martes, 5 de agosto de 2014

CUMPLIR LOS RITOS, PERO INCUMPLIR EN EL AMOR

Mt 15, 1-2. 10-14

Hay un desequilibrio, que no es malo cuando inquieta e interpela, porque, por la Gracia de Dios, pondrá el acento, tarde o temprano, en su lugar justo. Me refiero a aquellos que experimentan malestar cuando cumplen con los ritos y fallan y les cuesta vivir en el amor. Somos los que llevamos muy bien lo de las normas y cumplimientos, pero fallamos en la misericordia, la comprensión y la caridad.

El peligro está en que esa actitud la vivamos en la indiferencia y se haga rutina y costumbre normativa en nuestra vida. Porque lo que nos mancha, no es lo que nos salpica fuera, sino lo que sale de dentro. Podemos cumplir ritos y preceptos muy bien, pero eso no nos limpia ni nos hace mejores, sólo sirven como espejos que reflejan lo que debemos ser. Y si, en la vida de cada día, no se testimonia esa piedad, mal ejemplo damos de nuestro cumplimiento.

Sólo hay una vida real, pero muchas falsas y vividas en apariencias. No te esfuerces en vivir las sostenidas en las apariencias, porque no servirán sino para mancharte. Tú esfuérzate en vivir lo que se cuece en tu corazón, y si tu corazón busca el bien, vive buscando el bien. Porque al final encontrarás a Dios y vivirás según su Palabra.

Porque sólo lo que hable tu corazón podrá salvarte o mancharte. Si habla según tú, te manchará, pero si habla según la Palabra del Señor, brillará por su limpieza como el Amor.