miércoles, 31 de julio de 2019

EN BUSCA DEL REINO

Resultado de imagen de Mt 13,44-46
Nuestra búsqueda en este mundo consiste en hallar ese Reino que todos imaginamos, nos formamos y queremos encontrar. Un Reino donde la felicidad, que se encuentra en la paz, en la armonía, la justicia y la verdad brille por doquier y donde tu gozo sea eterno. Todos buscamos nuestro propio reino y lo que puede diferenciarnos a unos de los otros es el valor de eso que buscamos y que definimos como Reino.

Porque, para unos el reino puede estar en el dinero y para otros en el poder. Otros pueden buscar ese supuesto reino en el placer, en el sexo o cualquier otro tipo de drogas. Habrá quien piense que el reino estaría en el prestigio, la fama, la sabiduría o cualquier otra cosa. Cada cual busca su propio reino, pero, ¿dónde está el verdadero Reino?

Conviene aclarar y es de vital importancia que un Reino es tal Reino cuando realmente su valor nos llena plenamente y su temporalidad nunca termina. Es decir, es eterno. Un Reino significará alcanzar la felicidad y gozo pleno y eterno. De lo contrario, los demás reinos serán reinos con minúsculas y de pequeña importancia. Porque, lo que se acaba no tiene gran valor, pues al final nos deja, no sólo igual sino peor que al principio.

Por lo tanto, el Reino que debemos buscar es el Reino del que nos habla el Señor. Un Reino que vale la pena y por el que dejamos todo lo que tenemos para entregarnos totalmente a la búsqueda y conservación de ese Reino. De ahí la importancia de vender todo lo que se tiene para ir a comprar ese Tesoro encontrado. Lo mismo ocurre con la perla encontrada entre las perlas. Una perla que tiene algo diferente y que nos colma de felicidad eterna. Vendemos todas las demás para quedarnos con esa Perla que nos da esa felicidad eterna que buscamos.

martes, 30 de julio de 2019

SIN JESÚS CAMINAMOS DESORIENTADOS

Imagen relacionada
Mt 13,36-43

La experiencia y la realidad nos habla de que la buena semilla ha sido plantada en nuestros corazones. Muchas veces no entiendo como se sostiene este mundo tan corrompido en sus instituciones con injusticias tan clamorosas que llaman al Cielo. En muchas ocasiones no entiendo como se sostiene este mundo tan inmoral y alejado de Dios que da prioridad a los afanes y ambiciones mundanas ante que a Dios. Y también experimento como la cizaña plantada se extiende por todas partes, incluso hasta dentro de la propia Iglesia.

Ante esta realidad no se puede negar la existencia de las malas semillas en el mundo. Existe ese mal que crece junto a la buena semilla y que ha sido plantado por el príncipe del mundo, el demonio, y cuya semillas malas, la cizaña, son los partidarios del Maligno. El Evangelio de hoy nos deja todo muy claro. En ese mundo nos tendremos que mover, pero conviene no dejar de lado esa perspectiva de que llegará el final de la siega y que su resultado será apartar las malas semillas de las buenas.

Será muy importante mantener y sostener la mirada limpia, transparente, sin impedimentos que nos impidan, valga la redundancia, en ver claramente el resultado final. La cosecha será recogida y serán los ángeles enviado por el Hijo del Hombre los que harán la siega y recogerán la cosecha apartando las malas hierbas a un lado y las buenas a otro. La cosa no es para bromas. Ten muy en cuenta que el tiempo de la cosecha llegará. En realidad ya ha llegado para muchos y para los que todavía están aquí estamos a tiempo de mejorar nuestra particular cosecha por la Gracia de Dios. Seguro que el Señor nos ayudará a ello.


Pero, no perdamos de vista sus últimas Palabras a este Evangelio, porque tener eso presente cada día de nuestra vida nos ayudará a mejorar nuestras semillas y, como resultado, nuestras cosechas. El Señor nos ha dicho: «De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

lunes, 29 de julio de 2019

EL MAL NO CUENTA PORQUE YA ESTÁ VENCIDO

Resultado de imagen de Jn 11, 19-27
Jn 11, 19-27
No hay porque preocuparse porque la lucha se ha terminado. Cristo, el Señor, ha vencido en la Cruz a la muerte y el mal ha sido vencido. ¿Qué significa esto? Significa que la lucha entre el bien y el mal ha terminado y que la victoria está garantizada por Jesús con su Muerte en la Cruz. Allí se han acabado todos nuestros males, el mal ha sido vencido y nada puede hacernos. ¿Qué quién lo garantiza? Nada más ni nada menos que Jesús, el Señor, el Hijo de Dios Vivo.

Quizás surja en ti esta pregunta, ¿entonces por qué hay mal en el mundo? Podemos responder con otras preguntas, ¿crees que en un paraíso te acordarías de Dios o te acercarías a Él? ¿Piensas que si todo te va bien y como tú deseas te acordarías de Dios? Una respuesta sincera nos llevaría a responder que no. Cuando la vida va a nuestro favor y todo nos sonríe vivimos según nuestros proyectos, nuestras apetencias y nuestros deseos, que no son otros que vivir bien y pensar sólo en nosotros. Eso es lo más sensato y lo que posiblemente ocurriría.

Sin embargo, en las dificultades, frente a los problemas y ante la adversidad tomamos conciencia que la vida no está en nuestras manos y que quien únicamente nos puede salvar es el Señor. Descubrimos nuestra impotencia y buscamos al Señor, tal y como experimentó Marta, nuestro salvador. Dios permite el mal porque representa un bien para nosotros. Detrás de la enfermedad está nuestra salvación, porque nadie puede salvarnos, pero sí el Señor, tal y como dijo Marta. Sólo nos hace falta confiar y creer en la Palabra del Señor. Él es la Resurrección y la Vida.

¿Cómo te sientes? ¿Estás más tranquilo? Nada puede vencernos si estamos en Manos del Señor y creemos en su Palabra. No hay nada que nos pueda hacer daño, ya lo dijo Pablo - Rm 8, 35- 37 - porque Jesús está con nosotros y eso es garantía de Vida Eterna, pues Él ha vencido a la muerte Resucitando para Gloria de Dios.

domingo, 28 de julio de 2019

SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

Imagen relacionada
Lc 11,1-13
Con mucha frecuencia creo que mis oraciones obedecen más a rituales que a verdadero diálogo con el Señor. De repente me doy cuenta que estoy rezando y mi mente está en otro lugar o me distraigo con frecuencia. Últimamente he puesto todo en Manos del Señor, porque, será sólo Él quien me dé la concentración necesaria para sostenerme atento, concentrado y tomando conciencia de lo que digo y escucho.

