Lc 15, 3-7 |
Nunca
llegaremos a entender el inmenso Amor con el que nuestro Padre Dios nos ama. Es
tan grande que nos desborda hasta el extremo de no poder ni imaginarnos. Un
Amor que nos ama más allá de nuestras infidelidades, debilidades y pecados. Un
Amor que ama inmensamente a la humanidad – creada por Él, y a cada persona de manera
singular y concreta.
De
manera que perdida una oveja, deja el rebaño a buen recaudo y sale, a riesgo de
su vida, a buscar a la oveja perdida. Es es la parábola con la que Jesús nos
describe y nos revela el Infinite e inmenso Amor de su Padre.
—Tienes razón. Nadie es capaz de entregar su vida por una sola oveja.
—Es que para nuestro Padre Dios, cada uno de sus hijos son de vital importancia. Precisamente, su Hijo, nuestro Señor, entrega su Vida por todos, incluso con el mismo Amor y valor por el más pequeño e insignificante que consideremos. Para Él todos valemos lo mismo. Su Amor es Infinito y Misericordioso.
—No cabe ninguna duda que la parábola que nos dice hoy el Señor es espeluznante, nos pone la piel de gallina, y nos deja asombrado, ¡Cuánto Amor nos tiene el Señor!
—Ciertamente,
no nos lo podemos imaginar.
Los
dos amigos decidieron hacer una oración y pedir esa sabiduría, fortaleza y paz
para, a pesar de no poder, ni entender ni imaginar ese inmenso Amor con el que
Dios nos quiere, sí, al menos, estar agradecidos y ser fiel a su Palabra,
poniendo, con la ayuda y asistencia del Espíritu Santo, todo su esfuerzo en hacer
su Voluntad. Simplemente, amar y amar, tal y como Él nos Ama.