domingo, 31 de mayo de 2020

LA MISIÓN IMPLICA LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

san Juan (20,19-23) - Buscar con Google (con imágenes) | Domingo ...
Jn 20,19-23
Los primeros pasos de Jesús fueron en la presencia del Espíritu de Dios, que bajó sobre Él en su bautizo en el Jordán. El Padre lo presenta al mundo como el Hijo predilecto e inmediatamente viene sobre Él el Espíritu Santo. Todos los pasos de Jesús son acompañados y dirigidos por el Espíritu de su Padre, que le acompaña y con el que forman un solo Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo constituyen el misterio de la Santísima Trinidad.

Y el Padre envía al Hijo para anunciarnos su amor y su oferta de salvación hasta el extremo de entregarlo para devolvernos la dignidad de ser sus hijos y la gloria plena de vida eterna. Pero, cumplida su misión, el Hijo retorna al Padre, donde ha estado y existido siempre y retoma su misión, que continúa hasta nuestros días, el Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo dador de vida, viento libre e impetuoso, aliento, lengua de fuego. Su misión es construir la comunión en la diversidad (Julio Colomer Casanova, sj).

No se trata de ser iguales, para eso el Espíritu reparte dones diferentes, pero sí, esos dones siendo diferentes van encaminados a la misma misión, es decir, pretenden que el amor se instale en todos los hombres y esa sea la clave y la esencia de su relación. Porque, cuando vive el amor en medio de los hombres, se establece la paz, la verdad y la justicia. Y esa es la misión y la acción del Espíritu en cada uno de nosotros. De no ser así seguramente no estamos dejándonos dirigir por sus impulsos.

La Iglesia continúa, a través de sus miembros, siguiendo los impulsos y movimientos del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que exige y pide nuestra libertad para poder actuar. Y ahí se fragua la lucha que da sentido a toda nuestra vida, la verdad contra la mentira, el bien contra el mal. Un Espíritu Santo que nos lleva a relacionarnos en la reconciliación y en la comunidad para ser uno como lo son el Padre y el Hijo.

sábado, 30 de mayo de 2020

TÚ SÍGUEME

No mires para otro lado, nos lo dice a nosotros también. Sí, a ti y a mí. Estamos en este mundo porque estamos en el pensamiento de Él desde siempre, desde el principio y para siempre. Y si nos ha creado es porque también quiere algo de nosotros. Para eso nos ha creado libres, es decir, con capacidad de respuesta y de elección. Pero, te ha dado la capacidad de conocer lo bueno y también lo malo, de ahí tu responsabilidad de utilizar esos talentos de forma a colaborar con el bien y la verdad.

JUAN 21, 20-25 | Dios, Citas bíblicas católicas, Frases cristianasY eso depende sólo de ti. Tú tienes la respuesta y la decisión. Eso se desprende de la respuesta de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy: «Señor, y éste, ¿qué?». Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Está claro, la misión de Pedro como la tuya y la mía es seguir a Jesús. Y seguirle implica hacer su Voluntad y no la nuestra. Eso quiere decir que, nadie mejor que Él, sabe de nuestros talentos y nuestras virtudes y capacidades para responder a lo que Él nos pide y quiere de cada uno. 

Todo lo que tenemos lo hemos recibido gratuitamente de Él y también nos ha dicho que espera de cada uno de nosotros - parábola de los talentos - . Por tanto, dependerá de nosotros que, por la acción del Espíritu Santo, respondamos a lo que el Señor nos pide. Porque, sería un disparate querer responderle por nosotros mismos siguiendo nuestros criterios e impulsos. ¿Para qué ha venido entonces el Espíritu de la Verdad? ¿Para qué nos lo ha enviado el Padre? ¿Para qué se ha ido Jesús Resucitado?

En lugar de ellos, y por la unidad y amor entre ambos, ha venido el Espíritu Santo. Un Espíritu que nos dirige, nos auxilia y nos fortalece desde la aceptación voluntaria y libre de dejarle actuar en nosotros. Por eso, Señor, desde esa disponibilidad y confiando en Ti abro mi corazón para que el Espíritu enviado por el Padre me alumbre el camino para poder seguirte con firmeza, valor y docilidad.

viernes, 29 de mayo de 2020

AMAR Y QUERER

Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres ...
Jn 21,15-19
Con mucha frecuencia confesamos querer a una persona o cosa, pero, menos frecuentemente confesamos amar. Sin embargo, de forma espontánea y casi sin darnos cuenta, utilizamos ambos conceptos para expresar un mismo pensamiento o deseo. Y es que expresan pensamientos similares, pero no significan lo mismo. Tienen algunas diferencias sustanciales.

Cuando decimos "te quiero" estamos expresando un deseo de pertenencia, de poseer algo que me gusta y que quiero tener, pero sin más compromiso. Un deseo que hoy es, pero que mañana puede no ser. Hoy me gusta y, quizás, mañana no. Sin embargo, con la palabra amor expreso un deseo más profundo, más íntimo y entregado, atemporal y sin condiciones. Un deseo que trasciende y siempre está vivo, ardiente y eterno mientras exista la vida. Por eso, en el sacramento del matrimonial decimos: "...hasta que la muerte nos separe".

Posiblemente tengamos que buscar nuestra respuesta en el significado de esos dos verbos, querer y amar, porque, quizás, estamos tratando de querer al Señor en lugar de amarlo. Él nos confiesa que nos ama. Nos ama plenamente hasta el extremo de dar su Vida por la nuestra, y es que el amar implica entrega total hasta el extremo de dar la vida. Y el querer se queda simplemente en un deseo de tener o poseer sin ningún compromiso. 

En su mandato, nuestro Padre Dios nos invita a amarnos los unos a los otros, y ese amor implica entrega y servicio pleno. Y ese amor es el que nos lleva, a pesar de nuestra diversidad, a permanecer unidos como el Padre está en el Hijo, y el Hijo en el Padre. Por eso nos invita a relacionarnos con Él como Padre nuestro, que nos hace a todos, sean de la condición que sean, hijos suyos. Y, como hijos, amarnos tal y como Él nos ama.

Como Pedro, revisemos la medida de nuestro amor para que trascienda nuestro querer en un seguimiento amoroso capaz de amar con un amor, como nos ha revelado nuestro Señor Jesús, igual a nuestro Padre. 

jueves, 28 de mayo de 2020

UNIDOS PARA AMARNOS

Evangelio del día (Jueves, 1 de junio de 2017) - La Luz de Maria
La única razón para la que nos ha creado nuestro Padre Dios es para amarnos. Nos crea por amor y nos manda a amarnos como Él nos ama. Nuestra meta es llegar a ese amor entre todos nosotros como Él y el Padre se aman. Y eso lo logramos abriéndonos a la acción del Espíritu Santo, porque, en el Espíritu y con el Espíritu alcanzamos la Gracia de amar como nos ama Dios.

El Espíritu Santo es el Amor de Dios, manfestado en la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que, bajado del Cielo, para continuar la misión amorosa y misericordiosa del Hijo, nos infunde y regala la Gracia de transformar nuestro corazón en un corazón como el de Dios. Un corazón capaz de amar a todos los hombres, incluso a los enemigos, como los ama Él.

Y es ese amor el que transformará al mundo al ver como muchos se aman en clave de Amor de Dios hasta el extremo de dar la vida unos por otros. Claro, a vista de los hombres es imposible, pero, abiertos a la acción del Espíritu Santo es una realidad. Porque, por ese Amor ha sido creado el mundo y todo lo que en él vemos, y ha sido creado el hombre y la mujer, a imagen y semejanza de Dios. 

