miércoles, 31 de octubre de 2018

LA PIEL DE GALLINA

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Lc 13,22-30
Se me pone la piel de gallina y me tiembla el corazón. Las Palabras que pronuncia Jesús me dejan temblando: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Y sus Palabras me confirman lo que he estado pensando estos últimos días. Hay que conocer la Palabra de Jesús en toda su extensión. Porque, no podemos quedarnos sólo con la Misericordia que nos revela de su Padre y que nos perdona todo porque podemos engañarnos y formarnos un dios a nuestra medida y según nuestra imaginación. Claro, como Dios me perdona siempre no tengo por qué preocuparme mucho ni por esforzarme demasiado. Puedo hacer algunas cosas y resevarme otras según mis caprichos.

¡Cuidado!, podemos estar creando un dios a nuestra medida y sorprendernos con encontrarnos la puerta cerrada! ¡Mucho cuidado! Sí, Dios es Misericordioso y está siempre dispuesto a perdonarnos, pero también necesita nuestro arrepentimiento y nuestro esfuerzo y compromiso para poder perdonarnos. Y eso nos exige perseverancia, esfuerzo y compromiso a cada instante y a cada día. La puerta estrecha es estrecha y entrar por ella nos va a exigir esfuerzo, renuncias, sacrificios, vigilia, disponibilidad, oración, cercanía a Jesús y todo lo que sea darnos y amar.

Pidamos paz, sabiduría y fortaleza para conocer bien la Palabra del Señor y esforzarnos en cumplirla. Porque, lo verdaderamente importante es poder entrar un día por esa puerta y ser abrazados por el Señor.

martes, 30 de octubre de 2018

EN EL SILENCIO DE CADA DÍA

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La fe es un don de Dio y crece en nosotros como un regalo de su Voluntad. Pero, quizás no advertimos su crecimiento al igual que nos sucede con nuestro pelo o las plantas. Crecen sin darnos cuenta mientras estamos ocupados en otras cosas o dormimos. Sin embargo, experimentamos dentro de nosotros un deseo irrenunciable de amar y de realizar buenas obras. Experimentamos gozo en darnos y trabajar por construir un mundo mejor.

Sí, el Reino de Dios es como esa semilla insignificante por su tamaño y casi invisible a la vista, que, sin percatarnos de su presencia, va creciendo y transformando nuestro corazón hasta el punto de movernos, por la Gracia de Dios a entregarnos y darnos por y para el bien de los otros. Es también, nos dice Jesús, como esa pequeña porción de levadura que introducida en la masa la fermenta y la hace grande.

Desde lo pequeño a lo grande; desde la humildad al amor de dar por el bien de los demás. Todo empieza por aceptar nuestra pequeñez humildemente abriéndonos a la Gracia de Dios para que haga maravillas en cada uno de nosotros. Somos pequeñas semillas que sólo Dios transforma con nuestra disponibilidad y libertad a dejarle actuar en nosotros. Nos ha hecho libre y cuenta con nuestra participación. Así lo ha dispuesto y querido. También nosotros tenemos que colaborar.

Lo ha dejado a nuestro libre albedrío, pero necesita la tierra de nuestro corazón para abonarla con su Gracia y producir los frutos esperados. 

lunes, 29 de octubre de 2018

SENTIDO COMÚN Y HUMILDAD

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Lc 13,10-17
Dentro de cada uno de nosotros hay un corazón lleno de Amor de Dios. Un corazón lleno de buenos sentimientos aunque tocado y herido por el pecado. Un corazón capaz de razonar con sentido común y ver que primero está hacer el bien y después la regla o la norma. Nunca se puede anteponer la ley, la norma o la costumbre al bien de la persona. Porque, amar es hacer el bien, entendiendo por ello aquello que conviene y es bueno para su salvación.

Porque, puede ocurrir que algo que, en apariencia, conviene o nos favorece no sea lo bueno o lo que realmente nos salva. Es cómodo no esforzarse, pero no es bueno, porque el esfuerzo es necesario y conviene para conseguir lo bueno, lo que nos hace bien y nos mejora como persona. Por lo tanto, conviene hacer el esfuerzo cuando sucede y curar cuando la ocasión se presenta, sea sábado o no, incumpliendo la regla, porque, esa regla, no está legislada para el bien de la persona. Limita su curación, y la ley no puede ser cumplida a costa de dejar que la persona sufra.

Se necesita sentido común y mucha humildad para dejar entrar en tu corazón la Misericordia que Dios te ofrece y te regala. Y experimentar el buen gusto y el gozo de sentirte derecho, limpio, digno y erguido ante todas tus frustraciones pecados que te esclavizaban y te sostenían sometido. Jesús, el Hijo de Dios, ha venido para erguirte, para fortalecer tu espíritu y limpiarte de todo pecado. Es tiempo de salvación y todo instante es bueno. Es tiempo de ponerte en defensa contra el demonio, que quiere encorvarte y someterte hasta arrastrarte por el suelo, y Jesús, el Hijo de Dios, te libera y salva.

Estamos tentados a edificar dentro de nosotros nuestros propios ídolos: la arrogancia, la sabiduría, la suficiencia, la soberbia...etc. Sin darnos cuenta formamos nuestros propios dioses, que acunamos en nuestro corazón, y los arrullamos con nuestras palabras y nuestra razón. Y levantamos barreras que nos impiden ver  al verdadero Dios y hacemos de la ley nuestro dios. Se hace necesario abrir nuestro corazón, llenarlos de humildad y sentido común.

domingo, 28 de octubre de 2018

EN LA OSCURIDAD DE LA VIDA

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Mc 10,46-52
La vida tiene muchas facetas oscuras en las que no encontramos el camino. Y muchas veces la oscuridad no está afuera, sino dentro de nosotros mismos. Nuestra soberbia, sinrazón y dureza de corazón hacen que la oscuridad permanezca y erremos el camino. Quizás, porque vemos, no advertimos el peligro ni tampoco la oscuridad. La cuestión es ver, pero no ver la luz de los colores y la del sol, sino ver el camino verdadero que nos conduce a la verdadera Luz, la que nos invade de gozo y felicidad eterna.

