domingo, 26 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (VII Y ÚLTIMO).


Cuando alguien se encuentra con alguien que le impacta y le pone la piel de gallina, procura estar a su lado, porque es, junto a él, donde se encuentra bien y a gusto, y donde permanece feliz. Indudablemente, necesita, porque es humano, otras cosas y entre ellas procurarse su sustento y atender sus necesidades familiares y sociales, pero siempre estará presto para encontrarse con ese amigo que le llena y le hace feliz.

Sin lugar a duda que su mente estará puesta en permanecer en él todo el tiempo posible, porque en ese permanecer está sus ansias, su gozo y su meta. Estando en él no extraña nada, se olvida de todo y hasta no siente que vive, sino que es feliz y se encuentra bien. Es algo así como lo que ocurrió en el Tabor, llegas hasta olvidarte de ti mismo. Tu felicidad está en ver al amigo feliz, y siendo feliz él, eres feliz tú.

Ahora, sí ese amigo te ama inmensamente; ahora, sí ese amigo da la vida por ti, hasta el extremo de dejarse crucificar y humillar; ahora, si ese amigo no te abandona nunca, aún cuando tú te olvidas de él y lo dejas un poco de lado; ahora si ese amigo te ha dicho un montón de cosas, que luego ves cumplida, que luego ves que suceden tal como él ha dicho, resulta que ese amigo no es un amigo cualquiera, sino Alguien de Quien uno se puede fiar. Porque lo que dice se cumple.


Y ÉL ha dicho que Resucitaría a los tres días, y se cumplió; y ÉL dijo que todo lo escrito en Las Sagradas escrituras se cumpliría y su cumplió; y el dijo que el ESPÍRITU SANTO vendría sobre nosotros, y vino y viene; y ÉL dijo que su PADRE nos ama y nos espera para abrazarnos, porque ya estamos perdonado en el HIJO, y nos perdona en el Sacramento de la Penitencia; y ÉL dijo que estaría con nosotros permanentemente, y está; y ÉL dijo que se convertiría en nuestro alimento y quien come su CUERPO y bebe su SANGRE tendrá vida eterna, y lo tenemos a diario dispuesto a darse en comida y bebida y nos promete la vida eterna, y la tendremos. De hecho, muchos la tienen ya, porque todos los que creen en ÉL y guardan sus Mandamientos tendrán vida eterna.

E, igual que se cumplió todo lo que nos ha dicho, esto también se cumple cada día. Y cada día muchos se encuentran con ÉL. La hora de nuestra muerte, es la hora más bonita de nuestra vida, precisamente por esto. Para un creyente, para quien se encuentra con JESÚS nada debe temer, y menos la muerte, porque ÉL la ha vencido, y eso también se ha cumplido, y se cumple cada día.



Por lo tanto, fiarse del SEÑOR es algo tan normal que lo anormal, aunque sea lo corriente, es no fiarse e ignorarlo. Por eso, me afano en proclamarlo y me apasiono en ello, porque me da pena que no se den cuenta de que el tesoro que buscan, lo tienen delante de ellos. Buscan fuera, lo que han perdido dentro.

Es lo que dijo aquella anciana que habiendo perdido su llave, clamó por ayuda para buscarla. Al poco rato, todos los vecinos buscaban afanosamente en toda la calle de la vecindad la llave perdida, hasta que a alguien se le ocurrió preguntarle: pero, ¿dónde la has perdido? A lo que ella respondió con cierta ironía: ¿Dentro de la casa? Entonces, perplejos y confundidos respondieron: ¿Y que hacemos buscándola aquí fuera?

Y ella, con una carcajada sarcástica respondió: yo no había dicho donde la había perdido, han sido ustedes los que sin preguntar, ni pensar nada han empezado a buscarla en la calle. Nunca se han parado a pensar que lo que realmente vale, y lo que todos buscan en la vida, no está en las cosas externas, sino dentro de ustedes mismos. Permanecer en el SEÑOR es buscarlo donde realmente está: en el encuentro personal e interior de tu propia casa: Donde se cuecen todos tus problemas, todas tus angustias, todos tus temores, todos tus deseos, todos tus anhelos, todas tus preocupaciones, todas tus búsquedas de felicidad y eternidad, porque esa ansia de no querer morir, de proyectarte en tus hijos, en el recuerdo, en tus obras, es simplemente el deseo interior de estar llamado a la eternidad.


Y quien permanece en MÍ y YO en él tendrá vida eterna y mi PADRE del Cielo lo recibirá en su Reino. Indudablemente que, un amigo así no lo querríamos perder nunca, y desearíamos estar el tiempo más posible a su lado. Y sí no lo estamos, es porque todavía no lo hemos encontrado del todo, porque ÉL sí está, Eucarísticamente, bajo las especies de Pan y Vino, real y presente, porque ÉL lo dijo, y de ÉL nos fiamos, pues ya ha quedado demostrado que podemos fiarnos.

Y permanecer en el SEÑOR es estar con ÉL, y en ÉL, en mis pesares, en mis imperfecciones, en mi pobreza, en mis apegos, en mi malos pensamientos, en mis vanidades, en mis egoísmos, en mis... para desde ahí y por ÉL, ir a ser más perfecto, más rico en amor, menos apegado y esclavo de mis apegos, más puro, menos vanidoso, menos egoísta y más parecido, poco a poco a ÉL.

Y eso no es cosa de hoy, ni de ayer, sino de cada día, como se firma mi gran amigo rgr en su blog: "de todos los días". Es un diálogo constante, perpetuo, fuerte, de escucha, porque dialogar es también escuchar lo que ÉL dice, de pregunta, de ir dejandote conducir de Quien realmente te fías, de dar el paso adelante sin temor a hundirte, aunque te hundas algo al dudar, como Pedro, pero sabedor que te comprende, que te perdona, que te tiende la mano y te dice con todo cariño: "hombre de poca fe, por qué dudas?

Y ese encuentro en el que permaneces junto a ÉL, te va dando el conocimiento de que cada momento, cada día, cada hora, la vida se enciende más y los colores brillan y la luz se hace en tu vida, y todo cobra sentido: el dolor, el sufrimiento, la alegría, la comprensión, el diálogo, el perdón, la justicia, la solidaridad, la humildad, la paciencia, el servicio, la pobreza, la humillación, el acompañar, la fortaleza, la paz y lo que engloba a todo, el amor.



jueves, 23 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (VI).

Con esta serie de "el encuentro necesita conocerse" quiero enfatizar la necesidad que hay de, primero encontrarse con el amigo, para luego, seguirlo convencido de que su Palabra es de fiarse, segura y fiel. El único camino, y no debemos dejarnos engañar, es el camino de la Cruz. Un encuentro light, donde se nos proponga aprender inglés sin esfuerzo, no debe ser querido, ni deseado, pues eso fue lo que le ocurrió al joven rico al querer seguir a JESÚS con condiciones y sin desapegarse de sus cosas.

La Cruz la llevamos todos impresa en nuestro corazón, pues tarde o temprano tendremos que enfrentarnos al dolor de dejar en el camino a nuestros seres queridos, a amigos; tarde o temprano no nos quedará más remedio que enfrentarnos al dolor, enfermedad, sufrimientos, ya sean en nuestra propia carne, ó, igual más dolorosos, en la carne de nuestros hijos, familiares, amigos u otras personas conocidas y también no conocidas.

El dolor es algo presente en nuestra vida desde el alumbramiento, nacemos con dolores de parto, hasta el final terrenal, con nuestra propia muerte. No nos vale ignorar esta realidad, cuando, si hay algo real y cierto, es nuestra muerte carnal. Sí observamos, durante nuestra vida hay más momentos de desasosiego, intranquilidad, suspense, miedos, depresiones, dolor y fatiga, que momentos de plena alegría y sensación de bienestar. Es una constante en nuestro camino, porque seremos errante e inquietos hasta descansar en la única Fuente que nos proporcionará la paz y plena felicidad del Amor que tanto buscamos y deseamos.

El Salmo 90 (fragilidad del hombre) lo expresa muy claramente, expresamente desde sus versículos 9 al 10: "Bajo tu cólera declinan nuestros días". "Como un suspiro gastamos nuestros días". "Vivimos setenta años, ochenta con buena salud, más son casi todos fatiga y vanidad, pasan presto y nosotros volamos".

Así es, nosotros nos vamos y la única forma del volver, volver en plenitud de gloria y felicidad es agarrarnos, con nuestras pequeñas o grandes cruces, al SEÑOR JESÚS, que nos salva y nos ama.

Miren, nuestro PADRE DIOS nos ha condenado a ser eternamente felices. Nos ha condenado, porque queramos o no, estamos llamados y destinados a eso. Sólo falta nuestra respuesta, por el hecho de ser libres, pues de no serlo, estaríamos en el mismo nivel que los animales.

Muchas veces me quedo contemplando a mi amigo y fiel Pelayo, es mi perro, y tanto me acompaña, que no se despega de mí. Haga lo que haga con él: le tenga en cuenta, le regañe, le olvide... él siempre está a mi lado, paciente, esperando, conforme. Pero otra cosa no puede hacer: está determinado y obligado a seguir sus instintos y sus sensaciones; es esclavo de ellas, y a menos que se trastorne o deteriore, su camino está trazado y determinado.

Nosotros en cambio gozamos de libertad, y de la capacidad de decidir: elijo ésto o lo otro. Y es nuestro PADRE DIOS QUIÉN ocupa ahora el lugar de Pelayo: es paciente, perdona, espera, y aguarda hasta que nosotros le demos una respuesta afirmativa. Nuestro PADRE DIOS quiere por todos los medios salvarnos, amarnos y mesarnos en sus brazos; quiere darnos todo lo que le ha dado a su HIJO JESÚS, hasta el extremo de hacernos coherederos y participes de su Gloria, pero con una condición: si padecemos y sufrimos con ÉL, para luego con ÉL ser Glorificados. Eso significa que tenemos que compartir nuestros sufrimientos en, con y por ÉL hasta nuestra propia muerte (Rm 8, 14+).

El camino es, pues, camino de Cruz y el rumbo y orientación son las actitudes y enseñanzas, con su vida y su Palabra, de JESÚS. En este contexto, observamos claramente que somos nosotros quienes nos condenamos o nos salvamos: Hay un camino que nos ha sido señalado y no sólo con Palabras, sino también con vida, la Vida de JESÚS. Ahí está escondida la felicidad y el gozo eterno que en lo más hondo de nuestro ser es lo que realmente deseamos, pero tenemos la prueba, por eso somos libres, de elegir.

Por eso, el encuentro con JESÚS es necesario y fundamental. Es necesario que día a día, en un constante diálogo y sincera actitud, vayamos descubriéndole y descubriendo que nos dice y quiere de nosotros, y dejemos a un lado nuestras apetencias, nuestros intereses, nuestros deseos, nuestro propio plan de felicidad, porque no sabemos donde está, ni que nos conviene. Sólo agarrados, con nuestra cruz y en la oscuridad de nuestra vida, a CRISTO, encontraremos el camino de salvación que anhelamos eternamente.


lunes, 13 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (V).


Sin darnos cuenta caminamos en las tinieblas y nos vamos acostumbrando de tal forma que llegamos a confundir la oscuridad con la luz. Y es que cuando no tenemos ninguna referencia de verdadera claridad y luz, la oscuridad nos puede parecer normal.

Esa percepción se puede experimentar en la Vigilia Pascual del sábado Santo. Empezamos, la menos en mi parroquia, la celebración con el templo apagado y, tomada, simbólicamente, la luz de la Humanidad, encendemos el Cirio Pascual, Imagen de CRISTO, del CUAL tomamos la Luz de uno en uno hasta hacer la Luz total que nos ilumina a todos con el encendido del Templo.

Hemos significado que, nacidos en la oscuridad buscamos la luz, pero no una luz cualquiera, efímera, instantánea y con sombras, sino una Luz plena, que llena y persevera hasta que termina por invadirnos totalmente y confundirnos con ella.

Y esa LUZ es CRISTO, que alumbra el mundo. CRISTO Resucitado que continua hacia adelante en su Plan de Salvación y no resucita como era, sino que se transformada su naturaleza humana en Gloriosa, Resucita en un Cuerpo Glorioso, pleno y eterno como el que nos espera a nosotros injertados en ÉL.

Sin embargo, ante tan y maravillosa proposición nos mantenemos recelosos y tercos a la hora de responder; a la hora de comprender; a la hora de embarcarnos y comprometernos. Somos tercos y obstinados como los de Emaús, a los que CRISTO tuvo que catequizar en una exhaustiva exposición de todo el plan del PADRE.

Somos incrédulos como Magdalena y Tomás, y nos cuesta acercarnos a la Palabra, al diálogo sincero, subir a la montaña y caminar juntos a JESÚS sin perder su paso y su ritmo. Somos temerosos y tímidos para llenos de júbilo anunciar que los ciegos ven, los cojos andan, los espíritus malignos son expulsados, los muertos vuelven a la vida.

Ser testigo es dejar empaparnos por la Luz y, empapados, derramar el agua que se desliza por nosotros hasta contagiar y salpicar a los que permanecen a nuestro lado. Ser testigos es anunciar el paso de la muerte a la auténtica Vida. Ser testigos es responder como María: "hágase tu Voluntad".


jueves, 9 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (IV).


Si nos paramos un poco a pensar, llegamos a la conclusión que nuestra vida es Camino y Camino. Toda nuestra vida es un Camino itinerante que busca respuesta de felicidad eterna. Camino desde el seno de nuestra madre, al nacimiento de la luz; camino desde niño, a adolescente; camino de joven, a adulto; camino de inmadurez, a madurez; camino de ignorancia, a conocimiento... y así toda la vida caminando: de lo imperfecto, a lo perfecto.

Pero, también sabemos, que el Camino se hace mejor yendo ligero, sin ataduras, que nos atenacen las manos y nos impidan maniobrar; que nos impidan movernos mejor. La carga nos impide avanzar con más ligereza y libertad de movimiento. Nuestra mochila debe llevar sólo lo necesario para que el Camino, de nuestra vida, pueda ser recorrido hasta su final.

Hay mucha carga que exige una voluntad de renuncia muy costosa: nuestras apetencias, nuestros egoísmos, nuestra pereza, nuestra ambición, nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestro anhelo de poder, nuestra riqueza... y todo lo que supone, aunque no lo percibamos, nublar el horizonte que nos desdibuja la meta a la que estamos llamados.

Eso le ocurrió al hijo prodigo: su afán de consumo y de apetencias, que satisfacían su ego inmediato y personal, le cegaron hasta el punto de confundir la felicidad con la satisfacción instintiva y humana. Su sentimiento placentero de sentirse halagado, elogiado, enaltecido y aclamado, le nublaron la mente con una felicidad efímera, rápida, alejado de la Casa del PADRE, y apoyado en fecha de caducidad, porque su actitud no estaba apoyada en el amor ágape.

Pronto, en el Camino, nos damos cuenta que el amor no está basado en recibir y obtener satisfacciones, sino en dar y entregar servicio al otro, para que sintiéndose bien él, me sienta yo también feliz. La felicidad del padre está en darse al hijo, y la del hijo está en corresponder a las indicaciones del padre. Más tarde los términos se invertirán y el hijo será padre y experimentará que el dar le hará tan feliz como fue su padre con él.

Esta fue la experiencia del hijo prodigo, y eso hizo, ya dentro de la casa del padre, empezó su Camino. Su hermano, aun estando dentro, seguía inmóvil, quieto, parado, sin vislumbrar todavía la casa del PADRE.
La Cuaresma significa:"hacer Camino". Y Pascua es el Camino por el cual paso de la muerte a la Vida. Eso fue lo que hizo JESÚS, y lo que en estos días actualizamos en el Memorial de su Pasión. Porque no se trata de recordar, sino de vivir, ser agente y meterme, ahora, hoy, en esa historia y actualizar ese trance de la muerte a la Vida: "Camino - Peregrino - Pascua - Tinieblas - Luz.