Nada nos dará esa felicidad que buscamos sino el Amor. Un amor que se realiza en el darse y entregarse al servicio de los demás. Porque, desde el instante que ese amor revierte sobre ti mismo se convierte en un amor descafeinado, inservible, egoísta y corrompido, que terminará perdido, desorientado e infeliz para siempre. Sólo cuando eres capaz de vivir en una actitud responsable, coherente y dada en servicio por amor a los demás, estás en la órbita del Amor de Dios, y, por tanto, en el hallazgo del Tesoro de esa felicidad que buscas.

miércoles, 27 de mayo de 2020

DOMINADOS Y SAQUEADOS

Donde encontrar ayuda en la Palabra de Dios en caso de estar… "EN ...
Jn 17,11b-19
La experiencia de nuestra vida y la de muchos nos enseña y descubre que el hombre y la mujer, por naturaleza, son egoístas. Y eso no porque lo deseemos, sino, porque esa es la impronta de nuestro pecado inserto en nuestro herido corazón. Un corazón endurecido y abyecto que, contaminado por el pecado, se entrega mal intencionado a la perversión, al poder y a la corrupción.

Esos egoístas son los dominadores o saqueadores modernos de este mundo. Son los que quieren dominarlo todo, poseerlo todo y saquearlo a sus antojos y caprichos. Es decir, a la satisfacción de sus egoísmos. Tratan de dominar el mundo, no con la fuerza, sino con la manipulación de las voluntades, con la satisfacción de la concupiscencia que esclaviza a muchos y con el poder de usar los vicios que debilitan las voluntades de los más débiles y les permiten dominar y saquear el mundo a sus antojos.

Y, los conocemos, hay muchos que exhiben su poder y hacen fuerza de sus galas. Jesús en el Evangelio de hoy le pide a su Padre que nos cuide: En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo... - Jn 17, 11b-19 - Se descubre una preocupación por los peligros que el mundo nos tiende y que, no siendo de este mundo, vamos a seguir en él. Y Jesús, siendo conocedor de este peligro, pide al Padre que nos mande un protector para que nos acompañe y nos auxilie. 

Y nos ha sido enviado, el Paráclito - Espíritu Santo - para que nos auxilie y nos ayude a superar esas difícutlades y obstáculos que nos vienen del mundo y también de nuestro propio corazón contaminado y endurecido por las tentaciones que nacen en lo más profundo de nuestro corazón. Sabemos, ya hemos sido advertidos por Jesús, que el mundo no nos recibe con agrado y que nos van a poner resistencia y hasta a amenazarnos con dureza hasta el punto de que nuestras vidas peligren. Pero, confiamos en tu Palabra y en la asistencia del Espíritu Santo. 

martes, 26 de mayo de 2020

ES LA HORA, EL INSTANTE DONDE JESÚS ENTREGA SU VIDA POR NOSOTROS

Evangelio del Día | Movie posters, Poster, Movies
Jn 17,1-11a
Llegó el momento, un momento que resume toda su Vida. Una Vida entregada por amor y concretada en obras de amor. Una Vida que se da, que renuncia a sí mismo para darse enteramente a buscar el bien de los demás y a ofrecerse en servicio por amor. Una Vida que busca que el hombre se entere de la Buena Noticia, que no es otra sino la de buscar la felicidad eterna. Esa felicidad para la que el hombre ha sido creado por su Padre Dios. Una Vida en la que el Amor es la clave y la esencia de la felicidad.

Y ese momento culmina en la Cruz. Una cruz que se transforma desde este momento en una Cruz de salvación. Una Cruz que nos devuelve nuestra dignidad de hijos de Dios porque en ella Jesús, el Hijo de Dios, entrega su Vida para liberarnos de la esclavitud de nuestros pecados. Y nos devuelve la libertad de hijos de Dios y la capacidad de elegir ese camino, ¡que tanto buscamos!, de felicidad eterna.

Y hoy nos lo dice Jesús en el Evangelio de Juan - 17, 1-11a -: En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado... Su misión ha sido cumplida. La semilla ha sido sembrada y abonada en el corazón de lo hombres y ahora, para eso baja a nosotros el Espíritu Santo, nos toca a nosotros, abiertos a su acción, continuar nuestro camino ascendente hacia la Jerusalén celeste.

La fe es un proceso evolutivo, es decir, una fe que permanece parada deja de ser fe y será otra cosa. La fe cuando es fe verdadera, es decir, te fías y te dejas llevar por la confianza en el Espíritu de la Verdad, crece, se compromete, avanza y aprende en sabiduría y en verdad. Y eso se nota, se palpa y se ve. Tu vida queda marcada y visualizada en actos de verdadero amor en el compromiso por servir a los demás. 

lunes, 25 de mayo de 2020

CONSCIENTE DE QUE LA CRUZ ESTÁ SIEMPRE PRESENTE

Siguiendo el Evangelio: ÁNIMO: YO HE VENCIDO AL MUNDO
Jn 16,29-33
No podemos engañarnos ni ignorar que la cruz es algo que llevaremos adherido a nuestra vida y durante todo nuestro camino. Y quienes tratan de ignorarla o evitarla experimentaran que, quieran o no, su vida está sometida a la cruz. Cruz de enfermedad; cruz de tentaciones y debilidades; cruz de soberbia, de ambiciones y egoísmos. Cruz representada por todo aquello que nos impulsa a la ambición de nuestras apetencias y de la búsqueda de nuestra felicidad apoyada en nuestros deseos y satisfacciones materiales.

Por lo tanto, es de buen gusto y de persona inteligente ponerse en Manos del Espíritu Santo para que le oriente y le conduzca por el buen camino hacia la felicidad. Porque, una cosa está clara y a la que no debemos renunciar, la felicidad. ¡Claro!, hemos sido creados para ser felices. No a medio gas ni por un cierto tiempo, sino plenamente y para siempre. Y a esa felicidad sería absurdo renunciar. Ahora, para darnos cuenta de ello necesitamos caminar en la Luz, la verdadera y única Luz que nos puede llevar a ese gozo y felicidad plena y eterna.

Y esa Luz no se encuentra en el mundo. Viene de arriba y ha sido enviada una vez que Jesús ha ascendido al Cielo. Por tanto, la Ascensión del Señor marca el punto del comienzo de la llegada del Espíritu Santo a nuestro corazón para guiarnos por el camino de la salvación. Él nos guiará, nos alumbrará el camino y nos fortalecerá nuestro espíritu para superar los peligros, las cruces y tentaciones que surgirán en nuestras vidas.

Porque, seguir a Jesús no solo no es fácil, sino que nos será imposible hacerlo por nosotros mismos. Necesitamos el auxilio y la compañía del Espíritu Santo. Así lo hizo Jesús y así nos señaló el camino, para que, como Él y en el Espíritu Santo, podamos vencer, sin miedos y con toda garantía, la esclavitud del pecado.

domingo, 24 de mayo de 2020

RESURRECCIÓN, ESPERANZA DE NUESTRA VIDA

Santo Evangelio. San Mateo 28, 16-20 de Edward Céspedes en ...
Mt 28,16-20
Las dificultades y los problemas que la vida nos presenta son necesarios para superarnos y crecer. Todos hemos experimentado a lo largo de nuestra vida como las dificultades nos han exigido superarnos y afrontar los retos que nuestro propio crecimiento nos ha exigido. Igual que la semilla necesita tiempo y abono para crecer, morir y dar el fruto, así nosotros necesitamos lucha, esfuerzo y superación para crecer, madurar y llegar al conocimiento de la Verdad.

Sin dificultades nos será más difícil aprender. Cuando el camino es llano nos acostumbramos a lo cómodo, a lo fácil y a no exigirnos. Eso nos acostumbrará a ser poco exigentes con nosotros mismos y a no exigirnos en las dificultades. El resultado será la comodidad, la pereza y la instalación en la comodidad y en el mínimo esfuerzo. Y nos llevará a la falta de compromiso y a la exigencia del riesgo y, por tanto, de la fe. Los apóstoles necesitaron la experiencia del encuentro con Jesús Resucitado para creer, y, así y todo no les fue fácil. Necesitaron varias apariciones de Jesús y de estar con Él, tocarle y hasta compartir alguna comida.

