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miércoles, 16 de julio de 2025

SUFICIENTES Y HUMILDES

Mt 11, 25-27

     Era imposible dialogar con Rodolfo, no se le podía llevar la contraria. Y no porque tuvieras o no razón, sino porque él se consideraba entendido y suficiente para dirigir su vida. A veces, no se trata de saber o no saber, sino de escuchar y asumir que lo que te dice alguien puede ser válido para tu vida. No es cuestión de conocimientos, sino de saberlos aplicar, y la vida es tan amplia y profunda que siempre estamos en esa disyuntiva de aprender de los demás.

      «A lo largo de mi camino, pensaba Manuel, me he tropezado con muchas personas, amigos y no tan amigos, que tiene su corazón cerrado. Lo han llenado de c. onocimientos hasta el extremo que piensan que, a partir de ahí, son ellos los que, ahora, dan conocimientos como si de venderlos se tratara. Incluso, aunque de forma algo disimulada, reclaman pleitesía y honores por sus altos conocimientos». Ensimismado en esos pensamientos, Manuel no advirtió la presencia de su amigo Pedro.

—¿Qué tal, Manuel? ¿Dónde vas?
—Daba un paseo, conviene hacer ejercicio y aprovecho estos paseos para mover el cuerpo. ¿Te apetece un café?
—¡Claro!, precisamente estaba pensando en tomar uno.
—Mira, ese lugar está bien y sirven un buen café. ¿Te apetece?
—Bien, de acuerdo. ¿Qué pensabas, si no es indiscreción, hace un momento? Te noté como distraído o con la mente en otro lugar.
     —Nada de eso, iba pensando en la suficiencia de algunos que piensan que su sabiduría es la salvación de los demás. Se experimentan grandes, suficientes y cierran su corazón a la humilde enseñanza que le pueda venir de otros, a los que considera pequeños e ignorantes.
      —A mí me parece personas desagradecidas. Son incapaces de darse cuenta de que todo lo que tienen, incluso esa supuesta sabiduría que ellos se atribuyen, la han recibido de los demás. Incluso, no advierte que cuando niños todo lo que saben lo han aprendido de otros, sobre todo, mucho, de sus padres.
      —¡Pero no solo eso, ¿y la vida, los cuidados, la educación …?, por añadir algunas cosas más! Lucen sensiblemente por su falta de humildad y cierran la puerta de la sabiduría con la llave de su suficiencia prepotente.
    —Tienes razón. ¿Sabes una cosa? Hay momentos en que siento lástima y pena por esas personas. Y lo digo desde un sentimiento de compasión con el propósito de ayudarles a suavizar y ablandar sus corazones. No hay nada más grande que aquel que sabe, que no sabe, y que tiene mucho que aprender.

Y así es, aquellos dos amigos habían valorado algo muy importante que, quizás sin darnos cuenta, muchos desestiman y desvaloran en sus vidas. No hay valor más grande que la humildad. Y digo esto porque, la humildad, es la llave que abre la puerta de la sabiduría. Solo escucha y aprende aquel que es capaz de entender que no sabe todo, y que puede aprender de todos. Y solo los humildes tienen esa actitud y, en consecuencia, son agradecidos. Por eso, solo a los humildes le es revelada la verdadera sabiduría. Muy claro lo dice Jesús, nuestro Señor: (Mt 11,25-27): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal …