jueves, 31 de enero de 2019

LA PALABRA NECESITA ALUMBRAMIENTO

Imagen relacionada
Mc 4,21-25
Primero hay que acogerla, entrañarla hasta el corazón, para, luego, darle alumbramiento. No se podrá llevar a la luz nada que antes no se haya hecho vida dentro de uno mismo. Porque, la palabra saldrá de lo que realmente se haya engendrado en el corazón. Por eso, nada hay oculto que no se lleve a la luz y la verdad, que es precisamente la Luz verdadera contenida en Jesús ha venido a este mundo a alumbrar al mundo.

Sería estúpido ocultar la luz, porque se es luz para alumbrar, no para dar confusión y oscuridad. Pero, todavía es más de poco sentido común, por no decir otra cosa, buscar luz donde hay oscuridad. Y es que quien único puede alumbrar este mundo es aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Todo eso explica por qué está el mundo así: guerras, luchas, injusticias, dictaduras, enfrentamientos por poder, ambiciones y muertes.

Cuando se da la espalda a la Luz verdadera se vive en la oscuridad. Cuando no escuchamos la Palabra de Dios, que es la Verdad, nos encontramos con las tinieblas y perdemos el rumbo y el sentido de nuestra vida. Sólo en el Señor, Luz de este mundo, podemos encontrar la verdadera orientación y la felicidad que tanto buscamos. Por eso, es muy importante escuchar, pero escuchar a quien verdaderamente es el Camino, la Verdad y la Vida.

Y, ¿dónde escuchamos? Pues, siguiendo el Evangelio de cada día, reflexionándolo, acogiéndolo y entrañándolo dentro de nuestro corazón, porque ese es el único camino para dar frutos. Eso frutos que el Señor ha sembrado en nuestro corazón. Porque, esa es la manera de abonar nuestra tierra y removerla suavizándola para que pueda acoger las raíces de la Palabra, hundirlas en su corazón y dar buenos frutos.

miércoles, 30 de enero de 2019

LA TIERRA DE NUESTRO CORAZÓN

Resultado de imagen de Mc 4,1-20
Mc 4,1-20
La vida es una siembra, y para que dé buenos frutos es necesario que la preparemos. Pero, ¿dónde está nuestra tierra? Dios ha querido que, de la misma manera que ha sembrado la vegetación del mundo en el que vivimos, nuestro corazón sea el lugar donde se den los frutos que Él espera de nosotros. 
Ha sembrado nuestro corazón de su Palabra, y espera que allí vaya creciendo hasta el momento de dar frutos. También así parece que sucedió en esos treinta años de vida oculta del Señor. Fue un tiempo de siembra donde fue creciendo en sabiduría y fortaleza y la Gracia de Dios estaba sobre Él - Lc 2, 40 -.

El proceso de sembrar mantiene siempre el mismo ciclo: siembra, crecimientos, frutos y siega. Para dar frutos hay que crecer. Crecer en el conocimiento de Dios y de su Voluntad y como resultado aparecerán los frutos que se recogerán al final de nuestros días, la siega. Y que de su calidad dependerá nuestra eterna felicidad.

Pero, todo dependerá de preparar una buena tierra que acoja con garantía esa semilla que siembra el Señor. Porque, de no ser así, la semilla puede caer a orillas de nuestro camino y rápidamente las aves se la comen. O puede que nuestra vida esté llena de muchas piedras y poca tierra, donde las raíces de la siembra de la Palabra de Dios no se hundan lo suficiente por escasa tierra y su brote rápido es secado por los rayos del sol al no tener profundidad sus raíces. A las primeras dificultades nuestra fe se viene abajo.

Pero, también puede suceder que nuestro corazón esté lleno de mucho ruido y los afanes de todo lo que el mundo nos presenta  y las demás concupicencias terminan por ahogarnos y no damos frutos. Por eso, necesitamos abonar nuestro corazón con la oración y los sacramentos y todo el abono del que nos provee la santa Madre Iglesia para que nuestra tierra produzca frutos. 

martes, 29 de enero de 2019

VÍNCULOS DE SANGRE Y DE FE

Resultado de imagen de Mc 3,31-35
Los familiares de Jesús se preocupan al verlo rodeado de gente. No le dejan solo y su fama se ha extendido tanto y por todas partes que no le dejan ni un momento. Van a buscarlo porque no entienden lo que hace Jesús y, según sus criterios, no les parece que Jesús esté bien. Llegados al lugar donde se encuentra Jesús ven que no pueden entrar. Hay mucha gente acumulada a la entrada.

Tratan de llamarle y le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Ese buscarle indica que les preocupa la actitud de Jesús, pues no es un niño sino todo un adulto que sabe lo que debe hacer: cumplir con la Voluntad de su Padre. Pero, Jesús, responde de una manera sorprendente: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Los vínculos de la sangre unen a las familias, pero hay otro vínculo espiritual que une más fuerte, es el vínculo de la fe que nos hace hijos de un mismo Padre y, por lo tanto, hermanos en Xto. Jesús. Y eso es lo que destaca Jesús, la Voluntad de su Padre es la que nos une cuando tratamos de vivirla y llevarla a nuestra vida. Y, en lugar de una respuesta indiferente y, aparente despreciativa a su familia, es todo lo contrario. 

Su Madre es la primera que cumple la Voluntad de su Padre. Acepto sin condiciones ser la Madre del Hijo y se dispuso a ser la esclava del Señor aceptando su Voluntad. Es la Madre el primer ejemplo que nos pone su Hijo como cumplidora de la Voluntad del Padre. También nos lo dice a nosotros. Si queremos ser amigos de Jesús tendremos que empezar por cumplir la Voluntad del Padre. Ese es el camino, y Jesús nos lo señala y nos lo indica, pues, no obstante, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

lunes, 28 de enero de 2019

EL MAL ESTÁ PRESENTE


Resultado de imagen de Mc 3,22-30
Mc 3,22-30
No hace falta indagar muchos ni agudizar la vista y el olfato para oler y ver la presencia del mal en este mundo. La capacidad del hombre para elegir entre el bien y el mal le da esa opción para decidir si hacer bien o, por el contrario, hacer mal. Y también la influencia y presencia del demonio, que está al acecho para aprovechar toda debilidad humana para inclinarlo y arrastrarlo al mal.

No se comprende como muchos hombres quedan sometidos al influjo del mal. La realidad es que vemos a muchos pueblos privados de libertad y esclavizados por ese ciego egoísmos de algunos hombres que, atraídos por las riquezas y el poder, quedan a merced del mal. Necesitan ser liberados y en ese contexto Jesús libera a muchos de la influencia del mal demoniaco que les somete y les ciega.

Pero, menos aún se puede entender como muchos no ven la actuación liberadora y sanadora del Señor y, llenos de ira y cegados por la oscuridad, acusan al Señor de actuar al lado del demonio. No descubren que el Señor ha venido a liberarnos de ese egoísmo que nos esclaviza y nos despersonaliza y nos aparta del bien. No entienden que el Señor, cansado de sus cegueras, puede responder dejarle a su destino y en las garras del demonio.

Sin embargo, Jesús persevera y, a pesar de esas blasfemias e insultos, continúa su labor liberadora y ofreciéndose para liberarnos del poder del mal. Pero, por la libertad que nos ha sido dada, todo dependerá de nuestro sí y respuesta a la acción del Espíritu Santo en nosotros, que de no abrirnos a su acción no podremos ser perdonados. Y no porque el Señor no quiera perdonarnos, sino porque el perdón exige primero arrepentimiento y deseos de misericordia reconociendo nuestros pecados.

domingo, 27 de enero de 2019

ASISTIDO POR EL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Lc 1,1-4;4,14-21
Lc 1,1-4;4,14-21
En el Bautismos de Jesús se destaca claramente su misión y se confirma el envío por el Padre: Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido - Mt 3, 16-17 -.

