martes, 31 de marzo de 2020

LA BRUJULA DE NUESTRO CAMINO: "LA CRUZ"

Sergio E. Valdez Sauad: Juan 8,21-30. JESÚS PASA
No podemos encontrar el camino sin cruz. Es verdad que nadie quiere sufrir y la Iglesia, continuadora de la obra de salvación de Jesús, se afana en mitigar el sufrimiento de los más pobres, de los marginados y excluidos, pero, también es cierto que nuestro camino terrenal termina en la cruz, nuestra muerte. Y a ella llegamos por diversos caminos: enfermedades, accidentes u otras formas que nos violentan y acaban con nuestro periplo aquí en la tierra.

Nuestro Señor nos enseña el camino desde su nacimiento, desde su encarnación en Naturaleza Humana. Su concepción ya fue un camino de espina y de sufrimiento para María y José. Ambos fueron anunciados por el ángel del Señor para anunciarle y descubrirle tanto la concepción por obra del Espíritu Santo, como a José, que era cosa de Dios. Y toda su vida, huida a Egipto, presentación en el Templo... estuvieron llenas de acontecimientos y sorpresas que auguraban un camino de cruz.

Y, obediente a la Voluntad del Padre, Jesús toma la Cruz y en la Cruz manifiesta todo su amor a nosotros. Porque, por esa muerte de Cruz, aceptada voluntariamente, nos da la prueba de su Infinito Amor a cada uno de nosotros y por el que somos, misericordiosamente, perdonados de nuestros pecados y liberados para, recuperando nuestra dignidad de hijos de Dios, entrar en la Gloria de Dios Padre.

Jesús es el Mesías enviado por el Padre que viene a darnos prueba de su Amor entregando su Vida para darnos a nosotros vida eterna. Jesús es la Voluntad de Padre que nos ama y, por los méritos de su Hijo, nuestro Señor, nos manifiesta y nos prueba que quieres salvarnos y compartir su Gloria con cada uno de nosotros.

lunes, 30 de marzo de 2020

MISERICORDIA POR ENCIMA DE TODO

Tampoco yo te condeno… | Ecos de la Palabra
Jn 8,1-11
Decimos y confesamos que Dios es Amor. Un Amor Misericordioso, porque, de no ser así, nosotros, míseros pecadores, estaríamos sin remisión condenados a la eternidad de sufrimiento y dolor. Si nos salvamos es por la Infinita Misericordia de Dios. Nos perdona a pesar de nuestros pecados. Pecados de todas clases y tamaños, pero, pecados que ante la Infinita Misericordia de Dios son perdonados.

Se hace necesario confiar en esta Misericordia de Dios, porque, por ella estamos salvados. Es el caso de esta pecadora sorprendida en adulterio a la que utilizan para poner a Jesús en un callejón sin salida. Porque, de defender a la mujer, en una civilización machista, sería enfrentado a la ley de los judíos y de condenarla dejaría su identidad de Hijo de Dios confusa y contradictoria. ¿Qué hacer?

Jesús sabe y conoce la intención de aquellos escribas y fariseos y su respuesta les desconcierta y les hace ver su propia realidad. No esperaban que Jesús saliera con esa respuesta, porque tampoco le conocen ni creen que es el Mesías enviado. Mejor, no quieren conocerle ni creer que es el Mesías porque se dan cuenta que, de creer, sus vidas tendrían que cambiar. Y, al parecer, se encuentran bien, cómodos, dirigiendo al pueblo y no quieren perder esos privilegios.

También, para nosotros, puede ser una llamada de atención. ¿Creemos en la Misericordia de Dios y en el perdón de todos nuestros pecados? ¿Creemos que Jesús nos dice, como a la adultera, yo no te condeno, vete en paz y no vuelvas a pecar? Es decir, ¿estamos dispuestos a cambiar y a esforzarnos en no pecar? Todo es cuestión de creer que con el Espíritu Santo, recibido en nuestro Bautismo, podemos sostenernos libre de pecados y perseverar en el seguimiento del Señor. Y si caemos, enseguida levantarnos, para eso Jesús nos ha dejado el Sacramento de la reconciliación.

domingo, 29 de marzo de 2020

JESÚS ES LA ROCA EN LA QUE APOYAMOS NUESTRA FE

Diácono Luis Brea Torrens: Juan 11,1-45: la resurrección de Lázaro
Jn 11,1-45
Se habla mucho de Dios y, no conociéndole, se le rechaza, se le da la espalda y se pone en duda su Plan de Salvación a lo largo de las Sagradas Escrituras. Se ignora con una actitud de indiferencia el camino que el inicia y construye desde Abraham y, llegada la plenitud, también se rechaza el anuncio de la Buena Noticia que nos trae su Hijo, nuestro Señor Jesús.

Se buscan y se exigen pruebas y signos que nos dejen sin palabras y nos convenzan. Disparates tras disparates, ¿acaso piensas que al Señor le hubiese hecho falta su Plan de Salvación tal y como lo ha dispuesto para convencerte? ¿Acaso piensas que, tratándose de convencerte no le hubiese bastado sólo con pensarlo? ¿Crees que hubiese necesitado enviar a su Hijo y que sufriera toda su Pasión hasta la muerte? ¿Quién crees tú que es Dios? ¿No le conoces y le rechazas? ¿No crees que eso es un disparate más de los que comete con respecto al Señor?

Jesús es nuestra roca y en ella nos apoyamos. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Sus milagros atestiguan todo lo que dice y hace, y la resurrección de Lázaro es una de las pruebas que deja al descubierto con claridad meridiana que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías anunciado por los profetas y que en Él se cumplen todas las profecías de la Sagrada Escritura. Profecía escrita en diferentes momentos, a mucha distancia unas de otras y por profetas diferentes. ¿No te parece suficiente prueba?

Él es la Resurrección y con su Resurrección disipa toda duda. Ahora, por eso ha ideado su Plan de Salvación de esta manera. Quiere que tú y yo respondamos y creamos en Él de forma libre, voluntaria y apoyándonos en la fe y confianza en Él. Ese es el reto y lo que da verdadero sentido a nuestra vida. Porque, aunque el mérito es del Señor, que nos regala todo, deja una parte de nosotros para que tanto tú como yo decidamos que opción tomar. Nos ha dado la libertad de decidir y de fiarnos de Él.

Es tiempo de Gracia y de acoger el anuncio de la Buena Noticia. Está también escrita en tu corazón y el mío. ¿Acaso tú no quieres ser eterno? ¿No experimentas que te gustaría ser eterno y nunca morir? Pues bien, esa es la oferta que Jesús te hace? Dependerá de ti de tomarla o rechazarla.

sábado, 28 de marzo de 2020

LA AUTORIDAD DE JESÚS DESCONCIERTA

Diplomado en Cristología – Virgen de San Juan Cancún
Jn 7,40-53
Cuando se nos impone o dicta algo nos cuesta, lo digo por experiencia propia, aceptarlo y admitirlo. Tenemos nuestras ideas muy bien arraigadas y sólo cuando nos encontrarmos al filo de la navaja estaremos dispuestos a escuchar y a cambiar. Por ejemplo, la pandemia que padecemos estará haciendo a muchos pensar y hasta considerar que su única posibilidad es Dios. Quizás un Dios que nunca se ha planteado y que, ni siquiera conoce ni le ha interesado conocer, pero un Dios que ahora empieza a pensar que posiblemente necesita y que es su esperanza y oportunidad.