Confieso que no sé rezar, o dicho de otra forma, hablar con Dios. No se trata de que no sepa decir palabras o pedir lo que necesito, sino que lo hago de forma inconsciente o mecánica que obedece más a una rutina o costumbre que a una consecuencia de la fe. Quizás falla también la fe, esa fe de saber que quien te escucha es el Señor y que sólo Él te puede dar lo que necesitas. Por lo tanto, es necesario y muy bueno pedirle que nos enseñe a orar, es decir, a darnos cuenta con quien hablamos y a tener confianza en que nos escucha y nos puede dar todo lo que le pidamos y nos convenga.

Porque, otra de las cosas que nos suele pasar es que no sabemos pedir, o dicho de otra forma, no sabemos lo que realmente nos conviene. Lo que creo que sí tengo claro es la insistencia en pedir. No debemos nunca dejar de pedir, primero, porque nos lo ha dicho el Señor, y, segundo, porque necesitamos muchas cosas para poder sostenernos en el seguimiento de la Palabra del Señor. Necesitamos entenderla y, quizás sea eso lo menos que pedimos.

Pero, algo muy importante es darnos cuenta que Dios es nuestro Padre. Nos lo ha dicho en esa hermosa oración que nos ha enseñado en el Padrenuestro. Y como Padre debemos tener confianza en que Dios nos escucha y nos da lo que necesitamos para alcanzar la Vida Eterna. Por lo tanto, pidamos primero y siempre tener esa confianza y esa fe en Él. Será lo primero y lo único que necesitamos, pues si creemos en Él lo demás todo vendrá por añadidura.

sábado, 27 de julio de 2019

LA LIBERTAD DE HACER EL BIEN O EL MAL

Resultado de imagen de Mt 13,24-30
Mt 13,24-30
Vivimos en un mundo donde también crece la semilla del mal y lo hace de manera inconsciente, espontánea o instintiva porque cohabita en nuestro corazón herido y tocado por el pecado. La envidia, el odio, la venganza, el deseo por las riquezas y el poder y toda clase de egoísmos duermen dentro de nosotros y nos inclinan a satisfacer esas apetencias que nos llevan a enfrentarnos, a hacer lo que no queremos y a sembrar el mal.

El precio a nuestra libertad y capacidad de elegir nos tienta y nos prueba a cada instante de nuestras vidas. Pero, en lugar de ser ocasiones negativas podemos aceptarlas y tomarlas como oportunidades para demostrar nuestra fidelidad y correspondencia al amor de nuestro Padre Dios. Porque, Dios ha plantado en nuestros corazones buenas semillas para, en la medida que perseveremos, dar buenos frutos. Perseverar significa ir de la Mano del Señor y permanecer a su lado. Significa tenerlo muy presente en cada instante de nuestras vidas y en el centro de nuestros corazones. Significa alimentarnos, no sólo de su Palabra, sino también de su Cuerpo y Sangre, alimento espiritual indispensable. Significa confiar y creer en su Providencia presente en todo nuestro peregrinar durante nuestro camino.

Ahora, el reto es aceptar y asumir ese camino que nuestro Padre Dios nos ha puesto delante de cada uno de nosotros. Un camino por y a través de este mundo donde vive también la cizaña y las malas hierbas que, junto a nuestras buenas semillas, crecen y las ponen en peligro. Unas semillas que Dios permite y deja que crezcan a nuestro lado, pero que nos dan la oportunidad de probarnos y dar testimonios de nuestra fe y fidelidad a la Palabra del Señor.

Sí, estas ocasiones de pecado y tentaciones con las que el mundo nos tienta y trata se seducirnos podemos asumirlas con verdaderas oportunidades que nuestro Padre Dios permite para que, agarrados y confiados en Él, demos testimonio de nuestra fe y fidelidad a su Persona siguiendo y obedeciendo su Voluntad. Al final llegará el Señor y pondrá todo en su lugar cumpliendo así su Palabra de Vida Eterna.

viernes, 26 de julio de 2019

VER, LEER Y MEDITAR LA PALABRA

Resultado de imagen de Mt 13,18-23
Es importante escuchar y leer, pero, sobre todo, lo verdaderamente importante es entender lo escuchado y leído. Porque, si no se entiende, por mucho que se lea y se escuche difícilmente se puede llevar a la vida la Palabra de Jesús. Se lee, se escucha y se trabaja con la finalidad de entenderla y, entendiéndola, hacerla vida en nuestras vidas. Y pronto nos damos cuenta de nuestra pobreza y necesidad de requerir el auxilio y la asistencia del Espíritu Santo, porque, por nosotros mismos no podremos entenderla.

Ya nos lo dijo Jesús en el momento de su Ascensión al Cielo:  nos enviará al Paráclito para que nos asista y nos muestre todo lo que necesitamos - Jn 16, 4-15 -. Pero, también nosotros necesitamos disponibilidad y dedicar tiempo y, sobre todo, perseverar en una actitud reflexiva, de leer y trabajar la Palabra para facilitar la comprensión y entenderla. Sin esa abertura a la acción del Espíritu Santo nada conseguiremos, pues, de no ser así los pajarillos del campo nos la robarán y quedará en nada. De no ser así no echará raíces y al menor contratiempo se vendrá abajo.

La Palabra necesitará tiempo y dedicación y mucha paciencia. Por eso, la perseverancia es fundamental que se apoye en la fe y que tenga paciencia, mucha paciencia para, postrados ante el Señor abramos nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo y nos dejemos transformar, seguir sus impulsos y señales. Será muy necesario entender la Palabra, pero entenderla profundamente hasta el punto de poder hacerla vida en nuestras vidas. 

Y bien sabemos que eso no lo lograremos nosotros solos sino injertados en la verdadera Vid, para poder recibir de ella la savia que nos alimenta y nos da la fortaleza para alcanzar la Vida Eterna. Promesa que nos ha ofrecido nuestro Señor. en Él ponemos toda nuestra confianza.

jueves, 25 de julio de 2019

UN CORAZÓN EGOÍSTA


Resultado de imagen de Mt 20,20-28
Mt 20,20-28
No podemos librarnos de nuestros egoísmos. Nuestra naturaleza humana no es libre y, por la herida de su pecado, está sujeta a las propias pasiones de la carne. Esto nos atañe a todos, incluso a los que, por la Gracia de Dios, han sido elevados a los altares por la Santa Madre Iglesia. Santiago, el apóstol Santiago, fue uno de esos discípulos de Jesús que, decidido a seguirle y entregado a darlo todo, padeció su propia ambición y sufrió el aguijón de su ambición.

Fue tentado, alentado por su propia madre, a pedirle a Jesús que le guardará el puesto a su derecha o izquierda para él y su hermano respectivamente. Eso que todos nosotros experimentamos también en nuestras propias carnes. Un deseo de ambición de poder y riqueza. Son las cruces de nuestras apetencias carnales que nos someten e inclinan al egoísmo de tener y poseer más que los otros. Queremos y aspiramos, esclavizados por nuestros pecados, a lo más alto en competencia con los demás. Es el recorrido natural de nuestras pasiones de las cuales solo nos puede liberar el Señor.