En nuestro Camino partimos de la ceniza (miércoles de ceniza), somos nada, polvo, ceniza, para luego entrar en el desierto (obstáculos, sufrimientos, decisiones, renuncias...), necesitados de provisiones y de fuerzas , montaña (oración, Gracia), que encontraremos en el encuentro del brocal del pozo, como la samaritana, para ver la luz de experimentar que el SEÑOR venció a la muerte en la Cruz de su Vida.

Sólo, en la medida que colmemos nuestra fe, podemos dar de beber a otro; podemos ser luz y camino para otros. Y nuestra fe sólo la podemos encontrar en nuestro camino ascendente a nuestra particular Jerusalén, porque Jerusalén significa eso: lugar de dificultades y renuncias; morir a mí, para dar paso a que la Voluntad del PADRE se cumpla en mí, por la Gracia y Méritos de su HIJO al morir en la Cruz por mí, particularmente por mí.


jueves, 2 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (III).


No hay ninguna duda de que en la medida que nos vayamos tratando, nos iremos conociendo mejor. Y ese conocimiento nos llevará a una unión más intensa, más activa y más plena. Y, también, estarán todos de acuerdo que, ese estar integrado más plenamente nos llevará a dar frutos más plenos y cargado de bienes para todos.

Es, sin ninguna duda, la enseñanza que nos ha dejado JESÚS y el reto de hacer nosotros lo mismo si creemos en ÉL. Su misión en la tierra no fue sino responder a la Voluntad del PADRE, manifestándonos su Voluntad de Amor perdonante que le señaló. Porque el Amor de DIOS es un Amor que perdona, pues, sus hijos, le han rechazado, y ante tal rechazo, DIOS, responde con la muerte de su HIJO, para demostrarnos hasta que punto está dispuesto a perdonarnos.

Y nosotros, ciegos ante esta realidad, no entendemos el dar, sin un recibir. Tanto es así, que nuestro amor será amor mientras sea correspondido, más cuando en la otra orilla el amor profesado no nos puede dar, corremos el velo y buscamos otros amores. Eso, que en palabras puede resultar hasta difícil de entender, en la vida se nos descubre cotidianamente a nuestro alrededor.

Basta mirar y hurgar un poco, para entender las causas de todos los males que nos afectan y nos invaden: separaciones, abandonos, abortos, indiferencias, hedonismo, apetencias...etc. Esta mañana oía como un marido, 38 años, invadido por un cáncer de hígado, era abandonado por su mujer. La causa no hace falta descubrirla, todos la pueden imaginar, más aquel con el que ella ahora comparte su amor queda cegado, pues detrás de todo esto sólo hay egoísmo e intereses.

Y cuando esto vuelva a fallar, buscaremos a otro u otra. El problema: "la falta de amor". Y, al mismo tiempo que se abandona a la persona, no se abandona sus propiedades y todo aquello que podamos conseguir. En este caso concreto, ella lo dejó, pero no dejó su casa, que había sido donada por los padres de él. Su suegra, la madre del joven abandonado, que ya ha muerto, implora la Gracia del SEÑOR para poder perdonar, porque se hace muy cuesta arriba hacerlo.

Sin embargo, ésta es la lección. Nuestro PADRE DIOS nos ama perdonándonos, y como prueba de ello nos envía al HIJO, que nos ama hasta morir por nosotros. Y todavía espera la respuesta de muchos que siguen, a ejemplo de esa mujer antes citada, rechazándolo y no queriendo escucharle, ni seguirle. A pesar de todo eso, JESÚS le pida a su PADRE que nos siga esperando y perdonándonos.

¿No tendremos que, agarrados al SEÑOR, ¡nunca solos!, buscar la esperanza de llegar a perdonar como lo hace el SEÑOR con nosotros? Ese es el camino de conversión que tenemos que purificar, y sólo con un corazón como el de JESÚS podemos entenderlo y asumirlo. Cuando nuestros ojos se abren a esa realidad, todo, en XTO.JESÚS, lo podemos perdonar.