jueves, 10 de julio de 2025

AL ESTILO DE JESÚS

Mt 10, 7-15

No se trata de proclamar la salvación con aires de suficiencia y poder. Se trata de proclamar al estilo de Jesús, tal y como lo hizo Él. El Todopoderoso se abajo a la altura de más pequeño y humilde, y proclamó el Amor y la Misericordia de su Padre Dios desde su propia necesidad de los demás.

Bien es verdad que el Señor Dios no necesita de nosotros, pero quiere contar con nosotros, y ha enviado a su Hijo para, tomado la misma naturaleza que nosotros, experimentar la necesidad de amar y ser amado. Y ese es el mandamiento que nos manda, que nos amemos los unos a los otros como Él nos ama.

—¿Crees, Pedro, que con el amor, según nos ha enseñado nuestro Señor Jesús, el mundo sería mejor? 
—No solo lo creo, sino que se acabarían los problemas. El amor es el arma que soluciona todo: terminarían las envidias, las venganzas, las guerras, el ansia de poder, las luchas por ser más y más fuerte y todo los problemas que puedan aparecer. Amar es precisamente eso, quitar las barreras que nos separan y nos enfrentan.
—Si, estoy de acuerdo, pero siempre está la duda de la tentación y, en consecuencia, del pecado. Y del que se aprovecha del bien y la buena intención del otro.
—¡Hombre!, eso siempre está ahí.
—Por eso necesitamos estar muy unidos al Señor, y abiertos a la acción del Espíritu Santo. La oración, el alimento espiritual nos serán imprescindible para mantenernos firmes en nuestro amor y misericordia.
—Sí, claro, sin Él no podemos hacer nada. Quedaríamos en manos del mundo, demonio y carne, y, sin amor, volveríamos a la confrontación y los problemas. 

Y es precisamente lo que le falta al mundo, amor y misericordia. Por muchas buenas intenciones, diálogos, reuniones y lo que se quiera añadir, el mundo no mejorará si no hay amor y misericordia. Pero, no un amor como lo propone el mundo, sino un amor injertado en el Amor con el que nos ama nuestro Padre Dios. Toda su propuesta, la única válida está resumida en su mandamiento del amor: «Ámense unos a otros como Yo los he amado.

miércoles, 9 de julio de 2025

NECESIDAD DE COLABORADORES

Lo podía hacer solo, pero quiso contar con colaboradores. No sabemos por qué, pero así es. Y para ello eligió en principio a doce apóstoles, a los que les dio autoridad para expulsar malos espíritu y curar toda enfermedad. Quiere que colaboremos con su Hijo haciendo lo mismo que Él. Quizás nos parezca extraño e incomprensible, pero, ¿entendemos a Dios? Si llegaremos a entenderlo dejaría de ser Dios.

—¿Qué te parece Pedro, ¿te sientes colaborador del Señor?
Esa fue la pregunta que Manuel lanzó a Pedro, su amigo, a quien tenía al lado tomando su acostumbrado café de mediodía.
—Supongo, y entiendo que desde el momento de mi bautizo, aunque siendo niño no era consciente de nada, quedamos marcados para, asistidos por el Espíritu Santo, responder a nuestro compromiso de bautismo. ¿No es así?
—Cierto, así es. Más, otra cosa es que queramos. Muchos, al parecer, entiende que primero está sus objetivos, sus intereses, sus placeres y satisfacer sus gustos y comodidades sin importarles, al menos mucho, la situación de los demás. Sin embargo, por la Gracia de Dios, otros si tratan de responder a ese compromiso de bautismo. Ahora, ¿puedo preguntarte dónde te encuentras tú?
—Por supuesto, no tengo ningún inconveniente. Mi actitud e intención es estar a su lado. Es decir, tratar de vivir en su Voluntad, y, con mi vida, actitudes y actos dar a conocer, como no puede ser de otra manera, su Amor Misericordioso a todos los hombres y mujeres de este mundo. Sin condiciones de raza, color, situación, riqueza, creencia … etc.  —Ahora, también te digo que fallo, que defraudo y necesito el sacramento de la reconciliación para, tras caer, levantarme y seguir adelante.
—Has hablado como un libro abierto. Suscribo todo lo que has dicho. Y corroboro lo del compromiso del Bautismo. Su gran importancia. En él recibimos al Espíritu Santo, el mismo que recibió nuestro Señor Jesús, y, por y con Él, estamos capacitados para hacer, por la fe, obras como las que hizo Jesús. No son palabras mías – Jn 14, 12 – sino del mismo Jesús. Así que es mandato del Señor.

