sábado, 25 de enero de 2020

LA HUELLA DE DIOS

Resultado de imagen de Mc 16,15-18
Todos experimentamos que lo bueno que tenemos dentro deseamos siempre manifestarlo y darlo a los demás. Es una tentación irresistible porque el hombre ha sido creado para amar, y ama cuando se da a los demás. Esa es la huella de Dios que vive y esta impresa en nuestros corazones. Es sabido y también lo hemos experimentado que quien descubre y sabe que tiene una cualidad gusta de lucirla y utilizarla para bien de los demás.

También sucede, y lo experimentamos cada día, una lucha interna entre el deseo de hacer el bien y la tentación irresistible de dejarnos vencer por el mal. Un mal que puede concretarse en nuestra pereza, nuestra comodidad, nuestra envidia, nuestra indiferencia, negligencia y muchas cosas más. Un mal que nos inclina a dejar de hacer el bien y, por el contrario, hacer el mal.

Esa es la lucha y esa es nuestra misión, aflorar todo lo bueno que llevamos dentro, que es la huella de Dios. Pero, tan alta misión es superior a nuestras fuerzas y solos no podremos enfrentarnos. Nuestra capacidad es limitada y necesitamos la Gracia del Espíritu Santo para poder vencer todas esas tentaciones y obstáculos que nos impiden vivir en la Voluntad de Dios.

Por la fe nos bautizamos y en él  recibimos la Gracia del Espíritu Santo que nos fortalece y nos capacita para soportar, luchar y vencer todas las tentaciones, pruebas, dificultades que nos van saliendo en nuestro camino hacia la Casa del Padre. Se trata de derramar todo el amor del que somos capaces, injertados en el Espíritu Santo, para con nuestra vida y obras anunciar la Buena Noticia.