Cuando
hablamos de paz nos referimos a la paz consecuencia de la verdad y justicia.
Una paz que nace desde el consentimiento de sabernos en la verdad a pesar de
ser acosados por la mentira; una paz que sabemos justa y verdadera, a pesar de
ser tratados injustamente con la falsedad y mentira. Una paz que da
tranquilidad y alegría a nuestra conciencia y nos llena de esperanza,
Es la paz
que nos viene desde nuestro Señor Jesús, que nos la da con su Verdad y su Amor
Misericordioso. Es la paz que brota cuando nuestros actos por el Reino, a pesar
de nuestros esfuerzos, se resisten y son rechazados, pero dan verdadero sentido
a nuestra vida. Es la paz que nos viene de sabernos en la presencia del Señor,
de caminar en su compañía y de que su Espíritu, bajado a nosotros en la hora de
nuestro bautismo, está con nosotros.
Es la paz
que nace, a pesar del dolor, de la enfermedad y de las adversidades, de saber
que aguardamos la venida del Señor y que nos lleva a esas moradas que nos ha
prometido y que prepara para nosotros. Es la paz fundamentada en la Verdad que
hace iguales a todos los hombres en dignidad y derechos.