martes, 24 de julio de 2018

UNIDOS POR LA VOLUNTAD DE DIOS

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Mt 12,46-50
Las familias están vinculadas por lazos de sangre y carnalidad y llevan los mismos apellidos. Sin embargo, eso no justifica ni garantiza que tengan una convivencia en paz y bien avenidos. Por experiencia sabemos que hay muchas familias separadas y enfrentadas. Hoy, Jesús, establece un lazo nuevo de familia: la Voluntad de su Padre Celestial.

Identifica a todos aquellos que cumplen la Voluntad de su Padre como sus hermano, hermana y madre: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Indudablemente que estamos unidos a la familia por vínculos de sangre. No elegimos nuestras familias sino que nos vienen dada. Y son a esos padres y madres, hermanos y hermanas y parientes más cercanos a los que consideramos familia por lazos de sangre. Sin embargo, la verdadera familia no nos viene dada por los vínculos carnales sino por la fe en un Padre común del que todos somos sus criaturas. Un Padre Dios, Creador de todo lo visible e invisible y del hombre y la mujer.

No somos hermanos en Xto. Jesús por vínculos carnales, sino por el Espíritu Santo -Rm 8, 1-17- recibido en nuestro bautismo. En ese momentos somos hijos adoptivos de Dios y coherederos con Jesús, de su Gloria. Por lo tanto, nos unimos a Jesús, nuestro hermano mayor cuando nos esforzamos en cumplir la Voluntad de Dios y cuando reconocemos nuestro pecados y con humildad y dolor de contrición nos dolemos de nuestros pecados.

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