sábado, 31 de octubre de 2020

PRIMERO Y ÚLTIMO

Lc 14,1.7-11 

La vida, nuestra vida, desde muy temprana edad se convierte en una carrera competitiva. Sin darnos cuenta nos sumergimos en una competición que, en algunos momentos, alcanza gran intensidad. Competimos en los estudios, en los trabajos, en los puestos, en las novias y novios, en el poder, las riquezas...etc. Pasamos gran parte de nuestra vida compitiendo hasta que nos damos cuenta de que por ese camino no llegamos a ninguna parte.

Sin embargo, competir no es malo, lo malo sería ser el mejor y para conseguirlo hacer lo que sea, incluso pasar por encima del otro. Eso es lo verdaderamente peligroso y malo. Y, todavía peor, creerte mejor que el otro y, como resultado, adjudicarte un puesto superior. Ahí está el peligro y el pecado; el error y la vanidad de pensar que eres más alto y mereces honores y admiración.

¿Quién eres tú? ¿Acaso eres mejor y más valioso que los demás? Y si lo eres, ¿no te das cuenta que todo lo que eres y tienes te ha sido dado gratuitamente por tu Padre Dios? ¿Acaso tienes razones que justifiquen que podías ser otro, haber nacido en otro país y ser necesitado extremo? ¿Eres consciente de todo esto y tienes en cuenta a los necesitados? Ser último es descubrir que lo que tienes y has recibido se te ha dada para ponerlo al servicio de otros, especialmente los más necesitados.

Humilde es descubrir tu condición de creatura de Dios y de que se te ha dado unos talentos y cualidades para ponerlas al servicio de los que la necesitan. Porque el alivio de sus sufrimientos y dolores pasa porque tú les ofrezcas lo que les pertenece por el Amor de Dios y a través de los talentos que tú has recibido.

viernes, 30 de octubre de 2020

¿DÓNDE TIENES LA MIRADA?

Lc 14,1-6

Si buscamos a Dios con nuestras miradas y la quitamos de nuestros prójimos, seguro que nuestra mirada no llega a ver a Dios. Se pierde en el camino y, no es que Dios se oculte, sino que tú no puedes llegar a Él porque le hablas con mentiras, pues, no puedes amarle como declaras si no amas al hombre. Sencillamente así de simple, porque la Voluntad de Dios es amarle a Él y al prójimo como a ti mismo. Luego, ¿cómo puedo decir que amo a Dios si le doy la espalda al prójimo?

Dios te ama, pero, también ama al hombre y su Amor a ti pasa porque tú ames también a los demás. Esa es su Voluntad y para eso ha enviado a su Hijo, para que nos lo diga - anuncie - no solo de palabra sino con el ejemplo de su Vida. Y así lo ha hecho Jesús. Nos ha dicho que su Padre nos ama hasta el extremo de entregarle a Él, su Hijo, para que con su muerte gane el rescate de nuestras vidas y recuperemos la dignidad de hijos de Dios. Y así lo ha hecho Jesús. Ha cumplido la Voluntad del Padre.

¿Qué significa eso? ¡Nada más y nada menos que estamos salvados! Como el Hijo, nuestro Señor Jesús Resucitó, también tú y yo resucitaremos y será una Resurrección de Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad. Ese es el tesoro que realmente buscamos y Jesús, el Hijo de Dios, lo ha ganado con su entrega libre y voluntaria para todos los que creen en Él. Y, si indagas y buscas dentro de ti descubres que lo que quieres y buscas, valga la redundancia, es realmente eso, Vida Eterna.

De ahí puedes deducir y comprender como Jesús, conociendo las intenciones de los que mandan y que someten al hombre a la ley, les provoca y señala, con la curación del hombre enfermo de hidropesía  hoy, o la mujer encorvada en otra ocasión y otros, que el sábado está en función del hombre y no al revés. Es la ley la que está sometida para hacer el bien al hombre y nunca puede el hombre estar al servicio de la ley.

jueves, 29 de octubre de 2020

DESTINO Y PROFETA


En la hora de tu bautismo has quedado revestido y configurado como sacerdote, profeta y rey. ¿Qué quiere decir eso? Sacerdote: Es un sacerdocio común de los fieles, por el cual todos estamos llamados a la perfección de la santidad, se ejerce a través de la oración, la ofrenda de sí mismo, el testimonio que se da de Cristo. Se alimenta y se expresa en la participación de los sacramentos. Profeta: Dar testimonio de Cristo con el ejemplo de nuestra vida y las obras de nuestro amor. Rey: Abajarse con verdadera humildad a servir, como Cristo, vino a servir.

