domingo, 11 de noviembre de 2018

ÚN CORAZÓN VACÍO PARA PODER AMAR

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Mc 12, 38-44
Mientras tu corazón permanezca ocupado y lleno de cosas, difícilmente estará libre para poder amar. Porque, dedicará tiempo a las cosas que viven dentro de él y no habrá mucho tiempo para el amor. Estará atado y sujeto a lo que llena su espacio y se sentirá amenazado cuando le exijan amar y desprenderse de lo que tiene. Se hace necesario tener un corazón libre y generoso para darse cuando la circunstancias lo requiera.

Hay muchas formas de aparentar y de mostrarse generoso ante los demás, y de engañar a los que no pueden ver el fondo del corazón sino las apariencias que se muestran ante sus ojos. Pero, al final emergerá la verdad y todo quedará al descubierto. Es el caso de los escribas que Jesús descubre hoy en el Evangelio y que señala con estas palabras: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».

Me quedo con esas palabras finales: "Esos tendrán una sentencia más rigurosa". Nada queda encubierto y todo sale a la luz y todo se paga con una sentencia más fuerte y proporcional a los hechos realizados. Es lo que sucede con la pobre viuda. No importa la cantidad sino la cualidad del hecho y la intención con la que entregas tu aportación. Mientras uno dan lo que les sobra y no necesitan, otros dan lo que si necesitan y no les sobra. Porque, en eso está la verdadera intención de la generosidad.

Se trata de compartir lo que tú tienes y utilizas. Es decir, necesitas esto pero lo compartes. Otra cosa es dar aquello que tienes guardado y te sobra. No has compartido nada sino has entregado algo que no utilizas y que te sobra. Compartir es partir lo que tienes con el que lo necesita. Es darte no dar.

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