       Los dos amigos lo tenían claro. Ahora nos toca a nosotros. ¿Lo tenemos también claro? No se trata de volvernos locos, sino de pensar que en cada instante de nuestra vida estamos, queramos o no, relacionados con otros: familia, trabajo, amigos, circulo social … etc., y es donde debemos procurar, con nuestros actos de amor y misericordia transparentar la Buena Noticia.

martes, 8 de julio de 2025

COMPASIVO Y MISERICORDIOSO

Mt 9, 32-38

Hay momentos en los que me pregunto, lleno de asombro, por la gran suerte – no se me ocurre otro calificativo – del ser humano. Y digo suerte, por significar esa gran oportunidad. Nunca entenderé la gran posibilidad que tenemos – regalo de Dios – de ser perdonados y alcanzar la gloria junto al Padre – Hijo y Espíritu Santo en alabanza y plenitud eterna. No me cabe en mi pequeña y limitada cabeza ese gran ofrecimiento sin merecerlo. Todo gratuidad y regalo del Señor por su infinito amor y misericordia. Y por mucho que lo mire y lo piense no llego a entenderlo. Se escapa a mi entendimiento.

Paró sus pasos ensimismado en esos pensamientos. Alzó su mano a la derecha, por donde le acompañaba Manuel, lo detuvo y, mirándole perplejo, con cara de asombro y misterio le dijo.  
— Cada vez que pienso en esta oportunidad que tenemos me asombro más. ¿Eres consciente de la oportunidad que tienes de ser feliz toda la eternidad? ¿Te das cuenta del inmenso e infinito regalo que nos da nuestro Padre Dios? ¿Has pensado en eso? 
—¡Claro que he pensado! ¿Acaso crees que no me doy cuenta? Lo que ocurre es que, como te sucede a ti, yo también me quedo perplejo, sin palabras. Igual que tú, no lo entiendo ni lo podré entender. Dios no nos necesita, y sin embargo, envía a su Hijo, encarnado en naturaleza humana, para, entregando su vida por nosotros, salvar la nuestra sin pedirnos nada a cambio. ¿Entiendes eso?
—No, claro que no. ¿Cómo nos puede amar tanto hasta ese extremo? E incluso soportar insultos, desprecios, risas, rechazos, blasfemias, desplantes y … La verdad, no lo entiendo.

Los dos amigos estaban perplejos, asombrados, ensimismados en esos pensamientos llenos de impotencia, de no saber que decir, y temerosos de perder esa oportunidad, que la vida les daba, de desaprovechar esa indescifrable e incomprendida oportunidad de ser feliz para toda la eternidad. De cualquier manera, esa situación les invitaba a fiarse de la Palabra del Señor y a confiar ciegamente en Él. Pues, tal como les era dada sintonizaba con lo que sentían en su corazón: atendía a todos; curaba a todos sin condición social o moral; se da prioritariamente a los necesitados y a los que sufren; ve y se compadece del dolor ajeno. ¿Se puede pedir más? ¿Cómo podemos resistirnos a confiar en la Palabra del Señor y a colaborar con Él?

lunes, 7 de julio de 2025

LA FE MUEVE MONTAÑAS

Mt 9, 18-26

   Sorprendentemente mucha gente ha sido curada de su enfermedad. El Evangelio de hoy nos habla de eso, pero sabemos que hay mucha gente que ha sanado misteriosamente por su fe. Sin embargo, al menos yo, no llego a comprender que clase de fe debo tener para alcanzar un milagro. En algunas ocasiones he solicitado curación para algunas personas, y no ha sucedido. Eso no ha debilitado ni disminuido mi fe. Creo en ti, Señor, y sé que estas ahí, pero sé que mi fe no llega a tener esa fuerza que necesita para conmoverte y hacer que intervengas. Envidio sanamente la fe de ese jefe judío y de la mujer de flujos de sangre. Quisiera, Señor, tener una fe como la de ellos. Sin embargo, no la tengo. Nunca entenderé ese misterio sino cuando esté, mi Señor, delante de Ti.

