sábado, 1 de septiembre de 2018

CAPACIDADES

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Mt 25,14-30
No podrás esconde que tienes unas capacidades o talentos. Si puedes esconderlas y utilizarlas solo para tu provecho personal y satisfacer tu propio egoísmo. ¡Claro, lo puedes hacer! Pero, eso se llama negociar tus talentos egoístamente. También, puedes hacerte el loco y llevado por tu pereza, miedo o comodidad enterrarlos bajo tierra para no mover un dedo ni perder nada. Son aquellos que quizás tenga fortunas, tanto en dinero o grandes talentos, y no las utilicen por no molestarse.

Estamos llamados a la solidaridad y a la fraternidad. Nos lo dice una luz dentro de nosotros mismos. Todos entendemos que debemos aportar nuestro granito de arena en el bien común, y de hecho lo hacemos en muchas circunstancias de nuestra vida, pero, ¿son los talentos que tú y yo hemos recibido para guardarlos? Esa es la pregunta a la que debemos dar respuesta en este día. Hay, pues tela para reflexionar, pero, ¡nunca solos!, sino acompañados del Espíritu Santo.

La vida, tu vida, te da la oportunidad de descubrir tus talentos, pero no lo hace quedándose quieta sin poniéndose en marcha de forma activa y vigilante. Ayer se nos advertía en la parábola de las diez vírgenes y hoy se nos recuerda hablándonos de los talentos recibidos. Es evidente que tenemos que estar activos, vigilantes, comprometidos y dispuestos a la acción y el compromiso. ¿Cómo, si no, vas a descubrir los talentos que Dios te ha dado?

Porque, evidentemente, estamos dotados de talentos que debemos descubrir y poner en función de quienes lo necesiten. Posiblemente, los más pobres, marginados e indefensos. Observamos que todos no recibimos lo mismo y eso nos descubre que unos hemos recibido más que otros, pero también que unos debemos trabajar más que otros. O dicho de otra forma, dar más que otros.  No se trata de dar un poco, una medida o lo que nos parezca sufienciente. Se trata de dar lo máximo que hayas recibido, es decir, todo, el cien por cien, porque eso también recibirás. Y lo haces en la medida que, sin miedo y lleno de confianza, te pones en las Manos del Espíritu Santo.

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