sábado, 24 de julio de 2021

TRIGO Y CIZAÑA

 

Junto a la buena semilla sembrada en nuestro corazón, crece también la cizaña, fruto del pecado y de la siembra del Maligno que nos acecha. Crecemos y, llegado el momento percibimos que junto al trigo producido por nuestro trabajo, crece también la cizaña que ha dejado sembrada el Maligno. Y no conviene arrancarla en estos momentos porque puede suceder que arranquemos también el trigo.

Luego, ¿qué hacer? Parece que lo más lógico es esperar a la hora final de la cosecha y en ese momento proceder a separar la cizaña del trigo. Eso supone y significa que pasaremos el recorrido de nuestra vida con la cizaña amenazándonos. Por tanto, se avecina una vida de lucha y resistencia. El mal estará presente y las tentaciones y seducciones nos acompañarán durante el recorrido de nuestra vida.

Es evidente que el momento de la hora final de nuestra vida que, sabemos llegará, cobra una gran importancia porque en ella se apartará tu cosecha de buenos frutos de toda la cizaña que la ha querido dañar y perjudicar. Y, por tanto, quedará a la vista la bondad de tus frutos. Y eso es lo que prima y lo que verdaderamente importa, y lo que nos sugiere y mueve a caminar injertado en Cristo Jesús, porque, sin Él no podremos resistir.

La prueba, es evidente, está, no solo afuera, sino dentro de nosotros. Del corazón salen las malas inclinaciones y los deseos perversos y egoístas - cizaña - que amenazan con subordinar y sepultar los buenos deseos - trigo - que buscan la verdad y la fraternidad en el amor, la verdad y la justicia. La lucha consiste en resistirnos al mal y luchar para aflorar y recoger los buenos frutos.

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