sábado, 21 de septiembre de 2019

RECONOCERME ENFERMO ES PEDIR LA ASISTENCIA DEL MÉDICO

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Mt 9,9-13
Hasta que no te reconozcas enfermo no tendrás ninguna intención de buscar al médico. Eso manifiesta que sólo los enfermos necesitan y buscan médicos. Y Jesús, sabiendo que sólo los que se reconocen pecadores necesitan de médico, proclama que ha venido a curar y salvar a los enfermos.

Nuestra naturaleza humana se resiste a relacionarse con los pecadores. Nos mueve el separarnos y distinguirnos y no queremos juntarnos con los marginados, los pobres y los pecadores. De modo que, cuando vemos a Jesús comer con publicanos y pecadores le criticamos. «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Es eso lo que los fariseo le echan en cara a Jesús. No les parece bien que quien se proclama el Mesías e Hijo de Dios se siente a la mesa con publicanos y pecadores. No lo entienden ni les cabe en sus cabezas. Esos, publicanos y pecadores, son indeseables y malditos y no considerados hijos de Dios. Esa era la mentalidad de aquella gente y, por lo tanto, no comulgaban ni entendía lo que hacía Jesús.

Pero, eso fue lo que sucedió y de ello no podemos estar pendiente. La cuestión ahora es, ¿y tú qué piensas al respecto? Posiblemente dirás que estás de acuerdo con Jesús, pero, ¿eres coherente con con lo que dices y piensas? Porque, bien lo sabes, una cosa es decirlo y otra muy diferente vivirlo. Por un lado va la palabra, pero, por otro lado va la vida. Es decir, también tú, a pesar de confesar estar de acuerdo, los esquivas y no los quieres a tu lado.

No es fácil ser coherente con tu palabra y eso puede convertirse en una buena ocasión para crecer y avanzar en tu coherencia. Cuando tu corazón es sincero empiezas a darte cuenta y a reconocerte pobre, pequeño y con necesidad de humildad. Experimentas que es el Señor quien se sienta también contigo a tu mesa y junto con los que compartes, preferiblemente con los pobres y pecadores. Porque son ellos los verdaderamente necesitados de salvación.

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