martes, 25 de septiembre de 2018

HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE

Resultado de imagen de Lc 8,19-21 por Fano
Lc 8,19-21
Hay momentos que no tenemos ganas de hacer nada y que, de hacerlos, necesitamos mucha voluntad e ir contra corriente. Es decir, sobreponernos a nuestra pereza, desgana, caprichos, apetencias y egoísmos para hacer eso que nos cuesta y que es nuestro compromiso dentro de la familia, de la comunidad o del trabajo.

La Voluntad de Dios está siempre relacionada con el bien, porque Dios no puede hacer nada malo. Y el bien en relación con los demás, con los más próximos, sobre todo con los débiles y pobres que más lo necesitan. Así nos lo enseña Jesús y nos lo aclara cuando le anunciaron:  «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».

Nos incluye a todos los que nos esforzamos en cumplir la Voluntad de Dios. Una Voluntad que Jesús, con su vida y sus obras, nos la descubre y enseña. Y pareciendo que deja a su Madre y familiares algo desconcertados no es así. Todo lo contrario, su Madre es la primera, porque ella cumple la Voluntad de Dios. Ella es la sierva que se humilla y abre su corazón y su seno para que el Hijo de Dios more en él y tome la naturaleza humana.

Jesús nos enseña que por encima de los vínculos de sangre, que existen entre las familias, hay un vínculo más fuerte por encima de todos y que se extiende a todos, la Vida de la Gracia, donde también están incluidos sus familiares y de manera especial su Madre.

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