Más tarde, en el Monte Tabor, el Padre vuelve a señalar a Jesús como su Hijo amado y nos manda a oídle. Es decir a escuchar su Palabra y a obedecerle: Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a El oíd - Mt 17, 5 -.

El evangelista Lucas escribe a su amigo Teofilo con el fin de que conozca, como dice en el mismo texto del Evangelio, la solidez de la enseñanza que ha recibido. También nosotros debemos conocer esa solidez para poderla transmitir a los demás y, sobre todo, para asistidos en el Espíritu Santo, meditar cada día el Evangelio que la Iglesia nos propone a fin de ir conociendo la Voluntad de Dios.

Porque, también nosotros hemos sido ungidos por el Espíritu Santo el día de nuestro bautismo y no hay dos Espíritu Santo, sino solamente uno. Así que el que ungió a nuestro Señor Jesús - Espíritu Santo - para fortalecerlo en la misión de enseñar a los pobres la Buena Nueva, también nos ha ungido a cada uno de nosotros, los bautizados, para participar en la misma misión. Si bien a cada uno según sus carismas recibido.

Y, para concretar nos podemos ayudar de las obras de misericordia que nos señala la Iglesia, siete corporales y siete espirituales que nos invitan a convertir en obras concretas nuestras palabras y nuestro seguimiento al Señor.

sábado, 26 de enero de 2019

LA FAMA DE JESÚS

Resultado de imagen de Mc 3,20-21
Donde quiera que Jesús vaya, su sola presencia atrae al gentío y la noticia se propaga rápidamente. Se aglomeran en torno a Él y su fama se extienda por toda la región. Todos acuden a Él ávidos de conocerle, llevados por la que se dice de Él y para ser curados o presenciar sus curaciones.

Pero, no todos están en esa actitud. Hay muchos, incluso familiares, que no comprenden la actitud ni el mensaje de Jesús. Incluso, llegan a pensar que no está en sus cabales., pues la propuesta que hace Jesús a todos aquellos que le escuchan se sale de la normalidad y se enfrenta a la ley. Sobre todo a la ley del Talión, que limita la ley que ellos ponen en primer lugar como frontera del amor.

El amor que ellos entienden y les relaciona con los hombres está sometido y regulado por la ley. Es la ley la que manda y la que excluye a los que no la cumple. No se entiende de generosidad, de caridad ni de misericordia fuera de la ley. Desde ese ángulo, lo que propone Jesús no tiene ningún sentido para ellos. El Límite del amor es la ley, según ellos y es ella la que determina y regula las relaciones entre los hombres. De tal forma que, la misericordia y la caridad, si no están contenidas en la ley, quedan excluidas.

Se explica que no acepten lo que propone Jesús y hasta que lo tachen por loco, pues su propuesta la entienden como una locura. Pero, esto no se para ni se soluciona aquí, dos mil diecinueve años después la ley y los derechos humanos siguen regulando las relaciones entre los hombres y todo lo que queda fuera de ella se considera excluido e ilegal. Luego, se margina o se condena, o, simplemente, no se trata como debe tratarse a cualquier persona humana, que por el hecho de ser persona, tiene dignidad. La dignidad de ser hija de Dios y hermanos de todos los hombres.

Realmente, confieso que no sé la solución, ni cómo proceder al respecto, pero sí me preocupa mucho ver a muchas personas, sin reconocer que de su situación ellos tienen mucha culpa, mal viviendo, sin techo y en cierto aspecto abandonadas. Mientras, me sorprende que haya muchas voces que hacen ruido por los animales, que no estoy en contra, pero, ¿y las personas?; ¿y la vida?

viernes, 25 de enero de 2019

FE Y BAUTISMO DAN LA SALVACIÓN

Resultado de imagen de Mc 16,15-18
Mc 16,15-18
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará». Este es el mandato que Jesús da a los once y que es transmitido hasta hoy por otros muchos que han ido sucediendo a los once. Así la Iglesia se ha perpetuado hasta hoy y así se manifiesta que hay una sola Iglesia, por la que hoy seguimos rezando para que se una como quiere el Señor.

Quien pide el bautismo es porque tiene fe. Al menos así debe suponerse, y quien lo pida por otras razones que no sea la fe, se equivoca. Porque, quien cree se bautiza y se esfuerza en seguir el mandato del Señor, que no es otro que vivir en la actitud y el esfuerzo de vivenciar su Palabra en su vida y con sus obras. La promesa de Jesús no da lugar a duda. Y añade que el que no crea se condenará.

Eso pone de manifiesto que somos libres para elegir. Una elección de mucho calado y de vital importancia, hasta el punto que nos jugamos la felicidad eterna. De ahí nuestra responsabilidad. Necesitamos tomar esta decisión con mucha seriedad, pues no va la vida eterna en ello.

Pero, además, Jesús añade: «Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien». Y así ha sucedido a lo largo de la historia. A los santos me remito.

Tendremos que pedir al Señor que nos aumente nuestra fe y nos dé esa confianza en que en Él podemos conseguir y realizar lo imposible. Porque, su Palabra es de Vida Eterna.

jueves, 24 de enero de 2019

EL SIGNO DE LA UNIDAD

Resultado de imagen de Mc 3,7-12
Una de las cosas que nos presentan los agnósticos es que hay muchas religiones y que cada una tiene su verdad y su razón. Las separaciones no son signos de unidad ni de testimonio. Recordemos que Jesús nos dice: "No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, .para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:" - Jn 17, 21-22-.

El Evangelio de hoy nos dice que todos acudían a tocarle porque quedaban curados...-Mc 3, 7-12- y venían de muchas partes. Jesús acoge a todos, porque, para todos es la Buena Noticia. Se hace necesario buscar la unidad y tratar de ser uno como Él y el Padre son uno. 

Por eso, en esta semana de la unidad de todos los cristianos, rezamos para que todas las Iglesias dejen de estar separadas y sean una como lo es el Padre y el Hijo. Para ello, tenemos que ser fieles a la Palabra de Dios y hacer el esfuerzo de acercarnos y unirnos. Si todos hemos sido bautizados en una misma fe y un mismo Espíritu, debemos estar unidos en esa misma fe y en ese Espíritu.

Jesús no quiere tu conversión por causa de sus prodigios. Les prohibe a los espíritu inmundo que no le descubran. Jesús no usa su poder para convencernos sino quiere nuestra confianza y nuestra fe. Eso sí, hace signos para que despertemos y le creamos, pero, quiere nuestra fe y nuestra confianza en sus Palabras y promesas. Ahora no está visible, pero está por la fe con nosotros. Creemos en su Resurrección y en su presencia real en la Eucaristía bajo las especies de pan y vino. Todo lo que ha hecho ha sido para que tú y yo creamos en Él.

Esa fe es la que nos dará la unidad de todos los creyentes y eso es lo que pedimos en esta semana del 18 al 25 de enero, que todos los cristianos sean uno como lo es el Padre y el Hijo.

miércoles, 23 de enero de 2019

LA VENGANZA COMO RESPUESTA

Resultado de imagen de Mc 3, 1-6
Mc 3, 1-6
La razón queda anulada por el sentimiento de venganza y la mente se ofuzca y queda sometida y sumisa en una terrible oscuridad que sólo piensa en responder según sus pensamientos y fuera de la lógica racional. Es lo que se desprende de aquellos fariseos amigos de la ley que sale de sus pensamientos y que, posiblemente, no cumplirían si el enfermos fuese su hijo o algún personaje relevante de sus entorno.