Pero, para conocer tu destino necesitas primero descubrir tu condición de profeta que te ha sido dada en tu bautismo. Ese es tu compromiso que, conociéndolo, no pararás hasta llegar a él. El compromiso de anunciar y dar testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios y que con su muerte y Resurrección ha pagado el rescate que nos devuelve la dignidad de hijos y, por la Misericordia del Padre, la Vida Eterna.

Así lo supo Jesús y ante las amenazas de Herodes no se amedrantó y se enfrentó a las dificultades del camino. Conocía perfectamente su Misión y la Voluntad de su Padre y, aunque la subida a Jerusalén suponía una amenaza de muerte nada le detuvo, pues esa era la Voluntad de su Padre.

¿Conocemos nosotros la Voluntad del Padre? ¿Sabemos qué, cómo y a dónde debemos llegar? Y, mejor, ¿estamos dispuestos a llegar hasta el final de nuestro destino? Esa es la cuestión que tenemos que tener presente durante el camino de nuestra vida. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

TESTIGOS DESDE EL CORAZÓN


El currículum, por decirlo de alguna manera, que se exige para seguir a Jesús no exige títulos ni estudios superiores, teológicos u otros temas. Simplemente escucharle, permanecer a su lado y creer en su Palabra. Pero, no un creer de forma ciega y totalitaria e impuesta, sino desde una fe libre, razonada, reflexionada y coherente entre la Palabra y la Vida.

Jesús vive lo que antes ha proclamado. Y, proclama lo que antes ya está viviendo. Su Palabra y sus actos son caras de una misma moneda. Esa misma moneda que por un lado representa la cara de Dios y por otra la del prójimo y que, como la misma moneda, son inseparables. Palabra y Vida van juntas y en sus obras convergen y se manifiestan. De modo que, quienes están a su lado y le escuchan quedan fascinados y enamorados del mensaje y de su compromiso de amor.

Y es esa disponibilidad y apertura a la Buena Noticia, que trae y proclama Jesús, la que abre tu corazón y te impulsa a creer y seguirle. Jesús no te pide capacidad ni intelectualidad. Jesús te pide tu corazón y tu libertad, creer en Él y ponerte en sus Manos. Lo demás vendrá, por la Gracia de Dios Padre, por añadidura. ¿Acaso crees que Pedro y los demás apóstoles estaban preparados? ¿Piensas que eran mejores que tú? Quizás no te has parado a pesar que esos rasgos también los puedes tener tú.

La cuestión es responder a esa llamada a seguirle. Llamada que está impresa en nuestro corazón y, quieras o no, te sientes impulsado a responder, pero nunca lo intentes solo sino siguiendo sus pasos y abierto a su Palabra e injertado en el Espíritu Santo.

martes, 27 de octubre de 2020

PEQUEÑO - DÉBIL - HUMILDE

Lc 13,18-21


 

Dios no busca en la grandeza sus testigos para anunciar su oferta y apuesta que ha hecho por el hombre, en el que ha puesto su confianza.  Y no la busca porque, para grandeza ya está Él, Señor de todo lo creado, visible e invisible. ¿Para qué buscar grandeza y poder si más grande que Él no hay nadie? 

Por tanto, Dios se hace pequeño - hombre - y busca y vive entre los pequeños, porque quiere enseñarnos su poder y grandeza haciendo de lo pequeño lo grande y de lo débil lo poderoso. Sin embargo, la abajura de Dios es tan grande manifestación de amor que no nos presiona ni nos impone nada. 

Nos creó libe para que le reconozcamos por voluntad propia su ascendencia sobre nosotros. Es nuestro Creador y Salvador, y no nos ha creado para luego abandonarnos y condenarnos, sino para, reconociéndole nuestro Señor y Padre, darnos esa Vida plena de gozo y felicidad Eterna.

Por tanto, reconozcamos nuestra pequeñez, nuestras debilidades y seamos humildes reconociendo a Dios como nuestro Padre y Señor.

lunes, 26 de octubre de 2020

UNA RESPUESTA QUE CALLA LA BOCA

 

El papel de la mujer en la época de Jesús estaba marginado y pasaba indiferente a la sociedad en la que vivían.  Era un colectivo marginado y condenado a pasar desapercibido y sin ninguna relevancia. De forma que la relación de Jesús con ellas era considerada una provocación al poder establecido y también religioso. El Evangelio de hoy - Lc 13, 10-17 -  nos relata una escena que alumbra lo descrito anteriormente. 

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: « ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para...

 Jesús se compadece del sufrimiento de aquella mujer. Es sábado y su compasión le lleva a curar a aquella mujer que llena de alegría glorifica a Dios. Primero, es una mujer, a la que no daban importancia ni se tenía en cuenta su dolor y padecimiento; segundo, es sábado y está prohibido sanar. En este contexto, Jesús levanta su voz y les señala como hipócritas por sus falsas y aparentes leyes que someten al hombre y dan prioridades a normas que no tienen ningún valor y dan preferencia a animales e intereses por encima de la persona humana.

