jueves, 14 de mayo de 2020

FECUNDOS Y NO EXITOSOS

6° Domingo de Pascua, 6 de Mayo 2018, Ciclo B - Capilla Santa Ana ...
Jn 15,9-17
El éxito crece rápido y, de la misma forma, desaparece. Éxito y fama aparecen con rapidez y con la misma rapidez desaparecen. La fecundidad es diferente. Ser fecundo significa dar frutos en el tiempo y con el tiempo, a través de la paciencia, de la humildad, de la poda de nuestras propias impaciencia y pecados. Ser fecundos exige desalojo, lucha y esfuerzos, a veces, en la oscuridad y confusión pero apoyados en la confianza.

El fruto exige primero que la semilla muera y, de la misma forma, nuestros frutos exigirán que salgamos de nosotros mismos para, dejando atrás nuestras apetencias y placeres, entregarnos al servicio de los que lo necesitan. Al preocuparnos por los que sufren y padecen la explotación y el abuso de otros, ya estamos tratando de dar frutos de amor. Porque, tras la preocupación viene la motivación a mirar por el bien de los demás. Un bien que nace del deseo interior en lo más profundo de nuestro corazón por colaborar con el bien, la justicia y la paz.

Nuestro propio árbol, que somos cada uno, necesita el ejercicio de la poda, para no secarse ni quedarse seco. Necesita vitalizarse con la savia que viene de la Vid - el Señor - y llenarse de esa fortaleza y vigor para que, el sarmiento - que soy yo - lleno de vida y de amor pueda germinar y dar fruto. Sin la Vid no puedo dar fruto, pero tampoco la Vid - porque así lo ha querido y dispuesto - lo puede dar sin el sarmiento. Gran misterio que, por ahora, no podemos entender, pero si experimentar. 

Porque, llenos de esa savia que viene del Cielo, podemos dar muchos buenos frutos para el bien de todos.