Santiago supo entenderlo y postrarse ante el Señor para que le llevará al verdadero camino. Ese otro camino que nos enseña Jesús. Un camino que nos exige renuncia, despojo y vaciarnos de todas nuestras ambiciones de poder y riqueza. Un camino de olvido de nosotros mismos para darnos a los demás. Seguir a Jesús es dejar atrás todo lo que de este mundo ambicionamos  y en lo que creemos que está nuestra felicidad. Es, como Santiago, dejarnos guiar por Jesús y poner en sus Manos nuestras esperanzas.

Santiago, hoy proclamado patrón de España, siguió ese camino que le propuso Jesús. Un camino de conversión y al que estamos llamados todos. También tú y yo estamos invitados a seguirlo, pero nunca por nuestra cuenta y menos solos. Lo hacemos siempre confiados e injertados en el Señor y guiados por el Espíritu Santo. En Él nunca nos equivocaremos ni nos perderemos. Tenemos la garantía de alcanzar esa propuesta de gozo y felicidad de Vida Eterna.

miércoles, 24 de julio de 2019

¿ACOJO LA PALABRA EN MI CORAZÓN?

Resultado de imagen de Mt 13,1-9
Mt 13,1-9
En muchos momentos de mi vida me pregunto, ¿tengo mi corazón preparado y lo suficientemente abonado para acoger la Palabra de Dios? Es la pregunta que me interpela en cada momento de mi vida. Me digo que cada día, cada instante es una buena ocasión y una nueva oportunidad para acoger esa siembra de la Palabra de Dios que el Labrador ha sembrado, valga la redundancia, en mi corazón.

Y acogerla es estar disponible y abierto a la escucha atenta de lo que la Palabra me enseña y me trasmite para luego tratarla de vivenciarla en mi vida. Preparar mi corazón significa estar abiertos a recibir la Palabra, reflexionarla, meditarla e injertarla en el Espíritu Santo esforzándome en dejarme llevar para hacerla vida en mi vida. Se presentan muchas dificultades y obstáculos que amenazan con dejar mi tierra baldía, infértil y estéril para el cultivo de la Palabra de Dios.

Muchos peligros acechan mi corazón impidiéndole escuchar esa Palabra de Dios y, por supuesto, dar frutos. Los afanes de la vida, las piedras y fracasos del camino, las seducciones del éxito, las ambiciones de poder y riqueza van llenando mi tierra de abrojos y pedriscos que impiden dar buenos frutos. Dejar mi corazón a merced de esas corrientes mundanas es dejar mi corazón a merced de los temporales y ventiscas que le impiden acoger la Palabra y dar los frutos que de ella se derivan.

Mi reflexión me ayuda, poniéndome en la presencia del Señor, a la lucha de cada día por impedir que mi corazón quede a la intemperie y a merced de todos esos temporales y tropiezos que lo endurezcan y le impidan escuchar la Palabra de Dios, acogerla y cultivarla dentro de mí para dar buenos frutos. 

martes, 23 de julio de 2019

PERMANECER PARA DAR FRUTOS

Resultado de imagen de Jn 15, 1-8
Los frutos son el resultado de la perseverancia y de los cuidados de cada día. El fruto necesita tiempo y un tiempo donde se le vaya dando el tratamiento adecuado y los cuidados necesarios. Sólo de esa manera el fruto verá la luz. De la misma manera, nuestra fe será el resultado de perseverar en el Señor y confiar el Él. Tendremos fe en la medida que, pidiéndola al Señor, permanezcamos en su presencia y perseveremos con paciencia que nos la dé. Porque la fe es un don de Dios y el la da cuando quiera.

Nada podemos objetar ni decir al respecto. El Señor es el dueño de todo lo creado tanto visible como invisible y dispondrá de ello como quiera. Sin embargo, sabemos y esperamos de su Bondad, de su Amor y de su Misericordia. Jesús, el Hijo de Dios enviado a este mundo nos lo ha anunciado y enseñado así. Nos habla de un Padre Dios Infinitamente bueno y misericordioso y eso nos llena de esperanza, alegría y gozo.

Por eso, en la medida que permanezcamos unidos al Señor nuestros frutos saldrán a la luz. No cabe duda que sin Él no daremos frutos, porque, los frutos nacidos de nuestro esfuerzo son frutos cultivados con el estiércol y el abono de nuestros pecados y nuestra mala tierra. Serán frutos de mala calidad y en mal estado pues nacen contaminados con y por el pecado. Necesitamos, pues, estar injertados en el Señor para dar frutos buenos.

Permanecer en el Señor significa vivir en fidelidad a Él siendo fieles a sus enseñanzas y en el esfuerzo de encarnar en nuestra vida la vivencia de su Palabra. Significa empezar de cero cada día, porque, cada día es un nuevo esfuerzo y una nueva oportunidad para probarnos en el Señor siendo fieles a su Voluntad. Por eso, en cada instante de nuestra vida debemos esforzarnos en hacer bien, desde la Palabra de Dios, todas nuestras obras porque ellas son un hermoso regalo y una nueva oportunidad para demostrarle nuestra obediencia, fidelidad y amor.

lunes, 22 de julio de 2019

JESÚS HA RESUCITADO

Resultado de imagen de Jn 20,1-2.11-18
Jn 20,1-2.11-18
La muerte siempre trae dolor. Es una despedida que no tiene tiempo conocido. Por la fe, los cristianos esperamos encontrarnos de nuevo o, al menos, resucitar, pero eso no nos evita el dolor de dejar de vernos mientras caminamos por esta vida. Sin embargo, la fe de que la muerte no tiene la última palabra y que la vida saldrá victoriosa nos llena de esperanza y de alegría. Una alegría que nos fortalece y nos da la serenidad y la paz necesaria para continuar el camino hacia la Casa del Padre.

No sabemos cómo será porque no nos cabe en nuestra cabeza. Por eso necesitamos la fe y, sobre todo, en Alguien en que se pueda creer. Jesús cumple todos esos requisitos. En Él se han cumplido todas las profecías a lo largo de la historia de la Salvación y, la principal, ¡ha Resucitado! Hay muchos testigos que, antes y después, han dado la vida por Él y que declaran, los apóstoles, haberle visto durante esos cincuentas días posteriores en los que se les aparece varias veces.De cualquier manera lo verdaderamente importante es que confiamos en Él y que nos prepara una mansión en la Casa del Padre - Jn 14, 1-3 - y allí seremos eternamente felices. 

María Magdalena había conocido a Jesús y había sido considerada y tratada con dignidad. Una mujer que, a pesar de la condición de mujer, sin derechos en aquella época, era despreciada y marginada en la sociedad de su tiempo. En Jesús había encontrado todo lo contrario y había sido defendida ante el desprecio de los demás. ¿Cómo no iba a sentirse mal y acudir a visitar su sepulcro? ¿Cómo no iba a llevarle flores y a llorarle ante su tumba? ¿No hacemos lo mismo nosotros con nuestros seres queridos?

