martes, 30 de abril de 2019

¿NOS DEJAMOS DIRIGIR POR EL ESPÍRITU SANTO?

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Jn 3,7-15
Quizás recibimos el bautismo y no incide de una forma decisiva en nuestra vida. Es decir, nos bautizamos y seguimos la misma forma de vida. No ha cambiado nada y, siendo los mismos, seguimos haciendo lo mismo. Y eso debe ser entendido como una mala señal o un mal signo. Porque, si por el bautismo nuestra vida sigue igual a como era antes de bautizarnos y no sufre ninguna transformación hacia una Vida Nueva, significa que le hemos cerrado la puerta al Espíritu Santo.

Y de eso somos nosotros directamente los responsables. Porque, se nos ha dado desde lo alto la capacidad para elegir y aceptar o no la acción del Espíritu Santo. Si bien, el hecho de bautizarnos debe ser signo de que hemos aceptado el recibirlo y darle la libertad de que actúe en nosotros. Pero, al parecer eso no sucede y comprobamos que muchos bautizados siguen luego sus propias iniciativas o apetencias sin tener en cuenta la acción del Espíritu Santo.

Precisamente, hoy nos lo aclara Jesús en el Evangelio: En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu»

Nosotros podemos entender a que se refería Jesús, pues tenemos ventaja sobre Nicodemo y que nuestra Madre, la Iglesia nos lo ha enseñado y explicado. Pero, esa ventaja no significa que hayamos abierto nuestro corazón al Espíritu, sino que, peor aún, sabiéndolo lo tengamos cerrado a su acción. Y eso es muy grave para nuestra salvación. Dependerá, pues , de nosotros que el Espíritu Santo actúe y nos transforme, porque siempre respetará nuestra libertad en aceptarlo o no.

Recibir el bautismo significa que aceptamos y queremos ponernos en Manos del Espíritu para que, recibiéndolo nos transforme y nos dé esa Vida Nueva que viene de lo Alto y de la que nos habla Jesús. Una Vida Nueva que nos va a dar Vida Eterna en plenitud. Una Vida Nueva que transformará toda nuestra vida terrenal en los diferentes estados de profesional, cultural, deportivo, lúdico, familiar y, sobre todo, de piedad. Una Vida Nueva que se ve transformada y tocada por la Gracia de Dios.

lunes, 29 de abril de 2019

SEÑALES QUE DESCUBREN TU DIVINIDAD

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Mt 11,25-30
La Resurrección, Señor, deja con claridad meridiana la demostración de su Divinidad. Nadie tiene poder sobre la muerte, y Tú, Señor, eres Señor de Vida y de Muerte. Y es que sin Ti perdemos la vida y entramos en las tinieblas y la perdición. De nada nos valdría ganar este mundo si realmente perdemos la eternidad en plenitud de Vida gozosa en tu presencia.

Sin lugar a duda vamos experimentado, incluso por nosotros mismos, que son los sencillos, los humildes, sean de la condición que sean, los que se abren a la acción del Espíritu Santo y aceptan la filiación divina que nos viene de nuestro Padre Dios. O dicho de otra forma, sólo desde la humildad somos capaces de creer en Dios, nuestro Padre, y aceptar que Jesús es su Hijo, el enviado, para enseñarnos el camino hacia el Padre. 

Y esto lo va descubriendo nuestro Señor Jesús por su propia experiencia humana. Se va dando cuenta que su Palabra es aceptada por la gente sencilla, la que gente que se sabe creada por Dios y que cree que el Padre ha enviado a su único Hijo, el Mesías, encarnado en Jesús, para liberarnos de la esclavitud del pecado y enseñarnos el camino hacia la Casa del Padre. Y Jesús lo expresa de una manera extraordinaria y agradecida cuando dice: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Y consciente de nuestras debilidades y esclavitudes, el Señor nos invita a seguirle y a imitarle. A tratar de esforzarnos en parecernos a Él, no partiendo de nuestras fuerzas, frágiles y debilitadas por nuestra soberbia, por nuestra prepotencia y avaricia, sino descansados y apoyados en el Señor. 

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

domingo, 28 de abril de 2019

SE ACERCA EL MOMENTO DE LA BUENA NOTICIA

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Jn 20,19-31
Están todos los discípulos reunidos y convencidos de que Jesús, el Señor, ha Resucitado. Pero, todavía no han recibido el Espíritu Santo que los fortalecerá y les dará la sabiduría para proclamar la Buena Noticia. Mantienen las puertas cerradas por miedo a los judíos y no están preparados para el anuncio de la Buena Noticia. Se acerca, pues, el momento para que sean enviados por el Señor a esa proclamación. 

Es el primer día de la semana y Jesús se aparece entre ellos estando las puertas cerradas. Y les muestra sus Manos y Costado. Ellos se alegran, pero no están todos. Falta Tomás, y cuando llega los discípulos y le hablan de Jesús, él no se cree nada. Exige meter sus dedos en sus llagas y costado para creer. ¿Nos identificamos con Tomás? Porque, sucede que a nosotros nos ocurre algo parecido. No terminamos de creernos que Jesús ha Resucitado, y, aunque no nos resistimos como Tomás, posiblemente, en lo más profundo de nuestro ser, no estamos del todo convencido.

Al menos, el estilo de nuestra vida no lo transparenta de esa forma. Y es que cuando uno está convencido de algo, nuestra manera de actuar se nota y transmite ese convencimiento. Es lo que sucede después cuando, estando Tomas, se aparece, a la semana siguiente, el Señor. Y llamándole le muestra sus llagas y costado para que introduzca sus dedos. La respuesta de Tomás no se hace esperar: «Señor mío y Dios mío».

Sabemos por el Evangelio la respuesta que dieron también los discípulos. Ahora falta la nuestra. ¿Estamos también nosotros a responder de esa forma? ¿O quizás no estamos todavía lo suficientemente convencido de ello? Posiblemente, necesitemos mucha más ayuda para irnos convirtiendo. Pero, no perdamos nunca la esperanza y la fe. Sigamos al pie del cañón injertados en el Señor y esperando pacientemente a que su Gracia nos vaya transformando. Eso sí, estemos abiertos a la acción del Espíritu y dispuestos a dejarnos llenar de Espíritu Santo.

sábado, 27 de abril de 2019

¿DÓNDE HACES VISIBLES TU FE EN CRISTO JESÚS?

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Mc 16,9-15
Confesamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios hecho Hombre, pero, ¿dónde y cómo lo proclamamos? Porque, podemos decir y confesar que creemos en Él, pero no basta sólo con la nuestras palabras sino que también deben ir en la misma dirección nuestro estilo de vida. Y eso significa, no tanto en las obras, que muchas veces salen al revés de las intenciones que nosotros pretendemos, sino en nuestras buenas intenciones por hacer presente en Reino de Dios en este mundo. De ahí que siempre tratemos de actuar y obrar desde la acción del Espíritu Santo.