Cuando la ley es igual para todos se pone en favor y para el servicio del hombre. Sólo, cuando favorece a unos y no a otros, la ley es mantenida por imperativos de unos y en perjuicio de otros. No entra dentro del sentido común que la economía se anteponga al bien de la persona humana. No entra dentro de ninguna ley que no se proteja y se defienda el derecho de las personas a tener una vida digna y unos derechos que les proteja de la barbarie y explotación de otros.

¿Sucede eso con los emigrantes que, por razones de libertad, de carencia de todo tipo, de pasar hambre, de pocas esperanzas para tener una vida digna tienen que emigrar de sus respectivos países. ¡Y de qué manera! Escapando ocultamente, pues no tienen el derecho a elegir donde quieren vivir. Las leyes deben favorecer al hombre y a mirar a su bien, porque, para eso ha sido creado todo lo que existe a su derredor y donde él es el centro como dueño y administrador, cuidando que todo sea utilizado con justicia y de forma equitativa.

Esa fue la causa por la que Jesús dejó escapar una mirada irónica a todos los que le rodeaban con una expresión de pena por la dureza de sus corazones y, llamando al hombre le dijo: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. 

Ahora nos toca a nosotros sacar nuestras conclusiones. ¿Está la ley para servir al hombre, o el hombre para someterse a la ley? ¿Cuál debe ser el espíritu de toda ley, servir al bien del hombre o poner al hombre límites que contradigan su bien? La Misericordia de Dios busca el bien del hombre, y ese bien pasa por comprender sus errores, sus vicios y pecados dándole siempre la oportunidad de, no de tomar represalias y venganza, sino de corregirse, arrepentirse y descubrir la verdad que sólo busca su bien.

martes, 22 de enero de 2019

EL PROBLEMA DEL SÁBADO


Resultado de imagen de Mc 2,23-28
La tendencia del hombre a absolutizar las normas es una inclinación mala, pues se corre el peligro de dejar en un segundo plano otras cosas de más valor e importancia. La norma del sábado nunca puede estar por encima del bien de la persona humana. Nunca se puede poner como valor absoluto el descanso del sábado porque el bien del hombre está primero.

¿Cómo se puede dejar sufrir a una personas por el cumplimiento de la ley sabática? ¿Está eso bien? No se puede entender sino desde un absolutismo dictatorial y sin sentido. Por lo tanto, Jesús critica esa ley y la pone en función del hombre. Sin embargo, las leyes no han dejado de absolutizar y posponer al hombre en muchos casos. Tal es la ley del aborto. ¿Acaso se puede matar a un ser humano vivo por el egoísmo de su madre? Y los cristianos debemos criticar y luchar contra esa ley que mata a niños inocentes en el vientre de sus madres.

Poco más hay que decir sobre esta ley. Al menos a mí me basta con esta simple y humilde reflexión. El hombre es el centro de la creación y Dios ha creado todo a su derredor para que le sirva para su beneficio y sustento. Un uso adecuado y bien aprovechado y, sobre todo, equitativo y equilibrado para el bien de todos. Un uso apoyado en el reparto justo y atendiendo a que todos somos hijos del mismo Padre. Una distribución entre hermanos.

De esta forma las leyes mirarian más para la justicia y el bien entre todos los hombres y se evitarían muchos problemas y enfrentamientos. Supongo que la paz y la justicia brillarían y la convivencia sería algo muy bueno y estable entre los pueblos.

lunes, 21 de enero de 2019

LA CUESTIÓN DEL AYUNO

Resultado de imagen de Mc 2,18-22
El ayuno era una práctica muy frecuente en los tiempos de Jesús. Ayunaban los discípulos de Juan y de los fariseos, y éstos se extrañan de que los discípulos de Jesús no ayunen. En ésta tribulación le preguntan a Jesús el motivo por el que sus discípulos no ayunan, y Jesús les responde: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día».

No es de sentido común que cuando se está en la presencia de Jesús la actitud sea de alegría, de paz y de fiesta. Porque, Jesús es el Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida. ¿Cómo se puede estar en ayuno, triste o con sacrificios. El Señor está con nosotros y su sola presencia nos llena de paz y de alegría. Con Jesús llega una nueva vida que comienza en el instante de nuestro bautizo.

Por eso, Jesús también les dice: «Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos»

El Reino de Dios está presente en cada uno de nosotros, porque el Mesías, el Señor está con nosotros. El Hijo de Dios se ha encarnado en naturaleza humana y su Espíritu está presente en nuestras vidas. No es momento de ayuno sino de alegría y entusiasmo. Llegará el momento, la hora de la tribulación, de la tentación y del sacrificio, y para eso y en esa hora será necesario el ayuno y la mortificación.

Pero, se trata de una vida nueva a la Vida de la Gracia. Es momento de entusiasmo y alegría, pues el Señor está presente y se manifiesta en cada Eucaristía dándosenos, bajo las especies de pan y vino, en su Espíritu. Y alimentando nuestras fatigas, nuestro cansancio y fortaleciéndonos para continuar fielmente nuestro camino.

domingo, 20 de enero de 2019

SENSIBLES A LA NECESIDAD

Resultado de imagen de Jn 2,1-12
Jn 2,1-12
Necesitamos pensar y reflexionar sobre como vivimos y qué hacemos de nuestra vida. La fe no puede traducirse en unas prácticas y unos actos caritativos desencarnados. La fe se hace presente cuando compromete tu vida y la pone en disponibilidad del bien de los más necesitados. Es posible que tu vida esté centrada en ti y preocupada sólo por ti. Y todos tus esfuerzos están encaminados a tu propio bienestar.

Si eso, descubres, que es así, ¿qué piensas al respecto? ¿No crees que ya pasas tu cielo en este mundo? ¿Cómo vas a reclamar un cielo después de la muerte cuando ya lo has vivido en este mundo? Posiblemente sea un mal negocio, porque en este mundo, a pesar de tus esfuerzos por alcanzar la felicidad, siempre encontrarás sufrimientos y tristeza, más lo que importa es tu actitud y tu disposición.

Amar es estar comprometido en servir a los demás. Amas a tu mujer y te entregas a servirla; amas a tu familia y estas disponibles para servirles, y en todos los aspectos de tu vida servir es la primer opción. O lo que es lo mismo, amar. Y eso se transparenta en la vida de Jesús y de María, su Madre. Invitados a una boda, en Caná, advierte, María, que aquella familia se ha quedado sin vino, y lo van a pasar mal, pues el vino es el centro de la alegría y la fiesta que anima a los invitados. Además, en aquellos tiempos no hay otra clase de bebida.

El problema es serio y el nuevo matrimonio puede quedar marcado por ese fallo. María toma la iniciativa e invita a Jesús a que haga el milagro de solucionar el problema. «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga». Y el agua, tal como narra el Evangelio, se transformó en vino. También, quizás haya mucha agua en tu vida, en tu matrimonio, en tu familia y necesites transformala en alegría, en vino del bueno, que da paz y consuelo. 

Sería bueno invitar a Jesús y a su Madre a la fiesta de tu vida. Una fiesta de felicidad a la que aspiramos todos y para la que tenemos muchas dificultades en conseguirla. Jesús lo hará y, por la intercesión de su Madre, convertirá todos tus sufrimientos en un gozo y alegría de paz y de aceptación que darán el salto a la vida eterna. Él es ese manantial de agua que fluye sin cesar y salta a la vida eterna, tal y como se lo dijo a aquella mujer samaritana.

sábado, 19 de enero de 2019

¿ESTÁS ENFERMO?