Lo que María no esperaba era que el sepulcro tenía la losa quitada. Asustada echó a correr y lo anunció a Pedro y Juan. Más tarde, llorando esa misteriosa desaparición, se encuentra con Jesús y a pesar de que no le conoce y confunde con el hortelano, Jesús se le descubre y le dice que vaya y le anuncie a sus hermanos. También hoy nos lo dice a nosotros, sin embargo, primero tendremos que preguntarnos si creemos en su Resurrección y que en Él resucitaremos nosotros también. Porque, lo que no se cree no se puede anunciar.

domingo, 21 de julio de 2019

UN ESPACIO DE ENCUENTRO CADA DÍA

Resultado de imagen de Lc 10,38-42
Lc 10,38-42
El motor, la vida, la fuerza y todo lo que te da energía, esperanza y fortaleza para vivir cada día en la presencia de Dios es su Palabra. Por tanto, encontrar un espacio diario para escuchar su Palabra es vital en el camino de nuestra vida. Sin su Palabra nuestras fuerzas se debilitarán y terminaremos en las manos del demonio. La escucha atenta y comprometida nos dará fuerza para servir mejor al prójimo y priorizar la asistencia a las personas, pero necesitamos esa fortaleza que nos da la Palabra de Dios.

Muchas veces priorizamos el trabajo y otras ocupaciones. En un principio nos pueden parecer importantes, y, posiblemente, lo sean, pero no lo más importante. La escucha de la Palabra de Dios es el fundamento y el motor de nuestra vida cristiana y de nuestro seguimiento al Señor. Sin ella nos perdemos y equivocamos el camino. Urge conocer al Señor, su Palabra y el Plan de Salvación que ha venido a anunciarnos, porque sin conocerlo no podremos encontrarnos con Él.

Es la opción que escogió María y que su hermana Marta le reprochó. Sin embargo, sin quitarle la debida importancia del servicio que realizaba Marta, Jesús le indicó que la escucha de su Palabra, que María había elegido, es vital para nuestra vida y para, incluso, darle sentido a nuestro servicio a los demás, para cargarnos de razones de amor para realizar todo el bien que podamos hacer para los demás. Porque, sin las fuerzas de la Palabra y del Espíritu de Dios caeremos en las garras del príncipe del mundo que nos apartará de Dios y nos llenará de trabajo que esconden egoísmos, intereses y conveniencias.

Sin el don de la gratuidad todo nuestro ser y obrar se convierte en basura. Y es que cuando buscas y persigues algo a la hora de servir, has dejado de abrirte a la Gracia y Misericordia del Señor, pues ya tienes tu premio en ese servicio que haces por interés. Lo que hemos recibido gratis, tenemos que darlo gratis , nos dice el Señor -Mt 10, 8.-.

sábado, 20 de julio de 2019

TODA PROFECÍA SE CUMPLE EN JESUS

Resultado de imagen de Mt 12,14-21
A lo largo del Plan de salvación de Dios observamos que todas las profecías van cumpliéndose en Jesús. Él es el Hijo de Dios y el Mesías anunciado que dará a conocer el mensaje de Salvación con el anuncio de la Buena Noticia. Él nos revelará el verdadero Rostro de Dios, porque, es Él precisamente, valga la redundancia, el verdadero Rostro de Dios.

Sin embargo, el anuncio de esa Buena Noticia no es bien recibida por el pueblo elegido y, los fariseos, le buscan para eliminarlo. El anuncio de un Dios misericordioso, que pone en jaque a la ley que ellos ponían en primer lugar, empieza a molestarle. Jesús, que sospecha para que le buscan se marcha y se retira de aquel lugar y, como es lógico, la gente le sigue. Él los atiende y les curas de sus dolencias advirtiéndoles que no le descubran para que así se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza».

Ahora, el interrogante que nos suscita este Evangelio y que nos interpela, nos lleva a preguntarnos: ¿También le seguimos nosotros quizás buscando algún interés de salud o de otros problemas? ¿O le seguimos por lo que supone encontrar en Él la Vida Eterna que está implícita en nuestros corazones?  Esa es la cuestión que tanto el hombre como la mujer de todos los tiempos se plantean. 

Jesús ha venido para eso, para mostrarnos el camino, porque, Él, es precisamente el Camino, la Verdad y la Vida. Y en Él se va realizando ese plan de Salvación que Dios ha pensado desde la Eternidad para cada uno de nosotros. Sin embargo, la tarea no se ha acabado y, por eso, el Señor cuenta con cada uno de nosotros de forma libre y voluntaria. En nuestro bautismo hemos recibido el compromiso de nuestra misión y hemos sido configurados como sacerdotes, profetas y reyes para alabar, anunciar y servir según la Palabra y el Plan de amor que Dios nos revela a través de su Hijo Jesús.

Cada día comenzamos un nuevo reto y una nueva lucha. Una batalla ya ganada de antemano, porque, el Señor ha vencido al mal y, en Él, tenemos garantizada la victoria.

viernes, 19 de julio de 2019

LA MISERICORDIA ESTÁ POR ENCIMA DE LA LEY

Resultado de imagen de Mt 12,1-8
Mt 12,1-8
Sin darnos cuenta vivimos sujetos a las leyes e incluso a las costumbres y tradiciones. Y lo hacemos hasta el punto de hacerlas criterio de nuestra vida a las cuales nos sometemos y supeditamos todo nuestro ser y obrar. Los judíos, por ejemplo, imponían el descanso del sábado anteponiéndolo a la misericordia con el prójimo. 

Esa controversia nos lleva a preguntarnos: ¿Está la ley antes que la urgente necesidad al prójimo? ¿Se puede postergar la asistencia urgente a una persona por el descanso del sábado?  ¿Qué piensas tú a este respecto? Porque, esa cuestión nos puede llevar a más consecuencias dependiendo de cómo lo valoremos. ¿Podía el buen samaritano dejar a aquella persona herida, por el hecho de ser sábado, a su suerte y no asistirla? ¿Cúal sería según tú la actitud correcta?

Supongo que estarás pensando lo mismo que yo. La Misericordia, dependiendo de su necesidad y urgencia, es lo primero. Y eso, aparte de que lo sentimos y experimentamos en nuestros corazones, es lo que también nos ha dejado claro el Señor: Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.

