viernes, 13 de julio de 2018

EN UN MUNDO HOSTIL

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Mt 10,16-23
Se nos ha hablado claro desde el principio. Seremos perseguidos como lo fue Jesús y no hay otra puerta sino esa. Es la puerta estrecha de la que se nos ha hablado con anterioridad. Es la puerta por la que tendremos que pasar ante las dificultades y exigencias que el mundo nos propone. Un mundo rendido al poder del demonio y lleno de seducciones de todo tipo que tratan de incumplir los mandatos que nos propone, nunca impone, Jesús.

Unos mandatos que nos ayuda a ser libre, a dominar nuestros sentimientos y apetencias. Unos mandatos que nos favorecen y que nos conducen a vivir en paz, en armonía, verdad y justicia. Unos mandatos que persiguen nuestra plena felicidad acabado nuestro trayecto por este mundo. Tendremos que ser prudentes y guardarnos de aquellos que nos quieren entregar y azotar ante los tribunales, pero siempre con esperanza y sabiendo que el Espíritu de Dios está con nosotros. Él nos dará fortaleza, paciencia y capacidad para aceptar y superar esos sufrimientos.

Habrá mucha confusión y enfrentamientos entre hermanos, padres e hijos, pero el que persevere hasta el final ese se salvará. Será un camino de odio, de venganzas, de amenazas, de persecuciones, de luchas y de muerte. Un camino de cruz como sufrió el Señor, pero un camino de victoria, porque al final triunfará la Vida y la plena felicidad. Esa esperanza nos ayudará, injertados, por supuesto, en el Espíritu Santo, a perseverar hasta el momento final de nuestra vida.

Desde el principio, seguir a Jesús ha sido un camino contra corriente en un mundo hostil y contrario a la buena Noticia de salvación. Un mundo lleno de satisfacciones y placeres que invitan al egoísmo, al poder, a la riqueza y al olvido del más débil, pobre y pequeño. Un mundo donde prevalece el egoísmo al compartir; la mentira a la verdad y el odio al amor. 

No perdamos de vista que será el amor lo que se impondrá al final, porque el hombre ha sido creado para amar. Y en el amor, injertado en el Espíritu Santo, seremos plenamente felices. Ese es nuestro camino y el que no podemos perder de vista.

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