Imagen relacionada
Mc 2,13-17
Nadie quiere estar enfermo, y menos oír hablar de enfermedades. Todos buscamos la salud y el bienestar. Sin embargo, la vida nos enseña que tenemos que vivir con la enfermedad y estar preparados para afrontarla. Sin embargo, es bueno conocer la enfermedad y procurar prevenirla, pues si nos coge de improviso puede afectarnos de forma más peligrosa y pasarlo muy mal.

Cuando el pronóstico del tiempo predice lluvias, conviene llevar el paragua. Sin él podemos mojarnos y quedar empapados y refriados gravemente. Hay un gran peligro, no saber que estamos enfermos y, por tanto, no sentir necesidad de acudir al médico. 

Jesús nos lo advierte en el Evangelio de hoy: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Es por tanto muy peligroso no darnos cuenta de nuestras enfermedades - pecados - y pasar desapercibido ante ellos, pues, de ser así no buscaremos al médico, nuestro Señor Jesús, el único que realmente puede liberarnos y salvarnos de esa situación de esclavitud y pecado.

De ahí que sea muy importante reflexionar e interiorizar todos los actos de nuestra vida. Diría que nuestro camino debe ir en estrecha sintonía con Jesús y, desde Él, e injertados en el Espíritu Santo medir todas nuestras acciones dejándonos llevar por sus impulsos y acciones. En esa línea esforzarnos interiormente y tratar de vernos para descubrir nuestros fallos, nuestros vicios, nuestras desviaciones, nuestros egoísmos y pecados que se alejan de la Voluntad de Dios.

Hagamos un sincero esfuerzo para examinarnos y ver nuestras enfermedades, pues, nuestro Señor Jesús ha venido para limpiarnos y salvarnos.

viernes, 18 de enero de 2019

PARA DIOS NO HAY NADA IMPOSIBLE

Resultado de imagen de Mc 2,1-12

Sólo Dios tiene poder para perdonar los pecados. murmuraban algunos judíos de los que estaban presente. Jesús advierte esos pensamientos y les reta a que presencien que Él es el Hijo de Dios enviado, según las profecías, a liberar al pueblo de la esclavitud del pecado. Y les dice: ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, toma tu camilla y anda?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’».

Luego, si Jesús, el Hijo de Dios, tiene poder para perdonar los pecados, será realmente Dios, porque no dice; En el nombre de Dios, sino que habla en primera persona y perdona los pecados. Está en estrecha sintonía con el Padre y el Espíritu Santo y forman la Trinidad. Es decir, un sólo Dios y tres Personas.

Pero, cuando no queremos claudicar ni cambiar nuestra situación porque nos encontramos cómodos y bien, cerramos los ojos a toda realidad. Puede esta sucedienco eso ahora mismo en nuestras vidas. Nos encontramos a gusto tal como estamos y apostamos por seguir así. Eso explica que los ricos, es decir, los acomodados y contentos con la realidad que vivimos, no queremos cambiar. Son los que sufren, los que lo pasan mal y son excluidos y marginados, los que están dispuesto a escuchar y agarrarse al cambio que Jesús les propone.

Sin embargo, no es esa la prioridad de Jesús, pues su principal objetivo es salvarnos de la realidad de la muerte. Pero, de la muerte del alma y de la condena eterna. No es esta vida la principal. Podemos morir, y de hecho habrá que vivirlo en este mundo, pero no significa la verdadera muerte, sino el paso de la muerte por el pecado a la Vida Eterna por la Misericordia de Dios. 

Por eso, presta más atención al perdón de los pecados, porque son ellos el verdadero peligro y la perdición eterna. Sin embargo, en algunas circunstancias, como es el caso del Evangelio de hoy, Jesús tiene que echar mano a la curación de aquel paralítico para mostrarnos el poder de Dios.

jueves, 17 de enero de 2019

EXCLUSIÓN Y OFRENDA

Resultado de imagen de Mc 1,40-45

La lepra fue en un momento una enfermedad mortal y, debido a su contagio, excluyente. Caer enfermo de lepra era como estar muerto en vida. Eran apartados de la sociedad y retirados a esperar, con mucho sufrimiento, la muerte. Recuperarse era milagroso y, si eso sucedía, había que pagar una ofrenda como prueba de purificación para integrarse en la sociedad de nuevo.

Hoy ha sido erradicada y hay medicinas para combatirla con eficacia en posibles lugares que pueda existir. No representa ningún peligro, si bien, el mayor peligro será la falta de medios en aquellos lugares que todavía pueda existir posibilidad. Sin embargo, hay otras muchas lepras que azotan nuestra vida y nuestra sociedad. Hoy, quizás, hay muchos más excluidos que, migrando de otros lugares, por circunstancias no de lepra, pero sí de dictaduras, explotaciones, guerras, hambre...etc, huyen de sus países buscando un lugar donde puedan vivir con dignidad y en paz.

Posiblemente, hoy tenemos que pedir al Señor por la paz y por la justicia en todos esos países, para que las personas puedan vivir dignamente en libertad, respeto y amor. Y tenemos que pedirlo convencidos de que en el Señor se puede conseguir. Pero, esa oración pasa también por cada uno de nosotros que con nuestra ofrenda y testimonio podemos ir contribuyendo a esa justicia y a esa paz.

La salud y el bienestar depende de todos, y todos tienen que colaborar aportando su esfuerzo y su contribución. Es la justicia social, donde lo más fuertes y dotados comparten con los más débiles y necesitados. Eso nos descubriría el amor y la fraternidad de la que tanto están necesitadas la humanidad. 

Y el Señor Jesús ha venido para eso, para curarnos esas enfermedades egoístas que nos enfrentan y nos enferman. Él quiere limpiarnos, pero nosotros tenemos también que pedírselo y hacer el gesto de querer demostrarlo con nuestra actitud generosa y fraterna.

miércoles, 16 de enero de 2019

TIEMPO Y TRABAJO

Resultado de imagen de Mc 1,29-39Con mucha frecuencia hablamos del tiempo, pero no del tiempo climatológico, sino del tiempo de nuestra vida, que marca nuestro quehacer diario. Solemos decir que nos falta tiempo, o que no tenemos tiempo para muchas cosas que, sin darnos cuenta, no son sólo necesaria sino imprescindible. Marcamos una ruta de jerarquía que suele estar dominada y sometida a lo material, a lo productivo, a lo económico.

Nuestro tiempo está influenciado y dirigido a la productividad económica. Todo lo que da rendimiento o abaratamiento del gasto económico nos interesa. Y en esa línea organizamos y disciplinamos nuestra vida. El tiempo para la contemplación lo sacamos en los ratos libres o, quizás, cuando no tenemos nada que hacer. Craso error que enturbia nuestra vida y nos somete más a las pasiones y espíritus mundanos.

La oración, es decir, nuestra relación con Dios es tan necesaria como imprescindible. Necesitamos orar porque en ello, no sólo nos va la vida y la eternidad, sino la felicidad y el gozo eterno. Eso que realmente buscamos por caminos equivocados, tal es el trabajo orientado a la productividad y a la economía. Hoy, el Evangelio, nos presenta a Jesús repartiendo su tiempo en la atención a la gente que le busca y buscando luego su tiempo de oración con el Padre.