El Evangelio de hoy nos presenta ese momento en que el ciego Bartimeo pidió al Señor ver. Pero, no sólo ver con sus ojos físicos, sino también con los ojos del corazón, de la verdad y de la justicia. Esa es la primera luz que tenemos que pedir ver, porque la otra es transitoria y se puede sustituir o sobrellevar. Pero, la primera es imprescindible para ver gozosamente y eternamente.

Pero, para ver la Luz de la Verdad es necesario la vista de la fe y eso no está dentro de nuestras posibilidades. La fe es un don de Dios, nuestro Padre, y nos la dará en la medida que la pidamos, la busquemos y confiemos en Él. Dios, nuestro Padre quiere salvarnos y, por lo tanto, nos dará la fe, pero, para eso habrá que merecerla, es decir, reconocernos sus hijos, pecadores y necesitados de su Palabra.

Pedir al Señor, como Bartimeo, que vea es el primer paso para iniciarte, por la Gracia de Dios, en el único y verdadero camino de la fe y, por ella, fortalecerte en la oración, en la escucha de la Palabra y en las buenas obras de misericordia espirituales y corporales. No es fácil y se necesita perseverancia en la presencia del Señor y abiertos a la acción del Espíritu Santo.

Hoy hay una pregunta que hacer, y es: ¡Señor, que vea!

sábado, 27 de octubre de 2018

CONVERSIÓN Y MISERICORDIA

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Lc 13,1-9
En muchos momentos de la vida hemos recibido alguna reprimenda y, quizás, amenaza de castigo. Recuerdo de niño que se nos amenazaba con el castigo de Dios, con la sana y buena intención de ayudaros a convertirnos. Así, al menos en mi época, se ha formado la idea de un Dios castigador y que está al acecho. Y nada más lejos de la realidad.

Nuestro Dios, mi Dios es Padre y Bueno. Un Dios lleno de Misericordia que, comprometido por Amor, nos salva y nos perdona. No es un Dios de venganza sino un Dios de Misericordia. Un Dios Padre que nos busca, nos llena y nos salva. Un Padre Dios que nos ha creado en libertad y que aguarda en silencio la administración de los talentos recibidos, de los que tú y yo somos los únicos responsables.

Un Padre Dios que nos acompaña en su Hijo y sufre con nosotros. Un Padre Dios que no castiga sino todo lo contrario, perdona. Y nos pide que seamos humildes y que reconozcamos nuestros pecados. Un Padre Dios bueno que no quiere sacrificios sino misericordia.

Un Padre Bueno que, a pesar de nuestros pecados, es paciente con cada uno de sus hijos y nos espera para que, abiertos a su Gracia,  convirtamos nuestro corazón en respuesta a su Amor y demos los frutos que espera de nosotros.

viernes, 26 de octubre de 2018

LA SABIDURÍA DE AQUÍ ABAJO

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El hombre se jacta de saber mucho y de los adelantos que el mundo ha experimentado en los últimos tiempos. En algunos momentos se ha creído dueño y señor del mundo y capaz de dirigir su propio destino. Hasta tal punto que trata de decidir quien debe vivir o morir, aborto y eutanasia. Se cree capaz de organizar su vida, pero choca con la barrera de la muerte. Sin embargo, busca incesantemente alcanzar el poder sobre ella.

Su necedad le lleva a no darse cuenta de los problemas añadidos en un supuesto que lograra vencer la muerte. ¿Cabemos todos en este planeta? ¿Podríamos detener el tiempo y nuestro crecimiento? ¿Qué supondría erradicar la muerte? La espiral de preguntas sin respuestas nos descubre la limitación del hombre y los interrogantes que su existencia plantea. Se hace necesario buscar al Autor de todo lo que existe y de la existencia humana. Tanta sabiduría para pronosticar el tiempo y otras cosas, pero necedad ante la verdad, la justicia y la presencia de Dios y la escucha de su Palabra.

La vida no se para, parece larga, pero no lo es. Quizás el tiempo presente se nos haga largo en algún momento, sobre todo si lo pasamos mal, pero no se para. No hay pausa ni descanso, camina siempre y en todo momento, de noche y de día. Y la pregunta está, quizás en algunos dormida, dentro de nuestro corazón. ¿A dónde vamos? ¿Hay alguna respuesta que nos haga comprender nuestro destino? Sólo Dios lo sabe. Posiblemente, algunos se aprovechan de esa necesidad imperiosa de buscar respuestas que tiene el hombre, pero la realidad está presente. Estamos y caminamos y vamos a algún lugar y eso debe tener un Autor.

Pero, y aquí empieza todo, ese Autor ha hablado, se ha revelado en Alguien - Jesús, el Hijo de Dio - que ha vencido la muerte y que nos ha prometido vencerla nosotros también. No es una quimera ni algo salido de la propia necesidad del hombre, es nuestra propia realidad. Aspiramos a la eternidad y, de la misma manera que escrutamos el tiempo, experimentamos que, por encima de nosotros hay Alguien que salva y nos responde a todos nuestros interrogantes. Busquemos esa Palabra y, bajo la acción del Espíritu Santo, dejémonos iluminar. Amén.

jueves, 25 de octubre de 2018

LA VIDA, UN CONFLICTO

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Lc 12,49-53
No hay otro camino sino el que nos trae el conflicto, porque, el camino es siempre conflictivo. Conflicto con el que cree que es mejor otro camino; conflicto con el que piensa en otra forma de camino; conflicto con el que no quiere caminar; conflicto con el que camina más deprisa o hace demasiadas paradas. Siempre en permanente conflicto.

Conflicto para amar, porque el amor es conflicto y exige fidelidad en muchos casos sangrante y hasta el extremo de entregar tu servicio y hasta tu vida. ¡Cuántos padres y madres han dado su vida poco a poco por sus hijos! ¡Y cuántos y cuántas continúan haciéndolo. Sí, la vida es un puro conflicto, pero un conflicto con y por la verdad. Eso fue lo que hizo Jesús siguiendo la Voluntad del Padre, y claro, todos los que querían imponer su voluntad chocaban con Jesús.

Hay conflictos cuando quieres imponer tus criterios y tu voluntad. Hay conflictos cuando tus caprichos y gustos son diferentes a tu esposo o mujer. Hay conflictos porque eres de una manera que al otro o a la otra no le gusta. Hay diferentes formas de pensar y de interpretar las cosas, porque somos diferentes y eso ya de por sí nos pone en conflicto. Y, simplemente por eso necesitamos el amor. Diríamos que el conflicto exige amor. Verdadero amor apoyado en la verdad.

