viernes, 6 de diciembre de 2019

COMO CIEGOS POR EL MUNDO

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Mt 9,27-31
No cabe duda que vivimos en un mundo de luz y de colores, pero también de oscuridades. Hay día que necesitamos tener la luz artificial encendida incluso desde las primeras horas de la mañana cuando se supone que el sol debía de haber salido, pero la oscuridad es tanta que necesitamos ver, y nos ayudamos de la luz artificial. Por otro lado hay quienes ni con la luz artificial pueden ver. Sus ojos han quedado, muchos de nacimientos y otros por algún accidente o enfermedad, cerrados a la luz con la que nos alumbra el sol.

Pero, a pesar de esa oscuridad, tanto para los que, por la Gracia de Dios, pueden ver la luz que da el sol, como también la de la luna durante esas noches claras y hermosas, y los que no pueden ver ni una ni otra, la más importante es la Luz que viene de arriba, de los cielos y nos alumbra, no sólo el camino a través de este mundo, sino el verdadero Camino, Verdad y Vida.

Dentro de nosotros hay oscuridades. Oscuridad como consecuencia de nuestro pecado original, pero también hay luz, una Luz que, regalada en nuestro bautismo, brilla, limpia y alumbra el camino de cada día fortaleciéndonos y dándonos luz para orientarnos y resistirnos a los impedimentos, tentaciones y obstáculos que nos pone y propone el Maligno. Sí, necesitamos ver la Luz verdadera. Esa Luz que es capaz de alumbrar toda nuestra vida. No sólo la material y física, sino también la espiritual, porque, necesitamos salvarnos, no sólo espiritualmente, sino también materialmente. Somos cuerpo y alma, y formamos un sólo hombre, una sola mujer. Necesitamos salvarnos ambos. No sólo el cuerpo, sino también el alma.

Y para eso ha venido Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Él nos salva íntegramente, de tal manera que, si pierdes tu vida aquí, material y espiritual, porque no se entiende de otra manera, entregándola a Dios, la ganarás para la Vida Eterna. Pero, por el contrario, si prefieres la oscuridad del pecado y ganar tu vida para este mundo, perderás tu cuerpo y tu alma para la Vida Eterna. Es cuestión de pensarlo.

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