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domingo, 17 de agosto de 2025

FUEGO Y DIVISIÓN

Lc 12, 49-53

    El tiempo vivido me ha descubierto la dureza de la vida, sobre todo si buscas caminar en la verdad y la justicia, y respetas la libertad. Hay muchos lobos que solo piensan en sí mismos y devoran todo lo que se les pone enfrente.
    Saboreando un buen café, Manuel daba vueltas a su vida, tratando de cribar lo bueno y lo malo que encontraba en ella. «A veces —se dijo— se declara la guerra por intereses contrapuestos». Hace presencia el egoísmo, la soberbia, la vanidad de querer ser el mejor, el más fuerte, el que decide y está por encima de los demás. Aparecen los enfrentamientos, las divisiones. Tu vida se incendia y el fuego amenaza con destruirte.

    —Buenos días, te veo muy pensativo. ¿Te pasa algo?
  —No, nada. Simplemente, reflexionaba sobre la dureza de la vida. Es impresionante ver los contratiempos y dificultades que el tiempo va poniendo en tu camino. Cuando tienes la tentación de mirar atrás —como se me ha ocurrido a mí hoy— te sorprendes recordando todo lo que has vivido para estar aquí. Y te sientes un privilegiado de haber llegado.
 —Bueno, cada historia, tras las apariencias, esconde batallas, guerras y enfrentamientos. Afortunadamente, el tiempo ayuda a olvidarlas.
   —Sí. Y me pregunto: si no olvidáramos, ¿podríamos seguir viviendo? Pero algo debe quedarnos claro: la verdad, la libertad y la justicia son valores que siempre debemos defender. ¿Estás de acuerdo?
    —Totalmente de acuerdo, ¡no faltaba más! Son valores eternos.
   —Bien dices: eternos. Jesús lo proclama tajante y claro: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! …» (Lc 12, 49-53). Y me sirve de reflexión.
    —¿Puedes decir algo más de ese pasaje?
   —Jesús se refiere a que el mensaje del Reino es radical: no admite medias tintas ni componendas, sino que es firme, agudo y concluyente en una opción clara de vida. La verdad y la justicia se abren camino en medio de la mentira y la explotación, como un cuchillo que atraviesa la carne. El amor, el perdón y el servicio rompen cualquier alianza con la violencia, el odio o la corrupción.
    —¿Y esto traerá fuego y división?
  —Exacto. El Reino de la compasión y la misericordia se presenta ante la injusticia con firmeza, indignación y valentía. Cuanto más dañino para el ser humano sea un contexto, más fuerte resonará la contestación del Reino y más disonante será su mensaje. Será un fuego que prenda redes y un martillo que rompa cadenas.
  —Ahora entiendo lo de los enfrentamientos. Donde hay mentira e injusticia, la verdad se levanta como estandarte de lucha para establecer la justicia.
  —Sí, pero nunca con violencia, sino con firmeza. El Reino no se deja domesticar y muestra su rostro más nítido cuando la realidad se opone a la vida y dignidad humanas.

    Había quedado claro: la Buena Noticia trae paz, pero una paz que no se resigna ante la injusticia. Es fuego que purifica, luz que ilumina y fuerza que libera a los oprimidos.