Hoy, el Evangelio, nos habla de como muchos de los apóstoles con creyerón, al principio, a las mujeres ni a aquellos dos que iban de regreso a Emaús. Leemos como, a pesar de haber escuchado lo que el Señor les había dicho y visto sus obras, les cuesta creer en el testimonio de las mujeres y los de Emaús. ¿No está a nosotros también sucediendo eso? Esa es la pregunta que nos cuestiona y que debemos reflexionar sin dejar de estar presentes y pedir su auxilio ante el Espíritu Santo.

Porque, solos no sabremos encontrar respuestas ni quitarnos la venda de nuestros ojos mundanos que nos impiden ver el Rostro del Señor Jesús. No cabe duda que algo tendremos que poner de nuestra parte, pues hemos recibido desde la vida hasta nuestras capacidades y talentos. Y somos libres para poder decidir y optar por un camino u otro. Por lo tanto, debemos ponernos en ese camino de escucha, de atención y de estar vigilantes a la Palabra y enseñanzas del Jesús.

Y eso lo hacemos en la medida que nos acerquemos a Él; en la medida que nos esforcemos en escucharle y estar atentos a oírle con la buena intención de vivir esa Palabra escuchada y hacerla vida en nuestra propia vida. Así, poco a poco, iremos descubriendo la medida de nuestra fe al mismo tiempo que tratamos de proclamarla. Porque, de lo que viva en tu corazón rebozará y saldrá por tu boca en tus palabras.

viernes, 26 de abril de 2019

JESÚS SE LES APARECE POR TERCERA VEZ

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Jn 21,1-14
Con esta aparición a orillas del mar de Tiberiades es la tercera vez que Jesús se les aparece a sus discípulos. Sabe de sus dudas, igual que de las nuestras, y se nos presenta para alentarnos, disiparnos las dudas y fortalecernos en la fe. No podemos sino agradecérselos y sentirnos orgullosos, privilegiados y alegres por la presencia del Señor. Verdaderamente el Señor ha Resucitado.

Los apóstoles no le conocen. Está a orillas del Tiberiades y han salido a pescar sin ningún resultado. Han estado toda la noche pescando sin coger nada. Supongo que tendrían que resultarle muy extraño y hasta poner en duda la invitación de aquel desconocido para ellos que les invita a echar las redes a la derecha de la barca y asegurándoles que encontrarás pescados.

La sorpresa fue la esperada, porque, aunque con cierta incredulidad, ellos esperaban que sucediera algo. También nos sucede a nosotros muchas veces. Cuestinonamos nuestra fe, pero seguimos perseverando, frecuentando la Eucaristía y creyendo en el Señor. Tenemos dudas, pero, a pesar de eso seguimos adelante y echamos nuestras redes.Es verdad que quizás no vemos resultados, pero, de alguna manera intuimos que Jesús nos está mirando y sucederá algo importante que nos sostendrá firmes y gozosos junto a Él.

No tengamos dudas y echemos nuestras redes al mar de nuestras vidas confiados en la Palabra del Señor. Él nos invita a proclamar la Buena Noticia con nuestras propias redes, con esas redes de nuestros testimonios, de nuestros esfuerzos, de nuestras perseverancias, de nuestras pequeñas y humildes obras, de nuestros servicios. Obedezcamos sus invitaciones, porque Él quiere animarnos, darnos pruebas de su presencia y comer con nosotros invitándonos a la fracción del pan. Ese pan que Él transforma y su Cuerpo y ese vino que transforma en su Sangre.

Ese es nuestro alimento, el alimento que nos ayudará a perseverar y ser capaces de ir de orilla en orilla echando las redes de la Buena Noticia que nos anuncia que Jesús, el Señor, ha Resucitado. ¡Sí, verdaderamente el Señor ha Resucitado! ¡Aleluya!

jueves, 25 de abril de 2019

JESÚS SE LES APARECE A LOS APÓSTOLES Y CONFIGURA SU IGLESIA

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Lc 24,35-48
Estos cincuenta días Jesús los dedica a afirmar y consolidad su Iglesia. Se les aparece a las mujeres para que inicien el anuncio de la Buena Noticia, su Resurrección y sucesivamente se les aparece varias veces a sus discípulos para mostrarle todo lo que estaba profetizado sobre Él. Ya a los de Emaús les relata, desde Moisés, pasando por los profetas, hasta esos últimos días de su Pasión y Muerte. Y ahora toca mostrarle lo último, la Resurrección. Todo se ha cumplido.

Jesús apura sus últimos días, por decirlo de alguna forma, para instruir y alumbrar a sus apóstoles. Se les muestra y les invita a que palpen y toquen su Cuerpo y a comer con la intención de que disipen ese temor y esa idea de que es un fantasma. Y les da las últimas enseñanzas alumbrándoles y abriéndoles la mente para que comprendan lo que les dice: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».

Y también nosotros, a través de los apóstoles y la Iglesia ahora, recibimos el mensaje de la Buena Noticia. Un Buena Noticia de salvación que nos llena de gozo, alegría y esperanza. Una Buena Noticia que nos salva ya desde ahora, en este momento y en todos los días de nuestro camino hacia la Casa del Padre. Cristo, con su Resurrección nos ha salvado y, aunque todavía tengamos que sufrir y pasar dificultades hasta entregar nuestra muerte, sabemos que el final será la Gloria si permanecemos y perseveramos en Él.

Ese es el objetivo que no debemos ni podemos perder de vista. Cristo ha Resucitado y eso significa que también nosotros resucitaremos también. Esa mirada fija en Él a lo largo de todos los días de nuestro camino nos fortalecerá y ayudará a sostenernos firmes y perseverar.

miércoles, 24 de abril de 2019

CUANDO NUESTRO OJOS SE VUELVEN AL MUNDO PERDEMOS LA VISIÓN DE DIOS

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Lc 24,13-35
Cuando nuestras esperanzas las ponemos en el mundo nuestros ojos quedan cerrados a la presencia de Dios. Nos envolvemos en tinieblas y perdemos la vista de Jesús. Y sin Jesús nuestro horizonte se nubla y se disipa. Nos desorientamos y perdemos el rumbo y sentido de nuestra vida. Quedamos a merced del príncipe del mundo - el demonio - y todo, aunque se nos presenta como espejismo de felicidad, pronto se derrumba y nos deja el vacío y el sinsentido.