    Manuel daba un paseo y meditaba sobre ese Evangelio –  Mt 9, 18-26 – cuando observó que Pedro estaba en la terraza de costumbre. Se acercó y …

    —Buenos días, Pedo, ¿qué tal estás? 
    —¡Hombre!, de momento parece que bien. Tomándome un cafelito como de costumbre. ¿Te invito? 
     —Gracias. Venía dándole vueltas a este pasaje del Evangelio de Mateo. Recuerdas, sobre la curación de la hija de Jairo, líder de sinagoga. Cada vez que medito más, más misterio me parece la fe. ¿Tienes alguna opinión sobre esto? 
     —Sabemos que la fe es un don de Dios, y más no alcanzó a ver. A nosotros nos toca fiarnos y confiar en el Señor.  
    —Sí, en eso estamos de acuerdo, pero que grande tiene que ser la fe para que el Señor haga esos milagros. Tanto aquel jefe judío, como la mujer que padecía flujos de sangre, tuvieron una fe muy grande. ¡Me gustaría a mí tener esa fe! 
    —Nos toca pedirla. No podemos hacer otra cosa. Poner toda nuestra confianza en las manos del Señor y esperar. 
    —Por supuesto, añadió Manuel, pero, mira, hay un detalle que me ha venido ahora al pensamiento. En la medida que nos fiamos del Señor, oramos y le pedimos el don de la fe, estamos de alguna forma demostrando que creemos. Quizás nuestra fe no llegue todavía a mover al Señor a hacer un milagro, pero, sí, tenemos fe, y en eso estamos. 
    —Te acuerdas de lo que dijo el Señor respecto a la fe: «en verdad os digo que si tenéis fe – Mt 17, 20 – como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible». Esto significa que nuestra fe, todavía, es más pequeña que un grano de mostaza. De ahí que debemos seguir pidiéndola y confiando en el Señor.

    Había quedado claro. La fe es un don de Dios, y hay que pedirla y buscarla en la intención de arriesgarnos y ponernos en manos del Señor. De momento, ser perseverantes, confiar en el Señor y pedirla con insistencia y perseverancia siendo pacientes y confiados.

domingo, 6 de julio de 2025

ENVIADOS A DAR, PERO TAMBIÉN A RECIBIR

Lc 10, 1-9

No vamos en plan autosuficientes, todo lo contrario, necesitados, pero también dispuestos a dar y darnos. Llevamos la Palabra del Señor y, en ella, la salvación eterna. Proclamamos la Buena Noticia, y lo hacemos con una actitud inerte, limpia, humilde y cargada de amor y misericordia. Como corderos entre lobos, desprovisto de toda seguridad, sin bolsa, alforja, sandalias ni saludos por el camino. La seguridad está y nace del envío: El Señor, y en Él nos apoyamos y nos sentimos protegidos.

—¿No crees, Manuel, que la tarea es difícil y complicada
—Me atrevería a decir, más que difícil, imposible. Imposible para nosotros en un mundo hostil, ególatra, inclinado al placer, a la buena vida e interesado en el poder y la riqueza. Pero, no es cosa nuestra, sino de Dios. Nosotros somos simples enviados en su nombre, y eso nos basta.
—De acuerdo, pero, ¿y si somos rechazados? ¿Qué hacemos?
—El Señor nos deja claro ese tema cuando nos dice: Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’. —Proponemos, no obligamos, y cada cual será libre para escoger lo mejor.
—Sí, pero lo mejor es la Palabra del Señor. ¿No te parece?
—¡Y tanto!, claro, si preguntamos a la gente si quieren ser feliz. ¿Qué piensas que contestarían?
—Responderán que sí, pues todos buscamos la felicidad.
—Esa es la clave y la diferencia. Muchos piensan que la felicidad esta en el mundo, en el poder y la riqueza. Y se equivocan, ese es el pecado. La elección dependerá de donde busque y creas que está la felicidad. Dios, la propone, y nos envía a nosotros a proponerla. Ahora, la respuesta no es nuestra responsabilidad. Eso sí, nuestro testimonio sí, pues nuestra vida debe ser coherente con lo que proclamamos y proponemos en nombre del Señor.

Ahora, ustedes, queridos posibles lectores, y hermanos virtuales en la fe, ¿cómo lo ven? ¿Tienen alguna opinión al respecto? ¿Están de acuerdo con Pedro y Manuel.

sábado, 5 de julio de 2025

AYUNO Y ENCUENTRO

Mt 9, 14-17

     En las puertas de un encuentro, tú eres consciente de que tienes que prepararte. Y en la medida que ese encuentro cobra gran importancia, tus preparación debe ser mayor. Y, para ello no escatimarás sacrificios, ayunos y lo que sea necesario. Cualquier estudiante responsable y ávido de superar la prueba hace todo sacrificios y ayunos a su alcance con tal de superar el examen. Luego, lo mismo sucederá mientras no tengamos al Señor con nosotros, sobre todo en víspera de un encuentro con Él. Pero, en su presencia y, ¡Él ya entre nosotros!, todo es gozo, alegría y fiesta.