La suficiencia del hombre, los avances técnicos y el poder que el hombre se suponía ha quedado en entredicho. Un simple virus invisible y desconocido aparece y paraliza el mudo. ¿Dónde está el poder del hombre? ¿Y cuántos más virus desconocemos? La razón nos dice que el mundo está en manos de ese Dios que nosotros rechazamos y en el que no creemos. Esto no es nuevo, el Evangelio de hoy nos lo plantea desde hace ya más de dos mil años. Aquella gente tampoco creía en Jesús como enviado. Le ponían muchas pegas y dudas para creer en Él.

La amenaza estaba al acecho. Querían quitarlo del medio, pero, no era su momento ni la hora de Jesús. Su Pasión y Muerte tendría todavía que esperar otra ocasión. Muchos quedaban animados de las Palabras de Jesús y manifestaban, como los soldados, que no habían visto hablar a nadie de esa forma. Y Nicodemos, que ya se veía con Jesús de forma clandestina - por la noche - trató de defenderlo y de que fuese juzgado dignamente. Todavía no se atrevía a confesar su fe en Jesús.

Posiblemente, nosotros estemos también ahora, en nuestro tiempo, ante esa tesitura, creer o no creer. Esa es la cuestión que nos debe interpelar en estos momentos. ¿Creo que Jesús es el Mesías enviado a proclamar el año de Gracia y la Buena Noticia de Salvación? ¿Creo que es el Hijo de Dios Vivo que viene a redimirnos de nuestro pecados? Tú decides.

viernes, 27 de marzo de 2020

¿EN REALIDAD, CREES QUE CONOCES A JESÚS?

Resultado de imagen de Jn 7,1-2.10.14.25-30
Jn 7,1-2.10.14.25-30
La gente de aquel tiempo, es decir, los contemporáneos de Jesús creían conocerlo. Sabían de donde era, quienes eran sus padres y lo que hacía, pero, ¿en realidad conocían verdaderamente de dónde venía Jesús y quien lo había enviado? La misma pregunta vale para todos nosotros. Las apariencias engañan y no podemos conocer a una persona sin antes haber tenido una experiencia fuerte con ella. Además del tiempo que se necesita para llegar a conocer su forma de pensar y actuar.

Conocer a Jesús nos lleva tiempo. Es un proceso, que nunca podremos alcanzar a conocer sin la acción del Espíritu Santo, que, a propósito, recibimos en nuestro bautismo para eso, para que nos ilumine y nos asista en nuestro camino y nos lleve al verdadero conocimiento de Jesús. Nuestra inteligencia es finita y no puede llegar a comprender el Misterio de la existencia de Dios y de su gratuita salvación ofrecida a todos nosotros. Por eso y para eso fue enviado su Hijo.

Necesitamos la fe y la actitud, por nuestra parte, de confiar en la Palabra de nuestro Señor, que nos dice en el Evangelio de hoy: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado».

¿Acaso no recuerdas, o es que no conoces las Escrituras, la presentación de Jesús en el templo - Lc 2, 21-40 -; el bautismo de Jesús - Mt 3, 13-17 -; la Transfiguración - Mc 9, 2-9 -. En todas esas citas queda muy claro el envío de Jesús por parte de su Padre. No viene por su cuenta como nos dice hoy en el Evangelio, sino que es enviado por el Padre al que, indudablemente, no conocemos.

jueves, 26 de marzo de 2020

¿QUÉ ESCONDEMOS EN NUESTRO CORAZÓN?

Resultado de imagen de Jn 5,31-47
Detrás de nuestros pensamientos, ¿qué se esconde? Confesamos muchas cosas, entre ellas nuestra fe, pero, ¿realmente, creemos en Xto. Jesús? En el Evangelio de hoy, Jesús nos descubre y nos deja al desnudo. Él no necesita testigos, aunque el testimonio de Juan lo señala como el Mesías que ha de venir. Por sus propias obras, que el Padre le ha concedido realizar, queda testificado su divinidad y envío.

Es verdad que el testimonio de Juan nos ayuda y refuerza a confiar en la Palabra de Jesús, pero, son sus Obras y su Vida las que nos certifican verdaderamente que Jesús es el Hijo de Dios. Sin embargo, la duda siempre está presente dentro de nosotros. Confiamos más en los hombres que en Dios, y nos dejamos influir más por los razonamientos y halagos de los hombres que por la Palabra de Dios.

Decimos que creemos, y en realidad así es, pero, dentro de nuestros corazones hay muchas dudas y vacilaciones que nos impiden entregarnos como verdaderamente desearíamos a la Palabra del Señor. Leemos las escrituras y confesamos nuestra fe y nuestra entrega, pero, luego, experimentamos que nuestra entrega está condicionada por muchas cosas y que nuestra fe, si la hay, es muy débil. Realmente, no sabemos ni lo que se esconde en nuestros corazones y, en el Evangelio de hoy, Jesús nos lo descubre y nos invita a darnos cuenta de nuestra realidad.

La experiencia nos demuestra que en muchos momentos que defendemos causas aparentemente justas, o confesamos nuestra entrega a la causa del Señor, estamos, en el fondo, defendiendo nuestra gloria, nuestro honor y nuestro prestigio ante los demás. Y buscamos ser admirados y bien considerados. Por eso, nuestra entrega y disponibilidad no es la debida porque está condicionada por nuestro egoísmo, nuestro interés y nuestro verdadero pensamiento.

miércoles, 25 de marzo de 2020

DIOS ESCOGE ENTRE LO PEQUEÑO Y SENCILLO

Resultado de imagen de Lc 1,26-38
Lc 1,26-38
No parecería lógico que Dios escogiera entre lo grande, fuerte, poderoso y notable, pues esa grandeza podría justificar su éxito. Lo sorprendente y notable es hacer cosas grandes con cosas pequeñas o inservibles. Sería mucho más destacable su poder y su llamada de atención. Por eso, Dios se vale para su misión de personas pequeñas, sencillas e incapaces de hacer por sí solas la Obra que Dios les encomiende. Por eso, no acude a un pueblo relevante y notable, ni tampoco a gente de gran alcurnia y poderosos. Nada de eso, elige lo que, posiblemente, otros no elegirían para llevar a cabo su gran misión.

Manda a su ángel a un pueblo insignificante, pequeño y de muy poca importancia. Y, dentro de él, elige a una sencilla y pobre joven, que no destaca sino por su humildad y sencillez. Nadie importante en un pueblo que ni aparece en el mapa. Confesamos la sorpresa de ver como Dios hace su Obra. Sorprende mucho al hombre hasta el punto que se le hace difícil creer.

Dios hace cosas grandes utilizando lo pequeño y aparentemente inservible para la misión elegida. Lo ha venido haciendo a lo largo de su Plan de salvación, desde Abraham hasta el último de la lista, Juan el bautista. María es la elegida en este momento, y para la misión más grande, pues ser elegida para que prestar su seno con el fin de que sirva de cuna para el Niño Dios que va a nacer. Y, María, sin más se ofrece dando su vientre para que se realice la Obra de Dios, enviar su Hijo a este mundo a través del seno de María, su Madre.