Abramos los ojos y miremos las Escrituras. De la misma manera que Jesús explicó a aquellos derrotados camino de Emaús, todo lo que se habían dicho desde Moisés y los profetas sobre Él, también nosotros podemos, acompañados por el Espíritu Santo, leerlo, reflexionarlo, meditarlo y comprenderlo en las Escrituras. Sólo necesitamos despertarnos y volver a la comunidad, a la parroquia, al grupo, a los hermanos en Xto. Jesús y compartir con ellos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra experiencia y encuentro con el Señor.

¿No descubre que tu corazón se activa, se emociona, se enciende y palpita de forma gozosa? ¿No notas y experimentas como la alegría y el gozo interior te llenan de paz y de esperanza? ¿No experimentas el deseo de correr, tal como hicieron aquellos de Emaús, y regresar a la Iglesia para anunciar que el Señor vive y te ha hablado contigo? ¿Acaso te sientes desilusionado, muerto y estás de regreso a la vida de este mundo caduco, obsoleto y perdido lejos de Dios?

¡Cristo Jesús Vive y ha Resucitado! Y lo ha hecho porque así estaba planeado y proyectado por el Padre, que lo envío, encarnado en Naturaleza Humana, igual que nosotros, para tomando nuestra misma condición y olvidando su condición Divina, compartiera con nosotros nuestra misma naturaleza y sufrimientos. Y entregara su Vida para redención de nuestro pecados, y, así, tener la oportunidad, si lo aceptamos y creemos en Él. de volver a Casa. A esa Casa de la que nunca debíamos haber salido, y para quedarnos, llenos de gozo y felicidad, para toda la eternidad.

martes, 23 de abril de 2019

HE VISTO AL SEÑOR

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Jn 20,11-18
Esa es la cuestión, experimentar desde tu corazón la presencia del Señor. María Magdalena vivió esa experiencia y la anunció a los discípulos. Pero, la clave de ese encuentro debemos descubrirlo en la proximidad de María al Señor. Había ido a visitar el sepulcro del Señor y viendo que no estaba lloraba desconsolada. No sólo había perdido al Señor, sino que ahora no estaba tampoco su cuerpo.

Sabemos por la Escritura que sucedió después y como María se dio cuenta que al que había confundido con un hortelano era el Señor. Quizás, lo que nos interesa ahora a nosotros es reflexionar que ha sucedido con nosotros. ¿También nosotros no conocemos al Señor y lo confundimos con un hortelano u otro personaje? María lo ha visto y también lo ha anunciado,  pero, ¿lo hemos visto nosotros y lo anunciamos?

Es posible que no hayamos dado los pasos que dio María. Ella se acercó al sepulcro a visitarle. ¿Lo hacemos nosotros? Y no al sepulcro, sino al Sagrario donde permanece Vivo y esperándonos. Porque, tenemos el testimonio de María y, luego, el de los discípulos que también lo comprobaron. Porque, tenemos el testimonio de los apóstoles en estos próximos cincuenta días en los que Jesús se les va apareciendo para abrirles los ojos hasta que reciban el Espíritu Santo.

Y nosotros, ¿qué pensamos? ¿Permanecemos con los ojos cerrados ante el Misterio de la Resurrección y el testimonio de los que le han visto? ¿O reaccionamos abriendo nuestros corazones al anuncio de la Resurrección del Señor? ¿Nos ponemos en camino?

Porque, ponerse en camino es estar disponible a dejar que el Señor nos encuentre, pues, Él nos busca primero. Ha tomado nuestra naturaleza humana hasta el punto de igualarse a nosotros y entregar su vida para redimirnos olvidándose de su condición divina. Y todo gratuitamente. Sólo por amor. Ahora, ¿qué respondemos nosotros? O mejor, ¿qué respondo yo?

lunes, 22 de abril de 2019

LAS MUJERES, LAS PRIMERAS ANUNCIADORAS DE LA BUENA NOTICIA

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Mt 28,8-15
Curiosamente, las mujeres, que tienen un papel secundario y sin ningún crédito, son las elegidas para anunciar la Resurrección de Jesús. El plan de Dios continúa eligiendo a los más pobres e insignificantes para realizar su obra. La Resurrección, de la que los apóstoles no habían terminado por enterarse ni comprender, es anunciada por las palabras de quienes  no tienen crédito ni son escuchadas.os

Sin embargo, son ellas las que anuncian a los apóstoles que Jesús ha Resucitado. Una vez más Dios escoge a los más  pequeños y excluidos para proclamar el anuncio de la Buena Noticia.  Y los hombres, avisados por aquellas que han querido atender el Cuerpo de Jesús y se han acercado al sepulcro, salen corriendo a comprobarlo. 

Jesús, Resucitado, sale al encuentro de aquellas mujeres que van en su búsqueda. Van confundidas; van con tristeza y llorosas a ponerle flores. Posiblemente, esperan algo, dentro de ellas hay una cierta esperanza, pero están tristes. Vamos por el tercer día y no pasa nada. Se ha ido el Señor. No entienden nada. Y Jesús, como siempre, da el primer paso. Se hace el encontradizo y las llena de gozo y alegría y las envía a anunciarlo a sus apóstoles: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Envía como portadoras de una Noticia Importante y que demanda fe a las mujeres, a las que nadie estima sus palabras. También te lo dice a ti y a mí. Sale a nuestro encuentro y nos llama a, primero, creer en Él y en su presencia.: Verdaderamente, el Señor ha Resucitado. Y segundo, nos envía a anunciarlo con nuestras vidas y obras. Necesitamos tener una experiencia profunda de encuentro con Jesús. Necesitamos convencernos que ha Resucitado y está en nosotros. 

Necesito abrirme a su Palabra y, al menos pedirle, que me dé la fe de experimentarle dentro de mí, dentro de mi vida y que me descubra su presencia en mi camino. Él nos busca y a quienes se acercan les revela su presencia. Igual que aquellas mujeres.

domingo, 21 de abril de 2019

ÉSTE ES EL DÍA ESPERADO PORQUE JESÚS HA RESUCITADO

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La muerte no es lo último porque Jesús la ha vencido. Hoy es el día de la victoria porque Jesús ha vencido al pecado que nos trae la muerte. Hoy es la gran victoria que da sentido a nuestra vida y que nos llena de gozo y de verdadera y plena felicidad. Nuestra esperanza se materializa en Xto. Jesús. La Cruz es el signo de la victoria porque Jesús con su Muerte nos ha dado la victoria.