 Jesús nos muestra la necesidad de estar en el mundo, pero sin dejar de estar unido al Señor. La oración es el alimento espiritual que nos fortalece y nos vivifica para, luego, desempeñar nuestra tarea de servicio entre los hombres. No descuida la entrega y la respuesta a los que piden su auxilio y le buscan para que calme sus padecimientos y sanen sus enfermedades. Pero, de la misma forma, busca el tiempo que necesita para meditar y dedicarse en contemplación a la cuidada oración con el Padre.

Una lección que todos debemos aprender y tener muy en cuenta. Jesús es el Señor y nuestra referencia. Nuestra vida debe mirarse en Él y seguirle es tratar de imitarle. Por algo nos ha dicho que es el Camino, la Verdad y la Vida.

martes, 15 de enero de 2019

UNA FORMA DE HABLAR DIFERENTE

Resultado de imagen de Mc 1,21-28
Mc 1,21-28
Jesús asombra y sus palabras arrancan admiración y sorpresa. El pueblo no está acostumbrado a oír hablar de esa manera ni a que esa Palabra también se realice. Son palabras de verdad y de justicias. Son palabras que liberan, que llegan al corazón y que sanan las dolencias y enfermedades. Son palabras que dan sentido y esperanza a la vida. Es una manera nueva de hablar.

Son palabras que se corresponden con los que los corazones de los hombres demandan. Son palabras que responden a los interrogantes que los hombres se plantean y le da soluciones. Son palabras que tienen el poder de liberar y de dar repuesta y solución a las dificultades, desesperanzas y obstáculos que los hombres encuentran en el camino de sus vidas. Jesús desprende admiración y la gente asombrada quedan perplejos ante su forma diferente de enseñar, con autoridad y sabiduría.

Pero, su Palabra no es una Palabra sólo del ayer, sino que hoy se actualiza también si la escuchas y la lees con fe, con serena reflexión interiorizada y tratas de llevarla a tu vida. Una Palabra que, desde la meditación interior y profunda, se hace vida y transforma tu corazón. Una Palabra que se hace alimento en la Eucaristía y que transforma el corazón de aquellas personas que viven en la verdad y la justicia.

Jesús es el Señor y su autoridad se desprende, no ya de lo que dice, sino de su identidad como el Hijo de Dios. Su Palabra se hace Camino, Vida y Verdad, y se apoya y le viene dada por ser el Mesías, el enviado, el predilecto en el que el Padre se complace. En Él se cumple todo lo profetizado y proclama con suavidad, con seguridad, con ternura, con autoridad y sin violencia ni aspereza. Una nueva forma de enseñar que hasta los espíritus inmundo le obedecen.

Su autoridad queda manifiesta y su doctrina se hace nueva porque lo que dice lo realiza con poder y firmeza. Nada se había visto igual. Jesús asombra y enseña con verdader autoridad haciendo precisamente el bien y proclamando la verdad.

lunes, 14 de enero de 2019

CONVERTIRNOS AL SEÑOR

Resultado de imagen de Mc 1,14-20
Mc 1,14-20
¿Qué buscamos en este mundo? ¿O no buscamos nada? Esa es la pregunta que todo ser humano se plantea, aunque muchos es posible que no la descubran o pasen sin saber a dónde van o para qué están aquí. Quizás nosotros tenemos también algo de culpa en esa actitud y comportamiento de otros. Quizás nosotros no les hemos ayudado a mirarse a sí mismos o descubrir realmente lo que buscan sin saber cómo o para qué.

Todo ser humano quiere ser feliz, y muchos lo descubren haciendo feliz a otros. La felicidad del ser humano es darse y hacer feliz a otros. Sobre todo a los que estamos vinculado por la sangre, familia: padres, hermanos, hijos, parientes...etc. Pero, también a los amigos y, incluso a los extraños. En esas experiencias vamos experimentando que esa felicidad que buscamos se esconde ahí.

Sin embargo, hay una gran dificultad, nuestra naturaleza humana, limitada, herida, tocada por el pecado, egoísta y sometida a apetencias, apegos, ambiciones, poder, vanidades...etc. Pronto nos damos cuenta que nos es muy difícil vencernos por nosotros mismos. Necesitamos ayuda, y no una ayuda humana, sino una ayuda sobrenatural. Alguien que pueda liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos esa felicidad eterna a la que aspiramos.

Y ese es Jesús, que hoy, en el Evangelio, nos propone y ofrece esa posibilidad. Nos llama a la conversión, pero a una conversión hacia Él, porque es Él precisamente el Camino, la Verdad y la Vida. «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» Eso nos dice e invita Jesús hacer. Se trata de reconocer en Él al Mesías liberador que nos libera de nuestras esclavitudes y nos da el don de la fe. Significa estar agradecidos y dejarnos conducir por el mismo Espíritu de Dios que también ha sido enviado a todos los que se abren a su acción y darnos en amor para todos los hombres.

Y no es fácil, pero si posible si estamos injertados en el Espíritu Santo. Por eso, Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Siguiéndole y poniéndonos en sus Manos podemos alcanzar esa Conversión de la que Jesús nos habla hoy.

domingo, 13 de enero de 2019

EL COMIENZO DE LA VIDA PÚBLICA

Resultado de imagen de Lc 3,15-16.21-22
Lc 3,15-16.21-22
Llega el momento esperado, pero también el momento buscado. El Evangelio dice: En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante... Y en esa actitud se preguntaban si Juan era el Mesías prometido. También nosotros podemos hacer esa reflexión: ¿cómo está nuestra actitud ante la espera? ¿Hemos encontrado al Mesías, a ese Dios hecho Hombre que, ahora, reunidos en torno a su mesa nos disponemos a recibir como alimento espiritual? ¿Y le seguimos?

Y en nuestro seguimiento tomamos la actitud que nos testimonia Juan el bautista poniéndome detrás y menguando para que nuestro humilde obrar refleje al Señor. Sea Él quien crezca y quien refleje nuestra vida en contacto con los demás. Jesús es el centro de todas las profecías. Desde el principio todo fue hecho para tener su cumplimiento en Él, y llegada su hora, igualado a los hombres menos en el pecado, pasa también, por voluntad propia, estando libre de todo pecado, por el Bautismo.

El Bautismo es el momento de su presentación. El Padre presenta a su Hijo y nos invita a escuchadle y a hacer lo que Él nos dice. ¿Estamos nosotros en esa actitud? Para eso, también nosotros hemos recibido el Bautismo y el mismo Espíritu Santo que guió a Jesús. Y que nos asiste, nos conduce y nos guía si le dejamos, y por el cual podemos hacer lo mismo que Jesús y aún cosas mayores - Jn 14, 12-13 -.

El profeta Isaías nos describe como actuará Jesús: sin violencia, sin gritos y asperezas... lo hará en silencio y suavidad. No cortará la caña quebrada sino que la ayudará a mantenerla firme; abrirá los ojos a los ciegos y librará a los cautivos. Y todo eso se cumple en Jesús. Realmente Él es el Mesías y de todos esos beneficios y gracias nosotros somos los beneficiados, tal y como nos dice San Pedro en la lectura de los hechos, porque el Espíritu Santo estaba con Él.

También está con nosotros y, si creemos en Él, haremos las mismas cosas. No perdamos las esperanzas y dejémonos llenar de la Gracia del Espíritu Santo, que nos transforma y nos convierte.

sábado, 12 de enero de 2019

DEJA CRECER A CRISTO EN TI

Resultado de imagen de Jn 3,22-30
Jn 3,22-30
En muchos momentos de nuestra vida somos tentados por el demonio y, sigilosamente, nos dejamos conducir por nuestras virtudes y cualidades como frutos y capacidades propias que nos son suficientes y nos bastan para cualquier obra, incluso apostólica, prescindiendo de los demás y hasta de Dios. Hasta el punto de creer que si son posibles y se hacen realidad son frutos de nuestro esfuerzo y entrega.

