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sábado, 9 de agosto de 2025

PREPARADOS COMO SI HOY FUERA EL ÚLTIMO DÍA

Mt 25, 1-13
    Era un día gris y el horizonte parecía borrascoso con amenaza de lluvia. Pedro y Manuel permanecían en la terraza saboreando su café, hoy más sabroso que otros días por el ambiente atmosférico.
    —Con este tiempo amenazante, Manuel, me viene al pensamiento el día de la propia tormenta de nuestra vida.   —¿A qué te refieres, estás delirando?
    —No, solo que lo nublado del día me hace pensar en la oscuridad de mi vida. Sé que llegará un día en que todo se nublará y querré ver la luz. ¿No te da miedo la oscuridad?
    —No sabría decirte, pero le tengo mucho respeto. Cuando no ves, te sientes indefenso y a merced de los acontecimientos. Y, claro, creo que a ti te está sucediendo eso con el tiempo que se avecina.
    —Sí, supongo. La tormenta me mete miedo.
  —Sin embargo, amigo Pedro, siempre hay que buscar esperanzas. Y en Jesús las hay. Él es la esperanza de los que queremos ver la luz y ser eterno en plenitud.
    —¿Lo crees así?
    —Al oírte hablar, recordaba una parábola que Jesús, en cierta ocasión, dijo a sus discípulos. Está en Mateo 25, 1-13. Puedes leerla y meditarla con tranquilidad.  Habla de diez vírgenes, cinco necias y cinco prudentes. El resultado fue que las necias no llevaron sus alcuzas con suficiente aceite. Al llegar el novio, pidieron aceite a las prudentes, pero estas, por precaución, les dijeron que mejor fueran a proveerse. En ese ir, llegó el Novio. Entraron al banquete de bodas las prudentes, que estaban bien provistas, y se cerró la puerta. Al llegar las necias y pedir al Novio que les abriera, la respuesta fue contundente: «En verdad les digo que no las conozco».
    —Es fuerte. Los imprevistos pasan factura.
    —Tú lo has dicho. La tormenta, que nos ha llevado a esta reflexión, no avisa. Llega en el momento menos inesperado, y de no estar preparados, nos sorprende. Luego, ya nos será difícil reaccionar. Lo importante es mantenerse preparado, haga buen tiempo o no. ¿Estás de acuerdo?
    —Sí, me parece que eso es lo más sensato.

       La tormenta le había dado su lección. La vida es un tiempo de preparación, como si de un examen se tratara. Nuestro aceite son nuestras buenas obras, nuestra carta de identidad. La alcuza es nuestra espera, nuestra inquietud, el lugar donde nos mantenemos en contacto con el Novio – nuestro Señor – a través de los Sacramentos y la oración.  Estemos preparados para cuando llegue.

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