martes, 29 de septiembre de 2009

EL ESCAPULARIO VERDE.


El R. P. Roberto A. Macdonald, C.SS.R. se esfuerza en pagar una deuda de gratitud para con la Virgen, y a través de este folleto trata de inculcar y esparcir una tierna devoción al Inmaculado Corazón de María. De esta forma, cuenta su historia y cómo llegó al escapulario verde.

Hace varios años, antes de que se hubiera descubierto el uso de la penicilina, yo me encontraba en un hospital gravemente enfermo de pulmonía. Cuando me empezaron las hemorragias pulmonares los médicos decidieron someterme a una operación arriesgadísima, como último recurso, pero una de las Hermanitas del hospital, entrando en mi cuarto, me dijo: "Padre, ¿no tiene usted gran fe en la Madre de DIOS, especialmente en su Inmaculado Corazón? Si esto es así, usted puede curarse."
-"¿Cómo Hermana?"
-"Por medio del escapulario verde"
-"¿Y qué es eso?"
-"Hace cuatro años, Padre, a mí me operaron de cáncer, pero éste estaba ya tan avanzado, que sin hacerme nada, me volvieron a cerrar y me enviaron al convento para que muriera allí. Entonces yo empecé a rezarle a Ntra. Señora del escapulario verde, y, cansada de esperar por la muerte, que no acababa de llegar, me levanté y me puse a trabajar. Actualmente estoy curada. Padre, ¿quiere usted que le dé un escapulario verde?"
-"Si,Hermana, por favor."
Y, diciendo yo esto, ella me puso un escapulario sobre la cabeza. Un sentimiento de absoluta confianza me invadió en aquel momento, y la sangre cesó de salir de mi boca. Dos días después, al ir a sacarme una radiografía, me preguntaron los médicos cuánto tiempo hacía que había cesado la hemorragia. Al constestarle yo que hacía unos dos días, se quedaron sorprendidos, y me dijeron:- "Usted tiene una lesión en el pulmón que está cicatrizada hace lo menos seis meses, y no hay ninguna otra señal."

Al presente, aun la cicatriz de la lesión ha desaparecido, y por eso he dicho anteriormente que tengo contraída una deuda de gratitud con el Inmaculado Corazón de María, la cuál jamás podré pagar debidamente. Desde entonces he hecho cuanto ha estado en mi mano para extender esta devoción, y, con gran sorpresa y gozo mios, he visto que todos aquellos a quienes he hablado del escapulario verde, se han llenado aún de más celo que yo por darlo a conocer.

En el mes de mayo, después de mi curación, le pedí permiso al P.Rector de la iglesia de San Patricio, en Toronto, para hablar del escapulario en los ejercicios de devoción que se tenían allí, los miércoles. Yo tenía conmigo mil escapularios verdes, pero todos creíamos que la gente no pediría más de treinta. Los mil desaparecieron aquella misma mañana, y los devotos se apiñaron de tal manera para obternerlos en el salón donde yo los distribuía, que llegué a temer hubiera algún accidente.

Durante todo aquel día me encontré de continuo sitiado por todas partes de los que venían a pedirme más escapularios; tontamente se me ocurrió enseñarles el que yo usaba, y, al momento me lo arrebataron de las manos.

El escapulario verde es la historia de Sor Justina Bisqueyburu, que, habiendo quedado huérfana en muy temprana edad, fué adoptada por unos parientes muy ricos, los cuales le dejaron una cuantiosa fortuna al morir, Sin embargo, ella eligió ser pobre con CRISTO pobre, y el 27 de noviembre de 1839, el día más feliz de su vida, entró en el noviciado de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, en Paris.

La hermana Justina supo inspirar amor y emulación en cuantos tuvieron la dicha de conocerla. Fue la confidente del Papa Pio IX en los sombríos días que precedieron a su prisión en el Vaticano; fué la admiración de los mahometanos en el Norte de África, y la recipiente de la halagadora imitación del "Ruiseñor de Florencia" en los campos de batalla de Crimea.