No es la ley lo primero cuando se pone por encima del bien del hombre y la mujer, porque, ella - la ley - tiene que estar al servicio del hombre y la mujer, criaturas de Dios, que han sido creadas por amor y llamadas a compartir su Gloria en su presencia.

domingo, 25 de octubre de 2020

EN EL AMOR ESTÁ TODO CONTENIDO

 

Mt 22,34-40

Si seguir a Jesús se reduce a un mero cumplimiento - prácticas y normas -  con las que justificamos nuestro seguimiento y fidelidad, ser cristiano no sería cuestión difícil. Cumplir y disciplinarnos es cosa de hábitos y de cierto equilibrio que con una buena disciplina se puede cumplir. Seguir a Jesús es otra cosa y no se fundamenta en normas y prácticas sino en el amor. Por tanto, cuando hablamos de seguir a Jesús hablamos de amar y de un estilo de amor que Él propuso y vivió.

Se trata de un amor dado incondicionalmente y sin ningún interés o beneficio. Un amor buscando el bien y la felicidad de los otros, incluso de los enemigos. Una manera de amar que, partiendo de un primer amor a Dios Padre se proyecta en el amor a los hombres de toda condición, prioritariamente a los pobres y más necesitados. Un amor que trasciende y que ama como correspondencia a ese amor que recibe y que le salva y que se proyecta en aquellos, no que me agradan y me interesan, sino todo lo contrario, aquellos que me son antipáticos, que huelen mal, que presentan un físico desagradable y que su sola presencia repugna. Esos son precisamente los pobres de los que habla Jesús.

Por eso, seguir a Jesús se hace muy duro y bastante, o casi imposible, marcar el ritmo de sus pasos. Y, sometidos a nuestras apetencias y pecados por nuestra naturaleza humana, quedamos fuera de combarte si nos apartamos de nuestro Padre Dios. Porque, podemos amar, pero nunca con la plenitud del amor que nos pide el Señor, pues cuando se trata de los enemigos o situaciones de paupérrima pobreza huimos de ella. 

Necesitamos su Gracia y la acción del Espíritu Santo para, fortalecidos en Él, superar esos momentos de extrema dureza y, sobre todo, amar, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús, el Hijo de Dios, nos ha enseñado.

sábado, 24 de octubre de 2020

PREOCUPATE DE DAR FRUTOS

Lc 13,1-9

La respuesta, nuestra respuesta al Evangelio de hoy, es la de permanecer en dar frutos. Nuestros frutos, no lo de los otros, porque, no soy mejor que otro, y lo que debe importarme es de dar mis frutos, según los talentos que he recibido. ¿Qué debo hacer?  La respuesta de la parábola de la higuera responde a mi pregunta.

La realidad es que a pesar de nuestra buena voluntad la dureza del camino nos puede y nos fallan nuestras fuerzas y desfallecemos. Experimentamos nuestra debilidad y también nuestra inclinación al pecado, pero nunca debemos olvidar que nuestro Padre Dios es infinitamente misericordioso y nos espera, nos abre los brazos y nos anima a seguir caminando. Ese beneplácito con la higuera seca nos lo recuerda y nos impulsa a volver de nuevo al camino con nuevos bríos y fuerzas renovadas. En Él descansamos nuestra carga y retomamos fuerzas para continuar.

Con y en Él avanzamos con la esperanza de sabernos queridos, auxiliados, perdonados y plenos de gozo y felicidad a pesar del dolor y sufrimiento. Porque, en Él esperamos la salvación y la Vida Eterna, y esa esperanza, a pesar del dolor, la carga y sufrimiento, nos llena plenamente. Y todo eso nos da nuevas fuerzas para, a pesar de nuestra esterilidad, mantenernos firmes y fieles a su Palabra.

Y, por supuesto, los frutos, por su Gracia y para su Gloria, aparecerán, porque no serán por nuestros méritos sino por la Gracia de nuestro Padre Dios.

viernes, 23 de octubre de 2020

SIGNOS Y SEÑALES

 

Es obvio, lo vamos aprendiendo desde pequeño, darnos cuenta que cuando el tiempo se oscurece y el sol queda tapado por grandes nubes barruntamos que va a llover. Vamos conociendo el tiempo y sus diferentes formas de comportarse ante un cambio de temperatura, de humedad, de viento...etc. Intuimos que algo va a suceder y nos preparamos para ello. Hoy, toda esa observación nos sobra porque los avances científicos nos hacen el trabajo y nos evitan tener que observarlo. Una simple mirada y nos pronostican el tiempo para varios días.

