jueves, 5 de julio de 2018

NECESITADOS DE PRUEBAS

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Mt 9,1-8
Nuestra humanidad, limitada y pecadora, está ávida de pruebas y demostraciones que nos convenzan. Simultaneamente, a las propuestas y mensaje de cualquier tipo, surge espontáneamente la solicitud de la prueba que afirme y nos demuestre lo que se dice. Ayer lo veíamos con Tomás. Un Tomás que hay también dentro de cada uno de nosotros. Pedimos y exigimos ver y tocar para creer.

Ocurrió con aquel paralítico, buscamos primero el pan, la materialidad, la salud y la curación, y obviamos el perdón y la paz de conciencia. No nos damos cuenta que la salud necesita al perdón, pues, sufrimos cuando nuestra conciencia está cargada de culpa y de malas obras. Eso empeora nuestra enfermedad y nos hace sufrir. Quizás, Jesús, que conoce nuestra naturaleza mejor que nosotros, comienza primero por el perdón de los pecados. Su bondad le hace ir primero a lo que más duele, aunque el hombre experimente más el dolor físico.

Pero, aquellos escribas se fija en esa autoridad de perdonar los pecados. Para ellos sólo Dios puede perdonar, y Jesús se está igualando a Dios, ¿cómo puede ser eso? No entra en sus cabezas y menos en sus corazones soberbios y mal intencionados. Se resisten a aceptar a Jesús como el Mesías enviado. No comprenden ni agradecen que será muy importante, y primero, liberarnos del sentimiento de culpa, para luego sanar nuestras propias parálisis que nos someten, nos desactivan y no nos dejan caminar.

De modo que, cegados por esa ceguera, valga la redundancia, que les oscurece su mente y venda sus ojos, persisten en resistirse a la Gracia de Dios. Ven pero no entienden, ni oyen, ni se abren a la Vida de la Gracia.

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