Las Hermanas de San Vicente de Paul podrán contarles que; a pesar de sus esfuerzos por mantenerse ignorada, su secreto fué descubierto; el escapulario verde llegó a manos del Papa Pio XI y cómo se apareció la Sma. Virgen en toda su belleza, ante los ojos de la joven novicia; cómo la celestial Señora volvió a aparecérsele una y otra vez mientras el escapulario no fué hecho y distribuido.

Ellas podrán explicarles cómo la Sma. Virgen le enseñó a Sor Justina que el escapulario podía ser bendecido por cualquier sacerdote, llevarse colgado al cuello o en cualquier otra forma sobre la persona, y aun dejado en la habitación, con la sola condición de que se diga una vez al día (por sí mismo o por otro): "Inmaculado corazón de María, rogad por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte".

Curiosamente este artículo hace el número 300 que he escrito, durante los 570 días de mi andadura por mis tres blogs. Este blog, "de dodim a agapé" contiene a los otros dos, pues vivencias y reflexiones es el resultado de lo que escribo en dichos blogs. Digo curiosamente, porque me encomiendo a la Sma. Virgen para que interceda al ESPÍRITU y nos llene de Gracia, sabiduría, fortaleza y paz a todos los blogueros católicos con el fin de seguir llenando el espacio bloguero de criterios y razones que proclamen el Reino de DIOS.


viernes, 25 de septiembre de 2009

NECESIDAD DE ORAR.

La oración es la forma de comunicarnos con nuestro PADRE DIOS. JESÚS nos lo enseñó con su ejemplo y su constante diálogo con el PADRE. También nos invitó a que hiciéramos lo mismo y a depositar toda nuestra confianza en las cosas que le pidiésemos al PADRE: "Nuestro PADRE no nos va a desoír ni nos va a dar algo que no sea para nuestro bien.

Y ese es el secreto de la oración: muchas veces pedimos lo que creemos que nos conviene, pero la realidad es que no sabemos qué es lo que realmente nos conviene. Y, nuestro PADRE DIOS nos da siempre aquello que nos conviene y es para nuestro bien. Ocurre que nuestra ceguera y apetencias no coinciden con las de nuestro PADRE DIOS y entendemos que no nos escucha ni atiende.

Si nos fijamos atentamente y reflexivamente, observamos que JESÚS, que tanto habló y oró al PADRE, nunca pidió nada para ÉL, pues las cosas se le complicaban y los sacrificios y molestias, cuando no insultos, atentados y peligros le acechaban por doquier. No comprendemos como una Persona con tanta autoridad, poder de hacer prodigios sobrenaturales e HIJO de DIOS pudiera sufrir y padecer ante la incomprensión de los hombres.

Desde esta reflexión debemos deducir que la oración es camino de perfección y Gracia para, no solucionar, sino superar y cumplir con nuestra propia misión cuál es la de, injertados en CRISTO, vivir y proclamar la Vida de la Gracia, o lo que es lo mismo, el Reino de DIOS. Y eso supone ir muriendo a nuestra propia vanidad, soberbia y orgullo hasta quedar confundido con la misma Gracia que es DIOS mismo que se nos da. Es la meta y esperanza que anhelamos alcanzar y dónde radica toda fuente de gozo y felicidad.

Será el SEÑOR QUIÉN nos dará, cómo, cuándo y dónde, lo que sea más conveniente para, no triunfar ni alcanzar el éxito en este mundo, sino para vivir el Reino de DIOS proclamándolo con nuestra vida y obras. Y eso es ir contra corriente y enfrentado a todo lo que suponga seguir el camino que siguió JESÚS.

De ahí la necesidad de orar, pero orar en ese sentido que nos lleva desde nuestro ser personal e individual al nosotros comunidad y pueblo que nos realiza en el amor mutuo. Porque para amar es necesario que hayan más, más sin ningún vínculo familiar ni nada humanamente que nos relacione, sino l Gracia de sentirnos hermanos e hijos de un mismo PADRE en el HIJO: JESÚS.

Y es cuando descubre el valor fundamental de orar y pedir por la salvación de los que peregrinan por este mundo, pero también por los que, cumplida aquí su misión, están en la presencia del PADRE que los acoge en su Misericordia infinita. Es por eso por lo que ruego a todos los que puedan leer estas humildes líneas se unan en oración: un PADRE Nuestro y un Ave María por el alma de todos los que peregrinamos todavía por este mundo, y por aquellos que ya han partido, especialmente por los más necesitados.

