jueves, 13 de diciembre de 2018

UN CAMINO DE LUCHA PERMANENTE

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Mt 11,11-15
Seguir a Jesús no presenta un camino fácil ni tampoco cómodo. Es un camino de permanente lucha y de enfrentamientos contigo mismos. Es un mar de lucha contra las tentaciones que, arraigadas en ti por el pecado, te amenazan constantemente con seducirte y hundirte en el lodazal de los egoísmos, de las riquezas y poder. No es fácil escapar de esta amenaza que vive dentro de ti, pues sabemos que del corazón salen todas las impurezas que el hombre maquina y tiene.

En ese contexto espiritual está Juan el Bautista, de quien habla hoy el Evangelio. Juan es un hombre firme, sostenido y preparado en el desierto y consciente de la necesidad de lucha contra los elementos que nos corrompen y nos apartan de Dios. Por eso, invita a la conversión y al arrepentimiento; por eso nos invita a la lucha contra los poderes que tratan de apartarnos del buen camino.

El camino se hace lucha constantemente cuando me exige un esfuerzo por dejarme conducir por el Espíritu Santo. El camino se estrecha cuando me exige sacrificios para abajarme, para llenarme de humildad y para hacerme pequeño. La renuncia a aspirar a ser grande, rico y poderoso exigen desprendimiento y un gran esfuerzo. Juan sabe todo eso y por eso ha tomado el camino austero del desierto, de la penitencia y el desprendimiento.

Juan, reconocido por Jesús como su precursor, es señalado, de forma enigmática, como la figura del profeta Elías, que había de venir, según la creencia que existía entonces, antes que el Mesías. Hay muchas preguntas que podemos hacernos en estos momentos de preparación para la venida del Señor. ¿Estoy dispuesto a recorrer ese camino que Juan me está planteando? ¿Estoy dispuesto y preparado para abrazar la pobreza de dejar todo poniendo a Dios en el primer lugar de mi vida?

Quizás no te encuentres preparado; quizás se te haga muy grande recorrer y abrazar este camino, pero es el Camino, es la Verdad y la Vida y nunca te va a dejar sólo. Estarás siempre acompañado y auxiliado por el Espíritu Santo y con y en Él siempre encontraremos las fuerzas para superarnos y vencer.

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