Prescindimos de Dios sin darnos cuenta y de forma rutinaria confiamos más en nuestras capacidades y esfuerzos que en la asistencia y ayuda del Espíritu Santo. Juan el bautista tuvo también esa tentación y fue, incluso, avisado de que Jesús bautizaba en Judea, de lo que muchos llegaban a escandalizarse. Preguntado Juan al respecto contestó: «Nadie puede tener nada si Dios no se lo da. Vosotros mismos me habéis oído decir claramente que yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado por Dios delante de él. En una boda, el que tiene a la novia es el novio; y el amigo del novio, que está allí y le escucha, se llena de alegría al oírle hablar. Por eso, también mi alegría es ahora completa. Él ha de ir aumentando en importancia, y yo, disminuyendo».

Está claro, Juan se aparta y deja el camino que el había preparado con tanto entusiasmo y entrega para que Jesús continúe la obra a la que había venido y Juan le había abierto el camino. También nosotros debemos hacernos esa pregunta. ¿Tengo yo que crecer o esforzarme para que Cristo, el Señor, crezca en mí y sea yo reflejo de Él? ¿Tengo yo que buscar mi gloria o dejar que todo mi ser y actuar sea para Gloria del Señor?

Son preguntas que desde mi compromiso de bautismo debo dar respuesta, pues en el momento de mi bautismo quedé configurado como sacerdote, profeta y rey, y eso me compromete a dar testimonio, recibido el Espíritu Santo, tal y como lo hizo Jesús. Y es que si creemos hasta el Señor nos lo ha dicho: En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.… -Jn 14, 12-13 -.

viernes, 11 de enero de 2019

EL CONTAGIO DE LA FE

Imagen relacionada
Jn 5,12-16
Es verdad que si nos acercamos a alguien enfermo y con un virus que se contagia contagiamos al que está a nuestro lado. Pero, si nos vacunamos evitamos ese contagio, tanto nosotros como a los que nos acercamos. La vacuna de la gripe, por ejemplo, que tanto se aconseja en estos tiempos primeros de otoño persigue ese fin, prevenir que el virus de la gripe nos contagie y nos ataque.

Posiblemente, muchos de nosotros estemos vacunados contra la fe, y por muchos testimonios que veamos y hasta presenciemos no dejamos que la fe llegue a nuestros corazones. Sin embargo, el Señor está siempre pendiente y atento a nuestras súplicas. Esto ocurrió en el Evangelio de hoy, se acerca un leproso a Jesús, enfermedad casi incurable en esa época, y le súplica que le cure. Y el Señor responde con compasión y viendo su fe le cura.

Ese ayer corresponde también a hoy. Porque, el Señor es del ayer, del presente y del mañana, y está en estos momentos presentes en tantas personas enfermas, físicas y espiritualmentes, que de suplicarle las curará.  Quizás no sea una curación a nuestro gusto, pero sí la curación que realmente necesitamos. Tengamos en cuenta que lo principal es limpiar nuestra alma de tantas impurezas y pecados cometidos, y que la verdadera curación es salvarla para el gozo de la vida eterna.

Nuestro mayor pecado es la carencia de nuestra fe. Es desconfiar del Poder y del Amor del Señor y de querer interpretar y razonar sus actos, su sabiduría y su poder. ¿No es este el hijo del carpintero? ¿De dónde le viene entonces esa sabiduría y poder? - Mt 13, 55-56 - Su fama ha crecido mucho hasta el punto de ser muchos los que se acercan a escuchar su Palabra y a suplicarle ser curados. Pero, siempre continúa el mismo peligro, ¿qué realmente buscamos? ¿Ser curados? ¿Que la vida se nos arregle según nuestras apetencias e intereses? 

Posiblemente, nuestra condición humana busque eso, pero pensemos que los planes de Jesús son otros y Él nos ha mostrado y enseñado con su Vida y sus Obras. Tratemos, a la luz del Espíritu Santo, de entenderle.

jueves, 10 de enero de 2019

POR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU

Resultado de imagen de Lc 4,14-22
Lc 4,14-22
Uno de mis primeros libros se titula por la acción del Espíritu. Nunca había pensado que pudiera llegar a escribirlo y, tengo que mencionar a Rosa Mª Sánchez Juárez, pues fue la persona que me empujó a que escribiera mis vivencias y reflexiones, y me ayudó a editarlo. Pero, desde esos momentos y de forma progresiva he ido intuyendo y percibiendo la presencia del Espíritu en mi vida que realmente me empuja y me dirige señalándome los caminos a tomar.
Creo que muchas cosas de mi vida no las podía explicar sin la acción del Espíritu. Y creo que el Espíritu Santo está presente en todos aquellos que lo invocan. Hoy, el Evangelio nos lo presenta actuando en la vida de Jesús y cumpliéndose la promesa que en Jesús está profetizada: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
                         
Continúa el Evangelio diciendo que todas las miradas estaban fijas en Él, y Jesús les dijo: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

Y hoy continúa el Espíritu de Dios actuando en todo aquel que se abre a su acción. Porque, todos los bautizados le han recibido al igual que en el Bautismo de Jesús descendió sobre Él en forma de de paloma. Es el Espíritu Santo quien nos guía, nos da sabiduría, nos fortalece...etc. «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).

miércoles, 9 de enero de 2019

FUERA DEL ANCALCE DEL MISTERIO

Imagen relacionada
Mc 6,45-52
Somos tan pequeños que no llegamos a alcanzar la grandeza y el poder de Dios. Está por encima de nosotros, pero, a pesar de saberlo no parece que nos demos cuenta y queramos comprender su grandeza y su poder. ¿No nos damos cuenta que nuestra mente es corta y limitada y no tenemos suficiente capacidad para entender el misterio de Dios? Nos será imposible entenderle y no nos queda otro remedio sino confiar  y creer en Él.

Lo de la multiplicación de los panes les había dejado fuera de combate. No llegaban a entender como cinco panes y dos peces podías bastar para saciar el hambre de aproximadamente cinco mil personas. Y ahora se nos aparece caminando por las aguas y amainando el viento. ¿Qué sucede aquí? ¿Quién es este a quien hasta las aguas y el viento obedecen? Desde luego, la situación no es menos que para volverse loco. Nuestra pequeñez no puede entender estas cosas, pero nuestra soberbia y suficiencia no se achica y pretende darle explicación a las actuaciones del Señor.

Y más cuando todo eso nos propone un cambio en nuestra manera de actuar y entender la vida. Ese giro, de la evidencia del proceder de Jesús, nos invita a dar un giro de trescientas sesenta grados en nuestra manera de entender y de vivir nuestra vida. Y sus Palabras nos marcan un camino concreto que nos llevan al amor incondicional con todos los hombres. Un amor dispuesto a perdonar, a auxiliar y a proponer también el mismo giro de conversión de sus corazones.

La exigencia de postrar nuestros corazones al de Jesús, el Hijo de Dios, se hace visible y necesaria. La oración, buscando espacios de silencio y de discernimiento, nos exige humillarnos delante del Señor y de abrirnos a su Palabra y a su Misterio disponiéndonos a dejar en sus Manos nuestros corazones para que el Espíritu de Dios los convierta y los transforme según su Misericordia y Amor.

martes, 8 de enero de 2019

CUERPO Y ESPÍRITU

Resultado de imagen de Mc 6, 34-44
El ser humano necesita alimento que sostenga su cuerpo. Son necesidades materiales imprescindibles para vivir, pero, el hombre no sólo se compone de materia, también es espíritu, y de la misma forma tiene necesidad de alimentarse espiritualmente. Jesús observa al gentío que le sigue y le busca. Posiblemente, están más interesado en lo material que lo espiritual. Y Jesús, a pesar de darse cuenta, les atiende, les cura sus dolencias y enfermedades y les enseña y anuncia el amor de su Padre Dios.