Sin embargo, tantos adelantos van suprimiendo nuestro esfuerzo y capacidad para pensar, reflexionar y discernir. Cada día nos fijamos menos en el tiempo, miramos el móvil y nos lo dan con anticipación para varios días. Pero, sucede también que vamos perdiendo nuestra capacidad para fijarnos en nuestro presente y ver que vivimos una realidad que, cada día que consume y gasta, se acerca más a su día final. Porque, lo que no podemos negar, se avance lo que se avance, que la muerte llegará. Y no  sabemos cuándo, pero, seguro que llegará.
 
Por tanto, se hace necesario saber discernir esa vida presente - de hoy - que vivimos y que, dependiendo de cómo la gastemos, tendremos - salidos de este mundo - la posibilidad de vivir eternamente dichosos. Y ese tiempo de hoy consiste en preguntarnos sobre nuestros orígenes y destino. Porque, es evidente que de algún lugar hemos salido, y, si hemos venido de Alguien, posiblemente a ese Alguien volveremos. Origen y destino, esa es la pregunta.
 
Esos son los signos que debemos interpretar y buscar. Son los signos que nos interesa fundamentalmente discernir y reflexionar, porque son los signos de Vida Eterna, y eso es lo que todos buscamos  de forma vital y necesaria. Porque, nuestra felicidad descansa en vivir plenamente y eternamente. Y ese tiempo nos ha llegado ya. Está delante de nosotros, pero, vemos las nubes antes o miramos el móvil para conocer el tiempo y se nos escapa el verdadero tiempo que tenemos que mirar, buscar, reflexionar y discernir.

jueves, 22 de octubre de 2020

EL FUEGO DEL AMOR


La llama de la que Jesús habla es la llama del amor, porque, el amor es la llama que prende con fuerza todo lo que abraza. Amar compromete y, por Amor, Dios se ha comprometido con el hombre con el hombre hasta el punto de ofrecerle la Vida Eterna. Y, para ello, se ha encarnado en naturaleza humana, se ha hecho hombre y entregando su Vida ha pagado el rescate de nuestra vida por nuestros pecados.
 
Es por tanto, para seguir a Jesús, necesario quemarse de ese fuego de Amor que Él nos ofrece para también nosotros prender a todo aquel  próximo a nosotros. Porque, el amor que Jesús nos propone nos exige quemar todo ese hombre viejo del que estamos necesitado para renacer de nuevo al hombre nuevo, bañado y purificado en el agua del bautismo.

Indudablemente que da miedo pero, injertados, por el bautismo en el Espíritu Santo seremos fortalecidos para, no solo dejarnos quemar, por el Amor de Dios, sino para, también, resistir todos los obstáculos y batallas que nos impiden crecer en la fe y amor y, por supuesto, también prender a todos aquellos con los que nuestras vidas se cruza.

miércoles, 21 de octubre de 2020

LADRONES Y LÍDERES

 
Estar vigilantes es algo consustancial al género humano, porque, el hombre intuye que le pueden quitar lo que tiene. Hemos nacidos por la Gracia de Dios, creados a su imagen y semejanza y, también, se nos ha dado el hermoso regalo de la Vida Eterna. Por tanto, ese espacio entre nuestro origen - venido de Dios - y nuestro destino, la Vida Eterna, se llama vida, es decir, el recorrido de nuestra vida. Y ese hermoso e infinito regalo lo podemos perder si no estamos vigilantes. Así que esa vigilancia es algo natural que debemos de tener muy en cuenta.
 
El ladrón siempre está al acecho buscando que puede substraer o apropiarse. Y no cabe ninguna duda que si supiéramos a qué hora viene el ladrón, no le dejaríamos entrar, pues estaríamos atentos y vigilantes. No sabemos la hora ni el día en que vendrá el Señor y de no estar vigilantes seremos sorprendidos en una actitud contraria a su Voluntad. Porque, vigilantes es estar en actitud permanente en vivir la escucha de su Palabra y ponerla en práctica cumpliendo su Voluntad.

Y esa será nuestra dicha, la de ser sorprendidos cumpliendo la Voluntad del Señor después de escuchar su Palabra y llevarla a nuestras vidas. Porque, eso es lo que ha dicho Jesús: Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Porque, de no estar vigilante podemos caer en la relajación y ser seducidos por los placeres y apetitos del mundo y alejarnos de nuestra misión para la que hemos venido a este mundo. 