Sin lugar a duda, Dios sorprende y también puede sorprenderte a ti y a mí. Pero, primero, para eso tendremos que hacernos pequeños, es decir, revestirnos de humildad, porque, Dios no entra sino en los humildes y pequeños. Y a partir de ahí, Dios puede sorprenderte cuando quiera y donde quiera. Sólo necesita tu corazón y tu disponibilidad, tal y como hizo María, para llenándote de su Gracia hacer su Obra en ti. Sólo te queda esperar, obedecerle y abrirle cada día tu corazón.

martes, 24 de marzo de 2020

JESÚS TE BUSCA

Resultado de imagen de Jn 5,1-3.5-16
Jn 5,1-3.5-16
Lo frecuente y, casi nos parece normal, es que busquemos a Jesús. Normalmente ocurre eso, lo busca el funcionario real de ayer, el ciego y el leproso y, en muy pocas situaciones Jesús, bien compadecido - el hijo de la viuda - Lc 7, 11-17 - o bien por advertir tu pasividad acomodada e instalada se presenta ante ti. Es el caso del Evangelio de hoy. Aquel hombre, tumbado en la piscina de Betsaida, yacía inmóvil y descargando su estado en la indiferencia de los demás que no le ayudaban. Llevaba treinta y ocho años en esa situación hasta que Jesús se le acercó para sacarlo de esa situación.

¿Te has preguntado si a ti te ocurre igual? ¿Te has preguntado si tú llevas treinta o más años alejado del Señor y, si no tumbado, sí esperando que alguien te sumerja en la fe? ¿No piensas que debes ponerte en camino y buscar al Señor? 

La Misericordia del Señor es Infinita y Él da el primer paso, pero, al hacernos libres y dejar impreso en nuestros corazones su Ley y su Amor, espera que tú también te muevas y lo busques. Y que lo proclames con tu vida y con tus obras. Es lo que Jesús le dice a aquel hombre cuando se encuentra con él en el templo: Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Sabemos, a al menos debemos saberlo, Jesús está pendiente de nosotros, y de alguna forma se hace el encontradizo contigo. Puede hacerlo directamente o a través de alguien o de un acontecimiento, pero te busca y espera tu respuesta y tu movimiento. Quizás lo esté haciendo en este momento o lo haya hecho ya y tú no reaccionas. No esperes más, levántate y camina hacia Él. Te está esperando.

lunes, 23 de marzo de 2020

POSIBLEMENTE NECESITAMOS DESIERTO

Resultado de imagen de Jn 4,43-54
Jn 4,43-54
El confinamiento equivale a desierto. Un desierto que, a pesar de no tener arena, ni intenso sol, ni falta de agua, sí, mantiene las características de silencio, soledad, limitación y mucho tiempo, porque, no se ve el fin, y el horizonte se mantiene desdibujado y borroso. En esa agonía la única esperanza la encontramos en el Señor. Él es el único capaz de darnos esa agua que calmará nuestra sed y que responderá a nuestras ansías de Vida Eterna.

En tu casa resultará difícil que te escuchen. La experiencia se experimenta, valga la redundancia, en todas las familias, hogares y pueblos. Son los tuyos a los que les cuesta más creerte. Jesús pasó por esa experiencia, y también la pasamos todos. Nuestras palabras y obras son más valoradas afuera. Quizás, en estos momentos más convulsos y difíciles nuestro endurecimiento de corazón es más suave, más débil y más propenso a la conversión, porque, como aquel funcionario real desesperado por la gravedad de la enfermedad de su hijo despertó y puso su confianza en el Señor como la única y última posibilidad de salvación de su hijo. Y la fe, don de Dios, invadió su corazón.

Porque, sucedió lo siguiente: Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive». Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.

¿Y tú, pones tu confianza en Jesús, el Hijo de Dios? Precisamente, en estos momentos cuando la vida de muchas personas está en riesgo y muchos ha fallecidos, ¿pones tu esperanza en la Compasión y Misericordia de Dios?

domingo, 22 de marzo de 2020

SIN LUZ CAMINAMOS ENTRE TINIEBLAS

Resultado de imagen de Jn 9,1-41
Jn 9,1-41
No hace falta comprender que la luz nos ilumina el camino. Por el contrario, sin luz nos quedamos en tinieblas. Y las tinieblas suponen oscuridad que nos impide ver y sin ver estamos avocados a caer por el precipicio. Eso supone la muerte y la perdición. Por lo tanto, conviene la luz porque, sin luz, nuestro camino queda a la oscuridad y caminar por él sería temerario y de muerte.

Tengamos paciencia y, sobre todo, fe. Viene muy bien para estos momentos que estamos viviendo. En la Luz nada tenemos que temer,  porque, en la compañía de Dios - Luz Absoluta - encontraremos el camino de salvación y la solución a todos nuestros problemas. Es posible que no sea como queramos o como deseamos, pero sí como mejor nos conviene.

El problema es ese, que nos oponemos a dejar a actuar al Espíritu Santo y a imponer nuestros criterios y nuestra manera de ver las cosas. Imaginemos que la Virgen hubiese querido que el nacimiento de Jesús fuese de otra manera, en otro lugar y entre vítores y aclamaciones. Y se hubiese puesto a la Voluntad del Señor. Suponemos que no hubiese sido elegida, como nos puede ocurrir a cada uno de nosotros cuando nos encerramos en nuestra propia oscuridad y no dejamos que el Señor ponga barro en nuestro ojos y nos lo abra para ver su Luz, no la nuestra.

Porque, la Luz del mundo no es la que nos conviene ni la que nos ayuda a ser mejores y, sobre todo, a amar según la Voluntad de Dios. Por lo tanto, como aquel ciego, postrémonos ante el Señor y pongamos en Él toda nuestra confianza y fe.

sábado, 21 de marzo de 2020

DESCUBRAMOS EL FARISEO QUE DUERME EN NUESTRO CORAZÓN

Resultado de imagen de Lc 18,9-14
Lc 18,9-14
Todos llevamos un fariseo dentro de nosotros. Un fariseo que despierte en los momentos de soberbia, de orgullo y en los instantes que pensamos que, aun confesando que somos pecadores, no terminamos de creérnoslo de verdad. Y cuando ese fariseo se siente herido, despierte y expresa sus diferencias con los demás hasta el extremo de llegar al insulto. Su oscuridad es tal que se ve imposibilitado de mirarse a sí mismo.

Por su boca salen expresiones de todo tipo. Los demás son todo lo que él no quiere ser, y, tras una falsa hipocresía, esconde sus propios pecados dentro de sus propios sepulcros blanqueados por afuera, pero corrompidos por dentro. Jesús, el Señor, y la única voz autorizada lo describe muy bien en el Evangelio de hoy. No soy yo, sino es el Señor: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado».

Lo demás nos toca a cada uno. Ahora, estando en esta cuarentena obligada, nos viene muy bien aprovecharla para reflexionar y descubrir tu mismo lo que hay dentro de tu corazón. ¿Humidad o fariseismo aparente o falso?

viernes, 20 de marzo de 2020

AMAR A DIOS PASA POR AMAR AL PRÓJIMO

Resultado de imagen de Mc 12,28b-34
Mc 12,28b-34
Es muy importante saber que sin amor al prójimo no hay amor a Dios por mucho que lo digas y lo confieses. Es imposible porque, Dios, los ha ligado. Dos en uno sólo. Amar a Dios implica tener que amar al prójimo, si no es así, quien dice que ama a Dios está mintiendo. Uno es el primer mandamiento y el segundo mandamiento habla de otra cosa: No jurar el Santo Nombre de Dios en vano.

Por lo tanto, el primer mandamiento tiene dos partes, por decirlo de alguna forma. Una primera parte que advierte a Israel que escuche al Señor su único y solo Dios y que le ame con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y todo su ser. Y, luego, agrega, que lo inmediato y seguido es también amar al prójimo como a ti mismo. Ahí está contenida, como decíamos el otro día, toda la Ley y los Profetas. Porque, quien ama, como nos anuncia Jesús, cumple con toda la Ley.