Pero, también observa sus necesidades y sabe que las necesitan. En la enseñanza sucede que el tiempo pasa y no nos damos cuenta. Es posible que nos haya pasado eso alguna vez a nosotros también. Y al caer la tarde el gentío tiene hambre. Son muchos y los apóstoles se preguntan, ¿qué hacer? Y Jesús les propone que les den de comer. La dificultad es insalvable para el hombre, pero nunca para Dios.

Quizás, Jesús quiso ver nuestra actitud y nuestra generosidad. Quizás, quería ver nuestra disponibilidad y nuestra entrega a entregar y compartir lo que teníamos. Sabía de nuestras limitaciones y dificultades y, también, de nuestras preocupaciones a la hora de compartir. Quizás, quiso hacernos ver nuestra poca fe y nuestro pobre compromiso. De cualquier forma, Él sabía lo que iba a hacer.

Y leemos en el Evangelio: 
«¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo visto, dicen: «Cinco, y dos peces». Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron de los panes y de los peces.

Nuestra conclusión es reflexionar sobre nuestra pobre fe y pedirle al Señor, ya que no depende de nosotros, que nos la aumente y nos la fortalezca hasta el compromiso de entregarnos plenamente.

lunes, 7 de enero de 2019

LA HORA DE JESÚS

Resultado de imagen de Mt 4,12-17.23-25
Sabido que Juan estaba preso, Jesús se retira a Cafarnaúm y empieza a predicar invitando a la conversión. Sabe que ha llegado su hora y anuncia la llegada del Reino de Dios invitando a hacer penitencia. Y comienza el anuncio de la buena Noticia recorriendo lugares y sinagogas, curando y enseñando. Y así se cumple la profecías que dijo Isaías:  «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».

Desde ese momento empieza Jesús a proclamar la buena Noticia de salvación, y hoy continúa esa misma misión la Iglesia, y lo hace por medio de sus miembros bautizados. También nos toca a ti y a mí, como miembros de la Iglesia proclamar el Evangelio, la buena Noticia que Jesús, vino a traer al mundo. Es lo que estamos celebrando en estos momentos, la Navidad, que termina el próximo domingo con el Bautismo de Jesús.

Dejemos que esa Luz nacida en Belén nos alcance e ilumine nuestros corazones para que realmente nazca el Niño Dios en nosotros. Porque, para proclamarlo primero tenemos que recibirlo y conocerlo. Dejemos que la Luz de Jesús ilumine nuestros caminos y oscuridades; dejemos que so Voz resuene en nuestros corazones y que sus enseñanzas sean nuestra guia y señalen nuestros caminos.

Esforcémonos en escucharle y seguirle, tal como nos invito el Padre en su Bautismo en el Jordán, porque Él es el Hijo enviado, el predilecto y el amado. Hagamos lo que nos dice.

domingo, 6 de enero de 2019

LLEGAN LOS REYES

Resultado de imagen de Mt 2,1-12
Mt 2,1-12
Siempre se ha presentado el día de reyes como un día de gran ilusión. Creo, y así lo he vivido desde mi infancia, el acontecimiento de Belén, pasa por debajo de la mesa, si bien, en mi casa vivíamos la ilusión, como en todas las casas, de ir moviendo los reyes hacia el portal hasta llegar el día señalado. Confieso que, en el sencillo y pequeño portal que tengo en casa hoy, he movido los reyes hasta el encuentro con el Niño Dios, lo que demuestra que lo vivido desde la infancia se recuerda.

Pero, ¿por qué digo esto? Porque, lo que prima y ha primado siempre en esos días son los regalos y la fiesta en sí desgajada de lo que realmente se celebra. Para los niños una ilusión, pero también para los mayores, que no desentona ni es malo, pero, lo peor es esa desencarnada celebración sustituida por una ilusión que se antepone al hecho del nacimiento del Hijo de Dios. 

Porque, el mayor regalo que nuestros padres nos debían presentar y transmitir es el nacimiento del Niño, el Hijo de Dios hecho Hombre, que tomando nuestra naturaleza humana sin dejar la Divina, viene a nosotros de manera sencilla y sin ruidos para, entre nosotros, salvarnos. Y ese debe ser el mensaje central, al margen de los regalos. Dios se hace Hombre para regalarnos la salvación eterna. Para darnos un vida no solo humana y finita sino también eterna y junto a Él.

Y los tres reyes simbolizan esa actitud que todos los hombres deben tener de inquietud y movimiento en salir en busca de ese Niño del que ha sido anunciado su nacimiento. Tres reyes que engloban a todas las razas y a todos lo hombres. Tres reyes que, arriesgando sus vidas y aceptando el sacrificio del viaje incómodo y exigido de fe, pues no sabían muy bien donde iban a llegar, confían y siguen la señal de la estrella que los conducen a descubrir ese encuentro con el Señor.

Día de reyes que nos debe de interpelar que, por encima de todos los regalos recibidos está el mayor y mejor regalo, el amor de Dios que nos salva y nos da la vida eterna en plenitud. En este sentido: 
 ¡FELICES REYES!

sábado, 5 de enero de 2019

LA VERDAD ESTÁ EN EL CORAZÓN

Resultado de imagen de Jn 1,43-51
Jn 1,43-51
Todas nuestras inclinaciones, malas y buenas, nacen en el corazón. Por eso, no está el pecado en las cosas externas, sino en la que se fraguan dentro, en lo más profundo de nuestros corazones. Por eso, es posible que no conozcas a Jesús, pero, quizás, sin saberlo está muy cerca de ti. Tan cerca que lo encuentras dentro de ti mismo, en tu corazón. Porque, es de allí de donde arranca la verdad y también la mentira.

Eso fue lo sucedido con Natanael, que teniendo dudas de que de Nazaret pudiera haber cosa buena se deja llevar por el consejo de Felipe y se acerca al Señor. Porque, el primer paso, nuestro primer paso es acercarnos al Señor y tratar de escucharle e intentar conocerlo. Porque, de nada nos vale decir que creo si no me acerco a ver, a escuchar y, a ser posible, tocarlo. Porque, no se pude confesar que creo cuando lo que hago es mi voluntad y no su Voluntad.

El Señor conoce, como le descubrió a Natanael, nuestras intenciones, y sabe de lo que habita en nuestros corazones. Por lo tanto, respetando nuestra libertad, nos acoge y nos recibe cuando nuestra actitud es sincera y realmente busca la verdad. Es el caso de Natanael al que el Señor presenta como un hombre bueno, sin engaño y sincero. Y esa actitud y disponibilidad siempre tiene acogida por la Gracia del Señor. Pues, es su Gracia la que nos convierte, la que nos llena de sabiduría y de fortaleza.

Quizás nos falte a nosotros esa disponibilidad de acercarnos y confiar en el Señor, y, también, en dejarnos llevar por aquellos que nos aconsejan desde la verdad y buenas intenciones de sus corazones. Quizás sea ese paso el que nos falta. Pero, no se trata de eso sólo, sino de ser perseverante y renovar cada día ese deseo de acercamiento y de escucha y de activar tu voluntad de acuerdo con la Voluntad del Señor. En eso coincidiremos todos, la necesidad de la oración, la reflexión y el silencio necesario para centrarnos y no dejarnos arrastrar por el ambiente y las circunstancias de cada día.

viernes, 4 de enero de 2019

¿Y A TI, QUIÉN TE HA SEÑALADO A JESÚS?