En ese sentido Jesús nos dice: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

¿Qué te parece? La vida es un conflicto, pero un conflicto por encontrar y vivir en la verdad y un conflicto por el que vale la pena vivir y luchar. Porque, benditos esas clases de conflictos que dan verdadero sentido a tu vida y la llenan, aún en conflicto, de gozo, paz y alegría.

miércoles, 24 de octubre de 2018

TALENTOS Y CUALIDADES

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Lc 12,39-48
¿Por qué unos piensan, tienen capacidad de discernimiento, más capacidad intelectual, son más creativos, desarrollan más destreza y...etc. ¿Han hecho más méritos para conseguir más talentos que otros? La respuesta debemos buscarlas en la distribución de talentos. Dios los ha distribuido según ha querido, a unos cinco, a otros dos y... - Mat 25, 14-30 - de forma gratuita.

¿Como tú ahora te haces dueño de esos talentos y los administras como dueño? ¿Acaso son tuyos? ¿No se te han dado para que los administres para bien y beneficios de todos? ¿Es qué no te das cuenta que iría todo mejor si tú pones esos dones y cualidades para bien de todos? Esa es la cuestión y el Evangelio de hoy pone todo clarito.

Por eso conviene leer el Evangelio, para enterarte de lo que dice y quiere el Señor, el único dueño de todo lo que tú tienes y el único que te pedirá cuenta. Porque, de no hacerlo serías también responsable de tus actos porque has cerrado tu mente a conocer los mandatos de tu Señor. Por lo tanto, necesitamos estar vigilantes, como decíamos ayer, y también en actitud de esfuerzo y de empeñarnos en crecer respecto a todo lo que hemos recibido.

No podemos dejar nada en el saco y no darle utilidad y provecho. Todo lo que sabes y puedes aprender se te exige para que lo pongas en bien común. De todo ello se nos pedirá cuenta cuando nos presentemos delante del Señor y en cada momento de nuestra vida. Nuestra actitud debe ser vigilante y atentos a actuar en cada momento como el Señor nos pide.

martes, 23 de octubre de 2018

EL TESORO DEL TIEMPO

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Lc 12,35-38
La vida siempre es corta, y cuando no lo es se pasa muy mal. Cuántas veces hemos oído decir: ¿qué voy a hacer ahora sin fútbol, o sin trabajo, o cuando me jubile...? Necesitamos buscar compromisos y llenar el tiempo de nuestra vida. Pero, el problema no está en llenarlo sino el saber de que conviene llenarlo. Porque, se puede llenar de muchas cosas superfluas, sin contenidos, vacías y simplemente para pasar el rato.  

Y eso no nos llena. Es posible que nuestra conciencia se vaya alargando tanto que ya no nos importa nada y sólo buscamos ocio y diversión. Nuestro tiempo se convierte en lo necesario para lo imprescindible y, despojado de todo compromiso, satisfacer mis necesidades y mis caprichos y pasarlo lo mejor posible.

A pesar de todo lo que puedas experimentar, el final será vacío e insatisfactorio. Por una simple razón, todo eso es hueco, caduco y no te llena. Igual que entra y parece alegrarte y satisfacerte, con la misma se va y vuelves a lo mismo. Sin darte cuenta te esclavizas cada vez más y quedas atrapado por una espiral que te domina y somete. Terminas angustiado y desesperado y con la vejez cada vez más cerca. 

Es posible que no te des cuenta, pero tu tiempo es tuyo y de ti será también tu responsabilidad. No te faltarán argumentos, pues tu vida la empleas como quieras, pero dependerá de lo que des lo que tú también recibas. Y cuando todo termine el Dueño de la vida repartirá premios, premios de eternidad y plenitud, pero quienes lo hayan recibido ya en este mundo no recibirán más. Ya han gozado lo que han elegido.

Necesitamos aprovechar el tiempo de nuestra vida para ahorrar un verdadero tesoro que sea eterno y pleno, y eso sólo lo lograremos estando vigilantes y en actitud de vivir esa vida según la Voluntad de Dios.
#alaluzdelespiritu

lunes, 22 de octubre de 2018

CUANDO PIENSAS EN TUS SEGURIDADES

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Lc 12,13-21
Posiblemente, la necedad consiste en ignorar la realidad. Alguien que piense que por tener dinero o bienes está seguro peca de necio, porque eso es falso. La seguridad de tu vida, que es la principal, no depende de tu dinero ni de tus bienes. Ni siquiera de tu poder. Hombres muy ricos se mueren todos los días. Sí, posiblemente puedas argumentar que el dinero, bienes o poder pueden ayudar, pero eso no te asegura nada. Tu vida no está en tus manos y en cualquier momento te la pueden reclamar.

Muchas familias se enfrentan a la hora de repartir la herencia, y, también, muchos socios a la hora de repartir dividendo y resultados. Toda repartición tiene problemas y enfrentamientos que suelen terminar mal y con duros enfrentamientos. ¿Por qué sucede esto? La causa es la ambición y la necedad de pensar que cuanto más tienes más seguro estás. Jesús, en el Evangelio de hoy no llama malvado a aquella persona sino "necio". Es decir, ignorante que no sabe lo que realmente debe saber.

¿Es qué no te das cuenta donde termina la vida de los que te han precedido? ¿Es que no observas como envejecen las personas y mueren? ¿Dónde creer ir tú cargado de dinero o bienes? Es esa la cuestión. Parece que el mundo duerme y que está sometido al poder del diablo, porque corren y se afanan en cosas vanales y caducas. Sólo interesa una cosa, Dios, que te ama y te da Vida Eterna. Todo lo demás, aunque se necesita, son simplemente menudencias que no arreglan nada. Basta muy poco para vivir dignamente. Mejor repartir para ganar el gozo y la felicidad de la vida del alma, esa que nunca termina.

domingo, 21 de octubre de 2018

NO SE NOS QUITA DE LA CABEZA

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Mc 10,35-45
Podemos repetirlo y asegurarlo una y mil veces, pero no se nos quita de la cabeza. Es algo que está en nuestros genes del pecado. Algo por lo que estamos manchados y tentados. No podremos evitarlo por nuestras propias fuerzas y eso explica la corrupción que hay a pesar de los riesgos y peligros a los que nos exponemos. No tenemos sino ver que arriesgamos a cada instante nuestra propia salvación al caer en el pecado.