Porque, la misericordia es la máxima expresión del amor. Estamos salvados y llamados a la Vida Eterna por la Misericordia de nuestro Padre Dios, y no porque lo merezcamos, sino por pura gratuidad y misericordia de Dios. No merecemos nada, y menos el perdón y la salvación eterna, pero, por la Misericordia de Dios, misterio indescifrable para nosotros, alcanzamos el perdón de nuestros pecados y el regalo inmerecido de la Vida Eterna.

jueves, 18 de julio de 2019

QUIERO, SEÑOR, ACEPTARME TAL CUAL TÚ ME HAS CREADO Y DESCANSAR EN TI

Resultado de imagen de Mt 11,28-30
Me voy dando cuenta, Señor, y por eso te doy las gracias, que no son mis esfuerzos ni mis empeños los que me transforman ni me dan la paz, sino, simplemente, tu Gracia. Y en eso estoy, en estos momentos de Gracia y lucidez recibida por el Espíritu Santo, después de seguirte tanto tiempo en actitud de colaborar contigo cuando en realidad eres Tú quien haces todo. Perdona, Señor, mi gran disparate, porque lo que me toca a mí es seguirte y dejarme modelar por tus Manos.

Seguirte, Señor, y ponerme en tus Manos. Hoy me lo recuerdas y me lo dices claramente con tu Palabra: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Gracias, Señor, por encender mi corazón y abrirme los ojos para ver que sólo Tú eres mi descanso, mi alivio y mi paz. Llevo mucho tiempo buscándote, Señor, pero, quizás en lugares equivocados. Sin darme cuenta he puesto mi paz en mis obras cuando la realidad es que sólo está en Ti. Me lo has advertido muchas veces: buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas Mt 6,33. y, erre que erre no me enteraba.

Sí, Señor, primero Tú y siempre Tú, pues todo lo demás son sólo apariencias y mentiras. Nadie da la vida por mí como lo haces Tú cada día, y de forma real y presente en cada Eucaristía. Te me entregas, Señor, y te conviertes en mi alimento, mi descanso y mi paz. Gracias de nuevo, Señor, por esa luz con la que me has iluminado para que deje de buscarte en las obras y pueda encontrarte en mí corazón. Porque, lo demás, Señor, confío que correrá de tu cuenta.

miércoles, 17 de julio de 2019

SENCILLOS DE CORAZÓN

Resultado de imagen de Mt 11,25-27
Mt 11,25-27
La sencillez no admite doblez. Lo sencillo es simple, tiene una sola cara y no presenta complejidad. De modo que no se resiste a la verdad ni presenta dificultades ni complicaciones. Se abre a la verdad porque, de hecho, están en su búsqueda. La sencillez no tiene lugar para la mentira ni para el engaño. No es compleja y sólo presenta la cara de la verdad. Por eso, Jesús da gracia a Dios por la gente sencilla que pone su confianza en Dios.

Y es que sucede que los sabios y entendidos tienen mil razones para resistirse y para poner en duda el anuncio de la Buena Noticia. Su complejidad les inclina a cerrar sus corazones y a dudar de la Palabra de Dios. Siempre encuentran excusas para sortear y rechazar la Palabra de Dios. Se cierran a la fe y se agarran a su razón, pues, lo que no son capaces de entender ni cabe en sus mentes no lo aceptan.

¿Acaso puede el ser humano entender el misterio y la grandeza de su Creador? ¿Es él más grande o igual que el Creador de todo lo visible e invisible? Sin lugar a duda el sencillo no se hace esas preguntas ni se complica buscando razones, simplemente cree y se abandona en las Manos del Señor y escucha su Palabra. Porque, a Dios se llega desde el corazón y desde el amor y no por la inteligencia.

Dios se da a conocer y se revela a la gente sencilla, a los que son capaces de esforzarse en amar y buscar el bien. A aquellos que, experimentando en sus corazones el deseo de amar son capaces de entregarse y confiar en su Palabra. Así ocurrió con Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Juan el Bautista... hasta llegar a María. Quizás estemos ahora nosotros experimentando esa llamada y nos corresponderá responder y abrir nuestros corazones mostrándonos sencillos y humildes a la escucha de la Palabra de Dios. Es cuestión de experimentarnos sencillos y humildes y dejar que el Espíritu de Dios nos transforme.

martes, 16 de julio de 2019

¿ERES INDIFERENTE A LA LLAMADA DEL SEÑOR?

Resultado de imagen de Mt 11,20-24
Mt 11,20-24
Conviene estar despierto y atento a los signos que se presenta a diario en nuestra vida. Son signos que nos hablan y descubren la presencia del Señor. ¿Qué nos ocurre entonces? Quizás, aunque confesamos nuestra fe no tenemos fe, porque, la fe se demuestra no con palabras sino con hechos. ¿Qué diríamos de Abraham si no hubiese obedecido a Dios sobre el sacrificio de su hijo Isaac? Por supuesto que no estaríamos ahora hablando del padre de la fe. 

Abraham obedeció al Señor y en el momento de ejecutar su mandato un ángel del Señor le detuvo. Su fe había sido probada. ¿Podemos decir nosotros ahora lo mismo? ¿Hemos probado nuestra fe obedeciendo al Señor tratándole de escucharle? ¿Nos acercamos a su Palabra para, leyéndola, llevarla a la realidad de nuestra vida de cada día?

Nos puede ocurrir lo mismo que Corozaín, Betsaida y Cafarnaún, que siendo llamada por el Señor en muchos momentos de nuestra vida pasar de largo sin prestarle atención. Podemos decir que creemos en él, pero priorizamos todo lo demás dejando para Él el tiempo que nos sobra, y muchas veces ni eso, pues lo que nos sobra lo dedicamos al ocio o al descanso.

Es cuestión de plantearnos nuestra fe y ver si realmente ponemos al Señor en el centro de nuestros corazones dándole a Él la prioridad en todas las cosas de nuestra vida. No es fácil, porque el demonio se encarga de hacernos ver lo contrario y de que aborrescamos nuestras cruces y las evitemos haciendo todo lo contrario, es decir, buscando el placer, la distracción y la buena vida. Y no es ese nuestro camino sino todo lo contrario. Abracemos nuestras cruces porque ellas son el camino para llegar a Dios. Ellas son el reclamo que nos llevan a necesitarle y a descubrirle como única salvación.

Tratemos de reflexionar y de ver que nuestra salvación no está ni consiste en ver milagros, sino en conocer realmente la Buena Noticia que nos trae el Señor y que ella nos da lo que realmente buscamos, la Vida Eterna.

lunes, 15 de julio de 2019

UN DURO CAMINO LLENO DE CRUCES

Resultado de imagen de Mt 10,34--11,1
Mt 10,34--11,1
Sucede que cuanto más cerca de Jesús crees que estás, descubres que te encuentras más lejos. Cuando crees que entiendes algo te das cuenta que no entiendes nada. Es difícil seguir al Señor y el darte cuenta de eso te ayuda a verte realmente como eres: pobre, limitado, pequeño y necesitado de Dios. Y lo primero que empieza a pensar es que Dios es mi Padre, y un Padre que me quiere y que no permitirá que me ocurra nada malo si yo confío en El. Luego, todo lo que ocurra en mi vida es para mi bien.