Resultado de imagen de Jn 1,35-42
Jn 1,35-42
Es posible que Juan y Andrés no hubiesen seguido a Jesús si éste no es señalado por Juan el Bautista. Y también otros discípulos como Simón, hermano de Andrés. Pero, es también real que Juan y Andrés estaban al lado de alguien que hablaba de Jesús y preparaba su camino. Por lo tanto, es lógico suponer que estaban expectante y esperanzados en la venida de un Mesías que les salvara de la esclavitud.

¿Qué supone eso? Quizás, para ser liberado haya que sentir primero esa experiencia de sentirte esclavo y de querer ser liberado. ¿La sientes tú? Tengo que confesar, y ahora me doy cuenta y tomo conciencia de ello, que toda mi vida me he sentido esclavo. Esclavo de mis pasiones, de mis apegos, de mis apetencias y debilidades de mi naturaleza humana. ¡Claro, me cuesta levantarme y enfrentarme a la lucha de cada día contra mi pereza, mis holgazanería, mis caprichos y mis responsabilidades!

Experimento con claridad lo que dice Pablo -Rm 7, 19 - sobre que hago lo que no quiero y no hago lo que quiero. Experimento la lucha contra mi propia naturaleza que se rebela en hacer el bien y en el amar. Experimento el aguijón que duerme en mi corazón y me inclina al mal, al desamor y al egoísmo. Experimento y descubro la necesidad de ser liberado por Alguien que está por encima de eso y que ya ha vencido esa muerte de la carne y del pecado.

Descubro que tengo necesidad de un Libertador y busco al Mesías prometido que me libera de la esclavitud del pecado. Y, es por eso, por lo que escucho a Juan el Bautista y luego, sigo al que él me señala. Y, conocido, derramo mi humilde voz y escritura en proclamar que Jesús, es el Señor, el Mesías prometido y el Hijo de Dios verdadero. 

Por eso, estoy en la Iglesia, en la Santa y Madre Iglesia, porque es ella la que ha me traído, a través de los siglos, la voz de Juan y también la de los apóstoles, donde se fundamenta el anuncio de la Buena Noticia. de salvación que Jesús puso en manos de sus apóstoles. Y, por eso, por mi bautismo, también me siento yo comprometido a continuar proclamando con mi propia vida que Jesús es el Mesías prometido por el Padre, para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado.

jueves, 3 de enero de 2019

JUAN PRESENTA A JESÚS

Resultado de imagen de Jn 1,29-34
Jn 1,29-34
Juan era consciente de que él preparaba el camino a alguien. Por eso, Juan invita a la conversión, a un cambio de vida según la Ley de Moisés y dispone al pueblo a prepararse porque está a punto de que llegue el enviado, el Mesías prometido. Lo manifiesta muy claramente cuando dice: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel».

Y, por supuesto, es lógico suponer que Juan estaba pendiente y atento a las señales de su aparición. Y llega el momento que Juan le descubre y le señala: Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice:He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Ante este hermoso y fiel testimonio poco se puede decir. Crees en la palabra de Juan el Bautista, que entrega su vida al servicio de preparar el camino al Señor, y que lo descubre y lo presenta. O te cierras en tu razonamientos y exigencias porque esperabas otra clase de Mesías u otro Dios. 

El bautizo de Jesús en el Jordán es el momento de la presentación de Jesús, por el Padre, para que el mundo le conozca y le obedezca. Este es mi hijo amado en quien me complazco. Y más tarde en el monte Tabor nos dice: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo. Y ahora te toca a ti y a mí en dar una respuesta a esta presentación del Señor. No trates de explicártelo porque no encontrarás ninguna explicación, así como tampoco la tienes para la creación del mundo y las maravillas que en él hay. Se trata de creer por el testimonio de los que lo han visto, como es hoy el caso de Juan el Bautista.

miércoles, 2 de enero de 2019

JUAN DESCUBRE Y ANUNCIA EL CAMINO

Resultado de imagen de Jn 1,19-28
Jn 1,19-28
Juan está anunciando el camino. Él no lo es ni tampoco es la luz, pero anuncia el camino que hay que seguir siguiendo al que verdaderamente es el Camino, la Verdad y la Vida. Juan deja todo muy claro al confesar que él no es el camino sino la voz que anuncia el camino: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».

Tras esta respuesta, los fariseos, que eran los que le habían preguntado le dijeron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». A lo que Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia».

Y termina el Evangelio diciendo: Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Para dejar claro, con señales y testigos, que esto no era algo anecdotario, sino que concretamente ocurrió y estaba localizado en el río Jordán, donde bautizaba Juan. y en tiempo de Herodes Antipas.

Juan da testimonio de Jesús y es la antesala de su salida a la vida pública. Juan sabe donde empieza y termina su misión y, en el momento oportuno, se abaja y desaparece. Él anuncia a quien ha de venir a bautizar con el Espíritu Santo y fuego. Ese testimonio de Juan debe, al menos a nosotros, servirnos también para saber quienes somos y cual es nuestra misión. 

Saber que no somos dignos de desatarle la correa de su sandalia, tal y como lo decía Juan,  y que somos sus siervos humildes que, postrados ante Él, queremos hacer su Voluntad. Porque, de Él recibimos todo lo que somos y la felicidad a la que aspiramos. Confiemos en el Señor y descubramos nuestra pequeñez y nuestra pobreza. En Él encontramos todo lo que buscamos y Él sólo nos basta.

martes, 1 de enero de 2019

BUSCANDO A JESÚS

Resultado de imagen de Lc 2,16-21
Lc 2,16-21
Posiblemente pensemos que los pastores fueron corriendo a Belén porque fueron avisados por los ángeles. Y, tal como le habían dicho, encontraron a María, José y el Niño. Entonces, contaron lo que le habían anunciado los ángeles de Jesús y todos se admiraban de lo que decían. María conservaba todas esas cosas meditándolas en su corazón.

¿Y nosotros? ¿Qué nos ocurre a nosotros? También a nosotros se nos ha anunciado la Palabra y la venida del Mesías, pero no hemos salido corriendo a buscar y encontrarnos con ese Niño que nos han anunciado. Y menos le hemos anunciado a los demás. Igual nos justificamos aduciendo que no hemos sido avisados, o que no sabemos dónde está Jesús, pero, ¿no está Jesús en la Palabra? ¿No vino la Palabra y habitó entre nosotros? ¿Y no se nos revela cada día en las Sagradas Escrituras? ¿Pensamos que los pastores tuvieron más razones para creer?

Posiblemente, nuestro problema sea otro. Un problema de soberbia, de auto suficiencia, de orgullo y de egoísmo. Quizás nuestro problema sea más consecuencia de nuestras debilidades y naturaleza humana herida por el pecado que no dejamos curar en la Misericordia del Señor. Posiblemente, ese será nuestro problema y no otro.

Aquellos pastores creyeron en lo que los ángeles les comunicaron y se pusieron manos a la obra. ¿Qué hacemos nosotros? ¿Creemos? ¿Buscamos al Señor? ¿Y le anunciamos? Esa será nuestra reflexión, meditar sobre nuestra actitud de búsqueda y del encuentro de cada día con el Señor. Entonces es cuando buscamos la verdadera felicidad y podemos decir: 

        ¡FELIZ AÑO NUEVO!