lunes, 21 de octubre de 2019

¿SON LOS BIENES MATERIALES EL FIN DE TU VIDA?

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Lc 12,13-21
Al parecer aunque todo el mundo diga que no busca los bienes materiales, la realidad contradice tal afirmación, pues la gran mayoría busca hacerse con la mayor cantidad de bienes para proporcionarse seguridad y bienestar. En la parábola que Jesús nos pone hoy aparece un hombre que viéndose con gran cantidad de bienes decide vivir una vida de ocio dedicada a banquetearse y pasarlo bien.

El problema que nos plantea Jesús es el siguiente: ¿Acaso la vida te pertenece y eres tú quien decide sobre ella? ¿Acaso conoces tus días y tu tiempo? ¿Te sirven las riquezas acumuladas para ganar la verdadera vida que, quieras o no, todos esperamos? ¿Es qué tratas de mirar para otro lado y no aceptar ese sentimiento trascendente que está impreso en tu corazón? 

Muchos llegan  a enfrentamientos entre ellos por causa de los bienes y las herencias. Precisamente, el Evangelio de hoy nos habla de la disputa de dos hermanos por el reparto de la herencia. Así ocurre en muchas familias, sociedades, colectivos, naciones...etc. Las riquezas enfrenta y destruye al ser humano, pues siendo en principio una ayuda para sus necesidades no son la respuesta que el hombre y la mujer buscan como solución a sus vidas.

Porque, la felicidad y la eternidad, metas que están escritas en el corazón del hombre y la mujer no se esconden detrás del poder económico ni de las riquezas. Es verdad que proporcionan oportunidades para solucionar problemas y, sobre todo, poder ayudar a gente necesitada, pero tenemos que saber que los bienes materiales no nos darán nunca la plenitud y gozo eterno. Y esa es nuestra máxima aspiración, vivir en plenitud eternamente.

Y eso sucederá cuando nuestra vida terrenal llegue a su fin. A partir de ese momento, los bienes materiales pierden todo su valor y su eficacia, y la actitud generosa con la que hayas vivido esta vida cobrará todo su valor. Porque, de la forma y manera que tú hayas gastado tu amor, así será el gozo y plenitud con la que vivirás eternamente. Pidamos al Señor que sepamos  discernir bien la función de los bienes de este mundo y darles la justa y correcta función para lo que nos han sido dado. Amén.

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