lunes, 12 de noviembre de 2018

EL PERDÓN NECESITA DE LA FE

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No está en nuestras manos el perdonar porque nuestra naturaleza, herida por el pecado, es superada por las incomprensiones, las envidias, los odios, los gustos, las costumbres, aficiones...etc. Todo eso cuando se hace presente en la convivencia de cada día suscita enfrentamientos y luchas que sólo con el perdón pueden superarse. Necesitamos, pues, el perdón y eso es cuestión de fe. Una fe que necesitamos pedir y aumentar con el cultivo de la oración y la perseverancia. Una fe que es un don de Dios.

Pero, el mayor peligro está en la influencia sobre otros, los más débiles y pequeños, a los que se les puede iniciar en el pecado. Ese es el sentido del escándalo del que se habla en el Evangelio de hoy.  ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.

Se trata de aquellos que no se arrepienten sino que insisten y viven con y en el escándalo. Porque, el perdón siempre está abierto a la misericordia para aquellos que se arrepienten. A pesar de nuestro dolor y de lo que puede suponer darlo, pero es necesario perdonar como el Señor también, por su Infinita Misericordia, nos perdona a nosotros de nuestras caídas y pecados. Pero, mucho cuidado con aquellos que se empeñan en escandalizar a los pequeños y a los que están sometidos y esclavizados, sin ninguna defensa, por el pecado.

Porque, una cosa es pecar y, arrepentidos pedir perdón, y otras provocar e incitar a otros al pecado sin ningún síntoma de arrepentimiento e incluso perseverando en esa actitud. De cualquier modo la convivencia es tarea ardua y difícil y más perdonar. Por eso, se hace necesario pedir esa Gracia, que necesitamos para poder perdonar. La fe es la roca donde apoyamos nuestra perseverancia con la esperanza de superar todos esos obstáculos que nos impiden perdonar.

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