Y es el momento de presentar, de forma especial, mi petición por mis padres, mis suegros, mis familiares, la suegra de mi amigo Manolo y madre de su esposa Aurelia, los padres de Ricardo G. Rosano, el padre, D. Pedro, de mi amigo Santiago, los necesitados de Eufemiano, amigo de Marisela, los pobres de iskander, para que le sea abierto el local, y los de todos mis amigos blogueros y no blogueros; también por todos los familiares de aquellos no creyentes, de otras creencias o religiones, y del mundo en general. Sólo DIOS sabe lo que necesitamos y lo que depende de nosotros mismos, pues se nos ha sido dada la libertad para decir sí o no.

lunes, 21 de septiembre de 2009

RELIGIOSIDAD, TRADICIÓN, COSTUMBRE O FE.


DIOS, nuestro PADRE, nos quiere hasta el extremo qué, independiente de nuestra respuesta, nunca nos deja de querer porque DIOS no puede hacer nada que no sea Amar. Precisamente DIOS es Amor y el Amor es todo lo contrario al mal que encarna el desamor.

Por lo tanto, DIOS nunca nos va a preguntar en el atardecer de nuestra vida de caminatas, costumbres, tradiciones y preceptos a cumplir. Independiente de que hayamos caminado, celebrado centenares de Eucaristías, comido su CUERPO y bebido su SANGRE, cumplido normas y preceptos, nuestro PADRE nos quiere infinitamente y nos acoge y abraza amorosamente a pesar de nuestra indiferencia, y nos cuida y protege.

Confundir que nuestro PADRE nos tratará mejor o peor en correspondencia a nuestras promesas, caminatas, peregrinaciones y demás es no entender lo que significa PADRE y, menos aún, ser hijo. Desde la experiencia de vivenciar el encuentro con JESÚS y, por supuesto, de sentirnos hijos de un mismo PADRE, damos sentido al compromiso libre y voluntario de creer en ÉL y, en consecuencia, seguirle.

Y eso significa otra cosa. Si bien, todas las tradiciones, caminatas, peregrinaciones, celebraciones y costumbres cobran sentido en esa línea y dan significado y respuesta a la fe, no dejan de ser meros actos que nada significan desencarnados de una vida injertada y movida en CRISTO.

Cuando rezamos el Padrenuestro lo hacemos desencarnados de la realidad vital que significa. Igual nos pasa con las romerías y demás. Porque “Nuestro” significa salir del recinto cerrado de nuestro yo. Nos exige entrar en la comunidad de los demás hijos de DIOS. Nos exige abandonar lo meramente propio, lo que separa. Nos exige aceptar al otro, a los otros, abrirles nuestros oídos y nuestro corazón.

Con la palabra nosotros decimos sí a la Iglesia viva, en la que el SEÑOR quiso reunir a su nueva familia. Así, el Padrenuestro es una oración muy personal y al mismo tiempo plenamente eclesial. Al rezar el Padrenuestro rezamos con todo nuestro corazón, pero a la vez en comunión con toda la familia de DIOS, con los vivos y con los difuntos, con personas de toda condición, cultura o raza. El Padrenuestro nos convierte en una familia más allá de todo confín.

Sólo JESÚS puede decir con pleno derecho “PADRE mío”, porque realmente sólo ÉL es el HIJO unigénito de DIOS, de la misma sustancia del PADRE. En cambio, todos nosotros tenemos que decir: PADRE nuestro. Sólo en el nosotros de los discípulos podemos llamar PADRE a DIOS, pues sólo en la comunión con CRISTO JESÚS nos convertimos verdaderamente en hijos de DIOS (recogido del libro JESÚS de Nazaret de Benedicto XVI).

Experimentado ese encuentro con JESÚS que nos hace hermanos e hijos, en ÉL, de un mismo PADRE, descubrimos nuestra vocación comunitaria a la que estamos llamados. No podemos mantenernos aislados ni individualistas, pues nuestra propia esencia nos llama a la comunión con los demás. Por eso la necesidad de constituirnos Iglesia que ya JESÚS nos dejó orientada desde el colegio Apostólico.