Porque, tú y yo tenemos un liderazgo que cumplir en el ámbito doméstico, educacional o profesional. Todos somos líderes en algún sitio por insignificante que sea y en él hemos de derramar todos esos talentos que nos han sido regalados, porque, de ellos, se nos pedirá cuenta.

martes, 20 de octubre de 2020

EN ACTITUD DE VIGILIA

 

La vigilancia es una prueba de felicidad, porque solo vigila quien espera a alguien. Quien no espera es signo de estar distraído y, por tanto, se relaja, pero quien espera permanece despierto y en actitud vigilante y, por supuesto de esperanza. Esa actitud de espera descubre también una inquieta y vigilante fe en Aquel a quien se espera.

La pregunta es, ¿estoy yo vigilante y en actitud de esperar a alguien? Y si estoy en espera vigilante, ¿a quién espero? En esas preguntas pueden estar implícitas nuestras repuestas, porque, lo lógico no es esperar a alguien de nuestra misma naturaleza humana y categoría, pues no nos resolvería nuestras expectativas y esperanzas. Lo lógico es esperar al que nos llena de verdadera paz y felicidad y, además, nos ofrece y nos da la Vida Eterna. Porque, Él ha vencido la muerte con su Resurrección.

Esa es la espera buena y la que debemos aguardar con fidelidad, esperanza y alegría. Porque, el Señor vendrá, y vendrá, si nos encuentra vigilantes y cumpliendo su Voluntad,  a servirnos, pues son sus mismas Palabras la que nos dicen: (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!». 

Ahora tú decides: permaneces vigilantes o te relajas y distraes con las cosas que te ofrece el mundo. Tú tienes la palabra, porque, el Señor ha querido dejarte libertad para que por ti mismo decidas.

lunes, 19 de octubre de 2020

DINERO Y FELICIDAD

 

Es muy fácil relacionar la felicidad con el dinero y, como consecuencia con el poder. Riqueza igual a felicidad y nos pasamos gran parte de nuestra vida buscando ser rico para, luego, ser feliz. Sin embargo es un grave error pensar de esa manera. Hay muchas formas de darle la vuelta a la tortilla cuando se quiere llevar a la gente a tus ideas. La felicidad no está contenida en tus riquezas ni en tu capacidad de poder. Porque, aunque así fuera, que no lo es, esa felicidad es transitoria y con fecha de caducidad. Y en ese preciso momento deja de ser felicidad. Mejor llamarla un tiempo o rato de bienestar y de felicidad si quieres, pero, pasado ese tiempo vuelves a la realidad.

Y la realidad es que la muerte nos espera. La muerte de este mundo, que tiene su tiempo, para empezar otro. Un mundo donde el tiempo y el espacio no cuentan, porque es eterno. Y en ese mundo la felicidad si es eterna, pero - es de sentido común - tendrás que ganártela. ¿Y cómo hacerlo? La parábola, que Jesús nos dice en el Evangelio de hoy te orienta a que tú, como también yo, podamos discernir y ver qué es lo verdaderamente importante en este tiempo que pasamos en este mundo. Veamos:

(Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: « ¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y...

Si quieres reflexionar sobre ello, termina tú de leerlo y, a la luz del Espíritu Santo pide el auxilio para iluminar tu reflexión y  darte cuenta de lo que verdaderamente importa en este mundo. Si quieres también puedes compartir tus pensamientos.

domingo, 18 de octubre de 2020

CESAR Y DIOS

 

Habían preparado una pregunta trampa para coger a Jesús en un renuncio. Querían comprometerle y enfrentarle con los romanos. El Cesar representaba el poder del mundo frente a Jesús que anunciaba la grandeza del amor del Padre. Y lo pensado fue ponerlo frente a los impuestos obligados a pagar al Cesar - Imperio romano -. Para ello, le hacen una pregunta: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?».

Jesús se da cuenta de la encerrona y con la mala intención que le hacen esa pregunta, y les responde de esta forma: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo». Ellos le presentaron un denario. Y les dice: « ¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Dícenle: «Del César». Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios». 

Posiblemente, tú y yo podemos estar cometiendo esa hipocresía también en muchos momentos de nuestras vidas. Nos quejamos y nos revelamos ante la responsabilidad que tenemos con nuestros compromisos que, quizás muchas veces justificamos con nuestras responsabilidades cristianas. Igual también nosotros queremos eludir muchos de nuestros compromisos sociales aludiendo a nuestros compromisos cristianos. Y no se trata de separar ni de poner unos primeros que otros. Un creyente y seguidor de Jesús, lo es cuanto más responsable en todos sus compromisos, tanto sociales como religiosos, se comporta.