El amor, por amor a Jesús, es la obra máxima de caridad y quien lo hace así está muy cerca del Reino de Dios. Y eso es lo que nos dice el primer mandamiento, Dios está por encima de todo. Pero, agrega, que para que ese amor sea verdadero tienes que hacerlo con tu prójimo aquí en la tierra. Y es que no hay otra manera de demostrar ese amor que tú confiesas a tu Padre Dios. ¿Cómo puedes demostrar que ese amor que confiesas a Dios es verdadero? ¿En qué lo pruebas o lo manifiestas?

Todo queda muy claro, cuando amas al prójimo, sobre todo, al más que lo necesita, al pobre y marginado y también al enemigo, estás demostrando que realmente amas a Dios. Así de sencillo, porque Dios es Padre de todos y a todos quiere, y por todos muere su Hijo cada día en la Eucaristía. Por lo tanto, mientras esperamos su segunda venida, nuestra tarea será amar como Él nos ama.

jueves, 19 de marzo de 2020

LAS ENSEÑANZAS DE JOSÉ

Resultado de imagen de Mt 1,16.18-21.24a
Mt 1,16.18-21.24a
La elección de María fue decidida por Dios. Se supone los méritos de María para que Dios se fijara en ella. Esas virtudes de sencillez y humildad y de obediencia apoyada en su fe sin condiciones. Y, es de sentido común que lo mismo sucediera con José. El Señor sabía de su inocencia y justicia y de su limpio corazón bien intencionado. Y por eso, ambos fueron elegidos para ser madre y padre de Jesús. No cabe más honor que el de ser elegido para tan alta misión. ¡Alabado sea el Señor!

Hoy, siguiendo el Evangelio, nos toca hablar de José. Un diecinueve de marzo que, personalmente para mí marca mi vida, porque en mi casa mi padre se llamaba José y, casualmente, mi Madre María. Pero, digo lo de marcarme porque era un día muy celebrado. En mi niñez era un día festivo y de obligado precepto de Misa. Pero, mi padre, que no era practicante, celebraba su santo con una comida para sus amigos en mi casa. A mi madre le tocaba servir y supongo, con las comodidades de aquella época, que no era como ahora, era un duro día de trabajo.

Hoy, el día de San José, pasa, para el mundo civil por debajo de la mesa. No es festivo ni se celebra. La Iglesia si mantiene la celebración litúrgica y la misa como si correspondiera a un día de precepto. es decir, como los domingos. La importancia del personaje es grande. No hay más honor y prestigio que ser llamado a ser el padre del Señor, y tener la responsabilidad de educar y enseñar a Jesús, Dios y Hombre verdadero, en su periplo humano hasta la hora de proclamar la Buena Noticia.

San José, varón justo y obediente, encarna las virtudes de todo hombre que se fía y obedece a la Voluntad de Dios. Yo, desde hace tiempo que oí a un sacerdote hablar de él, y me dio una oración, la rezo todos los días, por la mañana y por la noche. Santa Teresa le tiene mucha devoción y se dice que todo lo que le ha pedido, nunca le ha fallado. Hoy, quiero terminar esta humilde reflexión pidiendo la intercesión de San José para que se erradique esta pandemia del coronavirus lo antes posible y que todas aquellas personas que estén graves por esa causa, sobre todos los mayores, mejoren.

miércoles, 18 de marzo de 2020

LA PLENITUD DE LA LEY

Resultado de imagen de Mt 5,17-19
Mt 5,17-19
No se trata simplemente de cumplir la ley sino de cumplirla abierto en plena disponibilidad de amar. Y, para amar es necesario, no sólo obedecer la ley, sino llegar más allá de su cumplimiento por el amor. Un ejemplo lo podemos descubrir en la parábola del Padre amoroso, de como aquel Padre recibió a su hijo que se había hundido en el pecado y la miseria.

El ejemplo contrario lo representa su hermano, aquel que obedece y cumple las normas que el Padre le pone, pero que su corazón no está cerca de Él. Un hijo al que sólo le interesa cumplir para conseguir sus propósitos e intereses sin ir al fondo del espíritu y corazón de las personas. Un hijo que no sabe de sentimientos, debilidades y menos de perdón. Un hijo que no entiende la fragilidad humana, las tentaciones y seducciones del mundo y del pecado y sólo se limita a cumplir la ley sin más. Un hijo que no sabe de perdón, de misericordia ni de amor. Un hijo que atesora en su corazón méritos humanos, riqueza, bienes y aviva venganza, odio y rencor. Así descubrió su ira cuando supo de la llegada de su hermano.

Es a eso a la que se refiere Jesús, al mandamiento nuevo del amor. Amor a Dios y al prójimo, y ese mandamiento nadie puede saltárselo. No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar plenitud. Porque, sin el amor nada tiene sentido y la ley deja de ser ley. Porque, la ley se trasgrede cuando la intención se cuece y genera en el corazón de la persona humana. Es decir, es el corazón el que da sentido a la ley y exige su cumplimiento.

Por eso, el pecado no está afuera sino que nace en el corazón del hombre. Por tanto, la ley debe estar impregnada de amor, porque, muchas veces las intenciones no son las que parecen y la ley debe tener en cuenta el espíritu y la verdad que anida en el corazón.  Miremos en Corazón de nuestro Padre que, siendo Infinitamente Justo, tiene Infinita Misericordia con sus hijos, si verdaderamente hay arrepentimiento y dolor de contrición en su corazón.

martes, 17 de marzo de 2020

LA EXPERIENCIA DE SER PERDONADOS TE EXIGE TAMBIÉN PERDONAR

Resultado de imagen de Mt 18,21-35
Mt 18,21-35
No se trata de una correspondencia equitativa de perdonar porque eres perdonado. Nade puede merecer ni pagar la Misericordia Infinita de Dios. No nos perdona nuestro Padre Dios porque nosotros perdonemos, pues nuestro perdón no alcanza a merecer la Misericordia de nuestro Padre. Somos perdonados de forma gratuita y amorosa porque Dios así lo ha querido, y porque, su Amor, es Infinito. Nada de merecimientos ni de méritos. Somos seres finitos que no alcanzamos el Infinito Amor de Dios.

Ahora, si es verdad que ese Infinito Amor de Dios nos pone en disponibilidad de hacer también nosotros lo mismos con aquellos que nos adeudan o nos ofenden. Tal y como nosotros somos perdonados por Dios, nuestro Padre. Es de sentido común que si somos perdonados, también nosotros perdonemos. No entra en la lógica humana ser perdonados y, luego, nosotros no perdonar. Parece que lo natural y normal es también perdonar nosotros. Por eso, también nosotros debemos perdonar.

Pero, la pregunta se cae por su propio peso. ¿Tenemos nosotros fuerza y voluntad para perdonar a los que nos deben y nos ofenden? La experiencia y nuestra propia naturaleza nos descubren que no. Somos limitados, pecadores y nuestros criterios se ajustan más al diente por diente y ojo por ojo que al perdón a los enemigos y deudores. De ahí la oración del Padrenuestro: ... y perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...

