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viernes, 8 de agosto de 2025

GANAR LA VIDA, PERDIÉNDOLÁ

Mt 16, 24-28

     —Me decía un compañero que estaba cansado de tanto esfuerzo, sobre todo porque no había encontrado lo que esperaba. Eso me sorprendió, y le pregunté qué es lo que no había encontrado. La respuesta fue contundente: la paz y el sentido de la vida.
    —¿Te sorprende esa respuesta, Pedro? El esfuerzo, si no tiene un sentido altruista, queda vacío. Si solo se piensa en uno mismo y no en el bien de los demás, no lleva a nada. 
    —¿Qué tratas de decirme? ¿Qué no vale para nada esforzarse en mejorar?
    —Nada de eso, solo quiero decir que la vida, por sí sola, ya es esfuerzo y trabajo. Pero lo único que da sentido a eso es hacerlo en función de los demás.
    —Me dejas todavía más confuso. ¿Cómo que, en función de los demás? ¿Acaso trabajo para otros?
    —A ver, Pedro. Trata de entenderme. Si piensas solo en ti, tu vida pierde sentido. Solo cuando uno se da por el bien de los demás, la vida merece la pena vivirse. ¿Recuerdas aquel pasaje evangélico del rico insensato? ¿Para qué tantos graneros?
    —¡Ah!, sí, ya recuerdo. Y ahora empiezo a comprender a qué te refieres. ¿No hay un Evangelio que hable de perder la vida para ganarla?

    Manuel hizo una pausa y, encontró el pasaje donde Jesús lo expone muy claro en el Evangelio de Mateo 16, 24-28.
    Aquí está, escucha: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga …»
    —Léelo con calma y entenderás mejor lo que quiero decirte.
    —¿Eso significa que tengo que preocuparme por los demás?
    —Eso significa que hemos sido creados por amor y para amar. ¿Sabes, que ese es el mandamiento principal, el que engloba a todos los demás? Primero, amar a Dios, y desde Él, con su Gracia, amar a todos los demás. Y eso exige un constante esfuerzo por servir a los demás.
    —Claro, por eso quien pierde su vida, la gana. Y al contrario. ¿No es eso?
    —Evidentemente, quien ha dado su vida —perdiéndola aparentemente para el mundo— por amor a los demás, la gana para Dios. Y quien vive pensando en sí mismo, al final se perderá.

    El esfuerzo no es el problema. El propósito lo es. Si luchas solo por ti, te perderás. Si luchas por amor, te encontrarás.

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