Dar al Cesar lo que le corresponde es corresponder a tus compromisos como creyente, como esposo, como padre, como ciudadano, como...etc. según la Voluntad de Dios. Porque, Dios está por encima del Cesar y de todo. Es el Señor y Creador de todo lo visible e invisible y, por tanto, al que debemos Adoración y Gloria. Y eso no nos exime, tal como hemos dicho, de cumplir también con nuestros compromisos sociales.

sábado, 17 de octubre de 2020

AUXILIADOS POR EL ESPÍRITU

 

En el momento del bautismo he recibido al Espíritu Santo, tal y como lo recibió Jesús en el Jordan al ser bautizado por Juan el bautista. Es decir, es el mismo Espíritu Santo y no otro diferente. Tú, y también yo lo hemos recibido para que, indudablemente, contando con nuestro permiso y disponibilidad, dejarnos guiar por sus impulsos y acciones; por sus auxilios y asistencias; por su protección y fortaleza que nos acompañará durante todo el recorrido de nuestra vida terrenal.

Pero, ¿qué hace el Espíritu Santo? Primero, entrará en nuestro corazón si le abrimos la puerta del mismo. Somos libres y, por tanto, con capacidad para permitirle entrar o rechazarle. Y, segundo, dejarnos, como ya hemos dicho, guiar, fortalecer y asistir por Él y darnos todo lo que necesitemos para que cumplamos con la Voluntad del Padre. Habrá momentos difíciles, de duda, de confusión, de sufrimientos, de lucha y resistencia que no podremos superarlos sin el auxilio del Espíritu Santo.

Es, por tanto, vital su presencia en nuestras vidas. Nuestra naturaleza, vencida y herida por el pecado, no puede levantarse por sí misma. Necesita auxilio y fortaleza. Y no de cualquiera, sino el Auxilio y la Fortaleza  del Espíritu Santo. Pero, siempre habrá una condición que dependerá de nosotros. Porque, somos libres y capacitados para abrirnos a Él o cerrarnos a su acción. Por eso, cerrarnos a su venida y a su auxilio será imperdonable. Así lo dice Jesús: A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Es esa nuestra reflexión de hoy. El camino es duro y lleno de obstáculos que tratarán de impedirnos caminar en y por la Voluntad de nuestro Padre Dios, pero no estamos solos. Nos acompaña desde los primeros días de nuestro nacimiento - por eso conviene bautizarnos enseguida - el Espíritu de Dios, que nos permanecerá en nosotros para, en, por y con Él sortear y superar todos esos peligros.

viernes, 16 de octubre de 2020

MIEDO A SER CONDENADO

 

La realidad, y no se puede negar, es que todos tenemos miedo a la muerte. La prueba es lo que nos cuidamos, las dietas para estar saludables y ejercicios físicos para mantenernos en forma. Si, bien es verdad, que en muchos momentos nos descuidamos y cometemos excesos. Descubrimos nuestra condición humana débil y frágil. Sin embargo, para un creyente, la muerte no tiene la última palabra y eso significa que tampoco se le debe tener miedo, a menos que nos coja alejados de Dios.

Hay un don del Espíritu Santo que nos habla del santo temor de Dios. Un temor diferente al de nuestra propia muerte, un temor reverencial. Dios es el Creador de todo lo visible e invisible y, por tanto, lo reverenciamos porque es nuestro Señor. Y siendo el dueño de todo nos puede también, si nuestra vida no está en consonancia con su Palabra y Voluntad, condenarnos a la perdición eterna. Nos lo ha dicho varias veces en su Palabra. Por tanto, debemos tener presente ese miedo a perder la Vida Eterna plena de gozo y felicidad prometida, que es lo verdaderamente importante. Pero, nunca temer que Dios nos condena, sino nuestros propios pecados, que, reconociéndolos, nuestro Padre Dios nos los perdona. 

Por tanto, nunca temer a nuestro Padre Dios, sino confiar en su Amor Misericordioso y, eso sí, estar atentos en no apartarnos de su presencia y alejarnos de Él, porque, si nos quedamos solos, el peligro amenazante del demonio, puede engañarnos y, seduciéndonos con la falsa felicidad de este mundo, alejarnos del Camino, Verdad y Vida que nos pone en contra de Dios y nos condena al infierno. Es ahí donde está realmente el único y verdadero peligro. Ayer compartía en FaceBook esa frase que Jesús dedica a los fariseos, escribas y maestros de la ley: - Lc 11,42-46 - « ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que... 

Conviene leerlo bien y meditarlo, pero, sobre todo, pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a ir transformando nuestros corazones en esos corazones coherentes en lo fundamental, que es precisamente el amor a Dios y al prójimo, sobre todo más necesitado. Porque, viviendo en esa actitud y deseo, el Espíritu, que nos auxilia y nos acompaña, irá transformando, contando con nuestra disponibilidad, nuestro corazón.