Y fue la fuerza del Espíritu Santo la que los fortaleció y les dio el valor, la sabiduría y el empuje de dar a conocer la experiencia del encuentro con Jesús Resucitado al mundo. También nosotros necesitamos el Espíritu Santo para, a pesar del testimonio de los apóstoles y de la Iglesia, encontrar el valor y la sabiduría para anunciar la Buena Noticia de la Salvación apoyada en la Resurrección y Ascensión a los Cielos de nuestro Señor Jesús.

Pero, a pesar del auxilio del Espíritu, necesitamos poner todo nuestro esfuerzo en dejarnos conducir, orientar y llevar por la acción del Espíritu para vivir y obrar en la Voluntad del Padre anunciado por nuestro Señor Jesús. Y, para ello, tenemos la promesa del Señor Resucitado y Ascendido a los Cielos de estar con nosotros todos los días de nuestra vida y de volver a buscarnos para llevarnos con Él. Esa es nuestra fe y nuestra esperanza y hoy la recordamos y celebramos en la Ascensión de Jesús a los Cielos.

sábado, 23 de mayo de 2020

JESÚS NOS ANUNCIA Y REVELA LAS INTENCIONES DEL PADRE

Pin de Gueishant Ocasio en Buenas nuevas | Padre, Nombres, Juan 14
No ha venido a juzgarnos ni tampoco a obligarnos a nada. Ha venido para decirnos que su Padre nos ama con locura y que le ha enviado para que, dando su Vida por cada uno de nosotros, nos podamos salvar si realmente aceptamos creer en su Palabra y, por supuesto, creer en quien le ha enviado. Ese es nuestro reto, así de sencillo. Se trata de fiarnos de la Palabra de Jesús que, para tal fin, nos ha dejado las pruebas y testimonio de sus Obras y el cumplimiento verdadero de todo lo que nos ha prometido y nos promete.

No hay ninguna duda, Jesús es el enviado del Padre y, acabada su misión, vuelve al Padre. Nos lo dice claramente: Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre. Así lo ha dicho y así lo ha cumplido. Todo en Él se cumple y eso nos puede servir para, aunque muchas cosas no entendamos, sí nos podamos fiar de Él. Porque, nuestro Padre Dios tiene poder ilimitado para hacer todo lo que le venga en ganas, que siempre será en la dirección del Amor. Un Amor misericordioso y dirigido a darnos la felicidad para compartirla con Él en su Gloria.

Por tanto, aunque nos ha regalado la capacidad de razonar y hasta de la buena intención de buscar y saber, no pretendamos exigirle que nos lo explique todo, porque, una de las cosas que ha querido nuestro Padre Dios es que nos fiemos de Él, y eso implica que creamos, a pesar de no entender muchas cosas, en Él. Por eso, querido hermanos en la fe, la fe, valga la redundancia es necesaria e imprescindible. 

Necesitamos fiarnos de la Palabra de nuestro Señor Jesús y, por tanto, la asistencia y el auxilio del Espíritu Santo, que nos da la sabiduría, el valor, la voluntad y todo lo que nos haga falta para confiar y fiarnos del Padre, que ha enviado al Hijo, y del Hijo que vuelve, cumplida su misión al Padre. Y se quedan en el Espíritu, para que no desfallezcamos ni nos perdamos en el camino hacia la Casa del Padre.

viernes, 22 de mayo de 2020

GESTANDO LA ALEGRÍA DEL GOZO PLENO Y ETERNO

Evangelio del Día, Viernes 11 de mayo de 2018 - Arquidiócesis de ...
Jn 16,20-23a
Todos hemos presenciado el gozo de una madre cuando da a luz a un hijo/a. Durante el parto ha estado inquieta, preocupada y privándose de caprichos u otras apetencias para la buena gestación y cuidado del ser que se forma dentro de su vientre. Unas sufrirán más que otras y, algunas, lo pasarán mal e incluso tendrán problemas a la hora del parto. Pero, sufrido todo, la alegría es inmensa cuando se tiene al hijo o hija entre sus brazos. 

Tanto las madres como los padres pueden, desde sus vivencias particulares y de cada uno como padre o madre, han experimentado esa alegría de colaborar en la vida, por la Gracia de Dios, a un nuevo ser humano. Pues bien, reflexiono sobre esto, también lo cita el Evangelio de hoy, porque, nuestra vida, según mi manera de ver, es como si de un gran parto se tratara. Un recorrido lleno de tristezas y alegrías que desembocarán en el gozo pleno de felicidad eterna.

Y es que en nuestra vida hay momentos de alegrías, pero, también, momentos de tristezas y sufrimientos. Serán inevitables, pero no debemos perder la esperanza de que el final que nos espera es la alegría definitiva como el ejemplo de parto que hemos citado anteriormente. Nuestra vida será una lucha constante en la que debemos convertir esas tristezas en alegría, porque sabemos que nos espera el triunfo final. Y eso es misión del Espíritu Santo que nos acompaña.

Un Espíritu Santo que nos sostiene, nos anima, nos da esperanza y fuerza para soportar los sufrimientos, aceptar los momentos de tristezas llenándolos de paz y alegría interior contenida en la esperanza de sabernos llamados al gozo de la Resurrección y plenitud eterna.

jueves, 21 de mayo de 2020

SUPONGO QUE A MÍ ME OCURRIRÍA LO MISMO

Juan 16,16-20 - Parroquia San Pedro Apóstol (Málaga)
Me pongo en el lugar de los apóstoles y discípulos de Jesús. El entusiasmo de estar con Él y la alegría de las primeras proclamaciones quedan apagadas con la noticia sorprendente que Jesús nos da y comparte con ellos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Supongo que a mí también me hubiesen dejado tocado, desanimado, entristecido y con ganas de abandonar. 

Claro, hablaba de su muerte y Resurrección, pero los apóstoles no entendían nada y, puesto en su lugar, tampoco yo entendería nada. Por eso, lo he compartido muchas veces, hoy tenemos más ventajas que en aquel tiempo, pues sabemos, por el testimonio de aquellos apóstoles, que Jesús Resucitó y tenemos toda la historia, que así nos lo testimonia y nos descubre, que Jesús Resucitó al tercer día.

¿Hay mayor consuelo y, sobre todo, esperanza? Vivimos esperanzados en y por la Resurrección del Señor. Sí, es verdad que el camino no es cosa fácil y que se presenta duro y complicado. Es verdad que Jesús lo recorrió primero y su ruta es una ruta de muerte que concluye en la Cruz, pero una cruz, aparentemente de muerte, pero que termina en Cruz de Victoria y de Salvación.

Es verdad, repetimos, que la vida, nuestra vida, pasará por momentos difíciles, de sufrimientos, de dificultades y de cruz, pero, también sabemos y es verdad que el final es la victoria y el triunfo que nos espera en la Gloria del Señor. Él nos ha revelado y enseñado el Camino y, nosotros, confiados en su Palabra y sus Obras nos fiamos plenamente de su Camino, su Verdad y Vida. Esa es, realmente, las pruebas de nuestra fe que cada día nos salen a nuestro encuentro y que debemos, confiados en el Señor, de superar perseverando en Él.

miércoles, 20 de mayo de 2020

ESPÍRITU DE LA VERDAD, EN EL LUGAR DE JESÚS

Juan 16,12-15 - Parroquia Stella Maris (Málaga)El Espíritu de la Verdad viene a continuar la labor de Jesús. Nos acompaña y nos va iluminando todo aquello que ha quedado oscuro o incompleto en nuestra limitada mente, así como la asistencia a discernir todo lo nuevo que en el tiempo se nos va presentando.

Porque, nuestra vida es un camino donde se desarrolla y tiene lugar el proceso de nuestra fe. Una fe incipiente que necesita madurar por la Gracia de Dios, pues, la fe es un don de Dios.

