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sábado, 31 de mayo de 2025

MARÍA, LA ELEGIDA

Se hace difícil entender el por qué de la elección de María. Por nuestra manera humana de razonar no encontramos méritos que destaquen su persona para atraer la mirada de Dios. Al contrario, una joven sencilla, pobre y humilde que pasa desapercibida. Eso sí, llena de fe y esperanza, y como mujer abierta al Plan de Dios para ser la madre del Mesías prometido. Posiblemente ese sea el mérito – entre paréntesis – para que Dios pusiese su mirada en ella: su disponibilidad a hacer su Voluntad, que más tarde, como respuesta al saludo de Isabel, su prima, cantaría en el Magníficat. 

Y, en y a través de ella, Dios realiza su Plan de Salvación. Su Sí es determinante y, por la Gracia y Misericordia de Dios nos salva.

Podemos preguntarnos; ¿a  cuánto de nosotros ha llamado Dio para una misión concreta? ¿Hemos estado atentos a esa posible llamada, y la hemos escuchado y respondido? Posiblemente no nos hayamos enterado todavía, o, quizás, nuestra misión no sea otra que la de vivir en nuestro ambiente de familia y sociedad de acuerdo con la Palabra de Dios cumpliendo su mandamiento del Amor.

Será concretamente nuestra fe y su Palabra la que nos vaya señalando el Camino. No obstante nos ha dicho: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, de modo que solo tendremos que seguirlo y confiar en Él.