martes, 9 de agosto de 2022

EL DÍA, LA HORA Y EL INSTANTE

Mt 25, 1-13

Sería muy bueno y vital para un creyente pedirle al Señor la Gracia de conocer el día, la hora y el instante de nuestra muerte. De una cosa estamos seguro, ese día, esa hora y ese instante llegará. Por tanto, conocerlo nos será de gran provecho y utilidad pues, incidirá de manera importante e intensa en nuestra manera de vivir y comportarnos. ¿Quién sabiendo su día, hora e instante de muerte no se prepara para ello? ¿Quién, sabiendo el día, la hora y el instante de su partida de este mundo y encuentro con el Señor, no lleva su alcuza y lampara preparada para presentarse ante su Señor?

Todo sería muy diferente. Supongo que desde la fe viviríamos pendientes de ese día y cuidándonos de tener suficiente aceite en nuestras alcuzas para no perdérnoslo por no tener nuestras lámparas encendidas y encontrarnos la puerta cerrada. Sin embargo, pienso que si nuestro Padre Dios así lo ha previsto es porque nos conviene y es la mejor manera para nosotros. Quizás de la otra forma nuestra vida se nos haría imposible y viviríamos encorsetados y temerosos de la llegada de ese día.

Será más sorprendente y gozoso ser llamados de forma inesperada y sorprendidos con nuestras alcuzas llenas de aceite y nuestras lámparas encendidas. Sería muy gozoso ser llamados y encontrados con nuestras manos plenas de amor y de buenas intenciones a pesar de nuestros fallos, debilidades y pecados. Porque, la Misericordia de nuestro Padre Dios es Infinita y sabe lo que realmente se esconde en lo más profundo de nuestros corazones. Sería hermoso ser descubierta nuestra fe libremente y de manera sorpresiva para que no haya duda de nuestro amor y nuestra verdadera intención.

 

—Y es así como lo ha previsto y querido el Señor —afirmó Manuel.

—Sin lugar a duda —respondió Pedro.

—Sería poco meritorio por nuestra parte ser avisados. ¿Dónde estaría nuestro mérito, si así se puede decir? Ser libre exige determinación, discernimiento y elección.

—Y premio —agregó Pedro. Pues, la recompensa de la fe, perseverancia y fidelidad trae y deriva en el gozo y felicidad eterna.

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