El camino se hace imprevisible y exige tomar decisiones para las que el hombre necesita el auxilio del Espíritu de la Verdad. Y lo necesita porque, sujeto al pecado por su naturaleza humana, está incapacitado para liberarse del mismo. Necesita la fuerza liberadora del Espíritu Santo que, como lo hubiese hecho Jesús, ahora lo hace el Espíritu Santo. Por eso, le invocamos y le abrimos nuestro corazón para que nos ilumine, nos alumbre el camino y nos dé la sabiduría para pode discernir sabiamente y correctamente lo correcto, lo bueno y verdadero siguiendo la Voluntad de Dios.

Con los tiempos, las situaciones y circunstancias van cambiando y presentando nuevos retos y desafíos a los que hay que saber enfrentarse para discernir lo correcto siguiendo la Palabra de Dios. Y para eso experimentamos y necesitamos la presencia del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que había sido olvidado o, en su defecto, no muy presente en nuestras vidas. Hoy, es imprescindible su presencia en nuestro camino de perfección. Sin Él no podemos avanzar ni crecer. 

Nuestro Señor Jesús se ha ido para quedarse en el Espíritu Santo, que continúa su labor de acompañarnos, fortalecernos y auxiliarnos en el camino de maduración de nuestra fe. Esa fe que hemos recibido gratuitamente en la hora de nuestro bautismo y que, con la asistencia del Espíritu de la Verdad, irá creciendo en nosotros por la Gracia del Espíritu y nuestra disponibilidad a recibirla.

martes, 19 de mayo de 2020

ES NECESARIO QUE JESÚS SE VAYA PARA QUEDARSE

El camino a la salvación!: Juan 16, 5-11. Les conviene que yo me ...
Parece un contrasentido, irse para quedarse, pero es la realidad para el creyente desde la fe, don de Dios. Porque, sería disparatado que Jesús se quedase eternamente en la tierra. ¿Cómo entenderíamos a Jesús ahora con 2020 años? ¿Podrías imaginártelo? ¿Y qué sentido tendría nuestra fe? Era, pues, más que necesario que Jesús fuese a la derecha del Padre. Y también la única forma de quedarse para siempre entre nosotros de una forma espiritual - Espíritu de la Verdad - en todas partes y entre todos nosotros.

Ahora nos resultará más fácil encontrarlo y ponernos en contacto directo con Él. La Eucaristía es la forma de tocarle, de comerle y de alimentarnos espiritualmente de Él. Lo podemos ver en la Beata Catalina de Emmerick por poner un ejemplo, y lo podemos experimentar en cada uno de nosotros. Sólo necesitamos creer y dejarnos amar por su Infinito Amor. 

Es obvio que los apóstoles y los contemporáneos de su época lo tenían más difícil, porque, en ese tiempo Jesús, hecho hombre, no estaba en todas partes. Recordemos el episodio de la muerte de su amigo Lázaro. Sin embargo, ahora sí lo está y podemos hablar con Él en casa, en el templo y en cualquier lugar del planeta. Su Espíritu siempre nos acompañará y nos iluminará y nos dará la fortaleza y la sabiduría para dar testimonio de su Palabra con nuestra vida y obras. Obras, a pesar de ser pequeñas, llenas de buenas intenciones y con verdadero amor.

Transcribo literalmente estas palabras, tomadas del Evangelio de cada día, San Pablo - porque me parecen muy interesante y difícil de poder expresarlo mejor: Él es nuestra capacidad. Habita en la hondura de la creación integrándolo todo y bombeando el dinamismo de la vida, la bondad y la reconciliación frente pecado, la injusticia, los juicios cerrados que impiden las transformaciones personales e históricas. El Espíritu de Jesús nos anima a renovarlo todo hasta que todo quede unificado e integrado en el amor. Por eso, la fe está siempre en éxodo, en camino, en salida. Es dinamismo y apertura.

Y continúa diciendo : Por eso nada más contrario al Espíritu de Jesús que la instalación mental y espiritual de quienes le confesamos y la acomodación de la Iglesia al poder y los intereses dominantes.

lunes, 18 de mayo de 2020

CONTAMOS CONTIGO, ESPÍRITU SANTO

Catholic.net - Se conmovió y la amó profundamente
Jn 15,26—16,4
Nuestra confianza está puesta en el Espíritu de la Verdad, que nos fue prometido por Jesús: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».

 El mismo Espíritu que acompañó a Él al desierto y a la oración en silencio; al servicio, a y para los demás; a la Cruz, entregando tu vida en cada instante por servir a los demás; al gozo y la alegría de saberse enviado por el Padre, hacer su Voluntad y permanecer, conociéndose glorificado por el Padre, Resucitado,  y a la comunión y unión con la comunidad, donde el Espíritu se hace presente, en y con la Iglesia, lugar donde tu amor encuentra la posibilidad de expresarse y concretarse.

Jesús consciente de nuestras limitaciones no nos deja solos.  Es obvio que tiene que irse, pues no puede permanecer con nosotros físicamente presente. Hoy tendría 2020 años y eso dejaría sin sentido la necesidad de la fe, pues, su sola presencia tan hermosa, poderosa y de gran autoridad bastaría para creer. Y la Voluntad del Padre ha sido darnos la libertad para, desde ella, tener la capacidad de elegir. Por eso, la fe nos es tan necesaria y con ella la confianza. Confiar en Jesús, no sólo en los momentos que todo viene bien sino, precisamente, en los momentos de cruz, de calvario, de oscuridad y hasta de confusión.

Para dar testimonio de nuestra fe necesitamos pruebas. No podemos afirmarnos en nuestra fe cuando todo viene bien rodado, sino cuando todo parece contradictorio y confuso. Y, precisamente, es para eso para que se haga presente el Espíritu Santo. Recordemos a los apóstoles en el cenáculo, ¿creen que hubiesen sido capaces de dar testimonio de Jesús sin la fuerza y la sabiduría del Espíritu? Igual nos sucede a nosotros, el Espíritu Santo nos acompaña, se queda con nosotros, y no para cruzarse de brazos, sino para impulsarnos, lanzarnos y fortalecernos en ese turbulento camino de tentaciones y dificultades donde nuestra fe y, sobre todo, confianza en nuestro Padre Dios necesita afirmarse, apuntalarse y perseverar.

domingo, 17 de mayo de 2020

CAMINAMOS EN EL ESPÍRITU SANTO

Os dará otro Paráclito (Jn 14,15-21)
Jn 14,15-21
Todo se hubiese venido abajo si de nosotros dependiera. Pero, por la Gracia de Dios, no es así y todo nuestro quehacer y obras están dirigidas e impulsadas por la acción del Espíritu Santo. Espíritu que nos fortalece y nos da el valor para ser pasibles y soportar todos los obstáculos y miserias que el mundo nos imponga o nos presente con el objetivo de apartarnos del seguimiento al Señor Jesús.

Nuestro bautismo nos da esa posibilidad de recibir al Espíritu Santo, para que, confirmado algo más tarde, en nuestra juventud, en el Sacramento de la confirmación, recibamos la fortaleza y sabiduría para proclamar con nuestra vida y obras la Buena Noticia de la Salvación. Porque, es el Espíritu Santo que continúa la obra evangelizadora de Jesús en cada uno de nosotros. De ahí la responsabilidad que tenemos de abrirnos a la acción del Espíritu Santo.

¿De dónde podemos tomar referencias y testimonios? Precisamente, de nuestra Madre, la Virgen María, porque, ella fue la primera testigo de la presencia y la venida del Dios hecho hombre a este mundo, y ella fue la primera humillada ante el Amor y la Grandeza de Dios sometiéndose libremente a su Voluntad. Porque, Dios no nos impone la Buena Noticia, sino que nos la ofrece y nos la regala. Y eso lo hace porque sabe que lo necesitamos. Todos buscamos la felicidad y esa tan buscada felicidad la experimentamos y la encontramos en el amor.

