miércoles, 14 de noviembre de 2018

¿NO NOS SUCEDE A NOSOTROS IGUAL?

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Somos ciudadanos de pleno derecho y exigimos nuestros derechos, valga la redundancia. Posiblemente, aquellos nueve leprosos, ciudadanos judíos, pensaron que tenían derecho a ser curados y sintiendo haber quedado curados no consideraron volver a dar gracias. Todo lo contrario sucede con el samaritano, considerado extranjero y hereje, sin derecho a la salvación, para los judíos. Éste sí consideró una gracia haber sido curado y regresó a dar gracias.

Quizás, también nosotros nos consideramos con derechos y exigimos y no damos gracias. Quizás, nosotros pensamos que nuestro Padre Dios nos debe algo cuando simplemente hacemos lo que debemos hacer, lo decíamos en el Evangelio de ayer, y, precisamente, para nuestro bien. Porque, haciendo las cosas bien nos experimentamos más realizados y, por supuesto, más felices. Y, al respecto, no consideramos dar gracias, pues pensamos que son derechos que tenemos.

¿Es qué realmente merecemos algo? ¿Es qué tenemos derecho a ser curados? ¿Acaso no hemos recibido la vida y todo lo que somos y tenemos gratis? ¿Quién nos ha dado el poder de pensar que todo eso es nuestro y nos lo merecemos? ¿Cómo no nos damos cuenta que todo lo recibimos gratuitamente por la Gracia de Dios? ¿Cuando entenderemos que, como el samaritano, debemos volvernos al Señor para darle gracias por la vida y la posibilidad de, cumpliendo su Voluntad, optar a la salvación eterna?

Ese, quizás, es nuestro drama, la ignorancia y la necedad de creernos con derecho a enfadarnos y reclamar al Señor su perdón y salvación. El mismo drama que aquellos nueve restantes leprosos que viéndose curados creyeron estar en su derecho y no regresaron a dar gracias al Señor. Porque, la curación no está en la salud del cuerpo, sino en la salud del alma. Y el alma sólo encuentra la verdadera salud en el Señor.

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