La felicidad que buscamos en este mundo no la encontramos, valga la redundancia, en las cosas de este mundo, sino en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Ese es el tema, vivir en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. La Palabra de Jesús, el Hijo de Dios, que venció a la muerte nos da garantía de que también nosotros, si escuchamos la Palabra y la cumplimos - la Buena Noticia - encontraremos esa felicidad Eterna que buscamos.

jueves, 15 de octubre de 2020

CUANDO AMAMOS HACEMOS PRESENTE A NUESTRO PADRE DIOS


Suele ocurrir que la presencia de nuestro Padre Dios nos pasa inadvertida. Queremos notarle y advertir su presencia, pero no logramos, no sólo verlo sino también ni sentirlo. ¿Las causas?, posiblemente nuestra poca fe y la dureza de nuestro corazón. Es cierto, y también lógico, que nos cueste verlo. Creo que no estamos preparados y no resistiríamos su presencia. Me viene a la memoria la escena de la película "Los diez Mandamientos" y la escena de cuando regresa Moisés de encontrarse con el Señor en el monte Horeb con la zarza ardiendo. Su cara parecía de otro mundo y sorprendida por lo que había visto.

Ni siquiera delante de Él - presencia real en la Sagrada Eucaristía - cuando le adoramos real y presente en la  santa custodia, sentimos su presencia. Es verdad que lo queremos sentir, al menos esa es mi experiencia, pero se nos escapa su presencia. Sin embargo, Jesús vive, ha Resucitado y está presente entre nosotros. Esa es nuestra fe y su Resurrección el fundamento de la misma. El problema es que tanto nuestro corazón como nuestra fe están ciegas.

Es posible que no advirtamos que donde hay un acto de verdadero amor, allí se hace presente nuestro Padre Dios. Es posible que no nos demos cuenta que en cada instante de nuestra vida, sobre todo, cuando vivimos en la verdad, Dios se hace presente. Y eso lo advertimos cuando experimentamos interiormente una paz llena de gozo, sosiego y serenidad. Incluso, cuando nos sentimos amenazados por las tentaciones podemos apreciar y advertir que esa resistencia que oponemos nace de la presencia de Dios en nosotros. Es el Espíritu de Dios que, llamado a nuestro auxilio, nos fortalece y nos ayuda a vencer.

Es esa la sabiduría a la que hay que agarrarse con verdadera humildad y sencillez. Reconocer nuestras limitaciones y pobreza nos ayudará a abrirnos a la Palabra de Dios, tal y como dice nuestro Señor Jesús: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

miércoles, 14 de octubre de 2020

LEYES Y LEGALISMOS

 

Lc 11,42-46

El Evangelio de hoy es un fiel reflejo de la sociedad actual en la que vivimos. Han pasado muchos siglos, pero todo, en el terreno espiritual y con respecto a la Buena Noticia de Salvación, sigue igual. La vida en el terreno del amor no evoluciona a mejor. Es más, sigue parada, estancada y como muerta en sus mismos egoísmos y engaños. Los mismos fariseos, los mismos escribas y los mismos problemas. Quizás, hayan cambiado los nombres y las formas de vida, pero, en lo fundamental, todo sigue igual.

Ricos y pobres; derecha e izquierda; poder y débil; leyes y legalismos; derechos e imposición. Todo sigue igual y, aunque haya apariencias, internamente todo sigue en el mismo punto. Es penoso y preocupante, porque a pesar de que muchos granos de trigo han muerto y dado frutos, no parece que la Viña - el mundo - los reciba y se noten sus gustos y sabores.

Sin embargo, por otra parte, si se aprecian y notan grandes avances. En el terreno de la ciencia los avances científicos son notables. Aquí sí que el mundo ha cambiado. Nada tiene que ver el mundo de nuestros abuelos y padres con el nuestro y, sobre todo, el de nuestros hijos. Eso nos hace preguntarnos, ¿de qué me vale un mundo mejor, más cómodo y placentero, si pierdo mi alma? ¿Me vale de algo? Si mi vida se ha quedado enredada en las satisfacciones, en los egoísmos, en la mentira e injusticia, de nada me sirven mis éxitos y triunfos.

Porque, sólo el amor, que se da gratuitamente, será el garante que me dará, por la Gracia de Dios, la Vida Eterna.

martes, 13 de octubre de 2020

LO QUE SE HACE EN EL EXTERIOR TIENE MUCHO DE APARIENCIA

Lc 11,37-41

 

 

En realidad todo lo exterior puede ser carne de apariencia. Al menos es una posibilidad porque nadie puede garantizar que lo externo sea auténtico. La posibilidad de que se haga apariencia y se trate de esconder lo que se es por cuestiones de interés está al filo de la navaja. El tiempo actúa como juez y, tarde o temprano la verdad emerge para poner la realidad en su justo lugar.