Para eso ha enviado a su Hijo, nuestro Señor Jesús, para enseñarnos el camino y la forma de darnos en servicio a los demás. En eso precisamente consiste el amor. Porque, el amor es la única arma con la que se puede conquistar el corazón del hombre para que  viva en la verdad y la justicia. Entonces, el mundo será mejor y más de acuerdo con la Voluntad de Dios. De ahí que su mandato sea que nos amemos los unos a los otros. ¿No crees que así se acabaría las injusticias?

sábado, 16 de mayo de 2020

RESCATADOS Y LIBERADOS

Sergio E. Valdez Sauad: SI EL MUNDO LOS ODIA...Juan 15,18-21.
Jn 15,18-21
Quizás no nos hemos dado cuenta todavía, pero vivimos en un mundo que nos impone, bien por herencia, por cultura o por el propio ambiente de nuestros orígenes humanos, sus criterios y sus razonamientos. De modo que, todo lo que hacemos lo entendemos como bien hecho y como lógico. Si yo doy, tendré también que recibir. Nada se da gratis, o, al menos, exige una retribución. Y lo que se da gratis deja pendiente favores futuros. Estos son los criterios mundanos de los que somos esclavos.

¿Por qué? Porque, en el fondo de nuestro corazón vive la impronta de nuestro verdadero amor y el origen de nuestro ser. Hemos sido creados para amar y no descansaremos hasta descubrir ese amor divino que subyace en nosotros desde la eternidad. Porque, Dios, nuestro Padre, nos ha creado desde el principio y a Él volveremos de nuevo. Por eso, el Señor ha venido a rescatarnos de este mundo al que, por la naturaleza de nuestro pecado, pertenecíamos. 

Él nos ha liberado y nos ha sacado de este mundo. Por tanto, ya no somos de este mundo y, por esa razón, seremos odiado por el mundo igual que nuestro Señor. Si a Él le han odiado hasta crucificarlo, también a nosotros nos perseguirán y odiarán hasta, a muchos, crucificar y matar. Pero, eso no nos coge de sorpresa porque nuestro Señor Jesús nos lo ha advertido: 
«Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».

viernes, 15 de mayo de 2020

SIEMPRE UNIDOS AL SEÑOR

Cuál es tu parte favorita de este fragmento del Evangelio? (Juan ...
Jn 15,12-17
El Evangelio de estos últimos días, 13-14 y 15 de mayo, nos habla de lo mismo, de esa permanencia en el Señor sin la cual no podríamos obtener la cosecha y dar buenos y hermosos frutos. Dios te ha creado para que seas feliz. No entra en la buena lógica crearte para, luego, destruirte o hacerte infeliz. Dios te ha creado para compartir su Gloria contigo y que eso sea motivo de alabanzas y adoración hacia Él. Dios quiere tu felicidad sea eterna y compartida con Él.

Por y para eso ha enviado a su Hijo, para anunciarnos su Amor, su intención y su oferta de felicidad eterna junto a Él. Y, el Hijo, Jesús, nos lo ha transmitido así con hermosas parábolas - el Padre amoroso o el hijo prodigo, Lc 15, 11-32 - y también con su Amor desinteresado, gratuito y hasta el extremo de dar su Vida por cada uno de nosotros. Él, nuestro Señor Jesús, es el Camino, la Verdad y la Vida.

El Papa también nos lo decía ayer en su homilía de la Eucaristía en Santa Marta: Se hace necesario permanecer en el Señor, pero no una permanencia pasiva y dormida, sino activa y despierta. Una permanencia en actitud de escucha y de disponibilidad a dejarse mover por la acción del Espíritu y de entregarse plenamente a donde el Espíritu sople y requiera nuestra acción.

Un permanecer recíproco como resultado, decía el Papa, de que Dios actúa en ti en la medida que tú te abres a su acción. Porque, Dios, esto lo digo yo, responde en la medida que tú estás disponible a obedecerle y a confiar en Él. Cuando tú das un paso hacia adelante, Dios ya ha dado dos tendiéndote su Mano para que, donde tú no puedes llegar, Él te da su Mano para que llegues. Pero, siempre, recuerda, unido a Él, porque, sin Él nada puedes.

jueves, 14 de mayo de 2020

FECUNDOS Y NO EXITOSOS

6° Domingo de Pascua, 6 de Mayo 2018, Ciclo B - Capilla Santa Ana ...
Jn 15,9-17
El éxito crece rápido y, de la misma forma, desaparece. Éxito y fama aparecen con rapidez y con la misma rapidez desaparecen. La fecundidad es diferente. Ser fecundo significa dar frutos en el tiempo y con el tiempo, a través de la paciencia, de la humildad, de la poda de nuestras propias impaciencia y pecados. Ser fecundos exige desalojo, lucha y esfuerzos, a veces, en la oscuridad y confusión pero apoyados en la confianza.

El fruto exige primero que la semilla muera y, de la misma forma, nuestros frutos exigirán que salgamos de nosotros mismos para, dejando atrás nuestras apetencias y placeres, entregarnos al servicio de los que lo necesitan. Al preocuparnos por los que sufren y padecen la explotación y el abuso de otros, ya estamos tratando de dar frutos de amor. Porque, tras la preocupación viene la motivación a mirar por el bien de los demás. Un bien que nace del deseo interior en lo más profundo de nuestro corazón por colaborar con el bien, la justicia y la paz.

Nuestro propio árbol, que somos cada uno, necesita el ejercicio de la poda, para no secarse ni quedarse seco. Necesita vitalizarse con la savia que viene de la Vid - el Señor - y llenarse de esa fortaleza y vigor para que, el sarmiento - que soy yo - lleno de vida y de amor pueda germinar y dar fruto. Sin la Vid no puedo dar fruto, pero tampoco la Vid - porque así lo ha querido y dispuesto - lo puede dar sin el sarmiento. Gran misterio que, por ahora, no podemos entender, pero si experimentar. 

Porque, llenos de esa savia que viene del Cielo, podemos dar muchos buenos frutos para el bien de todos.

miércoles, 13 de mayo de 2020

IGUAL QUE UN ÁRBOL DA FRUTOS, TAMBIÉN TÚ ESTÁS LLAMADO A DAR FRUTOS


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo ...
Jn 15,1-8
Durante una parte de nuestra vida estamos recibiendo los frutos de otros, en gran manera de nuestros padres. Pero, llegará un momento que esos frutos recibidos, que nos han ayudado a crecer, desarrollarnos y formarnos, empezarán también a dar frutos para que otros los reciban y se puedan aprovechar de ellos. Ahora, esos frutos pueden darse con amor o con egoísmo. Es decir, pueden ser frutos dados con generosidad o frutos narcisistas para provecho y egoísmo propio. En eso estriba la diferencia.

El Evangelio de hoy nos habla precisamente de eso. Todo árbol que no da fruto es arrancado y echado al fuego. Porque, la misión específica y natural de un árbol es dar frutos. De la misma forma, la misión de un hombre y una mujer es dar frutos. Frutos entendidos en servicio a los demás; frutos entendidos como la concepción de nuevas vidas - los hijos - para Gloria de Dios y como consecuencia del amor. Frutos como resultado de una entrega y servicio, por amor, al bien de los demás.

Es momento para pararnos y para pensar que frutos estamos dejando a lo largo de nuestro camino y nuestra vida. Frutos recogidos y pensados para mi propia cosecha y provecho, o frutos cosechados buscando el bien y la verdad que redunden en beneficios de todos. Frutos que buscan el bienestar social como resultado de un bien económico que no mira las desigualdades y pobreza de los que no alcanzan esos frutos, o frutos trabajados buscando salvar las desigualdades y la justicia para todos los hombres.