Necesitamos pedir la Gracia de Dios para perdonar y así poder recibir su Perdón. Porque, nuestro Padre Dios, no condiciona su perdón, sino que según tú perdonas, Él también te perdona a ti. Es decir, serás perdonado en la medida que tú seas capaz de perdonar también. Parece que eso es lógico y natural. No cabe en nuestra cabeza y consideraríamos injusto que no fuera así. ¿Acaso crees que mereces perdón cuando tú no perdonas a otros? A la luz del Espíritu Santo reflexiónalo.

lunes, 16 de marzo de 2020

JESÚS ESPERA QUE SIGAMOS ADELANTE

Resultado de imagen de Lc 4,24-30
Lc 4,24-30
Es verdad, unos más otros menos, supongo que dependerá de los talentos recibidos, todos tenemos contratiempos en el camino de nuestra vida. Recorrerlo resultará difícil, para unos más que otros, pero, para cada cual será un reto difícil de superar por sí mismo. Lo único y verdaderamente importante es confiar en Aquel que nos ha pedido su confianza y nos ha descubierto el Amor de su Padre y el suyo propio. Aquel que se ha puesto delante de nosotros y nos ha señalado el camino de Cruz que él mismo ha ido recorriendo delante de nosotros y que, junto a ti y a mí, lo recorre también cada día.

El fue el primero que experimento no ser profeta en su propia tierra y, ante esa dificultad, se abrió paso entre la gente y continúo su camino. ¿Qué hubiese sucedido si a las primeras de cambio se hubiese rendido? Posiblemente, esa ha sido una de sus primeras lecciones, la de sobreponernos a las dificultades y seguir el camino de nuestra vida confiando en Él.

Precisamente, ahora tenemos un reto - coronavirus - COVD-19 - que nos ha parado, aparentemente, nuestro camino de todos los días, pero no el corazón. Y Jesús, el Señor, sigue Vivo dentro de nosotros y en nuestro corazón, que late de la misma forma que antes de este confinamiento provisional. Y es ahora cuando nos toca a nosotros también demostrar que, apartándonos de todo esto, sin dejar de estar comprometidos fraternalmente con todos y en solidaridad nacional y universal, seguir nuestro camino de confianza y fe en el Señor.

Es la oportunidad de vivir una semana Santa peculiar, más cuaresmal, más entregada a la penitencia y al ofrecimiento de servicio y obediencia, y de solidaridad con todos los que puedan estar pasándolo peor. Es la oportunidad del sacrificio personal para el servicio universal. Es la oportunidad de adorar al Señor en Espíritu y Verdad desde donde quieras que estés, tu casa y tu soledad, tal y como nos decía en el Evangelio de ayer el Señor hablando con la samaritana.

Es la oportunidad de vivir en tu propia conciencia y corazón lo que significó la Pasión y muerte del Señor por cada uno de nosotros y lo que tú y yo tendremos también que vivir para unir nuestra muerte a la de Él. Es un tiempo de Gracia para acercarnos más a Jesús y abrirle nuestro corazón para que guíe nuestro camino.

domingo, 15 de marzo de 2020

¿TIENES SED DE DIOS?

Resultado de imagen de Jn 4,5-42
Jn 4,5-42
El síntoma de tu fe es la sed que tengas de Dios. Es decir, cuando estás inquieto y las cosas de este mundo no te acaban de llenar, es posible que estés en ese camino de despertar tu se de Dios. Creo, ahora después un largo tiempo, entender lo que me pasó a mí desde joven, tener sed de Dios. Y sed, porque este mundo con todos sus placeres, seducciones y ofertas no acababan de satisfacerme plenamente. Siempre he tenido claro que beber hoy para sentir sed otra vez mañana, no es lo mejor. Porque, lo mejor es beber y quedar satisfecho plenamente para siempre.

Y por ahí empezó mi búsqueda y, a pesar de las caídas, por la Gracia de Dios, estoy hoy en el camino y la perseverancia de seguir buscándolo. Supongo que lo que yo quería era esa Agua Viva que Jesús ofreció a la samaritana. Esa Agua que da la Vida Eterna. Pues bien, es esa Agua la que busco y la que persigo, porque la que me ofrece el mundo es un agua perecedera y de nada me sirve. Por mucho que beba tendré sed siempre, y, posiblemente, más sed hasta morir de sed. La del mundo es un agua que mata y no da vida. Y yo quiero y busco un Agua que salta hasta la Vida Eterna.

Y mi sed de Vida Eterna aumenta cada día, por la Gracia de Dios, en contrapartida con la que me ofrece el mundo. Un mundo de injusticias, de mentiras, de hipocresías, de falsedades y de muerte. Un mundo donde impera la ley del más fuerte y donde la venganza y la muerte es la moneda con la que se arreglan las cosas. Un mundo donde el poder y el dinero es lo que se valora. Un mundo de sed de muerte y no de vida. Por eso, sigo al Señor y de Él quiero beber esa Agua Viva que da Vida Eterna. 

Y un Agua Viva que voy experimentando en mi camino hacia Él. Un Agua Viva que experimento en mi corazón como adelanto de esa Vida Eterna a la que aspiro en la presencia y junto al Señor  y en su Gloria.

sábado, 14 de marzo de 2020

EL PADRE AMOROSO

Resultado de imagen de Lc 15,1-3.11-32
Lc 15,1-3.11-32
Jesús nos habla del Amor del Padre y lo hace de una forma muy singular, con una parábola. En ella nos expresa de forma descriptiva y compasiva como Dios nos quiere, nos espera y nos busca pacientemente durante toda nuestra vida. Nos expone como un padre escucha a su hijo y accede a darle la parte de la herencia que le pide y como le sigue amorosamente esperando cuando, su hijo, experimente que lejos de la casa del padre nunca estará mejor y, alejado de ella encontrará la perdición.

Ese hijo somos nosotros, que, habiendo recibido todo de nuestro Padre Dios, empezando por la vida, la familia, el lugar, los talentos y cualidades y todo lo que tenemos hasta hoy, le correspondemos con indiferencia y le damos la espalda. Pero, quizás nos ocurra que, dándonos cuenta de nuestros errores - pecados- no somos lo suficientemente humildes para levantarnos y volver a Él. Quizás hemos perdido la confianza y pensamos que no nos va a aceptar o nos va a regañar. Quizás nuestra soberbia nos lo impide y no nos decidimos para dar el paso y levantarnos.

Nunca debemos olvidar que un creyente puede caer, y eso le está permitido, pero, lo que no se le permite es que no se levante. Para eso, Jesús ha instituido el Sacramento de la Reconciliación y, en esta parábola nos deja claro que el Padre siempre está vigilante y pendiente de tu regreso. Así nos lo describe en esta hermosa parábola: Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.

No perdamos nunca la confianza en Dios. Nos ha creado para ser felices eternamente y nos ha dado toda una vida para que la aprovechemos, por y con su Gracia, para regresar a su Casa donde estaremos eternamente felices.

viernes, 13 de marzo de 2020

LA UTOPÍA DEL AMOR

Resultado de imagen de Mt 21,33-43.45-46
Mt 21,33-43.45-46
Para muchos vivir en la verdad y la justicia les suena a utopía. Muchos consideran que no se puede ir contra corriente, hasta en las inclinaciones sexuales y que hay que adaptarse a sus impulsos y exigencias. Incluso, sin darse cuenta, eso supone aceptar y admitir a la mujer como un objeto de placer, pues hay que acceder a ese impulso natural de eyacular que nos exige no prescindir de relaciones sexuales. ¿Acaso no se puede controlar?