Jesús es nuestro Rey porque su esplendor ha destruido las tinieblas de este mundo. La Iglesia, nuestra madre, se alegra con y por la gloria de su Señor, nuestro Señor Jesús. El Señor está con todos nosotros y se hace presente en nuestra vida. Realmente es justo y necesario exaltar con el canto la alegría del espíritu y elevar signo al Padre todopoderoso y a su único Hijo Jesucristo. Él ha pagado por todos al eterno Padre la deuda de amarnos y con su Sangre derramada, derramada por amor, ha cancelado la condena del pecado. 

Esta es la noche en que fueron liberados nuestros padres de Egipto. Esta es la noche que nos salva de la oscuridad del mal. Esta es la noche en que Cristo ha vencido la muerte y del infierno retorna a nuestro Dios. Esta es la noche en que Cristo ha vencido a la muerte y del infierno retorna victorioso. Este es el momento glorioso por el que vale la pena no perder de vista al Señor en nuestra vida y vivir en la Voluntad del Padre que Él nos ha mostrado con su verdadero y único estilo de vida.

¡Oh noche maravillosa, que destruyes el pecado y lavas nuestras culpas! ¡Oh noche, realmente gloriosa que reconcilia al hombre con su Dios! Esta es la noche en que Cristo ha vencido la muerte y del infierno retorna victorioso. El cirio signo de la nueva vida. Este cirio ofrecido en honor de tu nombre brille radiante, llegue hasta Ti como perfume suave se conjunta con las estrellas del cielo. Lo encuentre encendido el lucero de la mañana, esta estrella que no conoce el ocaso. Es Cristo tu Hijo Resucitado de la muerte.

sábado, 20 de abril de 2019

HOY DÍA DE SILENCIO Y ESPERANZA

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Supongo que aquel sábado los apóstoles estaban desolados y confundidos. Muchos no terminaron de creerse que Jesús resucitaría y casi ni lo comprendían. No cabía en sus cabezas y, después de mas de veinte siglos a nosotros nos ocurre igual. Muchos no creen en la resurrección; otros no la comprenden y, quizás por eso la rechazan, y otros se fían y, aún sin comprender, creen que Jesús Vive y ha Resucitado.

Indudablemente, es un misterio que no cabe en nuestra cabeza, pero basta su Palabra para creer en Él. Su estilo de vida, su Palabra y sus Obras nos lo dejan claro. Y también el testimonio de sus apóstoles, que siendo los primeros en no comprenderlo le vieron después resucitado. Tan prueba fue su presencia entre ellos que, por eso, nos ha llegado su Palabra hasta nosotros y por eso también creemos.

¡Qué sería de nosotros si los apóstoles, a través de la Iglesia, no hubiesen transmitido su Mensaje! ¡Esa Buena Noticia de Salvación! Esa es la prueba que nos anima y nos llena de esperanza. Esa es la fortaleza que nos deja constancia de la presencia de Jesús entre nosotros. Ese es el deseo que vive en nuestros corazones y que tiene respuesta en la Palabra de nuestro Señor.

Por eso, hoy también nosotros meditamos ese misterio en silencio, pero con unas renovadas esperanzas de sabernos resucitados en el Señor si perseveramos y creemos en Él. Porque, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Hoy actualizamos ese hermoso día de oscuridad que se hace día y Luz clara con su Resurrección. Tengamos fe y esperanza en su Palabra.

Te pedimos, Señor, que en estos momentos que actualizamos de tu Pasión y Muerte, veamos con más claridad y fervor tu Resurrección y tu presencia entre nosotros. Amén.

viernes, 19 de abril de 2019

PASIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR

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Jn 18,1—19,42
Hoy, Jesús, nuestro Señor, entrega su Vida, pero no de una manera cualquiera sino dándose totalmente por cada uno de nosotros para que consigamos la Vida Eterna en la Gloria de Dios Padre. Y lo hace dejándonos a su Madre, para que siempre al amparo de ella podamos encontrar el cobijo necesario para llegar a Él. Una madre, como reza la canción, nunca se cansa de esperar.

Lo hace, señalándonos el camino del perdón. No podremos alcanzar la Misericordia de Dios si no somos capaces de perdonar. Y eso pasa por ser humilde hasta superar las humillaciones que eso nos pueda acarrear. Siempre abajarnos ante los que son más pequeños que nosotros nos será muy difícil, hasta el punto que por nosotros mismos no podremos. Necesitaremos la Gracia de Dios, porque el amor como el perdón son dones de Dios. Nosotros nunca seremos capaces de lograrlo sin el concurso y la Gracia de Dios.

Y, también lo hace, poniendo toda su confianza en Dios Padre. Él es el modelo donde nos tenemos que mirar para en el esfuerzo de cada día tratar de ir pareciéndonos a Él. Ser personas que seamos capaces de amar hasta el punto de darnos y de confiar en nuestro Padre Dios que sale a nuestro encuentro y quiere invitarnos a su Casa para que participemos de su Gloria.

Eso es la Pascua, el paso de la muerte a la Vida. Una vida de Eternidad gloriosa junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; una vida gloriosa y plena de gozo junto al Dios Trino. Y en la Persona del Hijo, nuestro Señor Jesús, retomamos fuerzas cada día a partir de hoy que lo celebramos anualmente para que, todos los días del año, levantemos la mirada y no perdamos de vista cuan es nuestra meta y nuestra felicidad.: Parecernos al Señor hasta acabar nuestro peregrinar en este mundo entregando nuestra vida como Él por verdadero amor.

jueves, 18 de abril de 2019

LA HUMILDAD DE AGACHARSE

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Jn 13,1-15
El pequeño sólo puede ser humilde ante otro más pequeño que él. Porque, la humildad exige que el grande se abaje ante el pequeño. No sería humilde un pequeño ante un grande; un pobre ante un rico, porque eso es lo natural. El pequeño no tiene otro remedio que presentarse humildemente ante el poderoso y grande. Jesús cambia los términos y por eso se hace humilde, porque se humilla ante sus siervos.

Él, el Maestro, se abaja ante sus discípulos y, como un siervo, se pone a lavarles los pies. Esa es la nota característica de la Santa Cena. Jesús se hace pequeño como nosotros sus discípulos y se pone a nuestra disposición. Nos está diciendo que nosotros tenemos que hacer lo mismo, darnos ante los demás, sobre todo los pequeños y más necesitados. Ponernos al servicio de los demás.

Es la noche de la promesa en la que nos dice que se quedará con nosotros bajo las especies de pan y vino. Es la noche grandiosa de la institución de la Eucaristía, donde podemos tocarlo y comerlo para que sea nuestro alimento espiritual y podamos amar como Él. Porque el amor que nos exige Jesús no está a nuestro alcance. Nosotros no podemos amar así, porque nuestra naturaleza no puede llegar a esa dimensión ni tiene esa capacidad. El amor pleno y gratuito es un don de Dios.