Eso significa que las cruces que aparezcan en mi vida son cruces que me señalan el camino a Dios. Dicho de otra forma, bendiciones del Señor para que lo descubra y me acerque a Él.  La cruz hace que tome conciencia de que sólo Dios me puede salvar y lo hace en la medida que yo sea capaz de abrazar esa cruz de mi vida. Por eso, Dios tiene que estar por encima de todo, de los afectos, de las pasiones, de las amistades y de todo tipo de apego y apetencias. Él es lo que realmente te conviene y te salva.

No puedes dejarte coger por todo lo que se interponga entre tú y el Señor, porque entonces dejarás al Señor y te alejarás. Es esa la pretensión de las cruces de tu vida, apartarte de Dios y abrazar al pecado. Porque, la fe en Dios te libra de todo y te da Vida Eterna ya, ahora. Y esa Vida Eterna destruye al pecado e impide que tú seas destruido por él. Por lo tanto, desde esa perspectiva el Señor no ha venido a sembrar a este mundo la paz sino a poner al hombre en enemistad con todo aquello que le pueda apartar de Dios, porque eso le conduce al pecado y a la muerte.

Jesús te pide romper con todos aquellos que se interponen en tu vida, en tu amor a Dios y te impiden ser libre. La familia, los padres, hijos y demás cuando son queridos más que Dios te impiden ver a Dios. Y lo son cuando quieres seguir a Dios sin renunciar a ellos. La fe es posponer todo al amor de Dios y eso conlleva todo lo demás. Jesús te ha dado todo y también te reclama todo. Y lo hace porque eso es lo único que te hace feliz y te da la Vida Eterna, que es precisamente lo que tú buscas. Ponerte en Manos del Señor te irá aclarando el camino a seguir.

domingo, 14 de julio de 2019

LA LEY ES CLARA

Resultado de imagen de Lc 10, 25-37
Mt 10, 24-33
La ley es clara, pero, a pesar de estar muy clara y no dejar dudas, nosotros si encontramos dudas a la hora de llevarla a la práctica. La teoría es una cosa, pero la práctica es otra. Si la teoría es más fácil de reconocerla y de asumirla, la práctica se nos hace más difícil y más complicada. De ahí el refrán: obras son amores y no buenas razones. El amor se descubre y se manifiesta no con palabras sino con obras.

Quizás, aquel maestro de la ley quiso ver que pensaba Jesús de la última sentencia referida al amor a Dios y al prójimo, sobre todo a esta última. Posiblemente, ¿tendría dudas? Igual nos puede ocurrir a nosotros, queremos matizar y hasta darle un cierto carácter light a esto de amar al prójimo para justificarnos. Es posible que no sepamos lo que escondían la razones de su pregunta. Si trataban de justificarla preguntando esa duda o si realmente la tenía. De cualquier modo, desde mi humilde opinión personal puedo decir que a mí también se me presenta muchas veces la duda, no en cuanto a la claridad de saber quien es mi prójimo, pero sí en cuanto a la forma de aplicar esa expresión de la ley. Para eso debemos pedir sabiduría y capacidad de discernimiento.

Jesús nos lo deja muy claro con la exposición de la parábola del samaritano. Y lo lleva al extremo de la situación extrema referente a los enemigos. No sólo nos advierte quien es nuestro prójimo, sino que nos desvela la posibilidad de descartar a los que no nos sean gratos o enemigos. Nuestros prójimos son todos aquellos que están en apuros y necesitan ayuda, sean de la condición que sean, de la raza, etnia o color que sean. En resumen, son todos los hombres y mujeres que necesiten de nuestra caridad y asistencia.

Y todo, al menos yo lo veo así, por un sencilla razón: Así nos quiere Dios a todos y no excluye a nadie. Por lo tanto, también nosotros debemos querer y estar en actitud de ayudar a todos, a los buenos y malos, a los simpáticos y antipáticos, a los amigos y enemigos, a los blancos y negros...etc. 

sábado, 13 de julio de 2019

EL SEÑOR YA NOS HA AVISADO DE LO QUE IBA A SUCEDER

En estos momentos pasamos por circunstancias que nos hacen recordar tiempos pasados de la Iglesia y nos preparan para estos que vienen ahora. Son tiempos de turbaciones y de luchas. Hay persecuciones y se persigue a la Iglesia de forma agresiva y violenta. En algunos lugares se llega hasta matar y en otros se establece una guerra fría excluyéndola de la educación y de todos los lugares públicos de la sociedad. Los medios y las fuerzas dictatoriales tratan de encerrarla de momento en las sacristías para más tardes destruirlas.
Resultado de imagen de Mt 10, 24-33
Mt 10, 24-33

Sin embargo, esto ya lo sabíamos, así que no nos toma de sorpresa. Jesús nos lo ha dicho con mucho tiempo de antelación para que estuviésemos preparados. Ha ido ocurriendo en todos los tiempos y, a pesar de tener algún tiempo de bonanza, por ejemplo en nuestro país, ahora empieza a renacer de nuevo esos peligros, no sólo espirituales sino también materiales y de persecución. Pero no pasa nada. El Señor nos ha dicho y nos dice en este mismo momento que no tengamos miedo. Él está con nosotros, y aunque nosotros no seremos mejor que Él que fue ultrajado, escupido, flagelado y crucificado, nosotros también pasaremos por esas experiencias. Cada uno en proporción a su medida, pero tendremos que compartir con el Señor nuestras propias cruces.

Por lo tanto, no perdamos de vista que el mundo está regido por el demonio y enfrentado al Señor. Es el ángel rebelde que se opone al mensaje de amor que trae nuestro Señor Jesús enviado por su Padre. El mundo está enfrentado a la Iglesia y nos hará la vida imposible engañando a muchos que se someten a él para excluir a la Iglesia de este mundo. Él es enemigo del alma que busca que la perdamos. En nuestro bautismo hemos jurado desobedecerle, plantarle cara y luchar contra él para pertenecer solamente al Señor, y eso lo llevamos a cabo cada día en nuestra batalla particular contra él y auxiliado por el Espíritu Santo, que nos conforta, nos fortalece y nos llena de firmeza y voluntad.

No olvidemos también que tenemos una Madre, La Virgen María, que nos protege y nos defiende de esas amenazas y peligros que representa el demonio. Ella lo ha vencido y nos ayudará, intercediendo por nosotros, a que también nosotros lo venzamos.

viernes, 12 de julio de 2019

LA BATALLA DE CADA DÍA

Resultado de imagen de Mt 10,16-23
Mt 10,16-23

El camino es una guerra. Una guerra que libra cada día una batalla. Importa ganar la guerra aunque eso pase por perder varias batallas de cada día. Importa levantarse y luchar con audacia e inteligencia. En el Evangelio de hoy, el Señor nos invita a ser sagaces como serpientes y sencillos como palomas. La lucha es despiadada y hay muchos que se oponen a que el Reino de Dios se establezca en este mundo. Son reos de la ambición, del poder, del egoísmo y de todo lo que les impida satisfacer sus deseos y se oponen, presentando el mal, la violencia y la injusticia, al Reino de Dios.

