domingo, 13 de julio de 2025

HEREDAR LA VIDA ETERNA

De repente, Alfonso sintió cierto hormigueo en sus piernas, una especie de falta de sensibilidad muy parecida a cuando experimentamos el dolor de una mano o pie dormido. Buscó la manera de descansar y miró donde podía sentarse. A poca distancia encontró un banco y disimuladamente se sentó. No quería, ya que era un trayecto que hacía con frecuencia, llamar la atención a los que le conocían o solía encontrarse en el camino. Sacó una revista que llevaba y se puso a leer. Bueno, mejor aparentar que leía, no podía concentrarse y buscaba respuestas a lo que le sucedía. No era algo puntual o casual, eso le estaba pasando ya con cierta frecuencia. Es verdad que hoy le pareció algo más fuerte o doloroso, hasta el punto de que sintió la necesidad de sentarse y descansar.

«Me estoy haciendo viejo y la edad no perdona, pensó. Quieras o no tu principio deberá tener un final, y mi recorrido, quiera aceptarlo o no, está llegando a su fin» Recuperadas sus fuerzas, se levantó y emprendió el camino. Su mente siguió dándole vueltas a lo sucedido. La vida está avisándome, y el momento está cerca.

—Hola, Alfonso, sintió una voz que le saludaba.
—¿Qué tal?, amigo Felipe, ¿cómo te encuentras?
—Pues, bien, a estas alturas no se puede pedir más. Algunos achaques, normales para la edad, pero, ¡hasta el momento!, bien.
—Lo mismo digo, empiezas a sentir que tu cuerpo empieza a avisarte y los achaques confirman que el final puede estar cerca.—¡Hombre!, no pienses así, todavía tenemos cuerda para rato. ¿No te parece?    
—No se trata de eso, sino de que mirar para otro lado es esconder el problema. Al menos yo pienso así. Experimento dentro de mí un ansía de eternidad. Creo que todos lo sentimos, y que todos queremos ser eternos. ¿Tú no?
—Para serte sincero, creo que sí ¿A quien no le gustaría vivir eternamente y plenitud de gozo y alegría? Pero, ¿es eso posible?
—Esa es la pregunta, yo creo que sí. Y lo creo porque, tú lo acabas de decir, todos lo llevamos dentro y lo deseamos. Luego, ¿supongo que alguien lo puso ahí? ¿No te parece?
—Supongo que sí. Pero … 
—¡Eso, supones bien! Y esa es mi preocupación, ganar esa vida eterna.  Y sólo hay uno que me lo propone, y que ha vencido la muerte, por donde tengo irremisiblemente pasar, Jesús. Ha muerto y ha Resucitado. Por tanto, pienso que haciendo lo que me propone también yo puedo alcanzar esa eternidad.  Y en eso estoy. 

La conversación de los dos amigos continuo unos minutos más, pero lo importante era que Alfonso había decidido seguir a Jesús y cumplir su mandato: Amor y Misericordia con el prójimo.