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martes, 28 de febrero de 2023

UNA ORACIÓN QUE TE RELACIONA CON EL OTRO

La misericordia es la clave de tu oración. Porque sin misericordia tu oración no existe. Solo queda tu egoísmo y la mentira de tus ritos. Una oración que se sostiene en una relación personal con Alguien que vive y está permanentemente contigo y tú en su presencia. No existe oración si no hay un intercambio concreto con Alguien que te escucha, está presente en tu vida y mueve tu corazón.

En ese sentido y actitud, la oración mueve tu conversión y tu acercamiento cada día más al estilo de vida de Jesús. Tal y como le movió a Él, encarnado en naturaleza humana, con su Padre. La relación Padre e Hijo da lugar a la acción del Espíritu que puestos en sus manos y abiertos a su acción nos mueven de la misma forma hacia el amor que ellos mantienen en un Dios Uno y Trino.

Es evidente que sin ese contacto personal con el Espíritu de Dios – Espíritu Santo – que nos visita en el instante de nuestro bautizo no podemos avanzar en conversión y menos sostenernos en ella. Necesitamos esa relación diaria, prioritaria y urgente para que cada instante de nuestra vida se convierta en un acto de misericordia y amor. Y eso es lo que refleja y contiene esa oración que Jesús, el Hijo de Dios, nos enseña: El Padrenuestro.

Una oración que prioriza y nos pone en íntima relación con el Padre; pide lo necesario para satisfacer nuestras exigencias corporales y materiales y misericordia por nuestras permanentes faltas, debilidades y pecados. Y ruega para que no nos dejemos seducir por las falsas y engañosas ofertas del mal que el demonio nos presenta.

Y sostenernos en esa dinámica de lucha exige lo que decíamos al principio, constante y diario contacto interior a través de la oración y sacramentos con el Señor, que nos fortalece y nos sostiene. Ese es el camino que nos propone la Cuaresma.