Por eso, se ha quedado con nosotros para enseñarnos a amar. Pero, eso exige estar a su lado, tomar su alimento y abrirnos a su Gracia para ir convirtiendo nuestro corazón endurecido, egoísta y soberbio en un corazón, suave, manso, generoso y entregado al servicio a los demás. Porque, en y la medida de esa entrega seremos felices. Sólo dándonos descubriremos esa paz y felicidad que buscamos.

Tengamos fe y sentemos a la mesa con Jesús. Celebremos esa Santa Cena a su lado y dispongamos nuestro corazón endurecido para que Él nos lo transforme en un corazón como el suyo.

miércoles, 17 de abril de 2019

LEJOS DEL SEÑOR QUEDAMOS EN MANOS DEL DEMONIO

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Mt 26,14-25

Cuando nos vamos alejando del Señor, y eso significa que vamos dejando las prácticas religiosas y los ambientes comunitarios o de grupos e insertándonos en la agenda mundana de los círculos sociales y de trajín de la vida agitada, activa, social y mundana, nuestra voluntad se debilita y está pronta a ser seducida por los placeres y ofertas del mundo. Entonces, casi sin darnos cuenta el Señor va quedándose lejos de nosotros y nosotros quedándonos a merced del demonio.

Nada es insignificante respecto a permanecer al lado del Señor. La visita de cada día, o semanal; la Eucaristía diaria, con frecuencia o dominical; los grupos o comunidades; compartir y reflexionar; rezo del santo rosario, diario o semanal; oraciones diarias y constante contacto con el Señor. Y, sobre todo, el estar injertado y colaborar en la parroquia. Todas estas prácticas y actividades nos ayudan a sostenernos cerca del Señor y a espantar y hacerle frente a la influencia del demonio.

Nuestro mayor disparate es alejarnos del Señor. Tal y como hizo Judas. Perdemos siempre y nos desubicamos de nuestro principal objetivo: la Vida Eterna. Es, precisamente, ese objetivo el que nos debe siempre alentar y sostener. Y muy importante no perderlo de vista, porque será él el que nos sostenga firme en nuestro peregrinar y nuestra perseverancia.

La vida pierde todo su sentido si el Señor no está presente. ¿A dónde vamos sin Él? ¿Dónde podemos encontrarnos mejor sino con Él? Y, sobre todo, ¿dónde podemos alcanzar nuestro mayor anhelo y deseo, Vivir Eternamente, sino en, con y por Él? Por eso, se hace necesario perseverar y permanecer injertado en Él.

En esta actitud de dolor, no sólo ya por la Pasión y próxima Muerte de Jesús, sino por la forma que llega y se produce, auspiciada por la traición de uno de los suyos, Judas Iscariote, y por la crucifixión en la cruz. Cruz que a partir de ahora será para todos los creyentes signo de salvación eterna. Que todo este dolor y sufrimientos sea signo redentor y que nos ayude a marcar el horizonte de nuestro camino en la esperanza de alcanzar la Resurrección Eterna.

martes, 16 de abril de 2019

FIDELIDAD O TRAICIÓN

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Jn 13,21-33.36-38
En muchos momentos nos quedamos sin iniciativas por miedo a ser engañados. El engaño te paraliza y te hace excluirte, por miedo, de muchas iniciativas que te gustaría tomar. La fidelidad, por el contrario, te afirma, te da seguridad y te anima a tomar riesgos y a ser optimista. Todo un cúmulo de factores que te fortalecen y te lanzan a tomar iniciativas.

La pregunta sobre nuestra actitud nos cuestiona y nos interpela. ¿Soy yo un traicionero o una persona fiel? O dicha de otra manera, ¿estoy yo en actitud de engañar o de ser fiel? ¿Y esa actitud de fidelidad hasta dónde llega? ¿Es circunstancial, según los intereses y riesgos, o hasta el extremo de darlo todo? Dar respuesta a todas estas preguntas y muchas más que puedes hacerte es una cuestión que descubrirá o esconderá tu compromiso de bautismo.

Porque, en nuestro bautismo nos hemos comprometido a ser fiel al Señor. Bien, es verdad, que en la mayoría de los casos actuales lo han tomado nuestros padres por nosotros, pero, en el espacio de tiempo en el que hemos alcanzado la madurez tenemos ya juicios para decidir por nosotros mismos. Ahora, esa toma decisión requiere conocer bien al Señor, porque de no conocerlo podemos tomar juicios y decisiones equivocadas.

Posiblemente, Judas no lo conoció bien, y eso que tuvo el privilegio de estar a su lado y compartir con Él esos tres años de vida publica asumiendo Naturaleza Humana como nosotros. Posiblemente, Judas no creyó en sus Palabras y desesperó. Su idea del Mesías era otra que la que Jesús le revelaba. Él esperaba a un Mesías poderoso, fuerte, invencible y capaz de unir a toda Israel. Un Mesías liberador del yugo romano. 

Quizás nosotros debemos también preguntarnos qué clase de Mesías esperamos o como lo estamos imaginando y fabricando en nuestro corazón. ¿Queremos un Mesías a nuestro gusto y según nuestra imaginación? ¿O queremos al Mesías que se nos revela en Jesús y que entrega su Vida por nosotros? Tú decides.

lunes, 15 de abril de 2019

CON JESÚS RESUCITADO

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¿Podrías imaginarte estar a la mesa con Jesús después de haberte resucitado? Esa escena fue realidad después de que Jesús resucitó a su amigo Lázaro. El Evangelio de Juan nos dice: Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.

María, la hermana de Lázaro, en señal de agradecimiento, ungió a Jesús los pies con perfume de nardo puro muy caro. Y, nos dice el Evangelio, que Judas Iscariote murmuró que se debía de haber vendido ese perfume tan caro y el dinero dárselo a los pobres. Pero, al parecer no lo decía con esa intención sino que como era el encargado manejaba la economía y se quedaba con el dinero. Siempre la cuestión del dinero pervierte al hombre y rompe la unidad.

Jesús le recriminó que lo guardaran para su sepultura, prediciendo su muerte en la cruz, y manifestando que pobres habrá siempre, pero Él se iría muy pronto. Y así ha sucedido. Jesús, hecho Hombre se ha ido, pero se ha quedado su Espíritu y está entre nosotros. Y continúa nuestro camino junto a cada uno de nosotros. Un Dios que nos acompaña y que nos anima a caminar siguiéndole.

