jueves, 29 de octubre de 2020

DESTINO Y PROFETA


En la hora de tu bautismo has quedado revestido y configurado como sacerdote, profeta y rey. ¿Qué quiere decir eso? Sacerdote: Es un sacerdocio común de los fieles, por el cual todos estamos llamados a la perfección de la santidad, se ejerce a través de la oración, la ofrenda de sí mismo, el testimonio que se da de Cristo. Se alimenta y se expresa en la participación de los sacramentos. Profeta: Dar testimonio de Cristo con el ejemplo de nuestra vida y las obras de nuestro amor. Rey: Abajarse con verdadera humildad a servir, como Cristo, vino a servir.

Pero, para conocer tu destino necesitas primero descubrir tu condición de profeta que te ha sido dada en tu bautismo. Ese es tu compromiso que, conociéndolo, no pararás hasta llegar a él. El compromiso de anunciar y dar testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios y que con su muerte y Resurrección ha pagado el rescate que nos devuelve la dignidad de hijos y, por la Misericordia del Padre, la Vida Eterna.

Así lo supo Jesús y ante las amenazas de Herodes no se amedrantó y se enfrentó a las dificultades del camino. Conocía perfectamente su Misión y la Voluntad de su Padre y, aunque la subida a Jerusalén suponía una amenaza de muerte nada le detuvo, pues esa era la Voluntad de su Padre.

¿Conocemos nosotros la Voluntad del Padre? ¿Sabemos qué, cómo y a dónde debemos llegar? Y, mejor, ¿estamos dispuestos a llegar hasta el final de nuestro destino? Esa es la cuestión que tenemos que tener presente durante el camino de nuestra vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.