Y digo esto porque en alguna ocasión algún joven me la ha cuestionado ¿Para qué nos sirve la voluntad?, porque, si algo nos diferencia de los animales es que, a diferencia, valga la redundancia, de nuestra racionalidad y capacidad de pensar, decidir y elegir, tenemos también voluntad para corregir nuestros impulsos y dirigirlos al bien común dentro del respeto y la dignidad de la persona humana.

El Evangelio de hoy nos habla de esa posible utopía que el hombre se plantea con respecto a la propuesta de Jesús, la Buena Noticia de Amar. Y es que en el fondo de nuestro corazón ha sido sembrada la semilla del amor. El hombre experimenta ese impulso de amar y hacer el bien y, a pesar de sus debilidades y de sus apetencias egoístas es consciente de lo que está bien y de lo que está mal. Sabe que sus impulsos y apetencias que le satisfacen no deben ser utilizados a su libre albedrío y satisfacción, pero, también experimenta las dificultades que eso le plantea. Se entabla la lucha diaria del bien contra el mal. El amor o el pecado.

Esta es la disyuntiva que se nos plantea cada día. Jesús nos propone un camino. Un camino que exige renuncias, despojo, sacrificio y lucha constante, pero no nos deja solos. Sabe de nuestras debilidades y de nuestras apetencias y, para eso, nos promete ayuda, compañía y la asistencia del Espíritu Santo que, desde el día de nuestro bautismo, nos acompañará para superar todos esos obstáculos y convertir eso que nos parce utopía en realidad.

jueves, 12 de marzo de 2020

RICOS Y POBRES

Resultado de imagen de Lc 16,19-31
Lc 16,19-31
Creo sinceramente que siempre ha habido ricos y pobres y que, probablemente, siempre lo habrá. La razón en la que me apoyo es que los talentos han sido donados de forma desigual, pero no injusta, y, mientras tú has recibido tres, otros han recibido uno. Todo con un objetivo, compartirlo en verdad y justicia y a los que les falte lo necesario lo reciban de los que les sobra. De esa forma habría un equilibrio y se establecería la paz y el orden. Y todo sería más bonito y hermoso porque sería el amor el que gobernaría nuestras vidas.

Ahora, la cuestión es enterrar esos dones o talentos recibidos, o no enterrarlos. Y eso está en consonancia en utilizarlos para provecho propio y de forma indiferente con respecto a los demás, es decir, con verdadero egoísmo, o, hacerlo mirando y preocupándose por los que tienen menos y sufren esas carencias primarias que necesitan para vivir dignamente.

El problema se esconde en los méritos que cada cual se agrega y, por tanto, los merecimientos que tienen o se desprenden de disfrutar de tus entendidas y merecidas riquezas consecuencia de tus sudores y esfuerzos. Para los creyentes, seguidores de la Palabra de Dios, todo les viene dado desde arriba, es decir de la mano de Dios. Sus talentos y capacidades les han sido regalados para ponerlas en provecho del bien común, o mejor, de aquellos que han recibido menos o les falta lo necesario. Por tanto, sus esfuerzos y trabajo deben tender a compartirlo con los que tienen menos y menos también capacidades de esfuerzo y de trabajo.

En ese compartir y en ese compromiso se verá la medida de tu amor y la capacidad de salir de ti mismo y darte a los demás. Entenderás que amar es la cuestión y que es así como te Ama tu Padre Dios y quiere que tú también ames. Porque, precisamente es ahí donde se esconde esa felicidad que buscas en otras cosas y que nunca acabas de encontrar. Y lo más importante, no sólo lo dicen tus palabras, sino lo corroboran tus hechos y obras.

miércoles, 11 de marzo de 2020

TODOS TENEMOS ALGO DE AUTORIDAD Y DESEOS DE DOMINIO

Resultado de imagen de Mt 20,17-28
Mt 20,17-28
Los apóstoles discutían sobre quien tendría más poder. Todos querían trepar, como normalmente expresamos hoy el ansia de subir y ocupar puestos relevantes. Nadie puede excluírse de esa apetencia ni de ese deseo de ascender en relevancia en su vida. Todos queremos mandar y dominar. Y de hecho lo somos, porque, cada uno de nosotros somos líderes en algún sector o faceta de nuestra vida.

Tenemos poder de dominio en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestros ambientes o círculos sociales...etc. Los grupos se mueven como las constelaciones, muchos siguen lo que marcan uno o unos y la vida gira en torno a muchos líderes que dirigen los movimientos sociales, las modas, la economía y otros. Y todo dependerá de la actitud que cada cual tenga ante su poder de dominio. Es decir, hay quienes teniendo autoridad la utilizan como poder y dominio, lo que hacen es dominar y atraer a los demás para que le sirvan. Y los hay que hacen lo contrario, teniendo poder de dominio lo utilizan para servir y ponerse en el lugar de los demás y servirles.

Los primero es seguir los criterios del mundo. Era lo que en esos momentos hacían los apóstoles, pensaban en tener autoridad y mando sobre los demás, tal y como pidió la madre de los Zebedeos a Jesús. Y la actitud segunda es actuar con el criterio de Jesús: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Ahora, después de la escucha de este Evangelio y esta modesta reflexión, ¿cuál es tu actitud? La de servir o la de ser servido. Hay tela para rato y razones para rezar y pedir que nuestro corazón sea convertido.

martes, 10 de marzo de 2020

MAESTROS Y CATEDRÁTICOS

Resultado de imagen de Mt 23,1-12
Mt 23,1-12
En muchos momentos de nuestra vida nos consideramos maestro y catedráticos. Nos consideramos ejemplos para los demás aunque, aparentemente, escondamos nuestra vanidad tras una falsa imagen de humildad. Todos somos pecadores, lo confesamos, pero, nos resulta difícil descubrir nuestros pecados y hasta encontrarlos, porque, aunque los confesamos no los vemos. Y, sin darnos cuenta, nos creemos limpios hasta considerarnos maestros y catedráticos.

La Palabra de Dios actualiza cada instante de nuestra vida interpelando nuestras acciones y descubriendo nuestras incoherencias a la Luz del Evangelio. Hoy, como ayer, las autoridades religiosas de la época proclaman una doctrina que, empezando por ellos mismos, no cumplen y descargan en los demás. Sobre todo, empezando por los más débiles y pobres.

Jesús nos advierte en el Evangelio de hoy que cumplamos lo que nos dicen, pero, no hagamos lo que ellos hacen. Veamos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí"».

No miremos para otro lado, porque entre esos que señala el Señor podemos estar también nosotros. Tratemos de demostrar con nuestras obras y coherencia de fe que salimos de ese grupo incoherente y de malos testimonios. Todo queda muy claro y todos lo comprendemos. Indudablemente, quien quiera oír que oiga.

lunes, 9 de marzo de 2020

PACIENTE Y COMPASIVO

Resultado de imagen de Lc 6,36-38
No es nada fácil tener un corazón compasivo y llenarse de paciencia. Lo inmediato que nos viene del corazón es emitir juicio, juzgar, condenar y, posiblemente, no perdonar. Sobre todo cuando la ofensa que hemos recibido es fuerte y grande. Nos cuesta ser compasivos y no podemos perdonar. Esa es nuestra realidad contra la realidad que nos propone Jesús. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué crees tú que debemos hacer?

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

¿Cuál ser el camino a tomar? ¿Seremos capaces de perdonar y tener compasión? Por lo que dice Jesús no nos queda más remedio. Si queremos seguirle y creemos en Él nuestro camino es el de la compasión y el perdón. Y si Él nos lo propone es porque sabe que está en nuestras manos y podemos cumplirlo. No sería justo que nos propusiera algo que estaría fuera de nuestras posibilidades. 