Esa es la reflexión de hoy, ¿Dónde están mis frutos? Y si hay frutos en mi vida, ¿Qué destino les doy? Porque, al final de mi vida me preguntarán por mis frutos. Esos frutos que debo dar porque se me han dado talentos para ello, y, cosechados, ¿qué utilidad o servicio les he dado? Porque, al final lo que cuenta es eso, no tus oraciones, novenas, rosarios y Eucaristías. Bien es verdad, ¡y muy importante!, que son imprescindibles y necesarias, pero si no dan esos frutos de los que te habla Jesús, han sido realizadas con otras egoístas intenciones.

martes, 12 de mayo de 2020

UNA PAZ QUE SE MANIFIESTA EN EL DOLOR

Cruz Catóilca — #EvangelioDelDía Evangelio según San Juan...
Jn 14,27-31a
La experiencia nos dice que el dolor está siempre presente. Lo hemos vivido en nuestras familias con nuestros padres, hermanos, familiares y amigos. Unas veces por dolor físico, otras veces será dolor moral o simplemente espiritual. Por una u otra causa el dolor siempre hace acto de presencia y, tarde o temprano lo hará con la muerte. Esa es la realidad de nuestra vida de la cual el dolor forma parte principal.

No obstante, el hombre busca, dentro de ese dolor, la paz. Pero, se equivoca si la paz que busca la apoya el la fuerza, en el poder, en la ciencia y esfuerzo por vencer la enfermedad, adulterar la moralidad o desligarse de lo espiritual. Y digo que se equivoca porque ahí no está la paz, y si la buscas donde no está, nunca la encontrarás. Jesús nos lo dice muy claro: Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo.

La paz que nos trae Jesús es una paz que se basa y se apoya en el amor. Es una paz que no busca vengarse sino reconciliarse, porque, la venganza engendra conflicto, guerra y enfrentamiento. Sin embargo, la reconciliación apoyada en la misericordia y el perdón sana y cura las heridas y siembra la verdadera y única paz. Una paz que vive en el amor misericordioso que da siempre la oportunidad de empezar y de crecer en la virtud de hacer el bien y de vivir en la verdad.

Esa es realmente la paz que, no sólo nos anuncia y da Jesús, sino que la vive y nos la manifiesta con sus obras y sus actos de misericordia y amor. El príncipe de este mundo - demonio - está vencido, pero nuestro Padre Dios ha querido que seamos libres para que podamos elegir por nosotros mismos. Y, si permanecemos alejados de Jesús, el demonio lo tendrá fácil con cada uno de nosotros. Ahora, junto a Jesús y abiertos al Espíritu Santo, seremos inaccesibles e invencibles para el demonio. El mundo no nos quitará la paz.

lunes, 11 de mayo de 2020

TODO CONSISTE EN DEJARNOS AMAR POR NUESTRO PADRE DEL CIELO

Mensajes de Dios el Padre
Jn 14,21-26
Jesús, el Hijo, ha venido a mostrarnos el Amor del Padre. Él lo hace voluntariamente, pero, por mandato del Padre. Y lo hace porque, Él, también nos ama con locura. Claro, el problema que se nos plantea es que eso no lo podemos entender. Es un misterio inexcrutable para cada uno de nosotros. ¿Cómo es posible que Dios, mi Señor y Creador, me ame con esta locura hasta el punto de hacerse hombre como yo y entregar su vida por mi salvación? Eso no cabe en ninguna cabeza humana.

Todo es tan sencillo como la misma Palabra de Dios. ¿No has reparado lo fácil que es entenderla, pero lo difícil que se nos hace vivirla? La cuestión es ponernos en sus manos y dejarnos amar por Él. Y será Él quien transforme nuestro corazón y nos haga a su imagen y semejanza. Sí, es verdad, nos ha creado libre y necesitará que tú y yo le demos permiso y nos pongamos en sus Manos.

Confieso que he perdido mucho tiempo tratando de ser yo mi propio protagonista, a pesar de creerme y confesar que es Dios quien actúa en mí, pero, ¿verdaderamente lo creo así en lo más profundo de mi corazón? Esa realmente es la medida y profundidad de mi fe. Ayer, viendo la película de la vida de San Felipe de Neri experimenté esa presencia de Dios en mi vida a través de la vivencia del santo con respecto a la presencia del Señor. Es la fe la que mueve montañas y la que transforma tu corazón al ponerlo en las Manos de Dios. Él dirige, mueve y ordena tu vida, no como tú deseas y quieres, sino como Él quiere.

Sólo Él sabe lo que conviene, lo que es realmente bueno y necesario. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. El Evangelio de hoy lunes lo expresa muy bien: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» ...

domingo, 10 de mayo de 2020

UNA MORADA EN EL CIELO

Pin en Alimento Del Dia Blog http://alimentodeldia.blogspot.com/
Jn 14,1-12
Es gratificante y esperanzador saber que se nos prepara un morada en el cielo. Son Palabras del mismo Jesús: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».

Hemos oído, por lo menos los asiduos a la escucha de la Palabra de Dios, muchas veces estas Palabras de Jesús, y, quizás, no recapacitamos o, por oírlas muchas veces, no le damos la importancia que tienen y lo mucho que significan. Se nos prepara y reserva un lugar en el cielo, y eso significa que la muerte no tiene la última palabra ni la importancia que le damos. Porque, vamos a seguir viviendo y en un lugar en el cielo que el mismo Jesús nos está preparando y que vendrá a buscarnos para llevarnos donde Él está.

No nos debe dejar indiferente ni ajenos a esto estas Palabras de Jesús. Significan mucho para cada uno de nosotros, pues implican que la muerte ha sido vencida y con ella no termina todo. Al contrario, es el comienzo de una vida nueva en la Gloria de Dios Padre y junto a Jesús, el Hijo de Dios. Desde esta perspectiva, la hora de la muerte debe significar un momento glorioso. Así deberíamos entenderlo.

Ahora, dependerá de nosotros ganarnos esa morada en el Cielo. Porque, no podemos vivir de acuerdo con nuestras ideas y pasiones, sino según la Voluntad y mandatos de Dios, que es, precisamente, lo que nos viene a enseñar y señalar Jesús. Se trata de vencer el mal que hay en nosotros para, apartándolo de nuestro corazón, excluirlo y emerger lo bueno, la bondad y el amor. Y eso lo logramos fijándonos en Jesús y siguiéndole. Porque, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

sábado, 9 de mayo de 2020

CONOCEMOS AL PADRE POR EL HIJO, JESÚS.

Juan 14,7-14 - créanlo por las obras - Roguemos al Señor
Jn 14,7-14
A pesar de no haberlo visto podemos imaginarnos al Padre. ¿Por qué?, porque, Jesús y el Padre son uno, tal y como el mismo Jesús nos lo ha dicho. Pero, también, porque las obras que hace Jesús vienen de la Voluntad del Padre. Todo lo que hace Jesús es también obra del Padre hasta el punto de que las obras de Jesús están expresando, manifestando y descubriéndonos el Rostro y la Voluntad del Padre. Jesús es la impronta de la imagen del Padre.

Por eso, siguiendo sus mismas Palabras, podemos afirmar que quienes han visto a Jesús, hemos visto al Padre. Es la respuesta que Jesús da a Felipe cuando le pide que le muestre al Padre - Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: « ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras -.

En la hora de nuestro bautismo hemos recibido al Espíritu de Amor del Padre y el Hijo, y ese Espíritu nos guiará, si le abrimos nuestro corazón, hacia la Casa del Padre. Y podremos actuar respondiendo a los retos que hoy nos exige nuestro tiempo para anunciar la Buena Noticia. Una Buena Noticia que no imponemos sino que proponemos en la esperanza que todos los hombres y mujeres de este mundo desean y buscan, que no es otra sino la felicidad eterna. Amén.

viernes, 8 de mayo de 2020

UNA MORADA EN EL CIELO

YO SOY EL CAMINO ; Evangelio San Juan 14: 1-6 ; YO SOY
Jn 14,1-6
Sabemos que cada día y en cada instante están muriendo muchas personas en el mundo. Unas por accidentes, otras por enfermedades y otras por enfrentamientos, guerrillas o guerras. Por una causa u otra la muerte siempre está presente. Concretamente, hoy me he enterado de la muerte de un gran amigo con el que he compartido una parte de mi vida en la fe. Murió el martes pasado, pero, yo me he enterado hoy. De cualquier forma, con el confinamiento del covid19 no hubiese podido ir a despedirle.