Por experiencia sabemos que las verdaderas intenciones del corazón no se pueden conocer y, por tanto, tampoco juzgar. Nadie puede saber lo que esconde el corazón humano y eso le da oportunidad para aparentar y engañar. Es verdad que nosotros nos sorprendemos de muchas cosas  que vemos hasta el punto de criticarlas, sin embargo no miramos para dentro - nuestro interior -  ni reflexionamos sobre nuestras actitudes y actuaciones respecto a nuestros comportamientos. 

Así ocurrió en aquella casa donde Jesús fue invitado a comer: En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: « ¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros». 

Tratando de reflexionar, nos preguntamos: ¿No es esa nuestra manera de actuar? Nos importan más las apariencias que la verdad. Metemos la basura debajo de la alfombra y, escondida, aparentamos limpieza. Pero, en realidad, ¿está nuestro corazón limpio de malas intenciones? Indudablemente, aparentamos lo que en realidad no somos y escondemos nuestra realidad. Llevamos siempre nuestra careta de apariencia hasta en el mismo carnaval, donde posiblemente nos la ponemos doble aparentando ser otro.

lunes, 12 de octubre de 2020

NO SE ES COMO SE DICE, SINO COMO SE VIVE

 

La confianza que se gana cuando lo que se dice va en auténtica coherencia y consonancia con lo que se hace, se pierde cuando sucede lo contrario. Y, una vez perdida, el recuperarla se hace arto difícil. Y esto que experimentamos ocurre hoy de manera alarmante. La confianza ha casi desaparecido en el mundo de nuestro tiempo. Se dice lo que luego no se cumple, de tal forma que no hay confianza ni cumplimiento de la palabra dada, y, por supuesto, se habla con ligereza, indiferencia y sin compromiso.

Jesús significa la dignidad de la palabra bendiciendo a aquellos que la dicen y la cumplen cuando, respondiendo a aquella mujer, que le dice: « ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». Él le responde: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan». Precisamente, su Madre encarna esa figura de aceptar la Palabra de Dios y, aceptada, llevada a la vida con toda obediencia, fidelidad y voluntariedad. Su respuesta:  Hágase en mí su Voluntad lo expresa muy claramente. Por eso es bendita y dichosa, porque ha aceptado la Palabra de Dios y la ha cumplido hasta el final de su vida en este mundo hasta su Asunción al Cielo.

María, Madre bendita, tu testimonio y ejemplo nos fortalece y nos anima a hacer nosotros, por y con tu intersección lo mismo, esforzándonos en vencer nuestros pecados y amar como el Señor nos ama.

domingo, 11 de octubre de 2020

REVESTIDOS DE CRISTO

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No es cuestión de pertenecer a la Iglesia porque nuestros padres nos hayan presentado y pedido para nosotros el sacramento del bautismo. Ni tampoco por el hecho de ser invitados al banquete que nos da la vida eterna y que se nos anuncia en y con la Buena Noticia. Se trata de algo más profundo y sellado en nuestro corazón, tal es la respuesta comprometida a revestirnos de su mismo estilo de vida y, vivirlo, valga la redundancia, con la misma entrega y disponibilidad de amor.

Indudablemente, las palabras pueden quedar en palabras, o, por el contrario, pueden hacer crecer y madurar el corazón de donde escapan. De eso se trata, de aceptar la invitación, pero revestido de ese nuevo traje de fiesta que significa vivir en Xto. Jesús. Eso fue lo que ocurrió con aquel invitado que se presentó sin llevar el vestido adecuado. Ese vestido de la Vida de la Gracia que le configura con Cristo y que le compromete, de forma voluntaria y aceptada, a tener los mismos sentimientos que el Señor.

El hecho de estar invitados no nos garantiza la salvación, porque, aceptada tendremos que revestirnos de ese traje que Jesús nos pide. Un traje de unos sentimientos como los de Él y lleno de ternura, de amor y misericordia. Seguir a Jesús, o aceptar su invitación, no significa estar a su lado o seguirle mecánicamente y rutinariamente a donde Él va. Indudablemente que no, seguir a Jesús exige llevar su mismo ritmo y vivir con sus mismos sentimientos traducidos en obras. Obras de verdadero amor revestidas de gratuidad e incondicionalidad.

Nuestra garantía son las obras hechas con amor. Un amor que nace en Xto. Jesús y, revestidos de Él, se prolonga también en nosotros por la Gracia del Espíritu Santo. Porque, todos - buenos y malos -  serán invitados al Banquete de Vida y Felicidad Eterna, pero solo serán aceptados aquellos que lleven el  verdadero vestido de fiesta injertado en Xto. Jesús.