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sábado, 19 de julio de 2025

ESPERANZADOS EN EL SEÑOR

Mt 12, 14-21

A los poderosos les fastidia la presencia de Jesús. Sus curaciones, su forma de relacionarse con los demás y su misericordia les desespera. La gente acude a Él y se ven cuestionado por la Palabra del Señor. Le buscan y quieren quitarle del medio. Ese es el origen de las persecuciones, presentes hoy también en nuestra época, cruenta en muchos lugares, y en otras en mostrar cierta indiferencia a su presencia.

Meditando sobre esta situación, Manuel se dio cuenta de que ser cristiano no era bien aceptado en muchos sitios. Y no se resistió a compartirlo con su amigo Pedro.

—¿Qué piensas de la situación de los cristianos, sobre todo católicos, en el mundo?
—Complicada, muy complicada. Hay muchos cristianos que pagan con su vida. Apenas pueden moverse, y si son identificados lo pasan mal hasta el extremo de dar su vida.
—Pues, les ocurre lo mismo que a Jesús. El Evangelio de hoy, precisamente, habla de eso. Y de como Jesús se retiró porque los fariseos de su época querían acabar con Él. E incluso, les decía a los que le seguían y curaba que no le descubrieran. Parece que hoy está sucediendo lo mismo.
—Sí, realmente igual. Solo hay que ojera cualquier revista religiosa para ver lo que está sucediendo en muchas partes del mundo. Ejemplo, Nicaragua, Siria … Y hasta en Europa.
—Me pregunto, ¿no es persecución prohibir la religión católica de los colegios? Los crucifijos de las escuelas, de los espacios públicos. Entiendo que, si no crees, puedes quitarlo, pero, ¿por qué obligar a los que creen tenerlos en su mesa, en su lugar de trabajo, o donde ellos quieran exponerlo? ¿No es un derecho constitucional ser libre?

La cuestión estaba planteada. Sí, al parecer, la Verdad de la que habla Jesús molesta mucho. Pero, ¿a quiénes molesta? Esa es la pregunta a responder, y la que dejamos abierta para que, quienes así lo estimen, mediten y den su respuesta.

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