Los judíos se acercaban a la casa no sólo por ver a Jesús sino también por ver a Lázaro. Y es que Lázaro es un testimonio y una prueba de un resucitado. Eso que piden muchos ahora y que no les será dado. Tienen a la Iglesia y a las Escrituras que nos dan testimonio de su Palabra y de su Vida. Y es que, como se dice en la parábola del rico epulón - Lc 16, 19-31 - que aunque venga uno resucitado no harán caso tampoco, tal y como sucedió con Lázaro al que los sumos sacerdotes y fariseos querían también matar.

domingo, 14 de abril de 2019

PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS

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(Lc 22,14—23,56
Hoy, domingo de ramos, celebramos la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesús, que terminará con el domingo próximo, domingo de Resurrección, el triunfo de la Vida sobre la Muerte. Y desde esta perspectiva es como debemos contemplar esta Semana mayor, centro de la vida del cristiano.

Proclamamos, como sucedió en este domingo de ramos, a Cristo como Rey y Señor nuestro. Un Rey que viene humildemente a salvarnos, porque su Reino no está en este mundo contaminado por el pecado, sino que su Reino se apoya y fundamenta en el Amor. Un Amor que dignifica a la persona humana y que la antepone a toda la creación. Porque, Dios ha creado al hombre y la mujer como centros de la creación.

Tratemos de vivir esta Semana Santa con la intensidad que esa celebración demanda y significa, porque en ella está fundamentada nuestra fe. Jesús es condenado por blasfemia, y su blasfemia es revelarnos que Él es el Hijo de Dios enviado al mundo para revelarnos el Anuncio de salvación. Es condenado porque no creen en su Palabra y le rechazan como el Hijo de Dios. Es condenado porque no aceptan que, tomando nuestra propia naturaleza humana se ha despojado de todo asumiendo nuestra propia esclavitud y haciéndose igual a nosotros menos en el pecado.


Es condenado porque, (Flp 2,6-11): Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. 
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Tratemos nosotros de exaltarlo y arrodillarnos ante su presencia y proclamarlo como el Señor, para gloria de Dios Padre.

sábado, 13 de abril de 2019

CUANDO LA PALABRA NO INTERESA

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Hay momentos decisivos en nuestra vida cuya elección marcará la decisión más importante y trascendental a la que aspiramos: El hallazgo y descubrimiento del gran Tesoro de nuestra felicidad eterna. Y es que ante lo razonable y la verdad se anteponen los intereses, el poder, la riqueza y la felicidad inmediata. Es el pecado del hombre que cierra los ojos ante la verdad y se vence al placer, la gloria y el disfrute de esta vida.

Aquellos sumos sacerdotes y fariseos no se detuvieron a pensar qué hacía Jesús, sino que sólo pensaron en la amenaza a su poder y gloria. Las consecuencias de lo que se desprendía de las Obras y Palabras de Jesús les amenazaba con dejarles sin poder religioso y civil ante el poder romano. Y no estaban dispuestos a consentirlo. Era, pues, necesario que muriese un sólo hombre para salvar al pueblo. 

Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.

El ansia de poder, de riqueza, de vanagloria y de el gozo inmediato les cerraron los ojos y endurecieron sus corazones. También nos ocurre a nosotros hoy. Obviamos la Palabra de Dios para afirmar la de los hombres en aras de mantener nuestros criterios y apetencias. No queremos cambiar porque nos sentimos seducidos por el placer, la gloria y el poder inmediato. El camino nos parece lejos, largo, cansado y con cruces, y cerramos nuestro ojos a la Verdad.

Buscamos razones para justificarnos y auto engañarnos y seguir nuestras mentiras disfrazadas de aparentes verdades. Nos ocultamos a la Luz porque permanecemos en la oscuridad y nos resistimos a salir de ella. Cerramos nuestros ojos y como ciegos nos dejamos guiar por otros ciegos - Mt 15, 14 -.

viernes, 12 de abril de 2019

Y HOY SIGUEN CON LA INTENCIÓN DE APEDREARLE

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La Iglesia es perseguida y muchos siguen queriendo tirar piedras sobre ella e incluso matando a muchos por no apostatar. Se obstinan en no creer en Jesús y,  a pesar de sus buenas obras siguen obstinados en no creer en su Palabra ni que se manifieste como el Hijo de Dios Vivo. 

También nos puede a nosotros ocurrir lo mismo. Quizás nuestra impotencia y nuestros pecados no nos dejan ver nuestra debilidad y, si no rechazamos a Dios, sí creemos en un dios que nos hemos fabricado nosotros y que hemos ido adaptando a nuestra medida. Un dios al que no escuchamos sino al que interrogamos y respondemos nosotros mismos. Nuestra razón está muy lejos de la capacidad para entender a Jesús. No entenderemos lo que nos dice, y en la medida que queramos entenderle nos perdemos y alejamos más.

Porque, al querer entenderle y no poder, nuestra soberbia se despierta y nos ensoberbece más hasta el punto de rechazarle y de coger piedras para apedrearle. Tenemos que estar con mucho cuidado, sobre todo, con el demonio que está al acecho y al notar confusión y debilidad en nosotros se aprovecha para llevarnos a su terreno y tentarnos con nuestra propia suficiencia y soberbia.

Busquemos dentro de nosotros mismos las razones que nos ayudan a encontrarnos con el Señor. Porque, está dentro de nosotros. No lo busquemos afuera. Escuchemos la voz en la profundidad de nuestro corazón y dejémonos conducir por él, puesto que si somos semejante al Señor buscaremos, a pesar de nuestras caídas y errores, reflejarle en nuestro diario actuar.

Y eso, si miramos hacia nuestro interior, es lo que realmente hacemos. Queremos portarnos bien; queremos hacer buenas obras; queremos para los demás lo que deseamos para nosotros. Luego, ¿por qué no lo hacemos? El pecado nos ciega y esconde la parte buena de nuestro corazón sacando lo malo, lo contaminado, lo que incluso no queremos hacer.

jueves, 11 de abril de 2019

ESTA ES LA CLAVE

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El Evangelio de hoy es la razón que mueve todos los resortes de mi corazón. Siempre he querido vivir, como creo que anhela todo ser humano, pero, la clave está en que muchos lo quieren, pero no creen que se pueda lograr. Y soy uno de tantos que sí creen que se pueda lograr. Yo creo en la Palabra de Jesús, porque creo que es el Hijo de Dios hecho Hombre y su Palabra es Palabra de Vida Eterna.

No hay otra aspiración mayor que la de vivir eternamente. A veces me encuentro con gente que, incluso después de haber tenido experiencias cercanas a la muerte o a la enfermedad no reaccionan a la oferta que tienen propuesta gratuitamente por el Señor. Siguen emperrados en el disfrute de esta vida cuando su tiempo está marcado y muchos por su edad lo tienen cerca.