Somos débiles, esa es la conclusión a la que tenemos que llegar, y si no descubrimos esta debilidad estaremos a merced del príncipe de este mundo que nos esclaviza y somete. Porque, al descubrirnos débiles nos reconocemos pecadores y, humildemente, recibiremos la Misericordia de nuestro Padre Dios que nos busca para redimirnos y liberarnos del pecado.

Ese es el objetivo del Señor, redimirnos y liberarnos del pecado y, para eso, entrega su vida y se abaja hasta ser el humilde servidor de todos. 

Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

sábado, 20 de octubre de 2018

A LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO

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Lc 12,8-12
Con esa tranquilidad que da el sabernos asesorados y asistidos po el Espíritu Santo nos damos a la labor apostólica que cada uno tiene encomendada. Es cierto que no a todos se nos encomienda lo mismo, para eso, nuestro Padre Dios, repartio talentos y envía a misiones, pero a todos nos da lo mismo, su gran Amor.

Unos experimentamos que podemos hacer mejor algunas cosas que otras, pero todas nos exigiran esfuerzo, riesgo y hasta miedos. Nada se hace fácil. Pero, a todos, nos ha dado lo suficiente y lo que necesitamos para cumplir con lo que nos ha sido encomendado. Sin embargo, a pesar de eso no podemos evitar la responsabilidad y riesgos que nos salen al paso, amén de nuestras debilidades y pecados.

Pero, sin lugar a duda, es un gozo experimentar e imaginar vernos defendidos por el más grande de los abogados, porque, su Palabra es Palabra de Vida Eterna y siempre es veraz y cumplimiento. Y esa es la fuerza que nace dentro de cada uno de nosotros, sus seguidores, para alzar la voz, transmitir y proclamar que Jesús es el Hijo de Dios hecho Hombre.

El Espíritu Santo es la fuente del perdón y el agente de toda vida cristiana. Él es el asesor, el auxilio que nos revela el amor y la presencia de Jesús, y nos da valor para confesarle y proclamarle. Es el que nos transmite y da todos sus dones y nos fortalece cada día en nuestra lucha con las tentaciones y peligros que el mundo nos pone en el camino. El nos alumbra e ilumina poniendo en nuestra boca las palabras que tengamos que decir para y por nuestra defensa y evangelización.

Y esto no quiere decir que todos responderán, sino sólo aquellos que abran sus corazones y escuchen su Palabra, pues libres hemos sido creados. Así dice el Señor, - el que tenga oídos que oíga -

viernes, 19 de octubre de 2018

ADVERTENCIAS

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Jesús trata de despertarnos y nos advierte de muchos peligros en los que solemos caer. Uno de ellos es la hipocresía, vivir en la apariencia y en la mentira. Nada de esto se sostiene porque la verdad siempre se sabrá. Al final todo lo oculto sale a la luz, por lo tanto, perdemos el tiempo cuando queremos tener doble vida, pues los primeros engañados somos nosotros.

El camino del cristiano está lleno de peligros, pero el mayor peligro no es la integridad física, sino el alejarnos de Dios. El sufrimiento y perder la vida es algo a lo que tememos, pero lo afrontamos con la esperanza de la Resurrección. Y esa es la vida que debemos cuidar por encima de la que ahora tenemos en este mundo. Porque, estamos llamado a otro mundo, al mundo del Reino de Dios. Ese mundo al que Jesús ha ido, para prepararnos una mansión, y volverá para llevarnos a ella.

Nuestra razón es limitada y no alcanza a comprender muchas cosas, y menos la grandeza de Dios. Por eso somos libres y tenemos que confiar en Él. La fe es algo que debemos pedir incesantemente y con insistencia abriéndonos y confiando en su Palabra. Jesús nos revela el amor del Padre y nos asegura la vida y gloria que nos tiene reservada para cada uno de los que en Él creen.

jueves, 18 de octubre de 2018

EL LEGADO DE LA IGLESIA

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A la hora de discutir con mucha gente que se inventa otras historias y siguen a otros seguidores que cuyos datos datan de 1.879 u otras fechas, me pregunto dónde estaban en el momento del anuncio de la Buena Noticia. La Iglesia, a pesar de sus pecados ha sido la encargada de recoger de mano directa esos testimonios que los apóstoles, que vivieron con Jesús, transmitieron a sus inmediatos seguidores. 

Precisamente, San Ignacio de Antioquía, festividad que celebramos ayer, data del siglo dos. Ignacio fue el segundo sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia de Antioquía. Condenado a morir devorado por las fieras, fue trasladado a Roma y allí recibió la corona de su glorioso martirio el año 107, en tiempos del emperador Trajano. para más señas históricas. Ya en el siglo IV, se celebraba en Antioquía su memoria el mismo día de hoy. Y hay más, por ejemplo Policarpo de Esmirna y, a los autores (hasta ahora desconocidos) de la Didaché, la Carta a Diogneto y el Pastor de Hermas.

No se saca la Iglesia nada de la manga. El Papa Francisco es directo sucesor de Pedro, y eso está avalado y fundamentado en el Magisterio de la Santa Madre Iglesia. Eso no descarta las vicisitudes que la Iglesia ha pasado a lo largo de su camino. Hay muchos pecados, porque está dirigida por pecadores, que, en muchos momentos, son tentados y vencidos y cierran sus corazones a la acción del Espíritu Santo. Y nada se debe ocultar. Todo debe quedar claro, porque la verdad siempre reluce.

Pero, no cabe ninguna duda que nuestra verdadera Iglesia viene fundamentada en la transmisión de los apóstoles. Porque, es de sentido común: cuando ya los primeros testigos iban desapareciendo y la memoria se iba debilitando, los evangelistas recogieron los recuerdos y las tradiciones y las pusieron por escrito para alimento espiritual de las generaciones siguientes (del Evangelio de cada día - ciclo B - 2018).

miércoles, 17 de octubre de 2018

EL SEÑOR DESDE SU LIBERTAD SEÑALA LA INCOHERENCIA

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Lc 11,42-46
Cuidado con nuestras palabras, porque todo aquello que decimos hace efecto y contagia cuando se cumple y se vive, cuando es parte de nuestro ser y obrar de cada día. Pero, ocurre todo lo contrario cuando no es así, cuando la palabra señala una dirección y la vida va por otra. Entonces la palabra no llega porque la vida le impide llegar al corazón de los que la escuchan.