Manuel meditaba esta lectura del Evangelio tomando su acostumbrado café. Se preguntaba muchas cosas, pero entendía muy bien que solo en la ausencia del Señor era evidente ayunar. ¿Cómo – asentía él también – vamos a ayunar estando con Jesús? En ese momento su meditación se vio interrumpida con la presencia de Pedro. 

—¡Hola, amigo!, parece que hoy has madrugado. Veo que ya has tomado café. Te invito a otro, ¿te apetece? 
—Sí, gracias, te lo acepto. No sé porque razón me he adelantado hoy. Hay días que todo lo haces más rápido y, en consecuencia, llegas antes. Además, hoy parece que me apetecía un paseo mañanero. Quizás sea esa la razón. —¡Oyes!, meditaba sobre este Evangelio de hoy – Mt 9, 14-17. ¿Lo has leído? 
—Supongo que sí, pero ahora no lo tengo presente. ¿De qué se trata? 
—Sobre el ayuno. Se pregunta los discípulos de Juan, el por qué los discípulos de Jesús no ayunan, cuando ello y los fariseos si lo hacen. ¿Tienes una opinión? 
—A mi entender, creo que estando con Jesús, el Maestro, no tiene sentido el ayuno. Él es nuestro ayuno, nuestra alegría, nuestra paz y descanso. ¿Qué sentido tiene privarnos y sacrificarnos con ayunos u otras cosas? Estamos con Él, ¿no? Hay mayor alegría. Me parece que he contestado a tu pregunta, ¿no lo piensas así? 
—Supongo que sí. Yo también pienso lo mismo. Cuando lo perdamos, estemos alejados o no lo veamos, necesitaremos ayunar, sacrificarnos, renunciar a todo lo que nos aleja y nos impide acercarnos a Él. Es entonces cuando cobra sentido el ayuno. Entiendo y comprendo ahora el tiempo de cuaresma, es un tiempo que nos prepara, nos recuerda y nos enseña la necesidad de estar preparados ante la amenaza del mundo, demonio y carne. Cuando estamos en Él, nace entre nosotros relaciones y convivencias fraternas.

Había quedado meridianamente claro. El ayuno es necesario en tiempo de desierto, de desencuentro y de búsqueda. Estando ya en y con Él, todo se vuelve paz, alegría y gozo. La Misericordia de Dios ha nacido, por los méritos de su Hijo – Pasión, muerte y Resurrección – en nuestros corazones. No es momento de ayunar, sino de exultar de alegría, paz y gozo.

viernes, 4 de julio de 2025

LLAMADA A PECADORES

Mt 9, 9-13

  Pedro se quedó de piedra, no entendía eso de llamar a los pecadores. Menos aún eso de Misericordia quiero y no sacrificios. Estaba deliberando sobre eso cuando oyó una voz que le llamaba.

 —¿Qué tal, cómo andas? ¿Te veo pensativo, te ocurre algo? Había llegado Manuel y le sorprendía verlo tan ensimismado y reflexivo. 
 —No, nada en particular. Acababa de leer el Evangelio de hoy y estaba pensando en esto de «llamada a pecadores y misericordia quiero». —¿Se te ocurre algo a ti?
 —Yo entiendo que Jesús, el Hijo de Dios, ha venido a este mundo a ofrecer al hombre su salvación. Es decir, liberarlo de la esclavitud del pecado para vivir eternamente en plenitud de gozo y felicidad junto a su Padre.
  —¿Y lo de Misericordia quiero? 
      —¡Hombre!, si somos pecadores necesitaremos que nuestro Padre Dios nos dé la oportunidad de arrepentirnos y acogernos a su Misericordia.  De ahí que Jesús nos ofrece la Infinita Misericordia de su Padre Dios. 
         —Ahora lo tengo más claro. Gracias Manuel.

  El Señor Jesús ha venido a este mundo a anunciarnos el Infinito Amor de nuestro Padre Dios y su ofrecimiento misericordioso para que podamos, arrepentido de nuestros pecados, y purificados por su Gracia, compartir eternamente su Gloria en eterna alabanza. 

  Eso, al parecer, había quedado muy claro en el diálogo de Manuel y Pedro. Y eso es la Gracia que realmente nos salva: el Infinito Amor y Misericordia que Dios nos da y nos anuncia a través de la venida de su Hijo a este mundo.