Ahora, también debemos saber que nuestra naturaleza es frágil y muy fácil para el Maligno de engañarla. Nuestras apetencias y apetitos son muchos y con facilidad podemos quedar seducidos por las cosas de este mundo. Y eso, el Maligno lo sabe. Así trató de tentar a Jesús en el desierto, y la experiencia es que no pudo con Él. Tampoco podrá con nosotros si nos mantenemos unidos al Señor. Esa es nuestra carta y nuestro secreto, ir de la mano del Señor. Con Él venceremos a nuestras apetencias, apetitos y pecados.

domingo, 8 de marzo de 2020

EL ADELANTO DEL TABOR

Resultado de imagen de Mt 17,1-9
Mt 17,1-9
Hay muchos momentos en nuestra vida que necesitamos un empuje o una prueba que nos avive el espíritu y nos arrebate el miedo. Porque, hay momentos de nuestro camino que nos sentimos pesados, lentos para el camino, temblorosos y llenos de miedo. Necesitamos algo extraordinario que nos saqué de ese estado letargoso y nos despierte.

Hay momentos que necesitamos recordar que la muerte no tiene la última palabra. Y lo necesitamos porque, si algo hay cierto es que de la misma manera que nacemos también llegará un día que moriremos. Por tanto, recordar que la muerte es un paso para la Vida Eterna nos reconforta y nos ayuda a continuar el camino fortalecidos y esperanzados en que estamos llamados a la Resurrección gloriosa.

Esa es la experiencia del Tabor que Jesús ofrece a Pedro, Santiago y Juan para que despierten y se animen. Es la visión de una Resurrección anticipada para que puedan comprender la Pasión y Muerte que le espera a Jesús. Es el toque que nos anima a levantarnos de nuestras caídas y a, con renovadas esperanzas, continuar la travesía. El Tabor es un parón en nuestro camino para tomar fuerza, fortalecernos y comprender que tenemos que seguir adelante y que la vida es, aparte de desierto, una subida constante a la montaña.

Todo nos revela que necesitamos estar en constante esfuerzo, ya sea en la lucha contra las tentaciones del desierto de nuestro mundo o en las escaladas y el cansancio a que nos somete la lucha de cada día. Y todo para que no olvidemos que detrás de toda esa lucha nos espera la Resurrección Gloriosa junto al Padre. Y eso nunca lo podemos perder de vista, porque será eso lo que nos ayudará a seguir adelante. Busquemos esos tabores en nuestra vida.

sábado, 7 de marzo de 2020

EL PERDÓN, LA PUERTA QUE TE ABRE LA AMISTAD CON DIOS

Resultado de imagen de Mt 5,43-48
Mt 5,43-48
Sin perdón llegar a Dios te será imposible, porque, la puerta que te abre la amistad con Él es, precisamente, el perdón. No hay otra alternativa sino la del perdón. Y no un simple perdón a aquellos que me son simpáticos o familiares, sino el perdón, precisamente a aquellos que te son antipáticos o enemigos 

Sabemos, por experiencia, que no es tarea fácil. Ni para lo primero, y menos para lo segundo. Y no todo queda en eso, sino que si pretendo enfrentarme al perdón sólo con mis fuerzas me será imposible. Sin el auxilio y la asistencia del Espíritu Santo, que ya he recibido en la hora de mi bautismo, no podré alcanzar la misericordia que necesito para perdonar a los que me hacen daño. Mi naturaleza humana no me lo permite, pues, herida por el pecado su forma de pensar y razonar exige venganza y reparación.

Es verdad que el daño producido tiene que ser reparado, pero la misericordia y, por tanto, el perdón es anterior, sin condiciones. Otra cosa es que se consuma verdaderamente cuando hay dolor de contrición, arrepentimiento y se repara el daño producido. Indudablemente, necesito  la Gracia de Dios y la fuerza del Espíritu Santo para poder derramar la misericordia que necesito dar y la humildad que necesito tener. De cualquier forma, sin la presencia del Espíritu Santo en mí y abierto a su acción estaré de antemano derrotado.

viernes, 6 de marzo de 2020

RECONCILIACIÓN ANTES QUE LA OFRENDA

Resultado de imagen de Mt 5,20-26
No tiene sentido la reconciliación con Dios si antes mantienes una confrontación u ofensa con otra persona. Y eso obedece a que, tanto él como tú son hijos del mismo Padre y, por tanto, hermanos. Luego, ¿cómo puedes presentarte delante de Padre Dios estando enfrentado y enemistado con su otro hijo? ¿Acaso puedes pedirle perdón a tu Padre y tú no perdonar a tu hermano? ¿Consideras justo esa petición? ¿Y crees que tu Padre Dios puede tenerla en cuenta sin exigirte que antes te reconcilies con tu hermano?

Supongo que si reflexionamos sobre esto nos daremos cuenta que es muy lógico y de sentido común que Dios nos exija reconciliarnos con nuestros hermanos antes de ir a ofrecerle una ofrenda a Él. Supongo que nos daremos cuenta de que nada nos vale querer reconciliarnos con nuestro Padre Dios si antes no lo hacemos con nuestro hermano. Y es de sentido común que primero busquemos estar reconciliado con los hermanos para luego buscar reconciliarnos con nuestro Padre Dios.

Y esa actitud nos descubre que necesitamos mucho de la Gracia y la acción del Espíritu Santo para poder vencer esa soberbia, esa suficiencia y orgullo que nos impide dar el paso de reconciliarnos. Por eso, debemos pedir siempre la asistencia del Espíritu Santo para poder vencernos y dar el paso reconciliador.

jueves, 5 de marzo de 2020

LA CUESTIÓN ES OBEDECER AL SEÑOR Y PEDIR SEGÚN NOS MANDA

Resultado de imagen de Mt 7,7-12
En la medida que vamos recorriendo el camino de nuestra vida vamos también descubriendo nuestras imperfecciones y carencias. Aparte se suman nuestras apetencias y debilidades y nos damos cuenta que necesitamos pedir a el Padre Bueno que nos ha sugerido que pidamos, porque, si nuestros padres de este mundo nos dan cosas buenas y quieren nuestro bien, ¡cuánto más nuestro Padre del Cielo que nos ama profundamente y nos ha dado la vida!

Es, por tanto, de sentido común que pidamos confiados lo que necesitamos a nuestro Padre Bueno, que nos ama y busca y quiere nuestro bien y salvación eterna. Pidamos con la debida confianza que nuestro Padre nos pide y confiados en que nos escucha y nos atiende. Y, lo más grande, que nos atiende y nos corresponde siempre, porque nos ama y busca siempre nuestro bien.

Posiblemente, ¿qué ocurre cuando percibimos o experimentamos que no recibimos o vemos lo pedido? Sucede que no siempre las cosas son como nosotros queremos o pedimos. Somos pecadores y no sabemos bien que es lo que nos conviene, tanto para nosotros como para nuestros hijos, pero debemos estar seguros que nuestro Padre nos dará lo que más nos conviene y verdaderamente necesitamos. 