En este mundo andamos y por él tendremos que avanzar. Avanzar con la verdad y el amor, pero con sagacidad como nos advierte Jesús hoy. Dignificar la vida y anunciar la Buena Noticia es una gran necesidad, porque, todos los hombres, incluso esos que abanderan el mal, buscan esa Noticia de Salvación, aunque lo hacen donde no se encuentra ni por los caminos que llevan a ella.

Y somos nosotros, los que creemos y seguimos a Jesús los que tenemos que anunciarla, a pesar de que eso conlleve sufrir, luchar contra las adversidades y librar una batalla cada día. El mal como expresión de las injusticias, de la violencia o de la ambición de poder está latente en el mundo. Hemos repetido muchas veces que,  mundo - demonio - carne, son los peligros que se levantan como murallas ante los que creemos y queremos seguir al Señor. Y este mundo, regido por su príncipe, el demonio y con la ventaja de la debilidad de nuestra carne presentan los mayores peligros para los creyentes.

Por eso, no debemos permanecer solos ni apartados de la comunidad, de la parroquia, de la práctica de los sacramentos, reconciliacion (confesión) y Eucaristía. También de la oración de cada día, sola y comunitaria. Son nuestras armas para la batalla de cada día. No tengamos miedo, el Espíritu Santo nos auxilia y pondrá en cada momento la audacia necesaria para superar, escapar y evitar que el enemigo pueda vencernos.

jueves, 11 de julio de 2019

SIEMPRE BUSCAMOS ALGUNA RECOMPENSA

Resultado de imagen de Mt 19,27-29
Todo lo que hacemos tiene siempre algún motivo. Es, diría, condición humana el buscar una compensación ante el hecho de darnos. Es verdad que el amor que se nos exige dar, así como el anuncio de la Buena Noticia de Salvación es gratuita y no busca ningún interés ni espera recibir nada a cambio, pero no podemos obviar que en el fondo de nuestra actitud de darnos y entregarnos por amor está el alcanzar la Gloria que Dios, nuestro Padre, nos ha prometido.

Siempre he dicho que el cristiano creyente y comprometido, en ese sentido, es el más egoísta del mundo, pues se da y se entrega buscando el mayor Tesoro que pueda existir. Pero un Tesoro al que se llega entregándose por amor y de forma desinteresada y gratuita. Por eso, ante la pregunta de Pedro, el Señor Jesús le responde: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna».

Detrás de la entrega y del compromiso de seguimiento cumplido hay toda una recompensa del ciento por una, pero, lo más grande es:  "La Vida Eterna".  Por eso, se hace necesario anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios y anunciarlo, no sólo con la Palabra de Dios sino también respaldándola con nuestra vida, que nos exige dejar todo lo que nos impida servir, curar, limpiar y vencer todo mal. Es decir, todo aquello que nos ate y nos aparte de la acción del Espíritu Santo que nos conforta y nos da la fortaleza para cumplir con el servicio de amor voluntario e incondicional.

Por eso, necesitamos ir en actitud de desprendimiento, de ligereza, de todo aquello que nos pueda atar y apegar a las cosas. Ir solamente y fundamentalmente afianzado en la fuerza de Dios más que en nuestras propias fuerzas y seguridades. Ir consciente de que la obra es de Dios y no nuestra y ponernos en sus Manos.

miércoles, 10 de julio de 2019

TAMBIÉN TÚ ERES ENVIADO

Resultado de imagen de Mt 10,1-7
Mt 10,1-7
La buena noticia ha llegado a nosotros gracias a que la cadena no se ha interrumpido. Ha permanecido fiel a su transmisión a través de los siglos hasta nuestros días. Ese anuncio de la Buena Noticia que fue encargada a aquellos apóstoles en principio, y luego a muchos discípulos a través de los tiempos, ha llegado intacta a nosotros. Y ha llegado por la fe, confianza y el trabajo puesto por aquellos apóstoles en nuestro Señor Jesús. Y, luego, por muchos otros discípulos que continuaron esa labor y misión de anunciar la Buena Noticia.

Hoy eres tú uno de esos muchos que forman parte de esa cadena. Eres uno de esos eslabones que la forman y que impide que se rompa y que no llegue a ese lugar que a ti te corresponde. Eres el puente por el que llegará esa Buena Noticia a mucha gente y esa es tu responsabilidad y compromiso de bautismo. Por lo tanto, si lo piensas, eres parte fundamental de esa misión y anuncio de la Buena Noticia para otros muchos que van a depender de tu respuesta voluntaria y comprometida a la llamada y envío del Señor.Muchos esperan ese anuncio venido de ti y eso dependerá de tu respuesta a la llamada que el Señor te hace hoy.

No cabe duda que desde esa perspectiva valoramos mucho la respuesta de aquellos apóstoles. Aquellos hombres llenos de dudas y en tiempos difíciles hasta el punto de perderlo todo hasta su misma vida creyeron y confiaron en el Señor Jesús. Y, luego, vinieron muchos otros que continuaron la misión de transmitir esa Buena Noticia. Gracias a ellos Jesús ha podido llegar a nosotros. 

Sabemos que todo éxito es del Señor, pero, porque Él lo ha querido así necesita nuestra respuesta voluntaria y nuestra colaboración. Y esa respuesta, valga la redundancia, dependerá de tu respuesta y, también, de la mía.

martes, 9 de julio de 2019

UN JESÚS INIGUALABLE


Resultado de imagen de Mt 9,32-38
Mt 9,32-38
Nadie ha podido hacer ni dar lo que Jesús ha dado. Por eso es el Hijo de Dios, porque su Poder ha sido inigualable. Ha hecho prodigios y milagros que nunca se han visto, no sólo en Israel sino en todo el mundo. Nadie ha curado al enfermos y paralíticos como lo ha hecho Jesús. Nadie ha sido capaz de resucitar a personas que han perdido la vida, ni antes, ni en su momento ni después de Él. 

Nunca nadie ha anunciado un mensaje de amor como lo ha hecho él. Un mensaje de amor que, todos nos damos cuenta, es la solución para el mundo. Un mensaje de amor lleno de bondad, de generosidad, de mansedumbre y gratuitamente. Un mensaje de amor incondicional e igual para todos los hombres y mujeres del mundo. Un mensaje de amor para buenos y malos. Nadie ha entregado su Vida de forma incondicional y gratuita para salvar a los hombres por amor. Una muerte que rescata al hombre y le da la posibilidad de alcanzar la Misericordia de Dios.

Realmente, ¿ha habido o hay alguien que haya podido parecerse a Jesús? Y sin embargo, muchos han creído, pero otros no. Y sigue ocurriendo eso. Muchos le siguen, pero otros se quedan a medias y algunos le rechazan. Y sin embargo, nadie puede igualarle ni siquiera imitarle. Nadie puede presentar y darnos su servicio, su entrega y su amor desinteresado y lleno de ternura y de misericordia. Jesús nos ha revelado el Rostro de su Padre Dios y en diversas parábolas nos ha presentado la forma de amarnos y su mensaje de salvación.