Por eso, Jesús, el Señor, habla con claridad y seguridad. Él es libre y está por encima de todas estas apetencias y esclavitudes que le pueden señalar. Él domina la situación y sabe quienes no cumplen, no con las leyes y los impuestos, que sí que hay que hacerlo, sino con la vida. Y sabe que sus palabras no van en coherencia con sus vidas. Y los señala.

«¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!».

Y no estamos fuera de esas actitudes señaladas nosotros, porque, como pecadores y humanos, caemos también en esas faltas e hipocresías. Pero, lo importante es que podemos mejorar. El Señor nos descubre, pero también nos invita a mejorar, a ser más coherentes y más auténticos para que nuestra palabra vaya de acuerdo con nuestra vida. No podemos quedarnos pasivos e instalados, ni creernos los buenos tal y como le replicó un maestro de la ley: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

martes, 16 de octubre de 2018

LAS APARIENCIAS NO TIENEN SENTIDO

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Lc 11,37-41
La vida es algo más que reglas y preceptos. Es obvio que se necesitan y son de gran ayuda, pero si el precepto no va acompañado de la vivencia es que algo falla y se falsea en la vida. Porque, las apariencias no tienen sentido, son un engaño y una mentira. Hoy dices sí y mañana no. Todo va según los intereses y conveniencias. 

No se puede vivir de las apariencias exteriores, porque lo que va por dentro es lo verdaderamente auténtico. No se es lo que se parece y aparenta, sino lo que realmente se muestra interiormente cuando habla el corazón. Jesús hace hincapié en esa doble vara de medir de los fariseos, y les descubres en sus apariencias y falsedades ante sus faltas de coherencia en la vida. Por un lado se muestran cumplidores ante la ley, pero, por otros se conducen según sus intereses y caprichos.

No limpia su corazón interiormente sino se cuidan de aparentar exteriormente y de parecer lo que realmente saben que no son. Sólo les interesa ser vistos y admirados sin importarles los demás. Miran para otro lado ante el sufrimientos de los marginados o necesitados. No se preocupan de limpiarse por dentro ni de purificar sus malos pensamientos. Se sienten importantes por su poder y por ocupar los primeros puestos sin importarles las necesidades de los demás.

Se trata de limpiar nuestro corazón y poner a disposición de los más necesitados lo que hemos recibido y guardamos en nuestro corazón. Se trata de compartir y sacar al exterior lo bueno de nuestro interior, los buenos sentimientos que dignifican al hombre y alivian a los necesitados. Se trata de cumplir dando ejemplo y testimonio de misericordia y de amor.

lunes, 15 de octubre de 2018

COMO NIÑOS

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Mt 11,25-30
Todos hemos crecidos desde aquel momento que hemos sido fecundados en el seno de nuestras madres y recibido el aliento de Dios infundiéndonos un alma inmortal. Y hemos crecidos por el amor de nuestros padres, que Dios ha puesto a nuestros cuidados y protección. Ellos, respondiendo al amor de Dios y por su Gracia, nos han amado también a nosotros, sus hijos, y, no sólo nos han cuidado, protegido y educados, sino que nos han ido enseñando y transmitiendo todo lo que necesitábamos saber en cada momento.

¿Y nosotros? ¿Hemos sido obedientes? En esa medida habremos aprovechado mejor el tiempo y aprendido muchas cosas. Porque, como niños obedecemos a nuestros padres y nos fiamos de ellos. Sabemos que nos quieren y que se dejan la vida por educarnos y darnos lo mejor para nosotros. Esa es la actitud que Dios, Padre nuestro, quiere de sus hijos, y por eso, Jesús, el Hijo enviado a revelarnos el amor del Padre, nos revela sus intenciones.

Y nos advierte que tendremos que ser como niños, es decir, obedientes, humildes y sumisos a la acción del Espíritu Santo, que, enviado por el Padre, nos va auxiliando, enseñando y dándonos la sabiduría necesaria a cada instante para que sigamos el camino recto según la Palabra y la Voluntad de Dios. Igual que hemos aprendido de nuestros padres de la tierra, también hemos de aprender de nuestro Padre del Cielo, y, para ello, necesitamos ser humildes y abandonarnos en las Manos del Espíritu Santo.

Ese ejemplo nos lo da Santa Teresa de Ávila, que, abandonada en el Señor, supo asumir y recibir toda la sabiduría que la llevó a ser doctora de la Iglesia. De ella tomamos su testimonio de caminar tras los pasos de la Sabiduría Absoluta, Jesús, nuestro Señor, el Hijo de Dios hecho Hombre. No hay otro camino. Sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

domingo, 14 de octubre de 2018

ATADOS A LAS RIQUEZAS

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Mc 10,17-30
Todos sabemos que cuanto más tenemos más queremos, y también que nos cuesta desprendernos de lo que tenemos. Entre otras cosas, la principal es que nos encontramos seguros con las riquezas, y también importantes. Creemos que siendo rico gozaremos mejor de todos los privilegios de este mundo y seremos felices. Sin embargo, la experiencia no es la que nosotros creemos.

La riqueza te esclaviza y te da más inseguridad que seguridad. Todos te buscan, pero no para darte su amistad, sino para falsearla y buscar la manera de sacar tajada de ella. Y eso te da inseguridad y preocupaciones. Al final vives preocupado por guardar todo lo que tienes. Esa esclavitud te lleva a olvidarte de Dios y a pensar que tú lo tienes todo, poder y riqueza, y que no necesitas nada de nadie ni de Dios. Y te será difícil entrar en el reino de los Cielos.

El Evangelio de hoy trata de eso y Jesús lo dice claramente: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Le sucedió a ese hombre rico que se le acercó y a su pregunta Jesús le invita a vender todo y a seguirle. Y también te sucede a ti. El Señor te invita a seguirle y a dejarlo todo. Pero, hay que entender bien, dejarlo todo no significa lo que, quizás, todos pensamos, sino dejar a ese hombre viejo que mora en ti y transformarte en ese hombre nuevo que quiere Jesús. Ese hombre nacido del Espíritu con un corazón nuevo.