Es cuestión de confianza y de paciencia y de tomar conciencia que Dios es nuestro Padre y siempre está pendiente de lo que realmente necesitamos para superar las tentaciones y seducciones de este mundo que nos animan a romper nuestra amistad con nuestro Padre.

miércoles, 4 de marzo de 2020

LA FE NOS INVITA A CREER

Resultado de imagen de Lc 11,29-32
Lc 11,29-32
¿Que esperamos, algún signo o milagro para creer? ¿Acaso merecemos que Jesús nos haga milagros o nos dé signos para que creamos? ¿Qué méritos tenemos para recibir tan alto honor? ¿No se nos ha dado todo gratuito? ¿Y, encima, exigimos derecho a ver el poder de Dios, del que hemos recibido todo? Pues, nada se nos dará sino la Persona de Jesús, tal y como ocurrió con los ninivitas con Jonás.

La realidad es que no merecemos nada y menos la Misericordia de Dios. Jesús se niega a darnos más signos que el de su propia Persona y su Palabra. Simplemente nos propone la Vida Eterna, esa vida que, dentro de nosotros, palpita por ser feliz y gozar eternamente de esa felicidad. Y, para eso nos propone con su Palabra y con sus Obras la propuesta de su Padre: Nos ama y quiere compartir con todos su Vida Eterna plena de gozo y felicidad. ¿Te apuntas? Deja en tus manos la decisión y para ello te ha dado la capacidad de decidir por ti mismo.

Simplemente te pide tu confianza y tu fe en Él. Te propone que te fíes de su Palabra, tal y como se fiaron los ninivitas de Jonás que fue un signo para ellos. Y Jesús te pide que Él sea también el Signo de la salvación para ti. El Único y verdadero Signo que salva y que viene enviado por el Padre. Jesús es el Señor que nos anuncia la Buena Noticia de Salvación y, para ello, entrega su Vida en la Cruz por la nuestra y Resucita para Gloria de Dios.

martes, 3 de marzo de 2020

DIOS ES NUESTRO PADRE

Resultado de imagen de Mt 6,7-15
Mt 6,7-15
No se trata de hablar con un desconocido ni con un cualquiera, se trata de hablar con mi Padre Dios, que me ha creado por Amor y quiere lo mejor para mí, que es mi eterna salvación. En el fondo de nuestro corazón pensamos que con nuestras palabras podemos conseguir lo que pedimos o deseamos y, por supuesto, convencer a otros. Y no podemos perder de vista que las palabras pueden ayudar, y de hecho ayudan, a la reflexión y a la disponibilidad de mirarnos interiormente, pero, nunca al encuentro real.

Y es que sólo el encuentro con Jesús nos pone en relación con el Padre y nos mueve a seguirle. No son, pues las palabras ni el excesivo palabrerío lo que espera el Padre de nosotros, ya nos lo advierte Jesús, sino el encuentro sincero, sencillo y humilde a través de nuestra oración pidiéndole lo que realmente necesitamos para vivir en su Palabra y Amor.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos propone simple, breve y sencilla una oración - el Padrenuestro - que viene a ser un resumen de nuestra vida cristiana. En ella, Jesús nos descubre al Padre y nos enseña las actitudes que debemos tener para vivir diariamente en la confianza del Padre. En ella se nos enseña con claridad meridiana la sencillez de, mansamente y humildemente, despojarnos de nuestra voluntad para hacer la Voluntad del Padre. Se nos enseña a ser humildes y perdonar de la misma manera que soy, por la Misericordia del Padre, perdonado cada día.

También nos enseña Jesús a pedir lo que necesitamos para vivir, el  pan material, y, sobre todo, el espiritual que encontramos en la escucha de su Palabra y, sobre todo, de forma viva y real, en la Eucaristía. Y, finalmente, nos advierte de los peligros con los que este mundo nos tienta y la necesidad que tenemos de preservarnos vigilantes para no caer en tentación. Recordemos que el Evangelio del domingo nos proponía retirarnos al desierto para, apartados del ruido del mundo, fortalecernos con la oración, el ayuno y la limosna, actitudes que nos ayudan a tomar conciencia del sufrimiento que otros padecen y nos dan la oportunidad de compartir el dolor con los demás. Eso es amar.

lunes, 2 de marzo de 2020

LA CUESTIÓ NO ES EL AHORA SINO EL FINAL

Resultado de imagen de Mt 25,31-46
Mt 25,31-46
Cansado estamos de oír que lo que importa no es como se vive sino como se termina esa vida. Es decir, lo que importa es el final. No consuela que ahora vivas bien y despreocupado, sino como terminarás tu vida, porque, lo importante será lo que haya y avenga después. Sobre todo cuando lo que nos jugamos es para siempre, es decir, vida eterna.

¿De dónde sacamos eso? El Evangelio de hoy nos habla de lo que sucederá al final y de lo que se tomará como valor importante de nuestra vida. Al parecer no importa el dinero que tenga; la vida que vivas pensando en ti; el disfrute y lo bien que lo pases sino la cantidad de amor que des a los demás. De tal manera que será según como vivas lo que te valdrá para lograr esa felicidad que tú ahora buscas en el mundo.

¿Qué dice el Evangelio? El Evangelio habla de: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como... - Mt 4, 1-11 -.

¿Cómo lo puedes tomar? Dependerá de tu fe. Lo crees o no, pero lo que sí te puedo decir es que ese día llegará y si has perdido tu tiempo en otras cosas dependerá de ti. Hoy y durante tu vida, tienes tiempo, pero, llegado el momento se acabó tu tiempo y te habrás jugado tu vida. Un consejo puedo darte y es que dentro de ti está plantada esa semilla del bien. Supongo que alguien la habrá sembrado. 

Lo más inteligente es reflexionar sobre ello y ver si eso tiene algún sentido. Jesús ya lo ha anunciado e incluso ha dado su Vida. Lo de más dependerá de ti, es decir, confiar y creer en Él. Luego, puesto en sus Manos, Él hará lo que tú no puedes hacer, es decir, darte el don de la fe.

domingo, 1 de marzo de 2020

LUCHAS Y TENTACIONES DE CADA DÍA

Resultado de imagen de Mt 4,1-11
Mt 4,1-11
La conversión no es cosa de hoy para mañana. Es un proceso de maduración y para eso se necesita tiempo. Igual que la fruta nace verde y con el tiempo madura, la conversión es un lento proceso donde la fe se va gestando y la disponibilidad a creer y vivir según la Palabra de Dios va cambiando el corazón del hombre. Por lo tanto, es cosa de tiempo, de perseverancia y de ir poco a poco fiíndote de la acción del Espíritu Santo en ti.

El desierto representa el lugar o la etapa donde tus circunstancias y el acontecer de cada día van incidiendo en tu vida y modelando tu corazón. El desierto marca el tiempo necesario para que tu corazón madure, se suavice y se transforme en un corazón manso y humilde al estilo del de Jesús. Esos cuarentas dias con sus respectivas noches significan el tiempo necesario que tú corazón necesita para ablandarse y abrirse a la acción del Espíritu Santo. 

Significan que toda tu vida será una lucha contra las tentaciones que te asedian y tratan de seducirte cada día y contra las cuales te esfuerzas en resistir y ser fiel a la Palabra de Dios. Los cuarenta días con sus noches significan el tiempo necesario que necesitas para convertirte. Quizás toda tu vida, porque durante tu camino en este mundo tendrás que estar luchando contra el pecado y la tentación. Cada día representa una batalla que, si la afrontamos solos quedamos a merced del tentador, el diablo. 

Por eso es necesario nuestro bautizo, porque en él recibimos al mismo Espíritu Santo que acompañó a Jesús al desierto. Está, pues, claro que con Él resistiremos cada día las provocaciones y seducciones que el Maligno nos presenta y con las que nos tienta.