¿Es qué están ciegos?, me pregunto. ¿Es qué sus corazones están sometidos y engañados por el demonio? No lo puedo entender por mucho que me esfuerzo en hacerlo. Sí, no puedo negar que apetece. A mí también, pero no por eso voy a cerrar los ojos y no ver que este tiempo se gasta rápido y por mucho que disfrute ahora llegará pronto la otra vida. ¡Y luego ya no hay remedio!

Algunos llegan hasta decir que si creen en el otro mundo, pero que no hay nada malo en disfrutar de este y cuando llegue el otro difrutaremos del otro. Otros consideran que se portan bien porque la vida con ellos se porta bien y lo pasan bien. Pero, ¿no has pensado que según vivas aquí te corresponderá  vivir allí? No puedes desentenderte de todo el bien que puedes hacer en este mundo compartiendo todo lo que has recibido gratuitamente para el bien de los que, no teniendo nada, necesitan de ti, y luego, querer disfrutar también en el otro mundo. ¿Es qué no piensas sino en ti? Eso te descubre una actitud egoísta, encerrada en tu propio disfrute y pensando sólo en ti.

Y eso no se corresponde con el Amor que Dios te da para que tú como reflejo de Él lo compartas también con los demás. Luego, cuando hayas gastado tu tiempo aquí, disfrutando o no, allí recogerás tu cosecha. Y tú sabrás bien cual te corresponde. El Señor te iluminará para que veas claro que sitio te has ganado.

miércoles, 10 de abril de 2019

CUANDO VIVES EN LA VERDAD TE EXPERIMENTAS LIBRE


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Es la verdad la que te libera, te da paz y te hace actuar libremente. Pero, la verdad no está en este mundo ni en las cosas de este mundo. Sólo Dios es libre y es la Verdad Absoluta. Él nos hace libre porque es el Camino, la Verdad y la Vida. Y es eso lo que Jesús nos dice hoy: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres».

Por experiencia, la mentira no nos libera. Al contrario, nos esclaviza y nos pierde. Nadie gusta de vivir en la mentira, y miente por el pecado, porque, sometido a él se deja dirigir por la venganza, por la soberbia, por el poder y la suficiencia y se corrompe alejándose de Dios.

Jesús, tomando naturaleza humana se hace obediente al Padre y hace lo que el Padre le dice y le da. Todo lo ha recibido del Padre. Por el contrario, el hombre sigue y hace lo que le ha oído a su padre. La gran diferencia es que Jesús viene enviado por el Padre y el Padre es veraz, tal y como nos ha dicho estos últimos días. Los hombres se jactan de ser hijos de Abraham y, por eso, ser libres, pero no hacen lo que hizo Abraham y, por el pecado, ha sido sometido a la esclavitud.

Sólo quien es Libre puede darles la verdadera y única Libertad. Esa Libertad que viene de Dios y nos libera de la esclavitud del pecado. Ellos confiesan que son libres, pues tienen como Padre a Dios, pero, ¿realmente hacemos la Voluntad de Dios? Esa es la pregunta que Jesús les dirigió a aquellos judíos y que también hoy nos la dirige a nosotros. 

Porque, nos confesamos hijos de Dios cuando rezamos el Padrenuestro, pero, ¿actuamos como verdadero hijos de Dios en el acontecer diario de cada día? Y más, ¿reconocemos a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios?

martes, 9 de abril de 2019

LIBERADOS DE ESTE MUNDO

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Nadie quiere morirse. Eso es obvio y, en consecuencia todos buscamos la salud, el bienestar y, por supuesto, la eternidad. Sería una canallada que sintamos el impulso de buscar la eternidad si esa posibilidad no existe. Porque, de sentirlo es claro que alguien lo habrá puesto. Por lo tanto, por lógica y sentido común, si somos capaces de sentirlo es porque esa posibilidad existe y está ahí. Y quien no cree en ella porque no la ve o no la puede entender, se lo perderá y se será víctima de su pecado de incredulidad.

En el Evangelio de hoy Jesús nos lo dice claramente: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados». Entonces, muchos al oírlo hablar así creyeron en Él. Y yo también creo, porque Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida.

Todo está muy claro,  nunca podremos entenderlo por nuestra razón. Sí, llegamos a tener razones para poder creer. No se trata de creer a lo loco, sino en base a lo que Jesús nos dice y lo demuestra con sus obras, con su entrega a una muerte de Cruz y, sobre todo, la prueba cumbre, su Resurrección. Por tanto, es la hora de creer en lo que nos dice: "Yo soy".

Jesús es obediente al Padre y se siente apoyado y respaldado por el Padre, que lo ha enviado a este mundo. Jesús, siendo de condición divina, no codició ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz - Flp 2, 6-8 -.

lunes, 8 de abril de 2019

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO

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Jn 8,12-20
Todos queremos buscar la luz, esa luz que nos ilumine el camino y nos resuelva los diversos problemas que se nos van presentando. Diríamos que esa figura de la luz que buscamos se refleja hoy en esos asesores que todos buscan cuando inician un proyecto. Eso se ve con frecuencia en el mundo político y empresarial. Los responsables y líderes de los proyectos buscan luz en los asesores para que les iluminen y aconsejen.

Sin embargo, los asesores y todos las personas estamos sujetas a errores y, la experiencia nos descubre que así sucede. Hay aciertos, pero también muchos errores. La luz y la verdad es algo que la persona necesita y la busca con interés y necesidad. Pero, su gran y peor error es que la busca en el lugar equivocado. La busca en este mundo, es decir, en los hombres y mujeres de este mundo, y ahí no se encuentra.

Jesús nos lo dice hoy en el Evangelio: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida». Jesús está apoyado en el Padre que lo ha enviado y que da veracidad a todas sus obras y acciones. Porque, las enseñanzas de Jesús nos descubren el amor del Padre y lo que el Padre quiere para cada uno de nosotros.

El mensaje de Jesús está cargado de verdad, de justicia, de solidaridad, de búsqueda del bien y de verdadero amor. Ese amor que no piensa en sí mismo, sino ese amor que se materializa en una entrega sin interés, gratuita y sin condiciones. 

Precisamente, lo que buscan todas las personas y lo que cada uno experimenta dentro de su corazón. Un amor fraterno que se concreta y se descubre en la Cruz, donde Jesús se ofrece como víctima por todos nuestros pecados.

domingo, 7 de abril de 2019

EL PECADO DA LA OPORTUNIDAD DE CAMBIAR

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Nuestra naturaleza es débil y propensa al pecado. Estamos sujetos a la tentación de pecar y, tarde o temprano, nuestra debilidad e ignorancia nos hundirán en el pecado. Pecado que puede realizarse de muchas maneras, bien sea por cometer alguna falta; bien por inmadurez e inocencia; bien por omisión de algo que hubiese podido evitar o mejora o bien por complicidad con otro. Todas esas circunstancias pueden ser ocasiones para mejorar y cambiar nuestras actitudes ante esos hechos.