Deja tus manías; deja tus vicios; deja tu mal carácter; deja tu egoísmo; deja tu individualidad; deja tu pereza; deja tu soberbia; deja tu radicalidad; deja tus malos pensamientos; deja tu pasividad; deja tu impaciencia; deja tu mal humor; de tu cerrazón; deja de idolatrar tu dinero y comparte. Se trata de dejar muchas cosas que nos impide tener un corazón abierto, desprendido, amoroso y disponible para amar y hacer el bien.

sábado, 13 de octubre de 2018

LO MÁS IMPORTANTE

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Lc 11,27-28
Podemos hacer una doble lectura o reflexión sobre el Evangelio de - Lc 11,27-28 - y ver que Jesús da mayor importancia a hacer la Voluntad de su Padre Dios que al vínculo carnal con su Madre. No es lo más importante ser la Madre de Dios, sino la respuesta afirmativa a su Voluntad lo que hace la grandeza de María.

Ella es la Madre, pero, lo es porque, primero ha accedido a fiarse del Señor y a entregar todo su ser a la Voluntad de Dios. Ella es la Madre, porque ha dado su vientre para morada del Hijo de Dios obedeciendo su Voluntad. Ella es tan grande porque se ha humillado ante la grandeza de Dios y le ha respondido con su Fiat - "Hágase en mí tu Voluntad -.

María es entonces, y no antes de su respuesta, la llena de Gracia, la elegida y la humilde. María es entonces la bienaventurada y dichosa, porque cree, cumple y obedece la Voluntad de Dios. Bienaventurada eres María, Madre de Dios y Madre nuestra. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, nuestro Señor Jesús. Amén.

viernes, 12 de octubre de 2018

A LA ESCUCHA DE LA PALABRA

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Es muy importante escuchar la Palabra de Dios. Diría más que importante - Vital - porque de esa escucha se desprende tu felicidad y gozo eterno. Y es que no hay otro camino sino el escuchar la Palabra de Dios para llegar a Él. 

Por eso, supongo que Jesús al oír encantado ese hermoso piropo - «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». - que significaba la importancia de su Madre en su vida, añadió - «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».

Porque, eso es lo verdaderamente importante. Por medio de la escucha de la Palabra llegamos al conocimiento de Dios y, por su Gracia, recibimos la fe que nos da la fuerza para vivir en su Palabra. Dichosa es María, la Madre de Dios, porque ella vivió en su Palabra y aceptó su Voluntad. La dicha de María le viene por su obediencia y su fe en la Palabra del Señor, que la llena de Gracia y la hace Madre de su Hijo Unigénito y corredentora con Él para la salvación de todos los hombres.

Imitemos a nuestra Madre, María, para que como ella sepamos escuchar la Palabra, encarnarla en nuestra vida y permanecer apoyada en el pilar, símbolo que fundamenta toda nuestra vida de creyente. Ella se apoya en la roca - pilar - que es su Hijo y se mantiene firme ante todos los vaivenes que la vida nos pone en nuestro camino. 

Es dichosa precisamente por eso, porque su camino está apoyado en la Roca, hoy Pilar que festejamos en su nombre y que nos sirve de testimonio y ánimo para seguir también nosotros apoyándonos en nuestro camino.

jueves, 11 de octubre de 2018

LA INSISTENCIA MANIFIESTA EL INTERÉS

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Lc 11,5-13
Las necesidades no se piden una sola vez, sino que se insiste hasta la saciedad. Precisamente, esa insistencia nos descubre nuestro interés y la fe que tenemos en ello. Porque, cuando una cosa no se desea tanto tampoco se insiste demasiado. Se pide una vez, y quizás no muy alto, y si no se consigue no se vuelve a pedir.

Pero, cuando nos va la vida en ello, la insistencia se repite sin descanso. No significa esto que molestemos, sino que nuestra actitud es la de estar atentos en la solicitud de pedir, de llamar y buscar. Y más cuando confiamos en un Padre que todo lo puede, que nos ama y quiere salvarnos. Es eso lo que Jesús, el Hijo del Padre, nos revela y descubre. Nos anima a pedir, a llamar y a buscar: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Ahora, podemos preguntarnos, ¿qué ocurre que no he recibido todo lo que he pedido? La pregunta está mal planteada. Mejor decir: ¿dame, Señor, aquello que me conviene y que yo no sé pedir? Porque, pedimos según nuestros caprichos, apetencias y razón humana, y cosas que posiblemente no nos ayudarán a madurar sino a perdernos. 

Sucede lo mismo con lo que nos dan para nuestro crecimiento y desarrollo. Hay cosas que no nos gustan ni nos apetece el esfuerzo y trabajo, pero, luego, más tarde damos gracias por habernos obligados a hacerlos. Muchas cosas no entendemos, pero, luego, razonando vemos que es lo que tenía que ser. Lloramos la muerte de un ser querido, pero, resulta que a todos, tarde o temprano, nos llega la muerte. Lo mejor es ponernos en Manos de Dios, el único que sabe lo que nos conviene.

miércoles, 10 de octubre de 2018

SIN RODEOS Y AL GRANO

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Lc 11,1-4
A veces nos perdemos intentando adornar nuestras oraciones, hasta el punto que nos cuesta iniciarlas y optamos por dejarlas. Una oración no es sino una simple petición. Necesitas ayuda, asistencia, auxilio, y lo pides. Ese es el núcleo de toda oración: pedir lo que necesitamos, es decir, el pan de cada día. Implorar perdón por nuestras faltas y fallos - pecados -  y solicitar protección, es decir, librarnos del mal y de las tentaciones que este mundo nos pone.

En estas tres premisas se fundamenta el núcleo de nuestra oración, y Jesús nos lo dejó bien claro y explicito en la oración que nos enseñó:  el Padrenuestro. Es una oración que nos marca un estilo de vida y una forma de vivir. Es una oración que expresa nuestra vivencia diaria y nuestra forma de compartir y comportarnos en el vivir de cada día. Es una oración que nos descubre que todos tenemos un mismo Padre y un mismo origen, y que, por supuesto, somos hermanos e iguales.

Eso nos compromete a ser fraternos y compasivos los unos con los otros. Y a compartir una misma fe y una misma fiesta al santificar al Padre de todos, nuestro Padre Dios. Nos invita a estar en íntima conexión con el Padre al que le pedimos por todas nuestras necesidades, y eso se necesita, valga la redundancia, todos los días. Por lo tanto, la frecuencia de esa petición es, no sólo diaria sino a cada instante, sobre todo porque necesitamos hacer su Voluntad, no la nuestra que está sujeta al error y a la equivocación.

