lunes, 10 de septiembre de 2018

EL AMOR, MOTOR DE NUESTRA VIDA

Resultado de imagen de Lc 6,6-11
Sólo por amor actuamos, pero, puede ocurrir que ese amor sea humano y sujeto a errores. Un amor egoísta sometido a la ambición, a la envidia, al beneficio propio, a la satisfacción del puro placer, a la búsqueda de tu propia vanidad y a muchas cosas más. Un amor que se aleja de la verdad y vive en la apariencia y en la mentira. Ese motor no es bueno y nos empuja a al mal y a la destrucción.

Necesitamos un amor diferente, una amor ágape como el del Padre. Jesús se mueve por amor, pero un amor unido al Padre y que sólo hace lo que ve al Padre. El Padre que sólo ama en la Verdad y es bondadoso y misericordioso. El Padre es libre y actúa libremente por verdadero amor. Él no necesita nada y menos de nosotros. Somos sus criaturas y nos ama por Voluntad propia buscando siempre nuestro bien. Jesús, asociado al Padre, actúa según la Voluntad del Padre y lo hace desde la libertad.

El amor nace desde la libertad. No se impone sino se propone, pero contagia y mueve a hacer otro tanto lo mismo. Eso descubre que todos queremos ser buenos y vivir en la verdad, pero, sometidos por nuestra naturaleza humana al pecado, somos tentados al mal, es decir, la envidia, el egoísmo, la vanidad, la soberbia...etc.

Pero, ¿qué ocurre?, que nos aferramos a la ley, muchas veces por envidia, por deseos de ser mejores que otros y aprovechamos sus debilidades para marcar nuestro territorio y demostrar que somos nosotros los que cumplimos y los que estamos más arriba. ¿No es lo importante servir?, pues la ley debe estar al servicio del hombre y todo lo que no sea para su bien debe ser modificado en su beneficio. Esa es la propuesta de Jesús, amar por encima de la ley, porque de lo que se trata es de curar y sanar al hombre.

Y esa es la misión de Jesús. Ha venido a manifestar a los hombres que Dios los ama y los quiere salvar, y les propone un plan de salvación que pasa por hacer su Voluntad. Una Voluntad que se concreta en amar sirviendo al hombre. Jesús no sólo nos lo dijo, sino que lo ha hecho y vivido cada día de su permanencia en este mundo. Y lo sigue haciendo a través de todos los que en Él permanecen injertado y viviendo en su Voluntad.

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