Pero, lo verdaderamente importante es, ¿sabemos que ocurre inmediatamente después de nuestra muerte? ¿Sabemos a dónde vamos? ¿Cuál es nuestra esperanza? El Evangelio de hoy nos da respuesta a esa pregunta que nos hacemos. Nos dice: No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.

¿Responde eso a tu pregunta? ¿Lo crees, o no lo crees? No cabe duda que esa promesa nos da mucha esperanza, porque, caminar por este mundo pensando que la muerte es lo último nos llena de tristeza y, la vida pierde todo su sentido. Experimentamos en nuestro interior ese deseo y oírlo de labios de Jesús nos llena de gozo y esperanza. Yo, Señor, aunque Tú no existiera ni me hubieses anunciado esa promesa e invitación, yo esperaría que Alguien viniese a decírmelo, porque, dentro de mí hay un deseo ardiente de eternidad y de encontrar una morada eterna y gozosa.

Y Jesús continúa diciéndonos: Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

jueves, 7 de mayo de 2020

SERVIR ES AGACHARTE

DE DODIM A AGAPÉ: JESÚS SE HACE SERVIDOR
Jn 13,16-20
Hay una frase que, a mi humilde opinión, deja muy claro la Divinidad de Jesús: En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado. La identificación del Hijo con el Padre y viceversa es total.  Dios y el Hijo son uno sólo.

Este es el mandato, lavar los pies al otro, al más pequeño, al enemigo, al que más te cuesta y te exige agacharte. Porque, lavar los pies implica el esfuerzo de inclinarte, de agacharte y de humillarte. Y esa es la prueba del amor. No son buenas y hermosas palabras o promesas que no llegan a cumplirse. Amar son hechos concretos que, el día a día, te pone delante y en los que puedes expresar tu actitud de amar, de servir y de, por tanto, dichoso al vivirlo y concretarlo.

Jesús me invita y nos invita a todos a imitarle. No vino a juzgar, sino a poner en práctica el servicio por amor. No un servicio que demande otras prestaciones, sino un servicio gratuito, sin condiciones y realizado por y exclusivamente por amor. Ese es el mandato y no hay otro, porque, en él está contenida toda la Ley y los profetas. Dios nos ha creado por Amor y por Amor nos ofrece la salvación en el hecho concreto de entregar a su Hijo a una muerte de cruz para rescatarnos y librarnos de la esclavitud del pecado.

Llevamos un tiempo hablando de la Resurrección - estamos en la Pascua - y de que Jesús y el Padre son uno. Y de que el Señor Jesús no ha venido a juzgarnos sino a salvarnos. Para ello nos trae la Luz de su Palabra, que el Padre le ha dado, y nos la anuncia. De modo, que quien no la cumpla y la haga vida en su propia vida, se estará juzgando el mismo.

 Decíamos ayer que nuestra salvación nos la ha regalado nuestro Padre Dios, pero, lo ha hecho dejándola en nuestras manos. De modo que, dependerá de ti y de mí que respondamos a esa invitación y oportunidad de salvación.

miércoles, 6 de mayo de 2020

EN TUS MANOS ESTÁ TU SALVACIÓN

Viernes 2 de febrero - Luz para todo el mundo. - Regnum Christi
Jn 12,44-50
Parece una fantasía o una mentira, pero Dios ha dejado tu salvación en tus manos. Para eso ha enviado a su Hijo, nuestro Señor Jesús que nos lo dice hoy claramente: En aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para...

Jesús nos anuncia la Buena Nueva, la Buena Noticia y su Palabra nos da luz para conducirnos por el mundo viviendo conforme a la Voluntad del Padre. Eso es lo importante y lo verdadero, vivir no según mi voluntad sino en la Voluntad del Padre. Porque, la Voluntad del Padre es la Verdad y lo que conviene. En Él está todo lo que buscamos, la felicidad Eterna. Por tanto, suponemos que todo hombre y mujer busca esa felicidad eterna y, conseguirla consiste en hacer lo que el Padre nos dice a través de su Hijo, enviado a señalarnos el camino.

Todo consiste en creer en la Palabra que nos anuncia Jesús, porque, creyendo en Él creemos también en  el  Padre y, siendo coherente con su Palabra hacemos la Voluntad del Padre. Y si vivimos conforme a esa Palabra y hacemos su Voluntad, estamos salvándonos por la Gracia de Dios. Porque, es la Palabra la que juzgará y determinará la bondad de nuestros actos.

Jesús nos lo dice muy claro: No he venido a juzgar al mundo sino a salvarlo. Y nos salva en la medida que creamos en Él y que nos esforcemos, ayudado de su Gracia, en vivir de acuerdo con su Palabra. Concluyendo, será nuestra libertad la que decida tomar un camino u otro, y en esa elección nos jugamos nuestra salvación.

martes, 5 de mayo de 2020

Y TÚ, ¿A QUÉ ESPERAS?

Lo Que Tu Y YO Necesitamos / Iglesia Cristiana Jesus El Camino NYC ...
Jn 10,22-30
Posiblemente, tú como otros, en los que me incluyo yo también, estamos esperando pruebas y razones de que Jesús es el Hijo de Dios. Me incluyo yo porque, quizás, a pesar de que me confieso creyente y trato de ser responsable a ese compromiso, pongo en duda mi fe y la coherencia de mi vida. Por eso, trato también, junto a los que se puedan sentir interpelados, en dar respuesta a mi fe y responder a lo que me dice Jesús.

Es posible que muchos de los que se consideran cerca, estén lejos, y viceversa. La fe es un constante proceso de crecimiento. De modo que, una fe estable o parada deja de ser fe y se convierte en un estado muerto instalado en la seguridad, ideología o suficiencia. La fe necesita constantemente preguntarse el - ¿por qué y a dónde va? - y el tratar de dar respuestas a esas interpelaciones. Y es el Espíritu Santo quien nos irá, por ese mismo esfuerzo de creer, quien nos vaya dando respuestas.

Por tanto, no esperemos que las pruebas nos den la respuesta o nos convenzan. Jesús, el Señor , no vino a eso, sino a acompañarnos en nuestra apuesta y riesgo de creer en su Palabra y de fiarnos de su Amor. Un Amor gratuito y sin razones para amar. Porque, Dios no gana nada en apostar y amarnos, ni tiene ninguna ganancia ni beneficio en amarnos. Da la Vida de su Hijo de forma gratuita y sin ningún interés. Sólo por verdadero Amor.

Jesús, el Señor, no ha escatimado palabra y obras para proclamarnos el Amor del Padre como el suyo propio. Nos ha dicho: Yo y el Padre somos uno, pero nosotros no le escuchamos y no le hacemos caso. Es decir, no le creemos. Luego, ¿cómo queremos que nos lo diga? La cuestión que, por muchas pruebas y obras que te convenzan y veas, el resultado final va a depender de tu fe. Porque, es la fe, es decir, el riesgo que tú tomes en fiarte de Jesús, la máxima prueba que puedes aportar para demostrar que realmente te fías de la Palabra del Señor

lunes, 4 de mayo de 2020

LA CARACTERÍSTICA DEL BUEN PASTOR

Yo mismo iré a buscar a mis ovejas (Ezequiel 34,11-16)
Jn 10,11-18
El refrán lo anuncia y lo describe claramente: "El ojo del amo engorda el caballo". La sabiduría popular así lo revela y la realidad lo confirma. El asalariado, es decir, el empleado, no se preocupa por el rebaño ni por las ovejas en particular. Sólo se ajusta a su salario y, poco le importa lo que suceda a la colectividad y menos a alguien en particular. Sólo el amo, el dueño, el empresario, en términos coloquialmente actual, le importa lo que suceda en su empresa y en sus obreros particularmente.