Y, conscientes de que nos equivocamos y faltamos a cada momento, pues nuestra debilidad es manifiesta, necesitamos rogarle que tenga misericordia de nosotros que el Señor nos la da gratuitamente en la medida que tú y yo también la damos a nuestros hermanos en la fe. Y  todo eso se vive cada día, de ahí que la oración del Padrenuestro la vivimos y la tenemos presenta a diario. Es nuestro estilo de vida.

martes, 9 de octubre de 2018

ORACIÓN Y OBRAS

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Lc 10,38-42
La vida es camino y hay que vivirla en la medida que caminas, porque, de no hacerlo  quedaría parado y, si no caminas no vives. Parado difícilmente se puede vivir. Y hablamos de parado cuando la vivencia de tu vida se estanca, se paraliza y se refugia y queda en ti, y no compartes, no te abres y enriqueces en la relación con los otros. No te das la oportunidad de amar con signos y obras que lo manifiesten.

De la misma forma, los frutos se dan cuando los sarmientos permanecen injertados en la vid. De ella recogen la fecundidad que luego dan a los frutos. La conclusión es que, si no hay injerto en la vida tampoco hay frutos. Podemos decir que los frutos son efectos del riego de la vid y, de la misma manera nuestras obras también serán efecto de nuestra relación con Dios.

Y eso se manifiesta y realiza con la oración. Ella es el agua que, no sólo riega nuestro corazón, sino que lo abona y los fertiliza cosechando  los dones necesarios para convertirlos en buenos frutos necesarios para el testimonio de nuestra fe. Porque, sin obras nuestra fe permanece seca hasta que llega a desaparecer.

Son necesarias en nuestra vida ambas actitudes, la de Marta como la de María, pero siempre priorizando que la de María es primordial, porque sin la Vida no habrá frutos, al menos esos frutos que requiere la vida cristiana y son producto del Amor de Dios.  Porque es la escucha de la Palabra la que nos da la sabiduría, fortaleza y la Gracia para, aplicándola a nuestra vida, dar esos hermosos frutos que testimonian el verdadero amor.

lunes, 8 de octubre de 2018

SE TRATA DE AMAR

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Lc 10,25-37
Podríamos decir que para heredar hay que amar. Y amar en clave de ágape, es decir, de entregar la vida por el otro. Y el otro puede ser tu amigo, tu ser más cercano o tu enemigo. El otro es aquel que te necesita y que depende de ti en ese momento. Posiblemente quedemos desnudos ante estas Palabras de Jesús.

Porque, cuántas veces hemos justificado nuestra escucha y atención a otros poniendo delante nuestros compromisos y obligaciones para evadir tal asistencia o escucha tan necesaria por ese al que llamamos prójimo. Es posible, también, que no sepamos discernir dónde tenemos que poner el acento en muchas circunstancias y momentos de nuestra vida, pero, es verdad también que solemos dar carpetazo a muchas ocasiones donde la atención y ayuda al otro es lo primero que tenemos que atender.

De cualquier forma la receta está bien explicada. Conocemos y sabemos que tenemos que hacer, aunque nuestras fuerzas, para ejecutar lo mandado, sean débiles y muy frágiles, y fácilmente vencibles por las tentaciones que nos impiden cumplir con lo mandado y con lo que a nosotros nos justaría. Y lo experimentamos en nuestra propia vida cuando, sabiendo lo que nos prohibe el médico, lo incumplimos poniendo en riesgo nuestra propia vida. Si hacemos eso con nuestra salud, cuánto más con nuestra salud espiritual que nos parece más lejana y difícil de entender.

Ésta es la realidad de nuestra vida. Nuestra herencia de Vida Eterna dependerá de nuestra capacidad para tomar conciencia que todo lo que hagamos a quien lo necesite será un fuerte abrazo a Xto. Jesús y un puñado de puntos para garantizar tu herencia eterna. De todas formas en eso consiste todo, en amar como Xto. Jesús nos ama.

domingo, 7 de octubre de 2018

CONOCIMIENTO Y COMPROMISO

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Mc 10,2-16
La unión de dos personas puede realizarce por diversos intereses y conveniencias. Pueden relacionarse por asuntos económicos, mercantiles o deportivos, pero también, caso de tratarse de hombre y mujer por un compromiso de amor. Y digo, hombre y mujer, porque fuera de ese parámetro estamos hablando de desviaciones o intereses humanos donde el hombre quiere meter la mano y dirigir la creación.

Hay un sólo Creador y desde el principio, ante la pregunta que hacen los fariseos refiriéndose a que Moisés les permitió repudiar a la mujer, Jesús les responde: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre».

El matrimonio es una vocación a la comunidad por un compromiso amoroso. Es una vocación al compartir todo desde los sentimientos hasta la pasión y a prolongar ese compromiso de amor en los hijos. Abiertos a la vida. Es la escuela de amor donde los esposos maduran su compromiso y donde tienen la oportunidad de darse, de soportarse, de entenderse, de sacrificarse, de crecer como personas y de ser un ejemplo para sus hijos. Es la unidad familiar célula de los pueblos, pues ellos están formados por familias que se establecen en un lugar formándolos. 

Y dependiendo de como sean esas familias serán también los pueblos. La importancia del matrimonio es fundamental para la justicia, la verdad y la paz en los pueblos. Es un importante reflexión la que debemos hacer a este respecto, porque de ello dependerá el futuro de nuestros hijos. Y, por cierto, de ellos podemos aprender mucho, porque de su ternura, transparencia, pureza e inocencia necesitamos llenarnos, pues, «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él».

sábado, 6 de octubre de 2018

GRACIAS, SEÑOR, POR LA FE

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Frecuentemente nos entusiasmamos al escuchar la Palabra de Dios. Nos viene a la memoria la parábola del sembrador y las diferentes opciones que se producen al sembrar la Palabra. ¿Dónde estamos situados nosotros? Sería necesario e importante reflexionar y discernir nuestra situación? Porque, ocurre, que a veces nuestro entusiasmo, por nuestra capacidad o virtudes, y por nuestra fuerza de voluntad, para anunciar la Buena Noticia,  se queda conservada y guardada en nosotros mismos.

