos que no podemos ser antropófago, ¿cómo vamos a pensar que tenemos que comer el Cuerpo y beber la Sangre del Señor? No puede haber contradicción en nuestra razón. Otra cosa que exista limitación e incapacidad de entender, pero contradecirnos no. Se entiende lo que ha dicho el Señor.

Jesús, el Señor, lo ha dejado claro en la noche de su última Cena. Sus Palabras son conocidas por todos y se repiten a diario en cada celebración Eucarística. Su presencia y alimento espiritual, bajo las especies de pan y vino, nos fortalecen, nos da su misma Vida y nos hace partícipe de su Gloria. El que come ese Pan que Él nos reparte vivirá para siempre. El Evangelio de hoy termina diciendo: "Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún".

La Eucaristía es el centro de nuestra vida, y lo es, fundamentalmente, porque en ella Jesús se nos da, bajo las especies de pan y vino, como alimento espiritual que llena nuestras vidas de esperanza, de fortaleza, de amor, de su misma Gloria y da verdadero sentido a nuestro recorrido por este mundo hasta llegar a la Casa del Padre donde Él nos espera.

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