Hay quienes abrimos nuestros corazones a su Amor y, por su Gracia, le acogemos y creemos en Él. Sin embargo, otros se cierran a su Palabra y le quieren expulsar de este mundo. Es la lucha que experimentamos cada día en este mundo nuestro. El amor, que viene de Dios, y el mal que viene de aquellos que, incomprensiblemente no ven el Corazón amoroso de Dios. 

lunes, 8 de julio de 2019

LA NECESIDAD DESPIERTA LA FE

Resultado de imagen de Mt 9,18-26
Mt 9,18-26
No hace falta que nos lo demuestren, sabemos que cuando estamos bien y todo rueda según nuestras ideas y apetencias la vida nos sonríe y nos parece hasta fácil. Experimentamos suficiencia y que con nuestro poder y capacidad nos basta para alcanzar esa felicidad que buscamos. Nos sentimos fuertes y poderosos y llegamos a creer que con nosotros, nuestro poder y riqueza nos basta.

Sabemos también que en esas circunstancias no nos acordamos de nadie ni tampoco de Dios. Llegamos a creernos hasta que nosotros mismos somos nuestro propio dios. Y sólo basta un ligero percance o la más mínima adversidad para despertarnos y darnos cuenta de nuestra necesidad. El Evangelio de hoy nos pone dos ejemplos que pueden ayudarnos a pensar y a darnos cuenta que también nosotros somos esas personas, porque, tarde o temprano llegará a nuestra vida esas mismas circunstancias.

Un hombre jefe de los judíos. No era un cualquiera sino un hombre que tenía bajo su poder a otros. Porque ser jefe significa que tiene bajo su cargo a otros. Y ese jefe de judíos siente la necesidad de pedir ayuda, pero, ¿a quién? Porque, se trata de la curación de su hija que irremediablemente se muere. No se puede buscar sino a Aquel que tiene poder de devolverla a la vida y es a ese, al Señor a quien se dirige ese jefe de judíos. Eso esconde una fe en que Jesús, el Señor, puede curarlo, y en esos términos se dirige a Él: En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá».

También sucedió que una mujer, que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Conocemos por el mismo Evangelio lo que sucedió después en ambos casos. Y eso nos debe animar a nosotros, tal y como Jesús animó a la mujer curada respecto a su fe. 

La fe nos salva, pero una fe que proviene de lo más profundo de nuestro corazón y que nos llena de confianza en el Poder y la Bondad de Dios. Un Dios misericordioso y compasivo que se conmueve con nuestra fe y responde a nuestros suplicantes deseos.

domingo, 7 de julio de 2019

LA MISIÓN ES DE TODOS

Resultado de imagen de Lc 10,1-12.17-20
Lc 10,1-12.17-20
El mundo no puede mejorar si no mejoras tú. Eso está muy claro y todos lo entendemos. Nadie podrá hacer lo que está guardado para ti. Tú tienes una aportación que hacer a este mundo para mejorarlo. Tu parcela, tu propio ambiente, tu círculo de amistad, tu familia tendrán el sello del anuncio de la Buena Noticia, o por el contrario ese anuncio se perderá. Y el único responsable serás tú.

Jesús fundó su Iglesia en la roca de los apóstoles, pero está claro que ellos no se iban a quedar aquí hasta el final de los tiempos, por eso urgía fundar la Iglesia y dejarla como continuadora de su misión. Y a los apóstoles han seguidos otros apóstoles y así hasta nuestros días. Todos somos apóstoles en el sentido de que, por el compromiso de nuestro bautismo, estamos llamados a continuar y proclamar la Buena Noticia de Salvación. Y ese es nuestro reto, proclamar que Cristo Jesús vive y camina entre nosotros señalándonos el Camino, la Verdad y la Vida.

Por tanto. el Evangelio de hoy es una llamada a esa misión de proclamación de la Buena Noticia que todos los bautizados tenemos. Una proclamación que puede ser de diferentes formas y maneras, pero que, al final, es proclamación y anuncio del Reino de Dios. Porque, para unos podrá ser el anuncio por la palabra, pero para otros será el servicio al enfermo. Otro será la enseñanza, la justicia...etc. y cada cual según sus talentos o capacidades. Todos podemos en cualquier lugar que nos haya tocado vivir derramar ese anuncio de salvación por el hecho de ser hijos de Dios.

Nuestra alegría no debe estar apoyada en nuestros éxitos sino en que hemos sido elegidos por el Señor para esa misión y nuestros nombres, como nos dice el Evangelio están inscritos en el Cielo: Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

sábado, 6 de julio de 2019

LO NOVEDOSO: UNA NUEVA FORMA DE MIRAR LA VIDA

Resultado de imagen de Mt 9,14-17
Mt 9,14-17
Jesús irrumpe en este mundo con una nueva forma de mirar la vida. Es algo diferente a todas las propuestas que hasta ahora se habían contemplado siguiendo los impulsos y apetencias humanas. Hasta su llegada todo se resumía en el conocido "ojo por ojo y diente por diente". El enemigo era el peligro y el objetivo a vencer. Todo consistía en someter y dominar a aquellos que piensan diferente y no se avienen con nuestra forma de ver la vida o de aplicar nuestros intereses y apetencias.

Jesús presenta otra forma de ver a los demás. Su Corazón tiene otra actitud y su Mensaje presenta una nueva, renovada y buena Noticia. Es liberador y acoge a todos, buenos y malos como hijos de Dios a los que ofrece su incondicional Amor. Es la manera de echar, como nos dice en el Evangelio de hoy, el vino nuevo en odres nuevos y no en odres viejos que lo estropee por no admitirlo. Nuevas formas de relacionarnos que pasan por presentar un amor joven, renovado y actualizado en el Señor que no se pueden mezclar con las viejas maneras de contemplar la vida y las tradiciones.

Hay, primero, que purificar nuestros corazones y limpiarnos de muchas impurezas que lo hacen viejo, obsoleto y duro. No hay enemigos sino personas a las que hay que ayudarles a ver la vida desde la perspectiva del amor. Quizás eso sea difícil para nosotros e incluso no llegamos a entenderlo, pero, para nuestro Padre Dios todo es posible. Por tanto, debemos dejarnos llevar por el Amor de nuestro Padre y, abiertos a su Espíritu, posibilitar un cambio en nuestra manera de ver la vida. Es el amor el valor más grande que tenemos y el arma más propicia para transformar nuestros corazones.

Nadie se ha atrevido ni ha propuesto nada que ataque directamente al corazón del hombre y le arranque el mal que, morando en él, le hiera y le atormente. Un corazón contaminado por el pecado y el odio de venganza al enemigo. Pongamos. como nos dice y enseña Jesús, el vino nuevo en odres nuevos.