¿No pecamos de egoístas y de no compartir los talentos y sabiduría recibido? Nuestra alegría no debe refugiarse ni apoyarse en ese espontáneo entusiasmo ni en los posibles frutos de nuestras primeras acciones, sino que debe estar apoyada en la toma de conciencia de que nuestros nombres están escritos en el Cielo. Es ahí dónde debe estar apoyada nuestra alegría y nuestro gozo, porque todas nuestras obras son consecuencia del Poder de Dios que actúa a través de nosotros.

Y yo, Señor, me agarro fuertemente a tu Palabra y, creyéndomela, me regocijo y me alegro. Gracias, Señor, por regalarme la fe y el poder de saborear tu Palabra cada día. Y la posibilidad de discernirla, reflexionarla y transmitirla cada día. Gracias por poder compartirla y recibir el eco de unos hermanos en la fe que la enriquecen y la prolongan hacia otros lugares. Y gracias porque compartiéndola se fortalece y se acrecienta nuestra fe cada día por la Gracia de tu Espíritu.

Sí, Señor, es verdad. Me alegro por sentirme elegido y porque deseo enormemente responder a esa elección. Sí, Padre, me alegro porque me tienes entre los tuyos, al menos yo quiero y deseo eso y me gusta pensarlo. Y porque sé que todo me viene de Ti. Gracias, Señor, porque soy consciente de tu presencia y del regalo y tesoro más grande que el hombre puede encontrar. Sí, Padre,  mi alegría descansa en tu Gracia y en saberme llamado, elegido y perdonado por tu Infinita  y amorosa Misericordia.

viernes, 5 de octubre de 2018

NUESTRO PADRE ESTÁ EN EL CIELO

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Mt 7,7-11
¿Por qué lo dudas? ¿No sabes que tienes a tu Padre Dios en el Cielo y que te acompaña en tu camino por este mundo terrenal? ¿No conoces y sabes que Él te lo ha dicho? Si es así procura conocerlo porque te va en ello la vida, la verdadera Vida Eterna.

En el Evangelio de hoy, Jesús, nos invita a pedir al Padre del Cielo lo que necesitamos. Ya lo decimos en el Padrenuestro cuando le decimos: ...danos hoy nuestro pan de cada día... Ocurre que nosotros no sabemos ciertamente, aunque creamos que sí, lo que realmente nos viene bien. ¡Cuantos negocios fracasados!; ¡cuantos errores y equivocaciones en nuestras tomas de decisiones! A veces acertamos y no sabemos cómo y otras fallamos porque realmente no sabemos que realmente nos conviene.

Por eso, no sólo hay que pedir al Padre bueno del Cielo sino abrirnos a su Voluntad y aceptar lo que nos dé, porque todo lo que viene de Él es lo mejor y lo que más nos conviene para nuestra vida, para la vida realmente importante. Porque, eso es lo que interesa, salvar la vida, no la de este mundo que perece, sino la Vida Eterna, la que nos aguarda al final del camino de este mundo y la que será para siempre. Es eso lo importante, ser feliz eternamente.

Jesús nos advierte hoy esa actitud de pedir, de llamar y de buscar, porque los hijos les piden a sus padres y nosotros tenemos al mejor Padre que lo puede todo y nos regala todo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

jueves, 4 de octubre de 2018

TODOS SOMOS ENVIADOS

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Desde que fuiste bautizado empezó tu misión. Proclamar el Evangelios es propio de todo creyente, pues en su bautizo quedó configurado como sacerdote, profeta y rey, y eso invita a responder a tu compromiso de fe. Un compromiso que debe ser vivido en cada instante de tu vida, ya sea en la familia, en el trabajo como en los momentos de descanso y ocio. La fe no es algo que se utiliza para ponérsela en momentos puntuales y actos religiosos y dejarla luego cuando estamos en el trabajo, familia o con los amigos.

La fe es la respuesta de y con tu vida junto a los demás. Una respuesta de amor contraria y contra corriente a la sociedad donde vivimos. Una respuesta donde los valores que nos presenta el mundo son contrario a los valores que presentamos los que seguimos a Jesús. Ante el éxito y la fama que representa el poder y la riqueza, el creyente debe anteponer el amor gratuito y desinteresado al más débil, al pequeño y al marginado.

Y eso lo puedes vivir en todo momento, pues se nota cuando tu disponibilidad está al servicio de los más pobres, de los sin voz, de los débiles y pequeños. ¿Qué esa actitud ocasiona problemas y dificultades? Indudablemente, siempre la defensa del más desvalido, pobre y débil trae dificultades, porque los poderosos y egoístas se los quieren tragar y los utilizan y explotan. Por eso, se hace necesario rogad al Padre para que mande obreros a su mies, pues es abundante y los obreros pocos.

miércoles, 3 de octubre de 2018

EL COMPROMISO DE SEGUIR A JESÚS

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Lc 9,57-62
Cuando decides seguir a alguien entiendes y supones que tu vida da un giro total y queda supeditada a ese que sigues. Seguir significa aceptar su mensaje y vivir de acuerdo con lo que propone esa persona. Seguir a Jesús cambia toda tu vida y la orienta al amor, porque Él es Amor y Camino, Verdad y Vida.

No es fácil seguir a Jesús, eso lo deja muy claro el mismo cuando dice: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Eso supone renuncias y no acomodo que nos instala en este mundo y corta nuestra actitud de disponibilidad y entrega. No podemos quedarnos entre dos aguas y con una mano tratar de seguir al Señor y con otra acomodarnos en la comodidad, valga la redundancia, de este mundo.

Seguir a Jesús nos exige anteponer su Evangelio por encima de todo lo demás y dedicar nuestra vida a manifestarlo de obra y de palabra. Y es que con frecuencia nos absuelve muchas cosas que nos seducen y que se anteponen ante nuestro seguimiento al Señor. Queremos estar bien con el mundo, tener éxito y poder, pero también estar a bien con Dios justificándonos muchas veces  y anteponiendo muchos intereses propios a nuestro seguimiento a Jesús.

Cuántas veces no nos hemos justificado ante una respuesta al Señor justificando nuestras ocupaciones y compromisos. Debemos pedir luz para saber discernir lo que es prioritario y a lo que debemos responder con prontitud y sin justificaciones, porque «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».