lunes, 21 de julio de 2025

CREER: UN SALTO EN EL VACÍO

Mt 12, 38-42

—¿No crees, Pedro, que la fe es como, en términos circenses, un salto sin red?
      —Supongo que si hemos sido creados libres tendremos que tomar una elección. Creer o no. Y en esa elección se esconde nuestro – entre comillas – mérito.
     —Cierto, has dicho muy bien. Nuestra felicidad dependerá de esa nuestra elección, de fiarnos de la Palabra de Dios, o creer en la nuestra. Ese premio de vida eterna en plenitud tendrá su recompensa y relación directa con nuestra elección. Y, claro, supone un riesgo, pero un riesgo que merece la pena. Y…
 Le interrumpió Pedro. — Y que se irá decreciendo en la medida que te vas abandonando en los brazos de Dios … Al final, tu fe se va fortaleciendo y tu esperanza creciendo.
—Me lo has quitado de la lengua. Evidentemente, en la medida que vas entregando y depositando tu confianza en el Señor, tu fe aumenta, y tu esperanza llena tu corazón de alegría y gozo.

No nos damos cuenta de que nuestra libertad nos hace responsables de nuestros actos. Poner la fe tan clara, como pedían aquellos fariseos – Mt 12, 38-42 – es como si nos quitaran nuestra libertad y responsabilidad. Es decir, entre comillas, “nuestro mérito”. Creer siempre implica un riesgo, pero, ¿consideramos un riesgo, creer en Alguien que nos dice lo que verdaderamente sentimos en lo más profundo de nuestro corazón? Y precisamente, caminó haciendo el bien, liberando y amando a los más pobres, abandonados y excluidos. Simplemente, merece la pena fiarse de la Palabra de Dios.