No se trata de justificarnos, sino de asumir nuestra condición pecadora y tratar, con la Gracia de Dios, superar esos comportamientos para convertirlos en buenas acciones en y para el bien de las personas. Por lo tanto con esa actitud Jesús nos enseña hoy a tener compasión y saber dar la oportunidad al pecador para que pueda salir de su estado y situación de pecado.

Ante esa mujer pecadora y sorprendida en adulterio Jesús defiende, no su pecado, sino su oportunidad a resarcirse de su culpa. Observemos con que palabras termina el Evangelio: Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Vemos claramente que Jesús lo que trata es llamar la atención a que todos somos pecadores y que en este pecado concreto la mujer tiene unos cómplices que han pecado con ella. Por eso, con esa sabiduría propia del Hijo de Dios dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». Un signo inequívoco de la buena, compasiva y misericordiosa intención del Señor. Todos se sintieron pecadores y marchándose, empezando por los más viejos, se supone que eran los que más pecados tenían, se fueron alejando de aquel lugar.

sábado, 6 de abril de 2019

DUDAS ANTE LA PERSONA DE JESÚS

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Jn 7,40-53
Unos creen en El, pero otros lo dudan, pues no parece que de Galilea pueda venir el Mesías prometido. La escritura dice que el Mesías vendrá del linaje de David, y concretamente, de Belén, el pueblo de David. De esta forma se plantea una discordia tal y como nos dice el Evangelio de hoy, hasta el punto que algunos querían prenderlo, pero nadie les puso las manos encima.

Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de Él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?». Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre». Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en Él algún magistrado o algún fariseo? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos».

Vemos como las Palabras de Jesús no dejan igual a los hombres y produce consecuencias entre ellos. Para unos es el Mesías prometido, pues nadie ha hablado como lo hace este hombre; para otros es un profeta, o alguien en el que no creen y les molesta. Lo que sí parece claro es que las Palabras de Jesús no dejan indiferente a nadie, recordándonos aquellas palabras de Simeón en el templo que había anunciado a María - Lc 2, 34 -.

Algo sucede respecto a las Palabras de Jesús. Los guardias se quedan admirados. Sus Palabras desprenden admiración en la gente y sus obras asombro. Sin embargo, otros se enfurecían, murmuraban y daban lugar a la critica, a odio y deseo de venganza. Posiblemente, hoy sucede lo mismo. Muchos quieren apartar a Jesús de las escuelas, de la enseñanza y de que sea conocido por los pueblos, y tratan de apartarlo. Pero, Jesús, a pesar de las dificultades sigue abriéndose paso entre la gente.

viernes, 5 de abril de 2019

HOY, DESPUÉS DE DOS MIL AÑOS TODO SIGUE IGUAL

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Jn 7,1-2.10.14.25-30
Hoy siguen cuestionando la identidad de Jesús. No niegan su vida, su presencia en la historia, pero ni creen que ha venido enviado por el Padre, ni que es Dios ni que ha muerto por nosotros para salvarnos y mucho menos que ha resucitado. Todo sigue igual tal y como lo dejaron aquellos judíos de su época. Mucha gente no cree y se empeñan en gobernar el mundo según sus criterios humanos, egoístas y heridos por el pecado de la soberbia, la ambición, la envidia y la prepotencia.

Nadie es profeta en su tierra. Lo dijo Jesús y es un hecho que todos hemos experimentados en nuestros propios ambientes. Conocían a Jesús y daban por sentado que al Mesías prometido no se le podía conocer su paradero. Jesús que oye estas murmuraciones les dice: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado».

Recordamos como el Padre lo presenta en el Jordán cuando es bautizado por Juan el Bautista: En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.» Mc 1, 7-11. 

Y todavía hoy sigue esta cuestión para muchos en el aire. No le reconocen o están esperando algo espectacular y grande. Algo grandioso que les deje con la boca abierta y les convenza. Y nada de eso sucederá, porque Dios ya ha realizado su Plan de salvación. Y lo ha hecho de la forma más sencilla, humilde y pequeña.

 Elegida una joven humilde y sencilla, y un barón justo y honrado, simple carpintero y un nacimiento humilde, en un pesebre, sin aplausos, ni trompetas ni ruidos. Todo en el Señor es muy normal, pues asumió su Naturaleza humana despojándose de todo para ser igual al hombre. Nos toca a nosotros despertar y abrir los ojos para ver, porque teniéndolo dentro lo buscamos afuera. Y, ¡claro!, no lo encontramos.

jueves, 4 de abril de 2019

RAZONES PARA CREER

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Jn 5,17-30
Para probar un hecho hace falta pruebas, y las pruebas las aportan los testigos. Los judíos exigían pruebas a Jesús siguiendo la objeción del Dt 19, 15 - Un solo testigo no bastará como prueba contra un hombre por cualquier culpa o delito, por cualquier delito que haya cometido: sólo por declaración de dos testigos o por declaración de tres testigos se podrá fallar una causa - para probar el valor de un testimonio.

Jesús ante la incredulidad de los judíos alega el testimonio de Juan el Bautista, que le anuncia como el esperado y prometido. El testimonio del Padre, que lo manifiesta en los milagros obrados por Él, y, finalmente, el testimonio de las escrituras. Sin embargo, estas pruebas externas no bastan, porque se nos olvidan o no las tenemos presentes. Ejemplos la liberación de Egipto y como rompen la alianza con el Señor; la actitud con nuestros padres que, a pesar de todo lo que han hecho por nosotros, no le correspondemos como se merecen.

No basta con rezar, ir a misa y cumplir. Se hace necesario amar y amar primero a Dios para luego, llenos de ese amor derramarlo en los hermanos. Y ese camino a través del Hijo, único mediador entre Dios y el hombre. Y ese amor exige estar abierto a la escucha de la Palabra y en total disponibilidad a la acción del Espíritu Santo. Porque, nuestra conversión es un don de Dios. Necesitamos pues, entregarnos en sus Manos y estar en total disponibilidad.

No podemos desfallecer, al menos en nuestra intención y disponibilidad. Exige perseverancia, voluntad y fiarse del Señor. Exige ser semilla que se hunde en la profundidad de la tierra para agarrarse a ello fuertemente y poder dar buenos y hermosos frutos. Sabemos que vendrán años de sequía, de tempestades, de heladas y de todo tipo de obstáculos que impedirán que la buena semilla dé frutos, pero confiados en la Gracia de Dios, los frutos saldrán.