Si bien, es verdad también, que hay pastores buenos, pero también malos. Por eso, se hace muy urgente e importante saber distinguir al Buen Pastor que es capaz, no sólo de importarle su rebaño, sino también cada una de sus ovejas. Y de conservarlas protegidas, seguras y bien cuidadas en su redil. Por eso, se preocupa de conducirlas y resguardarlas en su aprisco para que estén fuera de peligro.

Pero, el Buen Pastor, como se identifica nuestro Señor, se diferencia de otros posibles pastores, en que no se preocupa solo por las ovejas de su redil, sino que sale a buscar a todas aquellas ovejas que se encuentran amenazadas por peligros que atentan contra sus vidas. Él ha venido a salvar a todas las ovejas, sean de su redil o no y, lo hace, hasta el extremos de dar su propia Vida por cada una de ellas. Su intención y su misión es, según la Voluntad del Padre, formar un sólo rebaño - un sólo Pastor - y resguardarlo en un solo redil.

domingo, 3 de mayo de 2020

SÓLO UNA PUERTA DA PASO AL BUEN REDIL

Catholik-blog: Liturgia diaria meditada - Él es el pastor. Y Él es ...
Jn 10,1-10
No hay muchas opciones, aunque la vida puede presentarte muchas, porque, sólo una es la verdadera. En ese punto, todos estaremos de acuerdo, una sola es la verdad, la Verdad con mayúscula. Todo lo demás son opciones aparentemente disfrazadas, espejismos falsos que tratan de seducirte y logran confundirte y engañarte. La cuestión y el problema es nuestra propia naturaleza, débil y muy frágil e inclinada a las apetencias concupiscentes y placenteras. El demonio las conoces y las aprovechas para desviarte de la única y verdadera puerta que conduce al verdadero aprisco de los hijos de Dios.

Y es que cuando conocemos al verdadero Pastor, su voz es inconfundible y nadie nos aparta de Él. Sabemos que nos ama y nos cuida y da la vida por nosotros. Sin embargo, a un extraño no le seguiremos porque su voz no la conocemos y porque la mentira es su bandera. Por eso, debemos abrir los ojos para saber distinguir la Voz del buen Pastor diferenciándola de otras voces malintencionadas. Y eso lo logramos permaneciendo y perseverando junto al Buen Pastor y permaneciendo en el verdadero aprisco.

Cuidado con tantos pastores, proclamadores y cuidadores que nos ofrecen el oro y el moro para invitarnos a sus apriscos, pero, detrás de esas invitaciones esconden las mentiras y sus malas intenciones. Buscan el separarnos del Verdadero y Buen Pastor y llevarnos a su redil donde nos someterán a sus pensamientos, y proyectos, esclavizándonos y alejándonos de la Verdad. 

Tengamos mucho cuidado, porque la mentira es la madre de la perdición, de la tristeza y del pecado que nos mata el alma. Y el pastor falso se viste y disfraza de buen pastor para equivocarnos de redil y llevarnos, por la puerta falsa, al redil de la mentira, del pecado y del fuego eterno. Sólo una puerta da paso al aprisco del Buen Pastor, y su Voz es clara y dice la Verdad. Nunca miente.

sábado, 2 de mayo de 2020

TODO LO BUENO SE HACE DURO Y DIFÍCIL

Vitaminas Franciscanas : La crisis de Galilea...
Jn 6,60-69
¡Faltaría más que alcanzar la dicha de la Vida Eterna fuera algo fácil de lograr! Todos sabemos que lo bueno es duro y difícil de conseguir. Eso sería señal de fraude o de que no sería tal y como dicen. Y si es fácil, ya habrá tiempo de pensarlo y conseguirlo. Nada de eso, amigo y hermano en la fe. ¡Nada de eso! Es algo tan serio como la vida misma, y tan verdadero como que lo llevamos grabado en nuestros corazones. Quieras o no quieras, esa interrogación y respuesta a esa pregunta la llevas implícita en tu corazón. Tú, y, por supuesto yo también, y todos, buscamos y queremos la Vida Eterna, y decir lo contrario es engañarte a ti mismo.

Ahora, ¿dónde se puede conseguir eso? ¿Se vende o regala en algún sitio, lugar o mercado? Parece ser que todo lo que se pueda conseguir en este mundo es algo transitorio y con fecha de caducidad. Y eso, por muy bueno que te parezca, ¡y lo sea!, no termina de convencernos. ¿Por qué? Porque, lo que es temporal nos está diciendo que un día me deja vacío y con más hambre. Pan para hoy y hambre para mañana no es un buen negocio.

 ¿O es que tú eres de los que piensas que los que tratamos de seguir a Jesús, con el testimonio de nuestra vida y la oración, queremos perder el tiempo? Es todo lo contrario, buscamos ese Tesoro tan deseado por todos, entre ellos tú también, que es la Vida Eterna en plenitud. Eso significa que es la Vida con todo lo que tú quieres - Felicidad - y para siempre. 

Porque, en todo el mundo, llevamos ya más de dos mil años, no hay otra Palabra que, no solamente hable de la Vida Eterna, sino que la ofrezca gratuitamente por amor y lo demuestre con su Vida y sus Obras. La más importante su propia Resurrección para Gloria del Padre. Un Padre que nos presenta a su Hijo y que nos envía a Él para que nos enseñe el camino de regreso a Casa. Por lo tanto, abramos los ojos y pidámosle al Padre que nos lleve hasta el Hijo. Nos lo ha presentado en su bautismo y nos ha dicho que hagamos lo que Él nos diga.

viernes, 1 de mayo de 2020

COMER Y DIGERIR

Pin de MARCA LA DIFERENCIA en IMÁGENES CATOLICAS PARA NIÑOS ...
Jn 6,52-59
Una vez que hayamos terminado de comer, el cuerpo humano, sobre todo los órganos digestivos, necesitan reposo y un tiempo de cierto estado de tranquilidad para hacer bien la digestión, donde los alimentos ingeridos son transformados en las sustancias y proteínas necesarias para el buen funcionamiento del cuerpo humano.

De la misma forma, el alma necesita también su alimento espiritual para poder encontrar su estado de paz y de bienestar espiritual. Un estado donde la conciencia busca y pide ese estado de paz que le procure gozo y serenidad. Pero, hay más, el hombre busca algo más que su bienestar material, es decir, su salud física, y aspira a la eternidad. Es verdad que muchos no se atreven ni a hablar del tema, porque, aunque lo sienten en lo más profundo de su ser, no llegar a creérselo. Sin embargo, si rascan en su interior, mantienen sus esperanzas.

Jesús, que nos conoce muy bien, nos habla de esa aspiración dormida, y casi enterrada con la que aspiramos a la vida eterna. Se identifica con el Padre y nos anuncia que Él es ese Pan bajado del cielo con el que el Padre nos quiere dar la Vida Eterna. Tenemos la oportunidad, cada día, de alimentar nuestra alma con el alimento espiritual que se nos da en la Eucaristía. Es Jesús mismo que se entrega plenamente para que, en Él, tengamos la fortaleza para perseverar y alcanzar la Vida Eterna que deseamos y buscamos.

En y con el alimento empieza la digestión. Esa digestión de asimilar la Gracia, que nos llega del Pan de Vida, que se nos da a través de la Eucaristía y que nos viene enviada del Cielo por el Padre en el Hijo. El Hijo es el Pan que el Padre nos da para que, por medio de Él, lleguemos a alcanzar la Gloria de la Vida Eterna. Estas son sus Palabras: El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.